Bueno traigo este reeditado, quería probar este nuevo estilo y que más que con esta historia. Espero y les guste. No olviden comentar que les pareció, que les gustó y que no. Porque sin ustedes esta historia y yo, no somos nada. :)
Disclaimer: Pokémon y sus personajes no son míos, son de sus respectivos dueños.
Nuevos sentimientos.
La mañana era tranquila, más bien confortable en ciudad Verde, ahí una chica se encontraba apoyada de un árbol, mientras veía el cielo azulado de la mañana, esa chica era Leaf proveniente de pueblo Paleta, vecina de Rojo, el campeón de Kanto y de Verde, líder de gimnasio. La castaña de 17 años; Estaba sentada frente un árbol cerca del bosque Verde. Últimamente se sentía extraña, estaba confusa, cuando Rojo iba a verla para entrenar junto con Verde, se comportaba de manera tímida con él y a decir verdad ella nunca fue así, desde que inició su viaje por la región, siempre se mostraba decidida y nada o nadie, dejaba que la intimidara, sin embargo para la castaña, Rojo se había vuelto su amigo, su maestro, su hermano mayor –A pesar de que esa idea no le gustaba mucho–y alguien muy importante para ella, él tenía un tono de madurez que la atraía, le robaba suspiros y una que otra fantasía, sentía que su corazón se detenía cuando se acercaba o se iba, pero no sabía que era ¿A caso quería protegerlo? Y si fuera así ¿De qué? ¿De toda mujer que se le acercara?; Aunque era callado –eso fue cambiando cuando se conocieron– y algo despistado, ya que la labor de un campeón no es una tarea fácil, aunque también buscaba tiempo para sus amigos, tan atareado y despistado que es, que no se daba cuanta las insinuaciones que le hacía Misty o Erika, las tomaba como otras amigas en quién confiar.
"¿Qué será de mí cuando él esté allá en Unova? Tendré que hacer más fuerte mi equipo, aún me debe aquella revancha, fue muy cruel conmigo" –infló sus mejillas haciendo un puchero en su mente. –"A decir verdad, tengo un poco de miedo con su viaje… ¿Y si conoce otra chica? No quisiera que me hiciera a un lado y tener que ser su consoladora… yo quiero ser algo más que una simple amiga, pero él es muy despistado para darse cuenta de lo que siento. Acaso ¿Podría enamorarme de ti tranquilamente?".
Una sombra le tapó aquellos rayos del astro rey, sacando de sus pensamientos a Leaf.
–Hasta que te encuentro, ¿Qué haces aquí? –pregunto el castaño preocupado.
– ¿Uh? Ro-rojo ¿Qué haces por aquí? Pensé que te estabas alistando para tu viaje –contesto sorprendida a la llegada del chico, colorándose de un torno carmín su rostro.
–Tomaba un descanso, pero eso no es el tema, contesta mi pregunta –dijo serio acercándose peligrosamente a la chica, mirándola directamente a los ojos.
–S-solo vine a… –se quedó callada, dejando más intrigado al castaño, no quitando aquella mirada fría y profunda característica de él. – ¡Pensar una estrategia de cómo derrotarte, sí eso!
–Vaya que quieres esa revancha, creo que si me sobrepasé esa vez, lo siento –se alejó para darle una sonrisa que le daba cuando hacía algo mal.
–Sí, fuiste muy malo conmigo y con mis pokémon –apretó sus manos y se los llevo a su cintura para después inflar de nuevo sus mejillas–. –Pero más conmigo –esto último lo susurro, volviendo a su posición anterior.
– ¿Qué dijiste?
–Nada… oye no me has contestado mi pregunta.
Rojo sacudió su cabeza y respondió.
–Bu… bueno, como vi que no estabas en tu casa, decidí buscarte –lo decía con falta de delicadeza, revolviendo a Leaf, ya que ella regularmente iba y lo buscaba.
–Supongo que querías despedirte de mí ¿no?
Volteó hacía la entrada del bosque. No quería que viera su rostro molesto y ruborizado.
–No, todo lo contrario.
– ¿Entonces? –acto seguido Rojo dio media vuelta, preocupándola.
–De nueva cuenta volteo, esta vez despreocupado con una sonrisa algo traviesa–. Tengo estos cupones que me gané en una rifa en ciudad Azulona y como no estaba Verde, decidí compartirlos contigo.
– ¿Desde cuándo hay rifas hay ahí? ¿Por qué pensaste en él primero después de mí? Por último ¿has estado libre y no me avisaste nada? –dijo indignada, cruzándose de brazos y esperando una respuesta, doblando su rodilla y una gran mueca puso en su rostro.
Comenzó a rascarse su cabeza por debajo de su gorra, para por fin tomar la palabra.
–Son muchas preguntas, despacio –contesto confundido. –A ver, primera, no sé, cuando fui habían ahí dos chicas en el último piso con una tómbola, participé y gané. Segunda, pues a pesar de nuestras diferencias es mi amigo, mi primer amigo, aunque no quiera aceptarlo y disculpa si te molestó eso.
La chica se apaciguó, sin embargo…
– ¿Yo? ¿¡C-cómo crees eso!? No me molestó en lo absoluto, no es como si me pusiera celosa o algo así –se dio cuenta de sus palabras y subió su tono de voz, alarmada–. No, no, no es como su hubiera sentido celos de ti alguna vez, digo, digo… –estaba balbuceando es cuando se dio cuenta que no tenía caso seguir discutiendo.
Rojo soltó una carcajada. No era la primera vez que Leaf actuaba de esa manera. Lo hacía con cosas insignificantes, solo porque mostraba más interés en ello y no en ella. Al principio pensaba que era broma o solo lo hacía por fastidiar, ya que no le mostraba mucha atención en ese entonces. Y, sin embargo aquellos dramas los toma como los celos de una hermana pequeña.
– ¿De qué te ríes? –pregunto indignada. Inesperadamente la acercó a él y la rodeó con sus brazos–. ¿Q-qué haces? Suéltame ¿Qué es lo que pretendes con eso?
–Eres tan tierna cuando te enojas… –Leaf subió su mirada, encontrándose de nueva cuenta con aquella mirada que tanto le fascinaba–. Perdóname, la próxima que vez que tenga tiempo libre serás la primera en enterarte. Lo prometo hermanita.
En verdad apreció ese momento hasta que el despistado de Rojo mencionó "hermanita". Lo apartó con sus dos manos, mandando al joven a un arbusto de ahí. Ella solo se limitó a cruzarse de brazos.
– ¿Qué pasó?
–Nada. Vayamos a canjear los boletos, si tanto insistes. –dijo con cierta frialdad. Se encaminó hacia el centro Pokémon dejando atrás al castaño.
– ¿Huh? –se levantó del arbustito, corriendo hacía la chica–. "¿Ahora qué hice?"
Rojo encontró a la chica sentada en una de las mesas del centro pokémon. Se hallaba viendo el cristal del lugar mientras cruzaba sus brazos algo molesta. Rojo por su parte la observaba detenidamente, admiraba sin razón aparente aquellos ojos achocolatados, su ceño fruncido que era lo más tierno para él. Para resumir, aquel rostro, aquella chica que lo sacó de la soledad absoluta, que hizo ver al mundo de distintas formas y no solo la que él solo conocía. Se sentía agradecido por eso, sin embargo no sabía de qué manera. Las puertas del lugar azotaron. Sacando de sus pensamientos al castaño, volteo para observar quien entraba. Sin más eran las chicas del club de fans de ciudad Azafrán que se abalanzaron hacia él, que por alguna razón lo habían encontrado. Al parecer aquellas chicas estaban obsesionadas con él, lo llegaban acosar al lugar donde iba, excepto en el monte Plateado. Leaf no pudo no preocuparse, mas no quería que se diera cuenta que le importaba aquella situación, mirándolo solo de reojo ya en el suelo con cinco chicas. Eso en verdad le fastidiaba a ella, porque le quitaban tiempo con él, ya que pensaba que no solo por ser su mejor amiga –lo cual odia admitir– tenía un lugar asegurado para ella, tal vez y una ya había agarrado la delantera, a pesar de que sabía muy bien que no era expresivo, solo con aquellas personas que le tiene afecto. Entonces ¿Por qué tanto miedo por parte de ella?
– ¿¡Pueden soltarme?! –grito el chico.
– No~ canturrearon al unísono.
– ¿Cómo fue que me encontraron?
–Bueno si tanto quieres saber… -contesto una pelimorada con voz suave y haciéndole círculos en su pecho con su dedo–. –Supimos que habías regresado de nuevo a la civilización, lo cual nos alegró a todas nosotras, haciendo una investigación en toda Kanto de pies a cabeza, te encontramos en Azulona, vimos tu participación en aquel concurso. Celebramos como si también fuera nuestra victoria, ya que todas tus victoria son dignas de celebrarse, pero bueno. Entonces pensamos que canjearías tus boletos y decidimos venir para ver con quién lo harías.
–"Están locas" –pensó asustado–. Pues…
Se levantó abruptamente dejando confusas sus fans, para después dirigirse con Leaf, quien aún fingía mirar el vidrio para no prestarle atención a Rojo. Rojo agarró su brazo para llevarla al mostrador, sin antes aclarar algo con aquellas chicas. Leaf por su parte, no opuso resistencia alguna a pesar de su enojo con el castaño, aquel rostro se había tornado carmín, su corazón se aceleraba más y más y una extraña sensación en la boca de su estómago le causo con ese agarre.
–Es con ella. La persona más importante para mí –las chicas se habían quedado boquiabiertas y Leaf… se le iluminó la mirada–. –Mi hermana…
Leaf de nueva cuenta lo empujó cruzándose de brazos, cayendo de nuevo. Las jóvenes se echaron a reír levemente, Rojo se levantó y comenzó a mirarla de manera preocupada, sin antes echar del lugar a sus obsesionadas admiradoras.
– ¿Podrían irse de una vez? Antes que llame a la policía la enfermera Joy por haberme espiado –dijo con tono frió.
Sin decir nada, salieron del lugar a todas prisas muy nerviosas. Sin antes lanzar una advertencia.
– ¡No nos rendiremos, algún día serás nuestro!
– ¡LARGUÉNSE! –grito Leaf en la entrada, ahuyentándolas, pues en el tono que lo dijo fue casi como la de un demonio.
Un aura negra la había cubierto y en mal momento Rojo decidió acercarse.
– ¡Eso fue ge…!
– ¡Cállate y canjea tus malditos boletos, antes de que me largué de aquí!
–E-está bien… ya voy.
El castaño fue a canjear sus dichosos boletos, que sin más ni menos era un 2 por 1 en la compra de un sándwich. Cuando Leaf vio lo que era, una gota de sudor recorrió su cabeza, había hecho un espectáculo frente de todos y peor aún se había ilusionado. Se sentía tonta por haber seguido al despistado, quería que la tierra se la tragara, para su mala suerte no había traído a Su Golem. Solo se recargó en la mesa donde lo esperaba, hundiendo su mirada en sus brazos.
– ¿Quieres uno? Supongo que con todo el alboroto, se te abrió el apetito ¿No? –lo observo sentado frente de ella con aquel sándwich sosteniéndolo, una parte de ella decía que era buena idea irse y que le fuera bien a donde fuera y otra que aprovecharía estar junto a él al menos este día. Había tomado una decisión.
– ¿De qué es? –pregunto aun escondiéndose de su mirada.
–De atún, los que más te gustan.
Lo agarró y sin decir nada se lo llevó a la boca, Rojo sonrió, para después hacer lo mismo. No le parecía extraño que cambiará de humor constante, sin embargo su mirada tan vivaz había desaparecido por un momento. Tenía que saber que estaba pasando con ella. Después de un rato comenzaron a platicar, él se disculpó por su falta de tacto con ella o más bien lo obligó y, así continuaron hasta que…
– ¿Y Pikachu? ¿Dónde está? ¿Por qué no lo trajiste?
–Otra vez y tus preguntas he, se quedó con mi madre porque según ella necesitan descansar y cariño lo cual ella les daría.
–Por algo lo habrá dicho.
– ¿Qué?
–Nada.
No tardó en pasar unos cuantos segundos para que se creara un silencio frío, sin amparo, sin sutileza para los dos. Recordó lo que se suponía tenía que hablar, volvió a mirarla, su mirada se encontraba apartada de él hasta que llamó su atención.
–O-oye –Volteó a verlo atenta con curiosidad.
– ¿Qué pasa?
–Eso es lo que te pregunto ¿Qué pasa?
– ¿Con qué? –pregunto confundida.
–Cuando te fui a buscar, estabas despistada, pensativa, inclusivo preocupada ¿Pasó algo?
Dio un gran suspiro.
–Problemas tontos, que tal vez no comprenderías.
–Tal vez si no me los cuentas, no lo entenderé.
–Si tanto quieres, lo haré –rodó los ojos.
La verdad era que dudaba si respondería a lo que sentía, lo cual veía poco verosímil.
Mintió.
–He decidido irme al igual que tú… -la vio sorprendido a su respuesta. Decidió callar. Dar sorpresas, le gustaba–. –A otra parte, lejos de aquí. No en Jhoto aún es muy cerca tal vez a Sinnoh o Hoenn, me estoy decidiendo más por Hoenn.
Un hueco en su pecho apareció, mejor dicho sintió. No se dio tiempo de razonar aquello, lo único que cavilaba era que su única amiga, compañera, hermana, confidente, no estaría más con él. Era inevitable sentir el vació, era extraño ese dolor ¿Era acaso que sentía algo más que una buena amistad de años? En esos momento no le importó la verdadera razón del porque ese sentimiento. Solo sabía que no quería que se fuera, porque en su interior decía que la necesitaba.
–No digas que igual que yo, regresaré a tomar mi lugar como campeón ¡¿Qué no piensas lo que vas a dejar?! Solo pensaste en ti, no consultaste nada con nadie…
–P-pero…
–No sé qué ganas con eso, piensa en tus padres, tu familia, tus pokémon… tus amigos.
Se sintió culpable al mentir, lo había malinterpretado todo, no se esperaba su reacción, ni si quiera ella había reaccionado de esa manera. Más que regaño, ella pudo sentir resentimiento por parte del castaño, ese no era Rojo. Se levantó de la mesa, sobre apoyando sus manos en la tabla, esto hizo tirarla en contra suya pegándose contra la mesa, tirado en el suelo aun consiente sin embargo muy lastimado y, para rematar el servilletero de metal que estaba ahí, golpeo su cabeza a tal punto que lo dejo inconsciente. En cambio Leaf recibió un pequeño rasguño en su pierna por parte de la base de metal.
– ¿Estás bien? ¡Contéstame! ¡Responde! ¡Ayuda! –lo movió sin reacción alguna.
–L-leaf… -fue lo último que pudo decir, desvaneciéndose en los brazos de ella y de su mirada.
El castaño despertó en medio del bosque Verde, ¿cuándo había entrado? Confundido observo su alrededor, se levantó y divago por el bosque en busca de personas o lo más importante: Leaf. Siguió su camino hasta encontrar una horda exagerada de Pikachu, por la cual fue perseguido hasta dirigirlo a un risco ¿desde cuándo se encontraba tal cosa? Sin remedio tuvo que saltar. Era una altura muy grande, en cualquier momento sabía que terminaría todo. Lo último que vio antes de aterrizar fue unas copas de árbol, con las cuales sintió pegarse con las ramas. Cerró los ojos con fuerza esperando el impacto, cuando no sucedió los abrió aliviado. Ella estaba ahí en aquel claro, de espaldas, volteó a verlo con una sonrisa ladina y su mirada tan resplandeciente. Rojo por su parte la miraba maravillado de su belleza, con dificultad podía hablar, cuando por fin intento decir algo, Leaf simplemente dijo "Adiós" y, se dirigió a unos arbustos llenos de luz, el muchacho corrió y corrió, la distancia se volvía más larga. Pudo observarla desapareciendo entre aquellas luces. Cuando llegó acercarse a los matorrales grito su nombre.
– ¡Leaf! –Grito, levantándose de golpe–. – ¿Dónde estoy?
Se tocó la cabeza por instinto, percatándose que un dolor estaba ahí. Lanzó un grito. Tan rápido como pudo la enfermera Joy llegó alertada y Leaf también entró a la habitación, ya que estaba sentada en un sillón en el pasillo.
– ¿Qué pasa? ¿Está bien?
– ¿Estás bien Rojo?
– No. Me duele la cabeza ¿Qué me pasó?
– ¿No te acuerdas?
– Le daré un analgésico. A pesar de que fue un golpe duro, fue bastante escandaloso, pero estará bien, sin consecuencia alguna –dijo entregándole un vaso con agua y una pastilla–. – Si pasa algo no dude en apretar ese botón que está a lado de la cama.
Asintió. Estaba por irse hasta que la castaña la llamó.
–Disculpe, ¿Cuándo podrá salir?
–Depende de cómo se encuentre el día mañana.
– ¡¿Qué?! –Gritaron a la respuesta de la enfermera–. –No puedo dejar pasar hasta mañana, tengo que ir a un importante torneo.
–Eso hubieras pensado antes de desquitarse con una de nuestras mesas.
Carcajeo nervioso.
–Lo siento, le prometo que le pagaré y, ¿Qué puedo hacer para irme ahorita? Necesito alistarme y ya.
– ¿Segura que no hay alguna forma?
– Si tanto lo desean… -tomó una pose pensativa–. –Toma estas pastillas si te sigue dando dolor de cabeza y, si se llega a poner grave, ve con un médico en donde sea tu torneo. Será mejor que se vayan sino, me sancionaran.
–Gracias –recibió por parte de la enfermera la caja de las pastillas.
–Mientras no digan nada todo estará bien y chica…
Leaf volteó confundida.
–Cuida más a tu novio, digo, al campeón –esbozó una sonrisa ladina. Guiñándole antes de irse del cuarto.
La castaña no pudo no sentir de nuevo aquel cosquilleo en su estómago. Además de tornarse su rostro carmesí. Rojo quedó extraño ante aquella insinuación. Solo se preguntaba "¿Por qué lo habrá dicho?". Bajaron sin decir nada. Ella cohibida y él, pues confundido. A decir verdad le seguía preocupando la idea de Leaf, sin mas no quería seguir con el tema, sintió que fue duro con ella. Al igual cavilaba sobre lo mismo, quería contarle la verdad. No sabía cómo lo tomaría, solo quería estar con él. Esa era el riesgo, pertenecer a sus sentimientos –Al menos a su manera de él– o quedarse en soledad viéndolo ser feliz. Mientras divagaba en sus ideas habían llegado a pueblo Paleta, precisamente a las casa de Rojo. Sabía que se despedirían. Entró sin decir nada. Pensó en irse. Pensó que esa mentira lo había lastimado, su preocupación por parte suya la angustió. Ya que nunca le había reclamado nada en absoluto. Al parecer siempre había una primera vez. Salió de su casa después de unos minutos, se mostraba serio como antes. Esto puso nerviosa a Leaf. La agarró de la muñeca y sin previo aviso, comenzaron a caminar.
– ¿Q-qué pasa?
–Calla y solo sígueme.
Siguieron andando hasta llegar a ciudad Verde y de ahí hasta la liga Añil. Donde fueron detenidos por los guardias. Solo por ser el campeón lo dejaron pasar a él y Leaf, con la excusa de que irían por una investigación encargada por parte del profesor Oak. Fueron al monte Plateado. Ya en la ruta 28 sacó a Charizard, era el único que llevaba consigo. Cuando subió al lomo del "dragón", le ofreció a Leaf subirse. Aceptando gustosa. El gran pokémon de fuego los llevo a las faldas del monte, que a pesar de la altura de donde se encontraban además del hermoso atardecer, se podía observar casi toda la región de Kanto.
– ¿Qué tal? –pregunto bajándose del pokémon.
– Es hermoso –dijo aún en el lomo de Charizard.
Le ofreció su mano para bajarse, ayudándola. Agradeciéndole con una sonrisa. Regresando de nuevo aquellos cosquilleos, con el tacto de su mano con la de él. También su forma de comportarse causó aquella sensación.
–Vengo aquí cuando quiero despejar mi mente y observar todas estas nubes junto con al atardecer. Vamos, siéntate. –palmeo un pedazo de pasto en la tierra a lado suyo. Sentándose a lado de él.
Se encontraba dudosa en preguntarle la razón de porque estaban ahí. Observo al castaño tan relajado y tranquilo, pegándole en su rostro el viento. Era mejor dejarlo así estando el resto del día con él.
– ¿Por qué te vas de viaje? –pregunto dejándola impresionada–. –Quiero que me digas la verdad.
Era ahora o nunca, le diría absolutamente todo.
–Por alguien.
– ¿Y quién es él?
– ¿He?
– Dijiste que dirías la verdad.
–U-un amigo de mucho tiempo.
–Verde ¿Cierto?
– ¿Huh? ¡Claro que no!
– ¿Entonces?
Las lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas de la chica, no soportaba el seguir ocultándole lo que sentía. No importaría lo que pasara.
–Yo no saldré de viaje, solo te dije eso porque… -cada vez se le quebrantaba más su voz. Volteo de inmediato a ella–. - ¡Porque te quiero! No podría separarme de ti nunca, solo soy feliz cuando estás conmigo. Haces que me estremezca, eres con quien quiero apoyarme cada vez que no pueda continuar. No importa si tu no sientes lo mismo, solo quiero que sepas…
Fue callada con los labios del chico. Ella quedó completamente sorprendida. No podía creerlo, su amor que tanto había guardado al fin había sido correspondido. Después de un rato reaccionó, rodeándolo con su brazo, su cuello y acercarlo más a sí misma. Su corazón latía a mil por hora y sentía que explotaría por su felicidad. No podía describir como se sentía en esos momentos. Solo respondía aquel primer beso primerizo, separándose por la falta de oxígeno.
–Deja de parlotear.
– Entonces ¿sientes lo mismo?
–Si ese beso significa que siento lo mismo, que no puedo estar sin ti, que no podría verte con alguien más, que quiero protegerte. Entonces sí.
La castaña se abalanzó hacía el, terminando en el césped ambos.
–Antes que esto sea formal, necesito que me respondas algo.
– ¿Qué es?
– ¿Me acompañarías a Unova?
Su mirada se había iluminado y no dudo en volverlo a besar.
Carcajeo. –Creo que es un sí. Bueno déjame preguntarte esto. –Se levantaron para después agarrarse sus manos–. –Hm… no sé cómo decirlo. Pensé que iba ser fácil.
–Sé lo que piensas y claro que sí, quiero estar a tu lado. No importa lo que tengamos que pasar porque te quiero.
Ambos por fin quedaban tranquilos y es así como lo quisieron. Se dieron un beso fugaz para cerrar aquel trato tan hermoso. Ahora solo quedaba ver que les deparaba en el torneo, escribiendo una nueva historia juntos.
