Ni K project ni sus personajes me pertenecen, hago esto sin fines de lucro.
La primera estocada.
Un grito desgarrador la acompañó, y ¿Cómo no? Ni preparación, ni aviso, ni palabra alguna. No te molestaste siquiera por aquella expresión tan amarga de odio que te mostraba, por la repugnancia suplantada con sorpresa, antes de cambiarse nuevamente por una mueca de dolor al introducirte de golpe en él, disfrutando con alevosía y ventaja como su magullado cuerpo por la pelea previa se estremecía violentamente.
Dos, tres..
Casi podías sentir el ardor en cada una de sus heridas por ser expuestas al sudor y la suciedad del piso, el dolor en sus muñecas, las que nunca safaste del agarre al que las sometiste desde el inicio, la humillación de verse sometido por un traidor, uno que, para empeorar las cosas, antes era tu mejor amigo.
Cuatro, cinco…
Y de pronto habías perdido la cuenta. El éxtasis de aquellos ojos cristalizados ya por las lágrimas retenidas es lo que te motivaba a seguir, aquellas órbitas perdidas entre la rabia y el dolor que solo tú provocabas, el miedo oculto y, más que nada, saber que en ese momento sólo tú estabas en su cabeza, ocupando nuevamente el lugar que te fue arrebatado por los imbéciles de Homra, por Suoh Mikoto.
Tan molesto…
Como si Misaki leyera tus pensamientos y quisiera contraatacar, los insultos obscenos se callaron para ser sustituidos por súplicas jadeantes hacía el rey rojo. Frunciste el ceño entonces, sin explicarte como era posible que, hasta en una situación así, él pidiera ayuda a quien jamás iba a llegar.
Tan falso…
Así lo decidiste. Falso era el sentimiento de admiración que el de visión periférica tenía por su rey como falsas eran las acusaciones que, de vez en cuando, algún torpe del Scepter4 o incluso el capitán bramaban de sentimientos románticos por tu parte hacía Misaki.
Porque tú no harías algo tan estúpido como amar, jamás. En realidad pensabas que culparte de ello incluso sonaba grosero hacía tu necesidad de ser el único para el skater.
Tan satisfactorio…
Y al parecer tu idea de ser aún más cruel con ese cuerpo tan débil y maltratado funcionó, porque en algún momento la vocesita infantil dejó de llamar a su rey para comenzar a nombrarte, a suplicarte… a mirarte como antes, solo a ti, como diciéndote que, a pesar de todo, si parabas de una vez él te perdonaría y, tal vez, todo volvería a ser como antes.
Y volviste a sonreír.
Sonreíste amplia y cínicamente. Y contrario de detenerte, encendiste tus llamas, como años antes, para remarcar aquella quemadura sobre la cicatriz de lo que antes fue tu hogar, mostrandole que ni aunque lo rogara de rodillas volverías.
Porque ya nada volvería a como antes.
Porque cuando termines y lo dejes botado te odiará todavía más. Porque no tiene caso aceptar a las mil y una propuestas que te haga en los momentos menos esperados. Porque prefieres que te odie y te persiga, prefieres que intente matarte e intentar matarlo tú a él.
Prefieres ser el único que le crispe los nervios y el único al que siempre volverá, pase lo que pase, sin necesidad de un lazo.
