Esto debería haber estado listo antes si no fuera porque me envicie a un juego ;-;. Si, otro fic más a la lista de la hermana AnTo, pero así me quieren, ¿no? En este fic, la armadura de las chicas son parecidas a las armaduras griegas. Y eso xD. Espero les guste este nuevo fic.
Fic dedicado a BlackRoseGJ. Espero te guste tu premio por ganar mi apuesta. Esto me servirá de recordatorio a no apostar con ustedes.
…
I
¿Amas a otro?
—¡Acercaos, traigo noticias impresionantes del reino! —llamó el joven en un tono campirano, indicando que el lugar era su hogar. Applejack se acercó con una mueca—. ¡Mi señora honesta! —exclamó el chico pelirrojo, encantado.
—Un placer —le respondió la chica sonriendo, bajando de su corcel. Su armadura anaranjada casi no hizo sonido ante su ágil movimiento. Chicos pequeños se acercaron corriendo y la rodearon, empezando a corear su nombre—. Ey, ¿cómo están, terroncitos?
—¡Bienvenida a tu hogar! —le dijo una mujer joven, ganándose una sonrisa de la vaquera.
—Nunca está de más venir a darse una vuelta —respondió sonriendo. Luego volteó su mirada esmeralda al mensajero—. ¿Qué tienes que decir aquí? ¿Qué ha ocurrido?
—¡Lamento interrumpir vuestra llegada! —exclamó el joven mensajero haciendo una reverencia hacia la chica, quien se apoyó contra su corcel. El pelirrojo alzó la mirada hacia los demás—. ¡El príncipe Blueblood, heredero del trono del sur, ha sido comprometido!
—¿Comprometido ese amargado? —cuestionó un anciano, ganándose unas risas—. Pobre de la que haya sido comprometida. Seguro la obligaron.
—¡La muchacha ha sido quien ha rogado el matrimonio, y mis reinas Celestia y Luna han aceptado entregar su mano!
—Es una sorpresa—comentó Applejack, haciendo que todos quedaran en silencio para escuchar su voz—. ¿Alguien pidió casarse con él, y se lo permitieron? Ha de ser alguien importante.
—Lo es, mi señora. —El pelirrojo sonrió—. ¡La prometida es la guerrera generosa, Rarity! ¡Ella y el príncipe Blueblood han sido comprometidos!
Y todos rompieron en exclamaciones de felicidad, por lo que no notaron la manera en la que el rostro de la vaquera cambiaba a una fría mueca de seriedad.
…
—¿En verdad debes irte, pequeña? —preguntó la abuela Smith extendiendo la mano para tocar la mejilla de la chica. Applejack alzó una mano para tomar la de la anciana—. Puedes quedarte todo lo que quieras. Y no tienes que cumplir ningún deber.
—Lo sé —respondió con calidez la vaquera, a la vez que cerraba los ojos con dolor—. Pero sabes perfectamente adónde voy.
—Sí, lo sé. —La abuela sonrió, con un brillo en sus ojos anaranjados—. Tus padres estarían orgullosos de ti, Applejack.
—¿En verdad lo estarían? —preguntó la chica, abriendo los ojos para mirar fijamente a su abuela—. ¿Incluso sabiendo… eso?
—Ellos te amarían por lo que eres, Applejack. —La abuela llevó una mano al pecho de su armadura, donde tres manzanas destacaban—. Y eres conocida como la guerrera de la honestidad, ¿qué más podría pedir alguien? —La vaquera se quedó en silencio, provocando que la sonrisa de su abuela aumentara—. Este es un país libre, tonta.
—¿Pero a quienes conoces que sean felices?
—Podría nombrarte a las guerreras Fluttershy y Rainbow, o mis señoras Twilight y Sunset. —La abuela Smith le dio un ligero golpe en la cabeza—. Tus amigas, precisamente.
—Puede ser…
—Solo se honesta.
—¿No lo soy ya?
—Contigo mismo, no.
Ambas se sostuvieron la mirada, hasta que Applejack empezó a sonreír. Pronto su abuela también dejo ir una seca risa, antes de colocar las manos sobre sus hombros.
—Ve, disfruta.
Applejack sonrió, besó la frente de su abuela y subió a su montura. Una vez arriba, le guiñó el ojo y espoleó su caballo, quien enseguida se alejó trotando bajo el sol del mediodía. El pueblo, al verla alejándose, le grito deseándole buena suerte, haciéndola sonreír.
Llegaría al castillo al atardecer, tiempo suficiente para ordenar sus ideas.
El galope de su caballo era lo único que producía sonido en el verde camino hacia el castillo.
…
—¡Sale, sale! ¡Algo pasa afuera! —le gritó un chico a su hermana mayor. Esta lo siguió para salir de la humilde cabaña, notando que todo el pueblo estaba junto a un camino de tierra. Levantó a su hermano sobre sus hombros para que viera, y pronto el chico sonrió—. ¡Es Applejack!
Todos en la ciudad observaban el paso de Applejack, quien les sonreía a todos con los que hacia contacto visual. Naturalmente, los murmullos rápidamente comenzaron, pues eran pocas las ocasiones en las que una de ellas pasaba por esas calles.
—¿La reconoces?
—Por su puesto. Es la guerrera honesta.
—Dicen que siempre ataca de manera directa, nunca usa trucos para vencer. De allí su apodo.
Applejack amplió su sonrisa al oír las cosas buenas que decían de ella. Dejo que su caballo avanzara más lento por el camino de piedra, disfrutando de la manera en la que algunos niños la miraban con admiración, como si su sueño fuera llegar ser como ella.
Pero, entonces, todos soltaron un grito ahogado. Ella se miró a si misma buscando algo, y al no ver nada se volteó buscando algo distinto. Y también soltó una exclamación al ver quien se acercaba a ella, haciendo que su caballo se detuviera.
Rarity le sonreía amable, acercándose sobre su majestuoso caballo blanco. Su pulcro cabello morado resplandecía bajo el azote del amable sol del atardecer, sus ojos zafiro destellaban a medida que se acercaba a ella, y su armadura azul brillaba. En el pecho de su armadura, su signo, los tres diamantes, marcaban tanto fuerza como elegancia.
—Un placer, querida —le dijo sonriendo una vez que se colocó a su lado—. ¿Cómo has estado?
—Un placer, señorita comprometida —respondió Applejack, sonriendo a su vez—. Me gustaría haberme enterado de aquello no por medio de un joven, si no hubiera sido mucha molestia —dijo sin poder aguantarse la amargura de su tono.
Los ojos de Rarity perdieron parte de su brillo.
—Lo siento, querida, pero la sencillez es mi fuerte. No quería hacer un gran evento.
Applejack dejo ir una carcajada mientras espoleaba a su caballo para que volviera a avanzar. Rarity hizo lo mismo, volviendo a sonreir.
—¿Tu, humilde? Ahora dime que Discord volvió a hacer caos, y definitivamente sabré que el mundo tocara fin.
Rarity rio. Su risa fue como la más dulce de las melodías al oído de Applejack, quien empezó a sonreír apenas la escuchó. En verdad le encantaba.
Ambas siguieron andando hacia el castillo, conversando como buenas amigas que eran. A su alrededor, el pueblo las miraba maravillado, encantado ante la presencia de dos guerreras tan legendarias como ellas cerca.
Después de todo, no todos los días la guerrera que haya enfrentado al mismo señor del caos y la futura reina del sur se paseaban entre ellos. Por lo tanto, pronto el pueblo se regocijó y empezó a celebrar, haciendo a ambas guerreras sonreír.
Lástima que la sonrisa de ambas era falsa, solo que por motivos distintos.
…
—Es un placer tenerlas en mi salón —dijo Celestia sonriendo, a la vez que se inclinaba hacia adelante y las miraba con un brillo de interés en sus ojos rosados.
—El placer es nuestro, mi señora —dijeron ambas guerreras al mismo tiempo. Ambas se miraron, y se sonrieron divertidas al notar la complicidad, mientras que la sonrisa de la gobernante aumentó.
—Bienvenidas sean, pequeñas —les dijo Luna sonriendo levemente. Applejack le devolvió la sonrisa, mientras que Rarity paseó la mirada por la sala del trono, mirando asombrada las estatuas de ángeles y los variados detalles dorados que tenía. Luna noto aquello—. ¿Buscando imaginar cómo será vuestro matrimonio, Rarity?
El cuerpo de Applejack se tensó, cosa que Celestia enseguida notó. Rarity bajo la mirada hacia Luna, sonriéndole.
—¡Claramente! —dijo en un tono emocionado—. ¡Todo será perfecto!
—Cuidare que lo sea, joven guerrera. —Celestia le devolvió la sonrisa, pero pronto desvió la vista hacia Applejack, quien ladeaba la mirada—. ¿No comparte el anhelo de la guerrera Rarity, guerrera honesta? ¿No gustaría llegar a estar con alguien aquí, uniéndose?
La mirada zafiro de Rarity enseguida buscó la esmeralda de Applejack, pero ella no le devolvió la mirada. En vez de eso, volvió los ojos hacia Celestia, cuya mirada rosada parecía destellar sabiduría.
—No quiero nada de eso —respondió en un amargo tono grave que no pudo controlar—. Soy una guerrera, tengo un pueblo que cuidar. Una relación no me ayudara en nada de eso.
A sus palabras siguió un silencio pesado. Celestia asintió, más no comentó nada, al igual que Luna: la menor de las gobernantes desvió la mirada hacia Rarity. Los ojos zafiro de la pelimorada habían perdido, de golpe, todo destello, y su cuerpo mostraba la tensión que tenía antes el de la vaquera, al tiempo que la miraba fijamente.
—¡Mis señoras! —exclamó entonces un guardia entrando. Al ver a ambas guerreras volteándose ante él, se inclinó enseguida—. ¡Es un honor estar ante ustedes!
—Levántate —le dijo Applejack sonriendo, mientras que Rarity asintió.
El guardia se puso en pie.
—¡Tengo el honor de informarles de la llegada del príncipe Blueblood!
—¡Querido! —exclamó enseguida Rarity, ganándose una mirada fría y seria de Applejack, quien no pudo disimular la mueca. ¿Por qué de repente a su amiga le interesaba tanto el heredero al trono del sur?
—Hazlo pasar —concedió Celestia, sonriendo. La luz del atardecer se filtró por el exterior, dándole una bella luz dorada a la sala del trono. La piel bronceada por el sol de Applejack y su armadura se mimetizaban perfectamente, a la vez que su cabello rubio reflejaba el sol, mientras que el cabello morado y la armadura azul de Rarity parecían una sombra en el trono, pero eso la hacía destacar aún más.
Entonces el príncipe Blueblood se adentró en el salón. El hombre tenía un cabello rubio ceniza, y unos ojos celestes casi blancos. Pero eso, a pesar de que muchas morían por tenerlo cerca, a Applejack le pareció como si estuviera enfermo, por su casi ausencia de color. ¿Qué le veían de atractivo?
Rarity ciertamente merecía algo mejor.
—Un placer, tías —dijo el con una sonrisa reluciente. Dios, ¡odiaba su sonrisa! Era tan perfecta que llegaba a dar miedo.
—Hola —respondieron ambas gobernantes cálidamente.
—Ey —fue todo el saludo de Applejack.
El príncipe la miró fijamente, con un brillo curioso en sus ojos, antes de volver la mirada hacia Rarity. La miró de pies a cabeza, mientras que la chica sonreía.
A Applejack le pareció que era una muy buena sonrisa fingida, pero no supo porque.
El rostro del príncipe Blueblood se tornó en una mueca.
—Un placer —dijo en un grave tono formal. Se inclinó levemente ante ambas, y se volvió hacia Celestia y Luna, sin sonreír—. Las esperó en la mesa.
Y salió de la sala del trono.
Esa primera impresión definitivamente fue un asco, si le preguntaban a Applejack. La rubia volteó a ver a su amiga, notando que los ojos de ella no brillaban con la tristeza que reflejaba su rostro. Era más bien… ¿interés? ¿Decepción?
La vaquera sentía que había una mentira oculta en el aire, pero no podía descubrirla. Pero juraba ante las gobernantes que ella descubriría que ocurría, y se aseguraría de que la mentira quedara al descubierto.
…
El banquete no podía ser más aburrido, debían pensar todos, pero para Applejack estaba siendo bastante divertido. El príncipe Blueblood se quejaba por todo, por lo que muchos estaban ya pensando en cómo decirle indirectamente que se callara, pero toda la atención de la vaquera estaba en Rarity.
Ambas llevaban bastante tiempo sin verse. Antaño solían trabajar juntas, pero luego de que el nombre de ellas empezara a resonar por todo el reino al derrotar a Discord, muchos fueron pidiendo su ayuda, por lo que eran pocas las veces en las que coincidían.
Pero para Applejack su amistad seguía siendo la misma de siempre, porque en un rato se ponían al día, y luego volvían a jugar como lo hacían cuando eran jóvenes, sin la fama que las precedía.
—Y dime, querida —le dijo Rarity mirándola con un brillo en sus ojos zafiro. La guerrera se había cambiado la armadura, por lo que ahora se veía espectacular en un vestido azul oscuro- Applejack estaba cómoda con su leve armadura, por lo que seguía igual—. ¿Era verdad aquello?
—¿Cuándo me has visto a mi mentir? —le respondió sonriendo.
—Créeme, querida —los ojos de Rarity destellaron—, te he visto mentir.
Applejack tardó unos segundos en contestar.
—Sí, era verdad. —Cada parte del cuerpo de Applejack protestó ante aquello, pero ya había hablado—. ¿Cómo podría yo cuidar una relación? Vivo poniéndome en peligro. Mi pareja tendría que ser muy fuerte, y no conozco a nadie dispuesto a arriesgar su vida solo por mí.
Rarity tomó aire para responderle, pero luego bajó la mirada para pensar. Applejack se estremeció ante la mentira que acababa de decir, pero se mordió la lengua para no admitir la verdad. No podía.
Finalmente, su amiga asintió.
—Está bien…
—Pero a ti si te gusta alguien, ¿no? —Applejack sonrió, pero con cierto enojo hizo una señal con la cabeza hacia el príncipe Blueblood, quien negaba con la cabeza ante cada comida que le presentaban. Las gobernantes no lo miraban, concentradas en hablar entre ellas—. ¿Cómo ocurrió eso?
—Oh, querida. —Rarity dejo ir nuevamente esa risa falsa que Applejack tanto comenzaba a odiar—. Él es simplemente encantador, y endemoniadamente apuesto.
La rubia le dio una nueva mirada al chico. Su cabello casi blanco, igual que sus ojos, su piel blanca que la dejaba ciega… No, no le gustaba.
—¿Quieres que sea sincera?
—Como siempre.
—Es horrible.
Para su sorpresa, Rarity rio. Se volteó a verla, y se sorprendió al verla a centímetros de su rostro. Percibía que sonreía, pero se perdió en sus ojos zafiro. Estos brillaban, pero no como solían hacerlo antes. Ahora, el brillo de ellos era mínimamente comparable al de las estrellas, porque incluso las superaba.
Y brillaban así mirándola a ella.
Ese pensamiento logro hacer que el joven corazón de Applejack empezara a saltar, por lo que tardo unos momentos en volver a ponerle atención a la chica frente a ella.
—¿P-perdón? —preguntó, sintiendo como el calor le subía a las mejillas. Los ojos zafiro frente a ella destellaron ahora risueños.
—Ven, sígueme.
Rarity la tomó de la mano. Applejack acostumbraba a usar unos guantes junto a su armadura para cubrir las cicatrices que le habían hecho en una batalla, además de afirmar mejor las armas, por lo que se sorprendió al sentir la calidez de la piel de su amiga incluso a través del guante.
Se puso en pie y la siguió, por lo que pronto ambas se perdieron en los pasillos. Pero, antes de retirarse del salón, Applejack sintió la mimada mirada de Blueblood clavada en su espalda, y pensó que estaba haciendo mal sin estar poniéndole ojo.
…
—¿Y esto? ¿Tu escapándote de una reunión con las gobernantes? Dime de una vez que Discord está siendo malvado de nuevo, y juro que te creeré.
Rarity sonrió, pero en sus ojos había una seriedad que obligó a Applejack preocuparse. Salió igualmente por la ventana, y se sentó junto a ella en el techo del palacio. Las estrellas ya estaban colocadas en el firmamento, y eran junto a la luna la única luz que les llegaba.
A ojos de Applejack, Rarity se veía incluso más bonita bajo la luz lunar que la solar.
—Entonces… ¿amas al príncipe ese?
—¿Es mi idea o te cae mal? —Rarity amplió su sonrisa.
—Puede ser.
Lo detestaba, pero no diría eso del prometido de su amiga.
Rarity se acercó más a ella, y apoyó la cabeza en su hombro. Applejack se tensó, pero pronto su cuerpo se relajó ante el tacto, y se permitió a si misma apoyarse contra la guerrera y sonreír, mirando las estrellas.
—Llevábamos tiempo sin vernos, ¿no crees?
—Bastante, querida. —La voz de Rarity era relajante, pero algo en su voz encendió una alarma en la mente de la guerrera rubia. Era de nuevo ese tono que ocultaba una mentira—. Applejack…
—¿Si?
Rarity no llegó a hablar. O si lo hizo, la rubia fue quien no la escucho, pues sintió un doloroso pinchazo en el cuello. Intentó decir algo, alertarle a su amiga que algo pasaba, pero pronto perdió todas sus fuerzas, y sus sentidos se hundieron en la oscuridad.
