Hola soy nueva, es mi primer fic, así que espero no haber copiado a nadie si alguien le molesta que avise y no olvideis vuestro comentarios así podré mejorar o solo para felicitarme o decirme que no os gusta un beso a todos
Prefacio
El
vampiro corría por el bosque con su habitual velocidad.
Saltaba troncos, aplastaba el musgo o los helechos y arrancaba ramas
cuándo estas estraban en contacto con su piel. El vampiro era
un recién convertido, un neófito con poca experiencia
que atemorizaba el sud de la costa escandinava. Apenas no hacia mucho
se había alimentado de un hombre de mediana edad que buscaba
algún objeto perdido en el bosque o quizás alimento, no
importaba. Era su presa y olía considerablemente bien, así
que sin pensarlo de una simple dobladura de cuello acabó con
su patética vida, para luego beber, devorar ávido su
sangre hasta que el escozor de la garaganta desapareciera por
completo. No había estado tan rico como el neófito
pensaba, era más bien pasable, sin embargo, no pude evitar
soltar un suspiro de indignación al no ser gran cosa su
pequeño banquete. Entonces, una suave brisa llegó del
este del bosque llevando hasta el olfato del sangriento e inexperto
neófito, el olor más dulce e increíble que en su
corta vida vampírica había olido. Parecía que
ese olor estaba hecho para él, por lo que el vampiro corrió
poniendo todo su empeño en ello. Y así estaba corriendo
mientras el aire helado asotaba su cara, reconfortandole, pero sin
sentir frío; un vampiro no pasaba frío.
El
camino hacía dónde le dirigía ese aroma estaba
muy internado en el bosque y al neófito se le hacía
eterno los pocos minutos que le llevarían el viaje. La
oscuridad era más absoluta en aquella parte y los árboles
más grandes y altaneros en aquella zona. Cuándo se
acercaba a un claro, divisó una figura de larga melena al
viento, de estatura media, quizá uno setenta o menos. Para el
vampiro esto no importaba, ahí solo veía una chica
indefensa, hermosa y, por encima de todo esto, el adorable olor que
desprendía su sangre, que parecía gritarle, susurrar al
vampiro que la bebiese.
La
chica tenía los ojos cerrados y tenía una actitud
despreocupada, mientras estaba apoyada en el tronco de un inmenso
árbol. El neófito vio aquella actitud un tanto extraña,
mas no le importó. Corrió hacia su presa para darle
muerte con un rápido movimiento, pero no se espero lo que
pasaría. Centímetros, sólo les separaban
centímetros, centímetros faltaron para que sus manos
alcazaran su cuello, para poder romperlo con un sonoro "crack",
pero la chica reaccionó antes de que eso pasrá y con un
rápido movimiento y con una sola mano le detuvo mientras le
cogía por la cabeza haciendo una ligera presión sobre
el cráneo de aquel vampiro.
-Grave
error, Kevin-le reprimió la chica-. Nunca debes atacar a un
cazador cuándo piensa, eso sólo te lleva a la muerte.
El
chico quedó impresionado. Le había llamado Kevin a él,
que ni siquiera se acordaba de ese nombre, si era verdad que se
llamaba así, tampoco de dónde era, ni que había
pasado. El vampiro sonrió a modo de disculpa, pero no se le
escapó el detalle de que la presión que la mano ejercía
en su cabeza aumentaba.
-Lo
tendré en cuenta la próxima vez-dijo aún
sonriente-.
-¿No
lo entiendes, Kevin?-preguntó la cazadora con un susurro-. No
habrá próxima vez. No hay próxima vez después
después de la muerte.
El
vampiro no pudo reaccionar, porque la presión volvió a
subir y esta vez no lo pudo soportar, depués vino un
desmembramiento del cuerpo. La chica se apartó unos pocos
pasos mirando fijamente los restos del vampiro mientras lo
incendiaba. Esperó hasta que las últimas brasas se
apagaran mientras el aire olía a aquel peculiar olor a
incienso que dejaban los vampiros. La chica comenzó a
alejarse, mientras buscaba en los bolsillos de su cazadora un móvil.
Marcó rápidamente un número de doce dígitos
y luego otro de tres.
-Aqui
Bella Swan-habló-. Misión cumplida.
Bella
cerró la tapa del móvil, se puso los auriculares de su
ipod y se alejo de aquel lugar con una alegre sonrisa dibujada en sus
labios.
