Sus ojos, aquellos ojos que lo habían salvado uno y mil veces de morir, esos ojos verdes que lo enloquecían que lo llevaban a un sinfín de pensamientos, que lo envolvían en miles de rezones para seguir viviendo, que lo transportaban a un mundo sencillamente perfecto para él, esos ojos hermosos, esos ojos hermosos el daba la vida por ellos, por esos ojos mataba y comía del muerto, por esos ojos moría y volvía a la vida.

Por esos ojos desafiaba al destino para verlo.

Por esos ojos recorría el mundo entero sin descanso.

Por esos ojos lo daba todo sin reserva alguna.

Por esos ojos era capaz de dar su vida entera.

Ella se había convertido en su vida, en su mundo, en su razón de vivir, no había desafío que no aceptara por ella, ella era la dueña de su corazón, de su vida, de su pensamiento, de su razón

Posiblemente solo había una cosa que amara más que esos ojos…

La dueña de esos ojos.