-Lo siento, Hiroto.

Se quedó petrificado. Recordó de alguna vez, en la hizo algún capricho por cierto objeto y le fue negado. Esta sensación era tan parecida. Sintió su corazón latir fuerte. Se hundió en su mundo por un momento, incapaz de oír las explicaciones de Endo, mientras dentro de él todo se desmoronaba lentamente, todo se derrumbaba, todo se tornaba gris. Miró hacia el castaño y le sonrió. No había escuchado ni jota de las palabras que seguía pronunciando. Simplemente sonrió, pusó una mano sobre su hombro del otro y se dirigió a otro lugar, otro lugar que fuera lejano. Muy lejano.

Las llamadas empezaron a llegar, como solía pasar. Bueno, eso pasa cuando no sales de tu apartamento en 2 semanas, no? Gracioso. Varias llamadas eran de Endo, pero aún mas venían de su mejor amigo, Midorikawa. Aquél chico, siempre preocupandose por los demás. Eran amigos desde la secundaria ya que ambos estaban en el mismo club: el de fútbol. Ahora, si lo recordaba bien... Así conoció a Endo, no? El fútbol. Ambos habían sido seleccionados para ser representantes del Japón en un torneo internacional.

-Hiroto! Hiroto! Estás ahí? Hiroto!

Esa voz era conocida. Midorikawa. Hiroto estuvo a punto de pararse para abrir la puerta... Si no fuera por la tremenda resaca que tenía.

-Hiroto, voy a entrar! Más vale que te encuentres decente.

Midorikawa tenía una llave de su apartamento, por si alguna vez ocurría alguna emergencia. Pero no sabía si su actual estado podía ser calificado como "decente". El chico de cabellos verdes entró. Ahora tenía esta manía de recoger su cabello en un peinado diferente.

-Midorikawa, te lo he dicho, no? Tu cabello se ve mejor cuando está suelto. - Le dijó a penas sonriente.

-Hiroto, apestas a ebrio. Que acaso vas a dejar que esto consuma tu vida entera?

-El era mi vida entera, Ryuuji.

Midorikawa renfunfuñó unas palabras imposibles de entender, lo que hizo que Hiroto sonriera.

-Haz comido algo? Estás muy pálido...

-No lo he necesitado... No necesito más que vodka.

-No me vengas con tu cosas, maldición. Ahora mismo haré algo de comer para ti.

Se dirigió a la cocina enseguida sin dejar de refunfuñar cosas incomprendibles. Hiroto revolvió sus cabellos rojos mirando a un punto indefinido en el techo, pensando. Escuchó unos sonidos fuertes en la cocina y se dirigió ráapidamente a la misma.

-Midorikawa? Estás bien?

El muchacho de cabellos verdes estaba hincado en el suelo, con una cazuela a su lado.

-No puedo. No puedo.

-No... Puedes?

-No puedo, Hiroto! Nada puedo hacer bien, no se cocinar, no se... No se hacer nada por las personas que me importan!

-No te preocupes tanto Midorikawa, podremos siempre ordenar comi-

-Te amo

Las pupilas de Hiroto se expandieron. Sus ojos se abrieron de par en par

-Disculpa?

-Me has escuchado. Desde la secundaria.

Girasoles. Esas flores... son tan brillantes. Coloridas, alegres, reconfortantes, hermosas. Al oir un "Te amo" de su mejor amigo, solo le vinieron a la mente esas enormes flores amarillas. Se inclinó un poco y besó la frente de el chico que se hallaba en el suelo. Su amor, en ese momento, era un girasol, uno lleno de esperanza.