Mis recuerdos y tus pensamientos.
Lo que más le gustaba de él era que lo acompañaba en todo momento, incluso cuando estaba solo sabía que no era así, él lo acompañaba en sus pensamientos, pues él siempre estaba ahí. Desde el día que lo conoció nunca más volvió a sentirse solo… Él lo acompañaba a estar solo.
Todos sus miedos, fantasmas y malos recuerdos desaparecieron cuando le escuchó decir, ordenar más que nada, que debía calmar su mente. Desde ese preciso momento ya no tuvo miedo a nada ni nadie.
Puede que sus ideales fuesen diametralmente opuestos, como dos caras de una misma moneda, pero aprendió a pensar por sí mismo para poder vivir por él, porque sí, logró purgar todos sus fantasmas para no dejarlo nunca.
A veces la vida nos pone pruebas, pero es deber de cada uno el levantarse, él lo levantó y le enseñó las cosas buenas de la vida, solo que a veces la vida nos juega malas pasadas y nos invita a sufrir y seguir nuestros propios caminos. Quizás su error fue no decir las cosas en voz alta, pero cuando alguien sabe leerte como si fueses un libro abierto las palabras no son necesarias. Puede que años después se arrepintiese de no hablar las cosas, de no llegar a un acuerdo para poder seguir a su lado, pero siempre supo que no se dejarían solos jamás. Si bien uno tiene su familia en aquel lugar que un día ambos llamaron hogar y el otro tiene una hermandad en algún lugar, él sabía que el otro lo buscaría, por lo que tomó la sabia decisión de quitarse el casco por un par de horas al llegar la noche, por mucho que dijera que no lo quería cerca, necesitaba ser encontrado de nuevo.
Y así es como se comunicaban sólo por pensamientos y recuerdos, como se siguieron amando y siéndose fiel en medio de la soledad que les dejó el abandono del otro.
