Isabella sonrió cuando el viento invernal de Inglaterra dio de lleno en su rostro, e inspiró con fuerza.

Lo había hecho. Al fin.

-¿Podrías moverte? Algunos de nosotros sí queremos salir del aeropuerto hoy.-La voz nasal llegó desde detrás de ella, pero Bella ni se molestó en girarse, simplemente siguió caminando hacia adelante, hasta quedar parada sobre la acera frente al Aeropuerto Internacional de Londres.

Su nueva vida comenzaba.

-¿Señorita? ¿Necesita que la lleve?-Uno de los taxistas que aparcaba frente al aeropuerto la miraba desde el asiento del conductor, sonriendo.

-Sí, por favor.-Se apresuró a contestar, y una vez que el hombre, cuarentón, canoso y con una enorme sonrisa, la ayudara a guardar su equipaje en el maletero, se subió al asiento trasero del pequeño coche negro.

-¿A dónde desea ir?

-Ah, cierto, un momento.-Apresurada, la castaña rebuscó dentro de su mochila, intentando localizar aquel papelito en el que había anotado la dirección del departamento. Chicles, celular, auriculares, ¡Papel! -King St., frente a Saint James's Square.

El coche se unió al pesado tráfico de la ciudad, avanzando hacia el diminuto y precioso departamento en el que Bella viviría a partir de ahora.

-¿Es usted americana?

-Sí, soy de Washington.

-¡Bienvenida a Londres, entonces!

-Muchas gracias.-Sonrió Bella de vuelta.

Qué feliz estaba.

Por fin lo había dejado todo atrás.

Adiós Margaret y Joshua Stanley, adiós Jessica, adiós Mike Newton, adiós Forks.

Hola Londres. Hola sueños.

-Señorita, serán 20£.- Bella rebuscó en su enorme monedero rosado, hasta que consiguió dar con uno de los grandes billetes con la cara de la Reina impresa en ellos, y se lo entregó al taxista.

Cinco minutos más tarde, y con su gigantesca maleta verde manzana en una mano, Bella entraba caminando en su nuevo hogar.

Y eso fue todo lo que logró hacer, entrar, porque el lugar era tan endemoniadamente pequeño que en dos pasos ya lo recorrías por completo.

Apostaría a que podía ducharse y desayunar al mismo tiempo.

-Es lindo.-Decidió, luego de unos cuantos minutos de examinarlo, y su nuevo casero le sonrió.

-Me alegro. Cobraré la renta todos los días diez de cada mes, recuérdelo, señorita Swan.

-Lo haré.-El casero se despidió, y cerró la puerta, y Bella volvió a echarle un vistazo al pequeño rectángulo en el que consistía su nuevo hogar.

De un lado del rectángulo, se encontraba una cama de dos plazas, bien pegada al ras del suelo, junto con un pequeño televisor en frente. Del otro lado del mono ambiente estaba la diminuta cocina, la mesa para dos personas y la nevera, que no superaba el metro de altura. Frente a ella se encontraba la única puerta dentro de todo el lugar, y daba al baño.

Bella adoró su hogar desde el primer momento.

Sí, podría ser pequeño, y hasta algo incómodo, pero para ella representaba toda su nueva vida. Su libertad recién adquirida.

Irse de Forks, de la casa de sus tíos, había sido lo más arriesgado que había hecho en sus cortos 18 años de vida, pero era lo que había necesitado hacer desde que descubrió la traición de Mike.

Vivir durante diez años junto a sus tíos, quienes ya tenían una hija perfecta y no deseaban a otra mocosa para criar, fue difícil, pero podría haberlo superado.

Mike la estaba ayudando a superarlo.

Mike, su novio desde los quince. Él la había apoyado cuando pensaba que no podría lograrlo, le había hecho ver lo especial que era cuando sus tíos la veían como una inútil, le había dado todo el amor que le había faltado a su vida, y luego la había engañado…con Jessica.

Jessica, su prima, siempre perfecta. La hija perfecta, la estudiante perfecta, la ciudadana perfecta. La ganadora de la corona en todos los bailes, la mejor calificación, la más bella, siempre.

Y Mike no se había podido resistir. A pesar de jurar amar a Isabella con todo su corazón, Jessica era demasiado perfecta como para resistirse… ¿Verdad?

El corazón de Bella se había roto en mil pedazos cuando los descubrió. Y fue ese día cuando decidió que se iría. Tomaría el dinero que sus padres le habían dejado al morir, que no era mucho ya que sus tíos se habían encargado de desperdiciar la mayor parte, y se iría.

¿A dónde? No tenía idea.

Solo tenía 18 años, y no conocía nada aparte de Washington y Forks.

"No tienes mundo, niñita tonta. En cuanto salgas allí afuera, te comerán. Y regresarás aquí llorando, recuérdalo." Le repitió su tía Margaret cerca de cinco veces hasta que Bella se fue. Y la castaña siempre la ignoró.

Un día se sentó frente al globo terráqueo de la biblioteca escolar, y comenzó a examinar todos los lugares a los cuales podría ir.

¿Nueva York? Lindo, pero demasiado cerca.

Ella necesitaba un cambio verdadero, necesitaba realmente desaparecer.

Y finalmente, su dedo cayó sobre Inglaterra.

Londres. Siempre había sentido curiosidad por Londres.

Era una locura, lo sabía. ¿Quién le iría a dar trabajo allí?

Era una niña con deseos de huir y un sueño demasiado grande para ella.

Pero dos semanas después, luego de cumplir los 18 años, lo hizo de todas formas.

Preparó las maletas, rentó el mono ambiente más barato que encontró en internet, y se tomó aquel avión.

Y aquí estaba.

Viviendo en Londres.

Quizás aquella travesía no durara más de un par de meses, pero no importaba.

Ella haría hasta lo imposible para hacerlo funcionar.

.

Edward Cullen no borró la sonrisa de su rostro, ya que sabía que aquello volvía loco a Jules.

-Debes comenzar a tomarte las cosas en serio de una maldita vez, Edward, no es broma. Estoy cansado de tus estupideces.

-Lo sé.

-¿¡Y entonces por qué no lo haces!?

-Porque es mi puta vida, Jules, ¿De acuerdo? Y lamento si eso te molesta. Estas son mi carrera y mi vida, y haré lo que quiera con ellas.

-Te arruinarás.

-¡Pues que así sea!-Respondió el siempre insolente cobrizo, abriendo los brazos, como si esperara que la desgracia llegara a é, y luego se dejó caer sobre el sofá.

Su manager lo tenía harto.

Edward, deja de fumar. Edward, deja de tatuarte. Edward, deja de acostarte con cada persona de sexo femenino que pase caminando frente a ti.

Y una mierda.

Él era Edward Cullen, y haría lo que se le viniera en gana, siempre y cuando eso no afectara a la banda.

A Jasper, Emmett y Evan les daba lo mismo la cantidad de tatuajes que tuviera, o con quienes se acostara, y a él también.

Entonces, ¿Porqué tanto problema?

Era famoso, rico y apuesto, si no aprovechaba ahora, ¿Cuándo diablos lo haría?

Jules lo fulminó con la mirada durante unos cuantos minutos, pero finalmente, e igual que siempre, desistió.

Edward era imposible. Sabía que no lo haría cambiar. Quizás, nadie podría.

-Haz la mierda que quieras, Cullen, pero luego no digas que no te avisé.

El cobrizo rodó los ojos, y lo observó marcharse desde el sofá de su departamento, luego, con una sonrisita socarrona, tomó su teléfono celular último modelo.

-¿Tania? Hola, cariño. Estoy aburrido. ¿Vienes? Genial.-Edward cortó la comunicación sin siquiera decir adiós, y se puso de pie, cruzando su enorme apartamento, hasta llegar al cuarto de baño.

Nadie ni nada le diría qué hacer.

Él no era otro más de esos puñeteros niñitos carilindos sin una pizca de personalidad, que cantaban la música vacía que les imponía su disquera, hacían absolutamente todo lo que les indicaba su manager, causaban furor y finalmente, desaparecían.

Él era una estrella de Rock. Una de las de verdad.

Y realmente, le importaba una mierda lo que pensara la gente sobre él.

.

¡Buenos días a todas! ¿Cómo están? Yo estoy muy feliz por presentarles esta nueva historia. En este primer chapter les presenté más o menos la trama.

Edward, vendría a ser un rockstar egocéntrico, vacío, superficial y sexi (o eso es lo que demuestra).

Bella no es más que una nena que huye y sueña con ser actriz.

No hay nada en común entre estos dos, pero les prometo que la historia que desencadenarán luego de su primer encuentro en el capítulo que viene será muy interesante.

Adoraría que me dejaran un review para decirme qué les pareció la historia. Adoro sus reviews.

¡Ah! Otra cosa, Bella en la historia sí va a ser una 'fan', por así decirlo.

En este tipo de historias, que sí, son bastantes, Bella siempre es indiferente a Edward, le da lo mismo que él sea famoso y suuper guapo, así que decidí cambiarlo un poco, supongo que sería hacerlo un poco más realista.

Edward es mundialmente conocido, así que Bella obviamente que va a saber quién es, y hasta va a ser una especie de fan suya. Yyyyyy, eso es todo.

Un beso enorme, y muchas gracias por todo.

Emma!