Nota de los signos:

* *= sonidos de ambiente.
« » = pensamientos.
' ' = citando una tercera persona.
" " = palabras clave.

Disclaimer: El universo aquí mencionado es propiedad intelectual de sus autores.

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Capítulo 1 ¿Buneary?

Otoño

Después de que Shaunta y Marshal salieran, Caitlin se quedó sola en el recinto del Alto Mando. Los largos y anchos pasillos cubiertos de ventanas parecían más silenciosos y solitarios de la habitual, sin embargo, todavía quedaba un miembro y decidió ir a verlo.

Se asomó por su puerta con extrema precaución pues últimamente su carácter cambiaba cuando jugaba. Cosa que no fue así, él estaba sentado es su cómoda butaca frente a su habitual mesa, con una copa de vino tinto, escuchando música clásica y leyendo. Sus pokémon estaban libres y durmiendo alrededor de la mesa, excepto Bisharp que practicaba invirtiendo cartas.

―Piensas quedarte en la puerta o vas a entrar. ―Grimsley habló sin despegar la mirada de su libro.

Caitlin aceptó entrar al cuarto, no tenía nada que hacer. Igual que como le enseño aquel día, caminó pisando los cuadros blancos de la loseta que parecía "tablero de ajedrez".

―Dime my lady ¿qué te trae por aquí? ―le señaló que tomara asiento en el sillón del otro lado de la mesa y cerró su libro.

―Marshal y Shauntal salieron…

―Y estás aburrida ―él sonrió, como siempre Caitlin era un libro fácil de leer. Se paró y caminó hacia uno de sus escritorios, abrió un cajón y sacó un juego de cartas― Mi lady, ¿te apetece una partida? ―regresó a su lugar y comenzó a barajar las cartas.

Ella asintió pues eso era lo que esperaba.

Después de un rato jugando…

―Mi joven dama, ¿piensa tomar otra carta o va a revelar su mano? ―Grimsley miraba divertido la escena.

Caitlin miró sus cartas, no era una buena mano, si tomaba otra carta que le aseguraba que fuera buena o mala. Él seguía mirándola, obvio que era un excelente jugador. Pero su orgullo no podía permitirle rendirse así de fácil.

―Tomare otra carta ―estiró su mano hacia las cartas y tomo una. La miró y sin duda mejoro mucho su mano pero no tanto. Deseó saber qué mano tenía él, pero mordió su labio para resistirse a usar sus poderes.

―¿Quieres saber qué mano tengo? Intenta leer mi mente. ―Grimsley seguía divirtiéndose.

―No me gustaría tener tus pensamientos dentro de mi cabeza. ―sin duda una mentira.

El joven se echó a reír ante la respuesta pues él sabía muy bien lo que pasaba por la mente de ella.

Al paso de unos minutos y sin poder mejorar su mano Caitlin reveló sus cartas, él las miró y reveló las suyas. Tal y como pensó ella, un excelente jugador.

―¿Deseas otra ronda? ―comenzó a barajar las cartas.

―Adelante. ―deseaba ganarle por una vez.

―Pero esta vez hagámoslo más divertido. ―él la miró esperando una reacción.

―A que te refieres. ―dijo con calma.

―Si tú ganas realizare todo lo que me pidas, pero si yo gano serás tú la que obedezca. ―tan franco y astuto como de costumbre.

Una propuesta peligrosa pero a la vez excitante.

―De acuerdo ―aceptó sin inmutarse.

Grimsley sonrió satisfecho y comenzó a repartir las cartas.

Caitlin tomó las suyas y miró su mano, nada despreciable esta vez pero no era tan fuerte. Otra vez deseó saber qué mano tenia él. Despego sus hermosos ojos turquesa de sus cartas para levantar la vista y toparse con los celestes ojos de él. Seguía sonriendo y era difícil saber si su mano era buena o mala.

«Claro que es buena, es imposible ganarle. Empiezo a pensar que sus cartas están trucadas»

―¿Dudas si mis cartas tienen truco? ―sus ojos celestes penetraban cada parte de ella.

―Claro que no. ―otra mentira. Ya empezaba a hartarse de tantas mentiras.

Al paso de unos minutos Caitlin comenzó a sentirse soñolienta, su vista estaba cansada pero no quería detenerse, ahora sus cartas eran muy fuertes para por fin ganarle. No importaba lo que hiciera, su cuerpo le pedía a gritos un descanso.

«Ahora no, ahora no, puedo ganar, puedo ganar…» Llevo una de sus manos a la boca y bostezó.

Todo se volvió borroso y sus brazos no pudieron mantenerse arriba. Las cartas que tenía en su mano cayeron y cayeron en un bucle infinito sin llegar al suelo…

Abrió sus ojos, el candil del techo tenía prendidas sus velas, miró alrededor y notó que estaba en el oscuro cuarto de Grimsley pero él no estaba. Las cartas estaban en el suelo.

―Entonces me quede dormida. ―dijo resignada.

Salió del cuarto y camino por el enorme pasillo, no podía ver nada, estaba completamente oscuro. Por las ventanas del pasillo se veía la luna, era más grande de lo habitual, si abría una ventana y sacaba su brazo fácilmente podía tocarla. La contempló por un rato, sin duda era radiante bajo esa oscuridad rodeada de estrellas. La melancolía la invadió.

―Ya es de noche y no me despertó. ―siguió caminando por el pasillo para dar con él o con los otros. ―Marshal, Shauntal, ¿dónde están? ―caminó por todo el recinto, los buscó en sus cuartos y nada.

Respiró resignada y buscó una de sus pokéball pero no tenía ninguna, recordó que las dejó en su cuarto.

―Sera mejor volver por ellas y buscar junto con Gothitelle.

Mientras se dirigía a su recamara una pequeña sombra salió de uno de los cuartos dando pequeños saltitos. Caitlin se asombró al ver al pequeño pokémon pues nadie de los de ahí tenía ese tipo.

―¿Sera de algún retador? ―corrió detrás del pequeño Buneary.

Buneary daba pequeños brincos y bailaba, enrollando y estirando sus orejas alternándolas. Caitlin estaba fascinada con su baile y lo seguía sin decir nada. Caminaron por todo el recinto y terminaron en el jardín de flores.

―Ven pequeño tenemos que buscar a tu entrenador.

El pokémon la miró, inclinó su cabeza, puso una de sus patitas en su boca y comió una baya. La escena era tan tierna que Caitlin se embobo.

*Buneary* Salió humo en el momento en que gritó el pokémon.

Caitlin se giró para respirar y tosió un poco.

―Se nos hace tarde señorita.

«Esa voz.» Caitlin se giró rápido para ver que en el lugar donde estaba el conejo ahora había una silueta alta y de humano.

―Darach. ―dijo con asombro.

El mayordomo se acercó y le cargo entre sus brazos.
―Sujétese con fuerza por favor.

Darach sacó una pokéball y Darkrai apareció. Su siniestra presencia altero el ambiente, la oscuridad se apodero del lugar, el recinto de la E4 desapareció quedando solo una luna grande detrás del pokémon que la miraba fijamente con su ojo azul. Caitlin estaba sucumbiendo. El pokémon traspasó el piso y junto con él se llevó a Darach y Caitlin.

Caitlin volvía en sí después de haber sido hipnotizada por Darkrai. Se aferró a Darach al percatarse de que estaban rodeados de oscuridad.

―¿En dónde estamos? ―dijo nerviosa.

―No se asuste señorita, por ahora no le puedo decir. No obstante se no hace tarde.

―Tarde para llegar a dónde. ―francamente no comprendía.

―Usted dígame, ¿qué es lo que desea? ―a través de sus lentes logró proyectar una mirada profunda.

Caitlin giró su cabeza para evitar contacto visual, un leve rubor rosado apareció en sus mejillas. Su atención se centro al preguntarse si de verdad estaban cayendo o simplemente caminaban bajo la oscuridad. Y lo peor, no podía entender el juego de palabras. Deseaba tanto poder leer su mente pero esa oscuridad se lo impedía.

―Ya estamos llegando. ―dijo Darach.

Caitlin salió de sus pensamientos y buscó por todos lados para saber a qué se refería. Una tenue luz se extendía desde abajo y vio con claridad que era el suelo.

―Hasta aquí llego. ―dijo Darach mientras le sonreía.

―¿Por qué dices eso? ―Caitlin seguía sin comprender.

―Este camino lo tendrá que hacer usted sola. Acaso ya olvido lo que me dijo cuando se unió a la E4: ʹDeseo ver el mundo por mi mismaʹ.

*Buneary* se escucho el grito del pokémon y en lugar de Darach estaba él.

Sin nadie que la cargara, Caitlin cayó en caída libre directamente al suelo.

*Bam*

―Por lo menos debió espera. ―la joven se levantó adolorida.

Miró hacia arriba tratando de adivinar de cuantos metros había caído, imposible saber pues solo había una inmensa oscuridad… Pero en el fondo había luz ¿cómo era posible? Miró a su alrededor y notó lo grande que era el cuarto. Iluminado por candelabros de pared y algunos Lampent bailaban alrededor de ellos, las ventanas no estaba empotradas en la pared sino que flotaban, y el piso de cuadros blancos y negros como un tablero de ajedrez.

―Eso me recuerda algo. ―brincó caminado solo por los cuadros blancos y se detuvo cuando pensó a dónde ir― Es un lugar extraño y solitario…

*Buneary* El pequeño conejo estaba delante de ella dando saltitos y bailando, alternando las orejas para estirarlas. Caitlin lo miró y recordó que él era Darach.

―¡Necesito que me digas a dónde tengo que ir! ―corrió detrás del pokémon siguiendo el juego de solo caminar por los cuadros blancos.

Lo persiguió por ese enorme cuarto que parecía no tener fin. En el trayecto notó que las ventanas mostraban la enorme luna brillante y como pensó hace rato; si sacaba su mano por una de ellas podía tocarla.

*Buneary* volvió a repetir el pokémon cuando llego a su destino.

Caitlin miró detenidamente lo que estaba frente a ella; una plataforma se alzaba cargando una enorme roca lunar. Quedó fascinada ante su resplandor.

*Cleffa* *Clefairy* *Clefable* *Cleffa* *Clefairy* *Clefable*

Los pokémon hada aparecieron bailando alrededor de la roca lunar dando pequeños saltitos. Caitlin y Buneary fueron arrastrados por algunos de ellos. Los dos siguieron el baile…, después de tanto bailar y saltar los pokémon hadas movieron sus manos.

―¿Metrónomo? ―Caitlin miro el balanceo que hacían los pokémon al mover sus manos.

*Cleffa* *Clefairy* *Clefable* Gritaron al momento en que sus manos brillaron.

*Bom* Igual que antes volvió a salir humo, en medio de la nube decidió quedarse quieta y esperar a que se disipara. Sabía que después de eso un humano aparecía y podía preguntarle sobre ese extraño lugar. El humo se disipó y Caitlin buscó frenéticamente a alguien, nada.

―¿Acaso no funciono? ―estaba desilusionada― Ya me canse de este juego, quiero volver.

Decidió caminar para tratar de dar con la salida brincando por los cuadros blanco, pero grande fue su sorpresa al notar que los cuadros del piso ocupaban metros. Miró a su alrededor y la plataforma que cargaba la roca lunar...

―¡Es enorme! ―dijo llevándose una mano a la boca.

Ahora que se daba cuenta, todo a su alrededor era inmenso, las lámparas eran gigantes, las ventanas descomunalmente grandes y… los pokémon hada eran pequeñitos, igual que ella. Dando pequeños saltitos entraron por una puerta roja al pie de la plataforma.

―Entonces fue reducción. ―chocó sus manos ante su deducción.

El pequeño Buneary cerca de la puerta le hacía señas para que lo siguiera, como siempre, sin decir nada corrió a su encuentro.

La puerta roja estaba frente a ella, apretó sus labios cerro sus ojos y la empujó. Escuchó el rechinido de la puerta abriéndose; la suave brisa que atravesó el portal acaricio su rostro e invadió sus pulmones, respiró profundo. Abrió sus ojos y un nuevo mundo se abrió ante ella.

―Es un hermoso lugar. ―Sus ojos turquesa mostraban su asombro y fascinación.

Y como una niña, corrió con los brazos estirados a través de grandes plantas que jamás había visto en ese vasto campo de flores. Las flores volaban al momento en que ella pasaba. Algunos pokémon salieron huyendo asustados, pero no le importo, pues estaba feliz con lo que veía. Al final de tanto correr se dejó caer exhausta en el campo de flores. Podía ver el cielo que era del color del arcoíris, las nubes parecían algodón de azúcar, el sol era como una gran sonrisa en el cielo, tan brillante como siempre. Y finalmente… ¿la luna? Bueno no era raro encontrarse con la luna en el día; le seguía intrigando lo grande que se veía, era el doble de grande que el sol pero ya no tan grande como la vio a través de las ventanas.

―Es realmente hermoso. ―Caitlin suspiró deseando que los demás estuvieran ahí.

―¿Realmente es hermoso o simplemente desastroso?

Caitlin volteó a ver para saber quién era el que hablaba, pero no encontró a nadie, solo había un pokémon gusano sobre un árbol que no le despegaba la mirada.

―Estoy escuchando voces. ―se tocó la cabeza creyendo que sus poderes la habían vuelto loca.

―¿Lo crees o lo dudas?

Otra vez volvió a buscar con la mirada. Sus hermosos ojos turquesa se abrieron al percatarse de quien había hablado.

―¡¿Un Caterpie que habla?!

El pokémon gusano solo se limito a sonreír.

Continuará…

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El primer capítulo de esta loca aventura ya vio la luz.

En fin, un saludo a todos y sean libres de dejarme su opinión. Nos vemos en el próximo capítulo.