Nueva idea, nueva historia. Esta vez es un HaoxRen (adoro esta pareja... quizás no tanto como el RenxHoro o el HoroxRen), pero me gusta.
La idea salió en alguna clase de Historia Mundial Teórica, así que agradezco a la profesora de turno (que logro aburrirme de historia con su constante parloteo sin sentido) por el tan amable ejemplo citado que, ¡no sólo me permitió despertarme, sino que también imaginarme una nueva trama!
Disclaimer: los personajes de hamán King (por desgracia) le pertenecen a Hiroyuki Takei.
-Primer Capítulo.-
-El demonio interior.-
Una, dos, tres. Gotas de lluvia me limpiaron la cara, truenos y relámpagos estallaron a lo lejos. Por aquel mugroso callejoncito, ese estrecho túnel oscuro donde me había aventurado, trepó el olor a humedad ahogando a las ratas que correteaban entre cada paso.
Decadente, asqueroso. El cielo lloró desangrándose en agua, odios ocultos salieron a flote. Frunciendo una sonrisa cínica, olí el perfume de la humanidad descompuesta.
Llevaba tres meses viviendo en esa tierra extranjera, de costumbres extrañas y ancianos desdentados, y no encontraba nada más que miedo a lo extraño.
Miedo, asco, apatía, falsedad. En ese país superpoblado, no existía el derecho a la vida.
Llegué a China tiempo atrás, esperando encontrar algo más que insectos de dos piernas, pero mis esperanzas fallecían con cada visita a deplorables tiendas de pobreza humana. Todo lo vi, todo lo sentí, todo lo compré quemando el dinero de mi tan malograda fortuna. Pinturas nuevas y antiguas, tejidos de colores exóticos, animales que nunca había visto, libros sagrados, porcelana fría… todos tenían un precio, nada saciaba mi hambre voraz.
Un simple coleccionista, eso es lo que era; alguien que se había enriquecido vendiendo basura a lacras indefensas, ayudándolas a morir, evitando que su imperfecta alma contaminará a los seres puros. Y por eso hice todo ese viaje. Coleccionar es fácil cuando se gasta el dinero de otros, pero elegir objetos únicos para alimentar al demonio interior es complicado. Quería algo especial, único, una pieza central que me diferenciara de los demás coleccionistas.
Y matar para conseguirla, no era un problema.
Al principio fue un leve gusto, con el pasar de los meses me hice adicto. Fue gracioso, irónico, pero en un mundo donde yo era el Dios tenía el poder de elegir sobre la vida… y la muerte.
Adentrándome cada ves más a ese mar laberíntico de callecitas siempre iguales, caminé esquivando mujeres que ofrecían su cuerpo.
Prostitutas, traficantes, drogadictos, ladrones… ¿Dónde quedaba el esplendor de la famosa China imperial? Ignorándolo todo acomodé mi cabello largo, ahora empapado por la lluvia torrencial, en una cómoda coleta. Lo había dejado crecer hace tiempo, a una forma más natural, a un corte que me diferenciara de mi hermano.
Pateé una piedra aburrido, consciente que mi ropa y aspecto desentonaban en aquel lúgubre lugar; pero mi demonio interior, aquella ansia que marcaba mi vida, me obligaba a seguir, a ver la decadencia de mis pares a levantar mis nubes negras y verlo… a él.
Salía de una destartalada casa de Opio (esas perseguidas por los poderosos de turno) envuelto en un kimono tradicional de rico costo. Era alto, delgado, de largos cabellos violáceos, pálido como la muerte y de magníficos ojos dorados. Por un momento, me pareció un hermoso pájaro encerrado en una prisión de tela.
Caminó titubeante por un rato, acercándose cada vez más a la grisácea pared de algún burdel, aferrándose con fuerza a cada ladrillo, abriendo la boca y regalándome un perfecto espectáculo grotesco.
Jadeante, casi excitado, solté un suspiro fuerte que lo devolvió a nuestro mundo. Me miró, lo miré. Ojos negros y dorados se trenzaron en una batalla de poder; él con arrogancia y desprecio, yo con curiosidad de anhelo, ambos igualmente vacíos por dentro.
Limpiándose la boca con una manga del kimono, soltó un gruñido gutural y se alejó rápido, hacia la luz al final del túnel.
Lo seguí por un rato, escondido entre las sombras, bañado por el torrencial que azotaba las calles. Deseé poseerlo, hacerlo mío, corroerlo. Quise saltar sobre él, cortarlo parte a parte si oponía resistencia, y quedármelo como pieza favorita de mi colección.
El demonio interior, aquel ser oscuro que guardaba, rió cínico al imaginar el sabor de su sangre en mi boca.
La decadencia de la clase alta china, dejó que su andar se pausara al salir del callejón, casi cómo si me invitara a un maquiavélico juego entre un gato y un ratón.
–Señor Tao…– escuché saludar. –¿se encuentra usted..?–
Apuré el paso. Fuera de tanta oscuridad, un hombre alto y fornido esperaba paciente a su amo.
Tao no contestó, sólo pasó a su lado y cruzó la calle. Luego, estando en la vereda segura, volteó y me miró burlón, irónico.
¿Me estaba retando?
Su guardaespaldas, extrañado, giró para no encontrar nada. Las sombras que me tragaban, eran demasiado oscuras.
Desparecieron en pocos minutos, subidos en un elegante carruaje.
Entonces, mientras una macabra idea rayaba mi mente, relámpagos violaron la fría perfección de una noche de tormenta.
Volví a ese lugar, día tras día, esperando un nuevo encuentro porque él sería mío… así debiera córtalo parte por parte.
En realidad debí terminar primero tres oneshots que tenía en borradores, un (HoroxRen) de comedia, otro (HoroxRen) especial por el Día de los Muertos (ya pasó, ya fue, pero igual quiero subirlo) y otro (HoroxRen... nah, este era un RenxAnna)... pero la idea de escribir sobre esta parejita me enloqueció, ¡necesitaba hacerlo!
No será un ic muy largo... en primera porque ando corta de tiempo, en segunda porque ya casi tengo escrito el final; quizás tome la misma densidad que Bajo la lluvia, o quizás menos, el tiempo dirá.
Bien, muchas gracias por haber leído. Los rr's los contesto en mi blog (link en mi profile)
Reviews? :*
