¡Holis! :D Em… bueno, ¿por dónde empiezo? ^^U Alguien me dijo de hacer una secuela de mi querido Party Rock y de verdad que lo pensé mucho, porque tenía que tener ideas y todo eso. No ha sido fácil pensar otra nueva trama, pero al final se me ha ocurrido cosas… ¡eso sin contar lo que se quedó sin resolver, que no fue poco! De eso también se puede sacar mucho provecho. Y aunque no creo que la segunda parte sea tan larga como la primera, aquí está el primer capítulo oficial de Party Rock II.
Inazuma Eleven no me pertenece.
CAPÍTULO 1
"Hay días que te levantas pensando que serán un desastre, y luego te sorprendes. Hay días que te levantas pensando lo contrario y… también te sorprendes, pero para mal, ya que efectivamente son un desastre. Y luego están esos días de mierda, que sabes desde el primer segundo que serán días de mierda y punto."
Mido esperaba pacientemente, con la Blackberry en las manos –y eso no requería tanta paciencia- a que su novia saliera de la Universidad, un martes que aparentaba ser lo que no era: o sea, un martes cualquiera. Sus dedos recorrían con rapidez el teclado. Chateaba con el otro novio aburrido que esperaba en la puerta, solo que en la de su antiguo instituto, Atsuya Fubuki. No habían hablado mucho antes de todo lo de la desaparición, Yuuka, Shuuya… Fue aquella conversación con Yuuka en los pasillos, el día que le contó a Ulvida lo de su madre, lo que le abrió esa amistad.
Cuando Shuuya "reapareció", y el menor de los Fubuki con él, la conmoción fue muy grande y todos querían hablar con ellos, aunque no muchos lo conseguían. Afortunadamente para Mido y lo que le deparaba el futuro, él tenía mucho don de gentes, y sabía cómo caer bien.
Levantó la vista hacia el gran edificio de la universidad, ese gran desconocido para él, que había preferido dejarlo todo por su amor a la música. Eran las dos, y se suponía que la clase de Ulvida ya habría terminado. Bueno. A lo mejor se había quedado tomando apuntes, o hablando con sus nuevos amigos. Esos a los que él no soportaba. Resopló y se concentró en su conversación con el Fubuki.
"Es que no lo aguanto más…" Pobre Atsuya.
"Bueno, dijiste que esperarías, por ella. Ahora solo te queda joderte y aguantarte, a menos que quieras quedar como un retrasado mentiroso" Pero Ryuuji era demasiado sincero con todo el mundo. No le iba a decir que tenía razón, porque no la tenía.
"Sí, pero yo creí que una vez que ella viese que soy capaz de esperarla, me diría: ¡no hace falta, cariño, vamos a un hotel este fin de semana! O yo qué sé…"
El peli verde soltó una carcajada.
"Lo dudo mucho. Lo prometido es deuda, hermano"
-¡Mido, hola! –el oji negro alzó la vista y sonrió. Ulvida iba hacia él, al fin. Llevaba el pelo suelto y no se había maquillado. "Bien, está de buen humor" Conocía de sobra ese código. Sin maquillaje, era que se sentía guapa ese día, y no necesitaba nada artificial que se lo recordase. O eso, o que se había dormido, no le había dado tiempo a ponerse nada y estaba de una mala leche insoportable, y a juzgar por su cara de alegría, no podía ser eso.
Ryuuji se despidió brevemente de Atsuya, dejando al peli rosa con sus problemas, y justo cuando iba a cerrar el Hotmail, vio un nuevo correo en la bandeja de entrada.
-Hola, mi amor –dijo, sin levantar la vista del aparato. Reina frunció los labios, disgustada- Un segundo, me ha llegado un nuevo mensaj… ¡eh! ¡Dame eso! –gritó en tono desenfadado.
La peli azul reía al tiempo que se dedicaba a huir de Midorikawa, correteando por los jardines del campus, llenos de los típicos corros de estudiantes que en todas las películas se ven, y que en realidad existen. Finalmente, ella, con la Blackberry en la mano, se dejó alcanzar y tirar al suelo, sobre la hierba todavía húmeda del rocío de la mañana.
Por supuesto, el correo bien podía haberse ido a la mierda, ya que para él era tarde. Mido no lo miraría hasta exactamente cuatro horas después, tiempo en el que se perdió conocer la maravillosa sensación de un amago de infarto de felicidad.
Empezaba septiembre y con él, el primer trimestre del segundo año de universidad de la promoción de Yagami. Y ella tirada por los suelos con el idiota de Ryuuji encima, pellizcándole las costillas con el fin de servir su propia venganza. La chica le devolvió el móvil, sonriendo y se sentó en el césped, de piernas cruzadas.
-Muy bonito, todo el fin de semana sin vernos y ahora le haces más caso a esa que a mí.
-Oh –Mido se rió por dentro y se acercó con la misma cara que pone un niño cuando va a hacer alguna travesura- si sabes que la única mujer humana en mi vida eres tú.
-Sí, ¡pero quitando eso de humana! No soy la única, ¿verdad? –se quedó un momento tan cerca de sus labios que casi podía tocarlos, y luego el peli verde contestó.
-Entiéndelo, ella me da cosas que tú no me das… ¡como wifi! –se descojonó antes de ser freído a golpes suaves por su novia. Así eran los días entonces.
-¡Te odio! Niño insoportab… -la interrumpió con un beso. Debía habérselo esperado, pero a lo mejor por el amor, todo le parecía una bonita sorpresa.
-Te invito a comer.
-¿Sí? Vale, te ha dado la fiebre, eso sí que es raro.
-Oye, eso hiere mis sentimientos, ¿eh? –dijo medio en broma- Yo lo hacía con buena intención.
-Si es porque siempre invito yo, ya sabes que no me importa –dijo la chica con cautela. Con ese tema, su novio era algo especialito. Él se soltó de sus brazos vagamente y cambió la cara.
-No, ya te he dicho que pago yo. Si quieres hacerlo tú, ve a comer sola o con esos idiotas…
-¡Eh! No seas tonto, anda… -suspiró- ¿seguro que tienes dinero?
-No te habría dicho nada si fuera todo lo contrario.
-Entonces, ¿qué te parece si probamos ese nuevo bufé de comida china que han abierto en frente de la academia de arte? –aunque eso pareció apaciguarle un poco, la única muestra de cariño en el resto de la tarde, fue cogerla de la mano. Demasiadas cosas habían cambiado aquel verano, de esas cosas que quieras que no, te marcan un poco.
…
Aún hacía sol, era verano y las reuniones de después de clase seguían siendo en la misma terraza de la calle principal de la ciudad. Aki, Endo, Shiro, Haruna, y de vez en cuando también Atsuya, Yuuka –como precisamente esa tarde- Midorikawa y Reina, quedaban en ese bar y hablaban sobre cualquier cosa que hubiera pasado durante el día.
Después estaba Kazemaru, que solía pasarse por allí disimuladamente –aunque todos le veían- con la secreta intención de vigilar a Otonashi. Aunque por supuesto eso ya no era ningún secreto para nadie. A Ichirouta sencillamente le jodía que ella se viese con otros y punto. Y a pesar de que no iba a cambiar nada viendo cómo otros se la llevaban, le hacía sentirse más tranquilo enterándose de cosas como aquella por sí mismo, antes que por Endo o Shiro. Y por eso, esa tarde soleada de principios de septiembre, decidió dejarse caer por allí.
Miró disimuladamente a la mesa aquella, con el corazón en un puño. Pero Haruna y Shiro no estaban allí. No sabía si resoplar de alivio o sentirse jodido imaginando qué estarían haciendo en vez de eso. Dio media vuelta y se dispuso a marcharse, que si iba a comerse la cabeza con eso, prefería hacerlo solo.
-¡Eh, Kaze! –el peli azul se volvió a mirar a Endo, que le había visto y hacía señas para que se sentara con ellos. No creía que fuese a sentirse muy a gusto (en realidad, estaba seguro de que no), pero ahora no podía escapar a sus amigos haciendo como si no les hubiera oído- ¿Qué tal?
-Hmm ¿Y tú? –respondió vagamente.
-Genial. Oye, hacía un montón de tiempo que no te veíamos, ¿cómo te va?
-Bien, supongo…
-¿Y qué estudias? –preguntó Yuuka, apoyando los codos en la mesa. Estaba sentada encima de Atsuya, que a su vez rodeaba la cintura de ella con sus brazos.
-Filología latina. Es como estudiar una lengua, su historia y todo eso –explicó, al ver las caras de sus amigos de no entender un carajo.
-Oh, qué bonito –volvió a intervenir la más pequeña de todos. Luego se quedó pensativa- Yo no sé si ir por letras o ciencias…
-Joder, y encima te quejas. Yo lo que no sé, es qué hago en el instituto –resopló su novio.
-No digas eso, tonto –la peli castaña le dio un beso en la mejilla- Eres más listo de lo que crees.
Aki resopló cortando la ñoña escena. Se había vuelto más realista incluso que Natsumi. ¿Qué podía decir Endo? Tampoco estaba disgustado con eso, apretó el brazo que tenía rodeando sus hombros.
-¿Sabéis algo de Haruna? –se atrevió al fin a preguntar Kazemaru. Sus amigos se miraron entre ellos. Para la desdicha de Ichirouta, sus caras de circunstancias lo decían todo.
…
-Gracias por todo, Mido.
-Joder, como sigas dándome las gracias no te vuelvo a invitar a nada. ¡Es que cansas!
-Capullo –soltó ella, aunque el moreno se lo tomó tal y como si le hubiese dicho "te amo". Le puso su mejor sonrisa y la besó intensamente. Después miró el reloj y vio que le quedaba media hora si quería seguir viviendo tranquilo en su apartamento.
-Eh, tengo que irme. Mi casera no se despierta hasta las cinco de su siesta, con un poco de suerte no me oirá llegar.
-Lo sabía, ¡vuelves a estar sin blanca!
El oji negro suspiró.
-Sí, ahora mismo estoy insolvente. Pero tranqui, esta noche pincho en un garito, me pagan bien, ¿vendrás?
-Ay –Ulvida se mordió el labio inferior, con algo de culpabilidad por eso y otras cosas- es que mañana tengo examen, lo siento.
-Ah, entonces quédate estudiando, ¿eh? A ver si esta vez sí sacas un ocho, ¡uno de los dos tiene que triunfar!
-Bueno, a lo mejor eres tú quien lo acaba haciendo, quién sabe…
-No lo flipes tanto. Si tú eres inteligente, guapa y todo te sale bien, y yo ni terminé los estudios, está claro quién llegará a ser algo.
Reina se sonrió.
-¿Qué tiene que ver que sea guapa?
-Es un punto a tener en cuenta, aparte de que no me canso de decírtelo.
-¿Sabías que eres un cielo? –él miró hacia arriba, como pensando, después, los bajó mirándola solo a Reina.
-Eso es lo que me sueles decir tú, aunque no puedo creerte, porque claro, estás perdidamente enamorada de mí.
-Uh, acabas de quedarte sin premio.
-¿Premio? ¿Qué premio?
-Iba a ducharme, y no quería sentirme sola…
-No me jodas.
-No, no, ahora te aguantas. ¡Adiós, cariño! –exclamó con ademán de cerrarle la puerta en las narices.
-¡¿Ni siquiera un beso! ¡Qué injusticia!
-Pues sí, el mundo es una mierda, acostúmbrate. Te quiero.
-Yo no… -sonrió Ryuuji, sonrisa que se hizo más ancha al ver el desdén en el rostro de su novia- ¡es broma, mujer!
-Ahora sí que te has quedado sin premio.
Y todo lo que llegó a ver después fue una puerta de madera, la puerta de la casa de los Yagami, que se cerró de golpe, con un grito de reproche por parte de Jiang. No había nadie más en la casa.
El chico se encogió de hombros. La parte positiva era que ahora podría escaquearse de las garras de su vecina y casera, que se quedaba con todo el dinero que él ganaba, por culpa del alquiler. Llevaba ya dos meses de retraso, algo por lo que debía darse prisa para subir rápidamente sin hacer ruido y encerrarse en el apartamento. Hacía dos semanas que la evitaba. Se subió a su vieja moto y arrancó tras unos cuantos intentos.
Por un lado, le había sentado bien irse de casa. Pero su padre, Arata, se había enfadado más de lo que hubiese imaginado él. De hecho, creyó que así le hacía un favor, nunca se habían llevado demasiado bien, y sin embargo, el día que Ryuuji se largó, tiró algunas cosas directamente al contenedor de basura de la acera de enfrente, sin decir ni una sola palabra, y después le gritó que saliese de allí enseguida. Y luego estaba Amaya, que a escondidas, le prestaba dinero, le dejaba comida en la nevera y algunos otros favores que se había ganado el peli verde durante el tiempo que vivió bajo ese techo. Al final eran algo así como amigos, y el oji negro nunca pensó que eso iba a hacerle falta. Él simplemente fue amable y el destino quiso que le sirviera de algo.
Ya se veía a lo lejos la tienda de chinos que se encontraba junto a su portal, desde el principio de la calle. Aparcó guardando la distancia y avanzó unos metros a pie, para no hacer el menor ruido y no despertar a su vecina. Habría jurado que sintió un gruñido tras su puerta cuando pasó de puntillas por delante de ella, rezando, aunque optó por seguir adelante y hacer como si no hubiese pasado nada.
Su casa, como era de suponer, estaba desordenada, y todo eso era un caos de restos de comida en varias bandejas de plástico esparcidas por todas las mesas de la pequeña casita, ropa tirada por todas partes y bueno, nada estaba en su sitio.
"Hogar, dulce hogar". Desde luego lo era, después de haberse largado de casa de su padre. Tiró el periódico encima de la mesa donde solía comer, se quitó las zapatillas y se sentó allí, a leer. Aún no sabía para qué quería enterarse de todas aquellas horribles desgracias que ocurren en el mundo, si solo conseguían deprimirle. Por un lado era una forma de consolarse, sabiendo que había personas que lo estaban pasando peor que él.
Pasó a la página de anuncios, tras media hora de ojearlo todo, y se quedó con la boca abierta.
-No puede ser… -se lanzó sobre el papel y pegó la nariz para leer mejor. No se equivocaban sus ojos, al ver la foto de la casa de su infancia, que ahora estaba en venta. Se frotó los ojos y volvió a mirar, por si se lo había imaginado o simplemente se parecían. Pero era la misma dirección. Sonrió pensando en que sería genial visitarla de nuevo. También le habría gustado pensar en comprarla pero eso de momento era complicado.
De todas maneras, llamó a su novia para proponérselo, o eso iba a hacer cuando cogió su Blackberry. Fue un segundo, solo uno, en que el momento en que Ulvida le quitó el teléfono se le vino a la mente, y con él, el mensaje. Y sintió curiosidad, ¿qué novedad sería aquella? Entró en el correo y vio que el asunto estaba en inglés. Era un nombre… y le sonaba demasiado.
…
¡Y listo! Creo que esto es suficiente para un primer capítulo. Y… sí, ya empezamos con el suspense xD Y lo siento, pero están arreglando mi pc aún, así que no sé cuánto tardaré en actualizar u.u Aún así, ¡resistiré! (8) -.-U
¡Espero vuestros comentarios! XD
Gracias por leer, os quiero, mis queridos lectores (:
¡Adiós!
