Navidad
Las luces inundaban la ciudad, mirase a dónde mirase. Los niños se paraban ante los escaparates y señalaban con sus dedos lo juguetes que le pedirían a Papa Noel.
Verlos tan felices le recordaba la inocencia que le habían arrebatado, la familia que le habían robado. Caminaba por la calle en silencio, trataba de pensar en cómo debía hacerlo. Las luces de neón con su incesante parpadeo lo mareaban un poco, pero había salido de su casa a primera hora de la mañana con un fin: iba a comprarle un anillo de compromiso a su pareja.
La joyería más antigua de la ciudad lo recibió con el chirrido de las puertas al abrirse. El lugar olía a antiguo, a sólido. Por eso había ido hasta allí, el anillo debía representar una promesa de fidelidad y ninguna de las modernas joyerías que habían abierto podrían darle eso.
Una joven dependienta salió del fondo del establecimiento y lo recibió con su mejor sonrisa.
- Bienvenido, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Busco un anillo de compromiso.
- Entonces ha venido usted al lugar adecuado, ¿cómo es la afortunada dama?
- En realidad no es una dama. – Derek sonrió a la dependienta.
- ¡Claro, seré tonta!
Tú eres Derek Hale, ayudante del Sheriff Stiles y el novio del capitán del equipo de la Universidad. Aquí somos grandes admiradores de McCall, es un jugador impresionante.
- Gracias. – Derek no pudo evitar sentir simpatía por la chica. – No sé cómo debe ser el anillo, no tengo una idea clara, pero sí quiero que exprese cómo me siento con él.
- ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
- Cinco años, en realidad diez.- Derek miró a la dependienta. – Yo me enamoré de él desde el primer momento, pero me costó mucho que me aceptara.
- Así que eres un chico constante, ¿no?
- No tuve elección, lo reconocí como mi Compañero y una vez ocurre eso, ya no puedes volver atrás.
- ¡Qué bonito!
Veamos lo que tenemos por aquí, por cierto, me llamo Ronnie.
- Encantado, Ronnie.
- Si le escogemos un buen anillo, ¿podrás invitarnos a mi novio y a mí al último partido de la temporada?
Sería un fantástico regalo de aniversario, llevamos dos años.
- Moveré unos hilos. – Derek se acercó a Ronnie. - ¿Por dónde empezamos?
- No le pegan demasiado las cosas recargadas, parece muy afable. Sígueme. – Ronnie condujo a Derek hasta la parte más alejada de la tienda. – Verás, aquí guardamos verdaderos tesoros, alianzas antiguas. – Ronnie abrió un cajón y sacó varios anillos. – ¿Le gustarán antiguas o sería mejor algo un poco más moderno?
- Antiguas. – Derek contempló las sortijas. – Quiero que hable de fidelidad, de mi amor por él.
- De acuerdo. – Ronnie eligió cinco anillos. – Este juego es una herencia familiar, tiene más de cien años. Como ves, es una alianza de oro simple, sin florituras.
- No expresa lo que quiero.
- Esta perteneció a un importante comerciante italiano, es en oro, pero tiene un pequeñísimo diamante tallado.
- No.
- El tercer juego perteneció a la realeza francesa, oro, con un pequeño zafiro y en su interior una inscripción.
- Lo siento.
- No lo hagas, yo nunca me rindo. – Ronnie le enseñó un juego de alianzas a Derek. – Nunca hemos podido determinar la antigüedad de estas dos, están hechas en plata, muy sencillas, pero tienen una pareja de lobos tallada en la parte de fuera y una inscripción en el interior en un idioma desconocido.
- Derek observó las sortijas durante un buen rato, contempló los lobos tallados en la parte superior y leyó la inscripción. – Alpha, Beta, Omega. Compañeros. Tú y yo, eternamente– Dijo en voz alta.- Eso dice la inscripción.
- ¿Puedes leerla?
- Deben ser estas. – Derek sonrió a Ronnie. – Estaban esperando por nosotros.
- Te lo has inventado, ¿verdad?
- No, es lo que dice.
- ¿En qué idioma está?
- Uno muy antiguo, sólo unas pocas personas en el mundo lo pueden leer.
- ¿Y tú puedes?
- Sí, es el idioma de mi familia.
- ¿Lo entenderá McCall?
- Sí. – Derek sonrió a Ronnie. – Tu novio y tú estáis invitados a la sala VIP en el partido final, yo me ocupo de ello.
¿Cuánto te debo?
- Quinientos dólares.
- Gracias, Ronnie. – Derek pagó las alianzas y se despidió de la dependienta con una sonrisa. – A Scott le va a encantar.
Una vez fuera de la tienda sonrió. Esas alianzas eran perfectas para ellos. Con una sonrisa caminó hacia la casa de Stiles. Lydia le abrió con una sonrisa.
- Hola Derek – Le saludó. - ¿A qué debemos el honor?
- Quiero enseñarle una cosa a Stiles.
- Está en la cocina, dentro de una hora tiene que dar clase en la Uni.
- Puedes venir tú también, Lydia. – Derek agarró a la prometida de Stiles por la cintura y los dos fueron a la cocina.
- Ey, tío, ¿a qué se debe el honor?
- He comprado el anillo hace unos quince minutos.
- ¿De verdad? – Lydia se sentó al lado de Stiles, apoyó su cabeza en el hombro y le sonrió a Derek. - ¿Nos lo enseñas?
- Sí. – Derek cogió la caja y la colocó encima de la mesa, Stiles y Lydia las observaron durante un buen rato.
- ¿Es lo que creo que es? – Indagó Stiles, señalando la inscripción.
- Sí.
- Para quienes no entendamos el idioma del lobo, ¿qué significa? – Preguntó Stiles.
- Alpha, Beta, Omega, Compañeros. Tú y yo, eternamente.
- ¡Le va a encantar! – Lydia abrazó a Derek con fuerza. - ¡Es preciosa! Y tiene dos lobos grabados, es perfecta para vosotros.
- En la joyería no pudieron determinar su antigüedad, pero yo sí. Tiene mil años, debió pertenecer a una de las primeras parejas de lobos.
- ¿Estás seguro? – Indagó Stiles.
- El olor no miente. – Derek sonrió a sus amigos.
- ¿Por qué está hecha en plata, no es vuestra debilidad? – Cuestionó Lydia.
- Yo creo que representa los obstáculos del camino y los peligros, es una metáfora de su amor.
- Quien te iba a decir, amigo Alpha, que acabarías regalando un anillo de compromiso al más difícil de tus lobos. – Bromeó Stiles.
- ¡Cállate, Stiles! – Protestó Lydia. – No le hagas caso, cariño, yo te apoyo cien por cien. – Aseguró Lydia, quién aún no había soltado a Derek de su abrazo. - ¿Cuándo lo vas a hacer?
- Esta noche hay luna llena. – Explicó él. – Es un buen momento.
- ¿Qué le vas a decir?
- No lo sé, Stiles. – Se quejó Derek. – Algo se me ocurrirá.
- ¿Se lo vas a decir a Isaac? – Cuestionó Lydia, preocupada, y se separó de Derek.
- Se lo debo.
- No creo que le guste. – Stiles miró a Derek. – Sigue cabreado contigo por… ya sabes…
- Porque Scott me escogió a mí en lugar de a él. – Derek se sentó en una silla.
- Técnicamente, Scott pertenecía a Isaac.
- ¡Stiles! – Le gritó Lydia.
- Tiene razón. – Derek se encogió de hombros.- Isaac eligió a Scott y lo marcó.
- Pero tú lo habías elegido muchísimo tiempo atrás. – Lo apoyó Lydia.
- Pero no lo marqué.
- Le diste libertad, Derek, la opción de elegir. – Lydia apoyó una mano sobre el hombro de Derek.
- Pero durante tres años Isaac fue la pareja de Scott y entonces yo me interpongo.
- Yo no lo veo así, fue Scott quien te fue a buscar a la casa Hale, fue él quien te marcó al final. – Lydia acarició el cabello de Derek.
- Pero según nuestras tradiciones, él ya pertenecía a Isaac.
- Técnicamente sí, pero en la práctica Scott te había elegido a ti mucho tiempo atrás, sólo que no sabía cómo marcarte.- Stiles se sentó al otro lado de Derek. – Cuando aprendió, lo puso en práctica.
- Es un tecnicismo, tú lo sabes y yo lo sé.
- No digo que estuviera bien, pero si Isaac realmente lo quisiera tanto como tú habría aceptado su derrota, os habría dado libertad para elegir estar juntos. Tú lo hiciste.- Lydia sonrió a Derek.
- Yo soy el Alpha de Isaac, no debería haberlo traicionado.
- En realidad, Isaac es tu Beta, él no debió adelantársete. – Stiles se encogió de hombros.- Es una cuestión de liderazgo.
- Estarás conmigo en que no he sido el mejor líder del mundo.
- Bueno, no lo tenías fácil. – Lo consoló Stiles. - Scott se negó durante dos años a aceptarte como su Alpha, con la lucha contra los Alphas, el Darach, Allison te robó a Scott delante de tus narices, Peter volvió a la vida y todo el asunto del Kanima.
Lo hiciste lo mejor que pudiste en las peores circunstancias.
- Nosotros te queremos. – Lydia besó a Derek en la mejilla. – Eres nuestro Alpha.
- Gracias, Lydia.
- De nada, cariño. Ahora me tengo que ir a hacer justicia. Mañana quiero que me cuentes todos los detalles. – Dijo y abandonó la cocina.
- De acuerdo. – Derek se levantó de la silla, miró a Stiles. – Tienes suerte Stilinski, es maravillosa.
- Lo sé. – Stiles se aproximó a Derek y lo abrazó. – Antes de ir a hablar con Scott, debes ir a pedirle a Melissa su mano.- Yo te autorizo a casarte con mi mejor amigo, siempre que yo sea vuestro padrino.
- No podía ser de otra manera.- Derek sonrió a Stiles. – Fuiste tú quién animó a Scott a buscarme.
- Sí, pero tú no se lo digas nunca a Isaac, ¿vale?
Le tengo mucho aprecio a mi vida.
- Él ya lo sabe.
- ¿Sí? ¿Y no me mató por ello?
- No le gusta la violencia.
- Vuestra charla no va a ser muy pacífica.
- No. Nos gruñiremos un rato, nos daremos unas cuantas dentelladas y nos arreglaremos, como siempre.
- Como mi adorable prometida te dijo, mañana quiero los detalles. – Stiles caminó con Derek hasta la puerta. – Ve ahora mismo a ver a Melissa.
- Me da un poco de miedo…
- Acostúmbrate tío, las suegras son para siempre.
- Deséame suerte.
- No la necesitas, ella te adora.
Tras la charla con Lydia y Stiles, Derek caminó hacia la casa de Melissa. Su futura suegra estaba en el porche con el Sheriff Stilinski.
- Derek, cariño. ¡Qué sorpresa! – Melissa caminó hacia Derek y lo rodeó en un abrazo. - ¿Quieres un té?
- Melissa quiero hablar contigo.
- De acuerdo. – Melissa sonrió a Derek. – Mejor pasamos al interior. – Derek siguió a Melissa hasta la casa, ambos caminaron hacia la cocina, Melissa se sentó y le dedicó una mirada cómplice a Derek. - Estoy lista.
- Señora McCall yo…
- ¡Por favor no te pongas melodramático, siempre he sido Mellie para ti!
- Lo sé, pero quiero hacerlo bien.
- De acuerdo.
- Señora McCall, quiero a Scott más que a mi propia vida, durante estos cinco años he sido el hombre más feliz del mundo y ahora quiero llevar nuestra relación un paso más allá. Esta mañana he estado en una joyería y he comprado esto. – Derek colocó sobre la mesa las alianzas. - ¿Me concedería el honor de darme la mano de su hijo?
- ¡Desde luego que sí, tesoro! – Melissa besó a Derek en la frente. – Llevo diez años esperando este momento.
- ¿Diez?
- Conozco a Scott más de lo que él se conoce a sí mismo, se enamoró de ti la primera vez. Lo malo es que como es tan orgulloso y cabezón no se dio cuenta de lo importante que eras hasta que Isaac fue muy en serio.
No me malinterpretes, Isaac me gustaba, me caía bien, pero no era tú. No lo amaba como tú lo haces. Con Isaac era una cuestión de posesión, contigo es una cuestión de entrega.
- Se lo voy a pedir esta noche, pero antes debo hablar con Isaac.
- Lo sé, formáis parte de la misma manada.- Melissa sonrió a Derek. – Mañana pienso interrogar a mi hijo sobre cómo lo hiciste, así que estás avisado. – Melissa besó la frente de Derek. – Sé que seréis felices, habéis nacido para estar juntos.
- Gracias por todo, Mellie.
- De nada, anda, lárgate y déjame llorar un rato a solas. Mi pequeño se va a casar. – Melissa empujó a Derek hacia la puerta.
Derek caminó hacia la casa de Isaac. Llamó a la puerta y el Beta le abrió.
- Derek.- Isaac miró a su Alpha. - ¿Qué quieres?
- Debo hablar contigo.
- ¿Es necesario?
- Sí.
- ¿Me lo ordenas como mi Alpha?
- Te lo pido como tu amigo.
- ¿De verdad? ¿Por eso me quitaste a la persona que amaba?
- Él me eligió.
- Pero me pertenecía, yo lo marqué.
- Y él me marcó a mí.
- Contra eso no tengo argumentos. – Isaac miró a Derek. – Adelante, pero tengo poco tiempo. El entrenamiento empieza dentro de media hora.
- Quería enseñarte esto.-Derek le mostró a Isaac los anillos. – Se lo voy a regalar hoy.
- ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me lo vienes a enseñar?
- Te lo debo, formas parte de nuestra manada.
- Me has cabreado. – Isaac se puso en posición de ataque, en un movimiento rápido mordió a Derek, durante un buen rato estuvo dándole dentelladas, hasta que el Alpha le dio un único mordisco y se detuvo.
- Lo siento, Isaac.
- Lo sé. – Isaac observó a Derek. – Sin embargo nunca te voy a poder perdonar.
- Es lógico.
- ¿Lo harás feliz?
- Es lo que siempre he deseado, su felicidad.
- Fuiste un estúpido por no marcarlo, ¿lo sabes?
- No podía obligarlo a elegirme.
- Sí podías, eres el Alpha.
- Siempre me he preocupado más por él que por mí mismo.
- Dime una cosa, si Scott no llega a marcarte, ¿de verdad te habrías convertido en Omega?
- No tendría otra opción, reconocí a mi Compañero y no hay vuelta atrás cuando ocurre eso.
- No piensas que fuera mi Compañero, ¿verdad?
- No puedo saberlo, no soy tú.
- ¿Ha ocurrido alguna vez que un lobo haya sido compañero de dos miembros de su manada y se viera obligado a elegir?
- No tengo constancia de ello, pero podría ser. Los dos sabemos que Scott no es un lobo cualquiera.
- No, no lo es. – Isaac sonrió a Derek. – Pero tienes razón, él escogió y yo debo aceptarlo.
- Perdóname, Isaac.
- En realidad yo debería pedirte perdón a ti, ¿no es cierto?
Me salté la cadena de mando y eso está prohibido, si un Beta se extralimita el Alpha se ve obligado a expulsarlo de la manada.
- ¿Dónde aprendiste eso?
- De Tabhata, pertenece a una manada de Nueva York. Nos hemos hecho amigos y me ha explicado muchas cosas. En realidad, quiere entrar en nuestra manada y me ha dicho que te pida permiso.
- ¿Por qué querría entrar en nuestra manada? Tenemos muchos enemigos al tener a tantos Alphas con nosotros.
- Lo sé, pero también tenemos algo que ellos no tienen.
- ¿El qué?
- Una buena pareja de líderes, siempre preocupados por sus Betas más que por sí mismos. Y amor, todos nosotros nos queremos, actuamos como una familia: Stiles, Lydia, Melissa, el Sheriff, Cora y Aidan, Jackson aún viviendo en otro estado, Allison a pesar de ser una cazadora Argent, Danny, Ethan, Scott y tú.
Somos más una familia que una manada y Tabhata quiere ser como nosotros, además, ella me ha elegido. – Explicó Isaac. - No sé si yo la he elegido a ella, pero no me gusta la idea de ser pareja de alguien.
- Entonces será bienvenida a nuestra familia, siempre hay sitio para más miembros.
- Soy consciente de ello. – Isaac dedicó una sonrisa cariñosa a su Alpha. – Voy a preguntarle todos los detalles mañana en el entrenamiento así que esmérate, Hale.
- Esta manada tiene la costumbre de querer enterarse de todo…
- Por la pareja de Alphas que tenemos, ellos son responsables de malcriarnos dándonos siempre más, perdonando nuestras faltas, escuchando nuestras quejas y dejando que un Beta con mal de amores los ataque de vez en cuando.
Me gusta esta manada, es acogedora. – Isaac se aproximó a Derek y le dio un cariñoso abrazo. – Son preciosas.
Alpha, Beta, Omega. Compañeros. Tú y yo, eternamente.
Están hechas para vosotros y la plata, en vuestro caso está más que justificada, habéis tenido muchas dificultades para llegar hasta aquí.
- ¿Me das el consentimiento para casarme con él?
- Él te prefiere a ti.
- Gracias, Isaac. – Derek sonrió al Beta. – Estoy nervioso… - Confesó.
- Yo también lo estaría, pero es Scott, adorable siempre y no deberías preocuparte.
- Mierda, ¿y si lo hago mal?
- ¿En serio me pides consejo a mí?
- Tú te declaraste en una ocasión.
- Y mi novio me dejó por otro tío.
Lo que digas estará bien. Podrías maldecirlo y él te adoraría lo mismo, eres su Compañero.
- No debería hablarte a ti de mis dudas… - Derek se encogió de hombros.
- No me importa, ahora entiendo que yo no podía hacer nada para cambiar su corazón, te pertenece desde el principio.
- Voy a decírselo a Cora, Ethan, Aidan, Allison, Danny y Jackson.
- Yo lo haré. – Isaac sonrió a Derek. – Tú prepara un escenario apropiado, Scott lo merece.
- No podría pedirte eso a ti.
- No lo has hecho, me he ofrecido yo.
¡Vete de una vez, Hale!
Por tu culpa voy a llegar tarde a mi entrenamiento y el capitán tiene muy malas pulgas.
- Gracias.
- Está bien. – Isaac y Derek salieron por la puerta. Se separaron y tomaron rumbos distintos.
Derek fue hacia la casa Hale, al observarla apenas parecía la misma de diez años atrás. Desde que Scott se había trasladado a ella, hacía cinco años, la habían restaurado entre ambos. Además habían plantado árboles, flores y habían convertido la parte principal en un hermoso jardín con enredaderas, un pequeño estanque, habían puesto una piscina en la parte posterior y había una cabaña especialmente aclimatada para las noches de luna llena, allí se juntaba toda la manada.
Observó su reloj, por fortuna para él, el Sheriff le había dado el día libre y tenía tiempo para preparar el escenario perfecto para su declaración de amor.
Limpió la casa, puso velas en todas partes, flores esparcidas por cada rincón y se atrincheró en la cocina para preparar el plato favorito de Scott. Buscó la receta de pastel de carne de Melissa y empezó a cocinar. Encargó una tarta en la pastelería favorita de Scott y pidió que se la llevaran.
Cuando el repartidor llegó, la casa Hale olía a pastel de carne y salsa de arándanos. Derek terminó de media hora antes de que Scott llegara. Se encaminó al baño, se pegó una ducha para destensar sus músculos y encendió todas las velas.
El sonido de la puerta al abrirse advirtió la llegada de su Compañero.
- Estoy en casa. – Anunció con su hermosa voz.
- En la cocina. – Respondió él.
- ¿Has estado cocinando todo el día? – Preguntó al entrar. - ¿Has hecho mi comida favorita? – Scott sonrió a Derek y lo rodeó con sus brazos antes de plantarle un apasionado beso en la boca. – Gracias, cariño.
- Cachorro, te he dicho mil veces que no me llames cariño…
- Dejaré de llamarte cariño el día que tú dejes de llamarme cachorro.
- Entonces nunca. – Derek sonrió a Scott. - ¿Qué tal ha sido tu día?
- Magnífico, hoy Isaac estaba de un humor un poco cambiante, pero ya me he acostumbrado.
- Hay algo que debo hacer, cachorro y no sé por dónde empezar.
- ¿Por qué no pruebas a ser sincero?
- No hay suficientes palabras en este mundo para expresar lo mucho, lo muchísimo que te amo, cachorro.
- Por ahora vas bien, Hale.
- Te amo más que a mi vida, no puedo imaginarme viviendo en este mundo sin ti, eres mi Alpha, mi Beta, mi Omega. Eres mi Compañero, lo fuiste desde la primera vez que tus hermosos ojos castaños me atraparon con una mirada y no has dejado de serlo nunca.
Las cosas al principio no fueron fáciles. Tú me rechazabas una y otra vez, y yo no sabía cómo expresar lo mucho que te necesitaba o lo profundamente enamorado que estaba de ti. Te perdí en manos de Allison, te perdí en manos de Isaac y cuándo ya había asumido el hecho de convertirme en Omega, tiraste mi puerta abajo y me marcaste como tuyo.
- No pude evitarlo. Estaba ardiendo en deseos de poseerte, mi lobo me empujó, mi naturaleza salvaje se desató ese día y fue el mejor de mi vida, cariño.
- Y el de la mía. – Derek besó a Scott profundamente, acarició su mejilla con ternura, después deslizó su nariz por todo su cuerpo, oliéndolo con intensidad.- Tu olor me vuelve loco, cachorro.
- La cena puede esperar. – Scott empujó a Derek contra la pared de la cocina, deslizó su nariz por todo su cuerpo, parándose más rato en el cuello.
- Amor, debes dejarme terminar de hacer esto. – Protestó Derek.
- ¿Amor? Suena casi tan bien como cachorro, cariño.
- Es lo que eres, mi amor.- Derek acarició la mejilla de Scott. – Mi Compañero.
Hoy he ido a casa de tu madre y le he pedido permiso para casarme contigo, cachorro.
- ¿Has pedido mi mano a mi madre? – Scott observó a Derek con una sonrisa inmensa en los labios. – Amor mío, eso es lo más dulce que ha hecho nadie por mí.
- No me la ha concedido.
- ¿No? ¿Por qué? ¿Qué le hiciste?
Derek se carcajeó - Es broma, cachorro.
Te quiero, tanto que duele. – Se arrodilló frente a Scott, después le mostró las alianzas que había comprado. - ¿Me harías el honor de convertirte en mi Compañero?
- Desde luego, Hale. Seré tu compañero y no pienso permitir que ningún otro miembro de nuestra manada te abrace o te bese una vez que lo hagamos formal, ni siquiera Lydia.
- ¿Te celas de Lydia, cachorro?
- Más de una vez he estado tentado de darle un buen bocado, entonces recuerdo que es una banshee y mi druidesa, no serviría de nada.
- ¿Eso es un sí?
- Ha sido un sí desde el principio, Derek Hale. Ha sido un sí desde el día en que te conocí. – Scott sonrió a Derek, después observó las alianzas con atención. – Alpha, Beta, Omega. Compañeros. Tú y yo, eternamente.
Es una promesa de eternidad, amor mío.
- Lo es. – Derek besó nuevamente a Scott, con más intensidad, en un momento ambos lobos estaban mordiéndose mutuamente, dejándose marcas por todo el cuerpo. Toda la noche disfrutaron de su compañía, de su profundo amor. A la mañana siguiente, ambos se despertaron con las alianzas en sus anulares derechos y marcas de mordiscos por todo el cuerpo.
- Quizás me pasé de apasionado.- Murmuró Derek al comprobar los múltiples mordiscos de su pareja por todo el cuerpo. – Te van a hacer muchas preguntas en los vestuarios.
- Al menos yo no trabajo como Ayudante de Sheriff, todos los villanos que cojas hoy se van a preguntar por qué razón tienes mordiscos de lobo por el cuello.- Scott sonrió de forma enigmática a Derek, después en un movimiento ágil le clavó una dentellada todavía más profunda.
- ¡Cachorro! – Protestó Derek.
- Sólo marco mi territorio.- Scott le dedicó su sonrisa ladeada derecha. – Tu turno, cariño, quiero que todos en el vestuario vean que ya tengo dueño.
Derek soltó una profunda carcajada, después desgarró la piel de Scott con sus dientes.
- ¿Satisfecho?
- Sí. – Scott apoyó su cabeza en el hombro de Derek. - ¿Dónde encontraste las alianzas?
- En la joyería antigua de la ciudad, tiene más de cien años. Por cierto, cachorro, Ronnie y su novio han sido invitados a la zona VIP en el último partido de la temporada. Se lo debo, ella me ayudó a encontrar un anillo que encaja con nosotros.
- Le daré un pase VIP para toda la temporada que viene, cariño. – Scott remoloneó un poco más. – Aún faltan dos horas para ir al trabajo, ¿jugamos otro partido?
- Desde luego, cachorro. Todas las veces que tú quieras.
