Prologo


Se podía observar a un grupo de gente reunida en un cuarto que era alumbrado simplemente por las luces de las antorchas. Hombres y mujeres de diferentes rangos esperaban ansiosos en ese lugar, para saber cual era el motivo por el que habían sido llamados. Todos los que se encontraban ahí eran sacerdotes y sacerdotisas, los más cercanos al faraón, entre ellos lo único que se lograba oír eran los murmullos que eran vigilados por los guardias.

Apartado de ellos, en una silla de oro, se encontraba una joven de cabello negro como la noche, largo y lacio, unos ojos azules inexpresivos, que observaban todo a su alrededor. Por su vestimenta se podía distinguir que era una joven de familia de clase alta. Lleva una prenda larga, que cubría todo su cuerpo, dejando muy poco a la imaginación, en sus brazos llevaba brazaletes de oro puro con algunas piedras preciosas.

De pronto salió un hombre corpulento, vestido con una falda llevada en la cintura, dejando su bien formado pecho al descubierto, en él se encontraban varios collares de oros y algo que sobresalía de todo, haciendo notar la diferencia que poseía él a comparación con las demás personas, era una tiara, por fin había salido el faraón.

-disculpéis mi retraso-pronuncio el hombre.- pero os traigo una excelente noticia, mi hija menor, que se había ido para convertirse en una Sacerdotisa Suprema ha regresado a nosotros

Al terminar de hablar, apareció una joven de atrás de unas cortinas. Llevaba una falda, dejando sus largas piernas al descubierto, en sus pechos simplemente tenia una seda que estaba rodeada con cadenas de oro, su cuerpo invitaba al pecado. Sus ojos eran de marrón oscuro, opaco sin brillo, su piel era blanca como la nieva, haciendo que su cabellera negra resaltara aun más.

-por fin puedo decir que me siento complacido al tener a mis dos hijas junto a mi, Nefertiti, mi hija mayor, ella dentro de unos días se esposara con el príncipe Meines-pronuncio mientras le extendía su mano a la joven que se encontraba en la silla de oro- y a mi hija menor Nefertari, quien cuidara la perla de Shikon, que ha sido custodiado de generación en generación siempre por la familia real-una vez dicho eso, una sacerdotisa trajo un cofre el cual poseía la dicha perla- Nefertari protegerá la Shikon con su vida, ya que como dice la leyenda, si esta perla cae en malas manos, nuestro pueblo padecerá horribles sucesos.

-no se preocupéis, yo lo cuidare con mi propia vida- pronuncio la joven mientras tomaba el cofre en sus manos.

En ese momento, un muchacho joven y muy apuesto apareció, su vestimenta era muy familiar a la del faraón. Poseía un cuerpo atlético, era alto y fornido, su pelo era corto y oscuro, sus ojos de un color muy peculiar, eran dorados.

-os me alegra presentar al futuro marido de mi hija Nefertiti, Meines- exclamo el faraón.

Los sacerdotes y sacerdotisas que se encontraban en ese lugar aplaudieron, felices por saber que su país estaría en orden por muchos años mas, se encontraban tan encantados, que ignoraban las miradas de deseo que se dirigían el joven príncipe con la hija del faraón, pero esta no era su prometida, sino que era la Sacerdotisa suprema, Nefertari. Sus miradas no se apartaban, era como una lucha de poder, el deseo estaba presentada en sus ojos, los jóvenes se encontraban aislados en su propio mundo, sin dar reparo en la mirada acusadora de Nefertiti, la cual destilaba odia, rabia y mucha envidia.

De esa forma esos dos jóvenes poseídos por el deseo, condenaron a muerte a todo su pueblo, sin imaginarse la maldición que traería su pecado.


Nefertiti : "La bella ha llegado"

Nefertari : "La mas bella".

Bueno este es mi nuevo fic, este vendría ser así como el Prologo, espero sus comentarios, si les gusta lo seguiré y si no, bue no lo sigo XD jaja. Antes de despedirme quiero agradecer a las que comentaron mis dos one shot, muchas gracias!

Saludos!