Yukie.- Bien este es mi primer Fic en el fandom de Harry Potter y a decir verdad estoy muy nerviosa y emocionada por igual, así que les pido sean indulgentes conmigo.
Kuroi.- a ver qué tal te va, después de todo, esta idea tiene rondándote como dos meses.
Yukie.- lo sé, en fin, quiero dedicarle este primer capítulo a mi gran amiga Alice Ero Neko por su cumpleaños y porque fue la primera que me animó a escribir el fic en cuanto le plantee la idea loca que estaba pasando por mi mente.
Kuroi.- Es la culpable de que estuvieras escribiendo disimuladamente en horas de trabajo xD
Yukie.- En fin lo prometido es deuda y pues por lo mismo aquí está el prólogo de esta rara historia, puede que tenga algunos errores ya que lo estoy subiendo sin que este revisado por mi beta.
Kuroi.- Sabes que apenas Hibari se entere que subiste un Drarry sin habérselo dado a betear te va a hacer sufrir ¿verdad? Y más cuando lleva pidiéndote que escribas uno desde hace meses
Yukie.- No me lo recuerdes –tiembla- ¡Alice! ¡Si muero es tu culpa!...cof…cof,
Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, de hacerlo ya le habría jodido la infancia a medio mundo, son propiedad de la gran JK Rowling quien dio vida al mundo mágico del cual me enamoré
Advertencias: para este capítulo usaré algunas escenas del libro Harry Potter y la piedra filosofal, serán importantes para la trama –inserte guiño de la autora-. También he de advertir que este es un fic Slash DracoXHarry y ScorpiusXAlbus así que si no te gusta no leas, sin más preámbulos a lo que vinieron ¡A leer!
Afectus Latentes
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Draco Lucius Malfoy no era un niño mago ordinario, él era el último heredero de dos grandes, nobles y ancestrales familias de magos sangrepura, los Malfoy y los Black, además del heredero de una de las cinco fortunas más grandes de Gran Bretaña, por lo que desde chico había sido adiestrado en ocultar sus emociones y mantener su porte aristocrático, fingiendo que nada a su alrededor era capaz de perturbarlo, por lo que aunque había esperado ese día con ansias, caminaba tranquilamente por el callejón diagon como si este le perteneciera, mirando al resto de la gente por encima del hombro, como si nadie mereciera una segunda mirada de su parte.
Aunque claro, esa era pura apariencia, ya que por dentro Draco estaba radiante e impaciente, este era el día que había esperado toda su vida, como era normal en un rico heredero sangrepura, esperaba con ansias el día en que por fin visitarían el callejón diagon para comprar su varita y poder realizar los hechizos que diariamente veía a sus padres utilizar y otros de los cuales había escuchado hablar.
Iba tan ensimismado en sus pensamientos que no se percató cuando su padre se separó de ellos hasta que llegaron frente a la tienda de Madame Malkin y su madre se agachó a su altura llamando su atención.
-Dragón, tu padre ha ido a comprar tus libros y a arreglar unos asuntos, ¿quieres que entre contigo mientras compras tus túnicas del colegio o te espero en ollivanders?
-No es necesario que me acompañes madre, ya no soy un niño, soy perfectamente capaz de comprar unas cuantas túnicas por mi cuenta –respondió con confianza.
Narcissa sonreía nostálgica, su hijo había crecido tan rápido, parecía que apenas era ayer cuando volaba con su pequeña escoba de juguete por los amplios jardines de la mansión, se puso de pie, por más nostalgia que le provocara seguía siendo Narcissa Malfoy por lo que debía mantener la compostura de tal manera que solo asintió dejando a su hijo en la tienda de túnicas mientras ella miraba las varitas.
Draco por su parte sonrió al ver a su madre alejarse y entró con confianza a la tienda de túnicas, no era la primera vez que la visitaba, pero si era la primera vez que entraría solo y pediría las túnicas que eran parte del uniforme del colegio Hogwarts de magia y hechicería.
-Joven Malfoy –saludó Madame Malkin sonriendo mientras guiaba al rubio a un taburete para medirlo-. ¿Hogwarts cierto? – Draco asintió haciendo que la sonrisa de la mujer se ampliara-. Como pasan los años –comentó mientras medía al chico y dictaba las medidas a su pluma a vuelapluma.
Draco miraba un poco aburrido como la cinta métrica tomaba sus medidas, acostumbrado ya a ese procedimiento cuando sintió un extraño pulso en su magia, como si algo lo llamara, era una sensación parecida a cuando sabía que algo que le pertenecía estaba en un lugar, sacudió la cabeza pensando que eso era absurdo y miró como Madame Malkin se dirigía a recibir a otro cliente dejándolo a él con una de sus ayudantes, a los pocos minutos la bruja regresó acompañada de otro chico y fue cuando todo lo demás dejó de tener importancia para Draco.
El normalmente nunca le dedicaría más de un segundo de sus pensamientos a un chico como el que venía detrás de madame Malkin, es decir, el chico era pequeño, aún más que el mismo, delgado, sus ropas evidentemente eran de segunda mano y no le quedaban muy bien, parecían mínimo cinco veces más grandes de lo que el chico debería usar, sin embargo le parecía lindo, quería saber más de él, su magia le llamaba, como si le perteneciera, y su voz….oh su voz, nunca había escuchado o pensado que la voz de alguien fuera tan bonita, él debía hablarle, fue por eso que al ver que lo ponían a su lado mientras lo medían no pudo evitar que las palabras salieran de su boca.
-Hola – Saludó-. ¿También Hogwarts?
-Si –le respondió el niño.
-Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas –pese a lo feliz que lo hacía que el chico le hablara, él era un Malfoy por lo que aparentó desinterés, sin embargo anhelaba extender la conversación por lo que siguió hablando-. Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera ¿tú tienes escoba propia? –tal vez si el chico tenía podrían jugar juntos en los jardines del castillo.
-No –dijo el chico notablemente incómodo.
-¿Juegas al menos al quidditch?
-No –respondió mostrándose algo confundido.
- Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo –Draco quería impresionarlo, además estaba confiado en sus habilidades en la escoba-. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar? – esperaba que el chico quisiera estar en Slytherin.
-No –contestó el muchacho bajando la mirada.
-Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?
El otro solo respondió con un ruidito, haciendo que Draco volteara a todos lados tratando de encontrar con que sacar conversación, quería que el chico a su lado platicara con él, paseó su mirada por todas partes hasta que se topó con la imagen de un hombre enorme que estaba parado fuera de la tienda con dos helados en la mano.
-¡Oye, mira a ese hombre! —dijo súbitamente señalando al hombre.
- Ese es Hagrid, trabaja en Hogwarts –el tono del moreno era de obvia alegría lo que hizo que algo dentro de Draco se removiera furioso.
-oh –respondió-. He oído hablar de él, es una especie de sirviente ¿no?
- Es el guardabosques –la voz del niño sonaba molesta lo que hizo que Draco bufara inconforme.
-Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.
-Yo creo que es estupendo –Dijo el otro con frialdad.
-¿Eso crees? –preguntó en tono burlón-. ¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres?
-Están muertos –respondió el chico cortante.
-Oh, lo siento –se disculpó queriéndose dar un golpe mental, las cosas no estaban saliendo como quería por lo que su voz no sonó muy arrepentida, trató de arreglar las cosas preguntando otra cosa-. Pero eran de nuestra clase, ¿no?
-Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres
-Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros ¿no te parece? –Draco pensó que si los padres del chico eran magos lo que estaba diciendo no lo molestaría-. No son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres. Algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron la carta, ya te imaginarás. Yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos. Y a propósito, ¿cuál es tu apellido?
Draco esperaba ansioso la respuesta pero Madame Malkin interrumpió informando que había terminado con el chico el cual se bajó del taburete rápidamente.
-Bien, te veré en Hogwarts, supongo –hizo un último intento de ser agradable pero el chico no le dedico una sola mirada mientras salía de la tienda.
Draco entrecerró la mirada al ver como el chico se iba feliz al lado del semigigante, la ira súbita que sintió lo sorprendió un poco, aunque esa sorpresa quedó en un segundo plano ante lo molesto que estaba, ese chico no se podía alejar así de él, le pertenecía, su magia lo reclamaba, entonces fue cuando lo sintió, su magia se acumulaba furiosa y exigía salir rápidamente teniendo como única meta el devolver a ese chico a su lado.
Madame Malkin se puso nerviosa al sentir un aumento en la magia en el rubio pero siendo una experta al tratar con magos, se apresuró a lanzar un hechizo protector en las túnicas de la tienda, fue entonces que sintió la explosión de magia y alcanzó a ver como su ayudante, quien hasta el momento se dedicaba a tomarle medidas al pequeño, dejaba de hacer lo que estaba haciendo, caía de rodillas a los pies de niño y lo miraba con una mueca que oscilaba entre el miedo y la adoración, antes de caer ella misma aturdida por la intensidad de la magia dispuesta a complacer en todo a su joven cliente.
Narcissa caminaba cerca de la tienda de túnicas cuando sintió el poderoso pulso mágico, su rostro perdió el poco color que poseía al reconocer la firma mágica de su único hijo, iba a levantar la varita para convocar un patronus y avisar a su marido pero una mano fuerte la asió del brazo.
- Lucius…Draco ha…
-Lo sé, debemos apresurarnos –interrumpió tirando de ella mientras caminaba apresuradamente hacia la tienda de túnicas a la cual ya se acercaban varios magos y brujas atraídos por el inusual despliegue de magia.
-Draco – El señor Malfoy llamó a su hijo una vez dentro de la tienda de Madame Malkin haciendo que este volteara a verlo con frialdad, no era a quien él quería ver.
-¡Lucius…Apresúrate! –Instó la señora Malfoy vigilando que nadie entrara a la tienda.
-Esto me desagrada más a mí que ti hijo –Lucius elevó su varita dejando inconsciente a su heredero con un hechizo no verbal liberando a madam Malkin y a su ayudante del trance en el que estaban sumergidas-. Madame, recogeremos las túnicas de mi hijo más tarde –dijo tomando al su hijo en brazos y salió de la tienda siendo seguido por su esposa.
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Por fin era el primero de septiembre por lo que Draco había arribado a la estación de King Cross acompañado de sus padres, se despidió de ellos abrazándolos de forma discreta antes de subir al tren, estaba ansioso por encontrar al chico de la tienda de túnicas, si antes de la charla con sus padres no podía esperar, después de esta sus ansias habían incrementado por lo que no le quedó duda de lo que tenía que hacer, debía encontrarlo una vez más y esta vez usaría todo lo que tenía a la mano para que este se quedara a su lado.
-Crabbe, Goyle –saludó a sus amigos de la infancia dispuesto a darles la orden de que le ayudaran-. Debemos encontrar a alguien.
Ambos chicos acostumbrados al tono de su amigo se pararon frente a él, como si de soldados se trataran haciendo que este sonriera complacido, iba a empezar a describir al chico de la tienda de túnicas cuando repentinamente sintió un peso extra en la espalda seguido de un chillido que lo aturdió por unos segundos.
- ¡Draqui, cariño! –una niña de cabello negro corto y ojos verde oscuro colgaba de la espalda del rubio sonriendo.
-Parkinson, uno pensaría que una sangrepura como tu sabría comportarse como una dama y no como un vulgar primate subiéndose a la espalda de los demás –dijo en tono desdeñoso.
Cualquiera que hubiera escuchado a Draco pensaría que la chica se bajaría indignada, pero esta, acostumbrada a los ácidos comentarios de su amigo, solo rodó los ojos en un gesto divertido antes de soltar al chico y después alisarse con elegancia la túnica.
- Hoy estás de un humor particularmente encantador, Draco cariño –El sarcasmo era notorio en su voz pese a eso la sonrisa no abandonó su rostro-. Adivinen ¿Quién creen que dicen que está en el tren? –sonrió con altivez, como quien se sabe conocedor de información de importancia e interés para los demás.
-Ilumínanos Pansy ¿Quién? –bufó el rubio con fastidio al ver la mirada altiva de su amiga.
- Harry Potter –respondió simplemente deleitándose en la reacción que tendría el rubio ante ese nombre.
Draco como todo niño en el mundo mágico, creció escuchando historias de Harry Potter, el famoso niño que vivió, aquel que venció al señor tenebroso. Su padre le contaba de él diciendo que probablemente Potter tendría poderes oscuros que le harían un Lord tenebroso aún más poderoso que el que no debe ser nombrado, ¿de qué manera habría podido detener al mago oscuro más poderoso de los últimos cincuenta años siendo apenas un bebé si no fuera así? Por lo mismo desde que tenía memoria Draco soñaba con la idea de ser amigo de Harry Potter y ser la mano derecha del próximo lord oscuro, claro que no le había dedicado ni un solo pensamiento a Potter después de ver al niño de la tienda de túnicas, sin embargo ahora que escuchaba hablar a Pansy de Él, sus antiguos deseos volvían a su mente.
-¿En qué vagón dices que está? –preguntó fingiendo desinterés haciendo que la sonrisa de Pansy aumentara.
- Escuché decir a uno de los mayores decir que está en uno de los últimos vagones del tren
-Crabbe, Goyle –dijo solamente antes de encaminarse hacia donde le indicó la chica haciendo que esta soltara una carcajada divertida.
Draco ignoró la risa de su amiga y se dedicó a escuchar los murmullos que se acrecentaban a medida que se acercaba a los últimos vagones, debía estar cerca del compartimiento donde estaba Harry Potter, cuando llegó al penúltimo vagón vio como varios chicos señalaban uno de los compartimientos al momento que sintió de nuevo un tirón en su magia, parecido al que sintió en la tienda de túnicas, movido por el interés de ver a Harry Potter y con la esperanza de que quizá el niño de la tienda de túnicas estuviera ahí también se acercó al compartimiento y abrió la puerta sorprendiéndose al ver que aparentemente el niño de la tienda de túnicas y Harry Potter eran la misma persona.
- ¿Es verdad? –preguntó, debía asegurarse-. Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no? –miró de reojo al pelirrojo que acompañaba a Potter identificándolo como un Weasley y sintiéndolo inmediatamente como una amenaza a sus planes.
- Sí –respondió Harry mirando fijamente a Crabbe y Goyle.
- Oh, éste es Crabbe y éste Goyle –Draco presentó a sus amigos al darse cuenta de que Harry los miraba-. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy
El pelirrojo dejó escapar una débil tos, que podía estar ocultando una risita. Draco lo miró.
-Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? –Siseó con enojo-. No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.
Se volvió hacia Harry, era él quien le interesaba.
-Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó.
- Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias –dijo Harry con frialdad.
Draco no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas.
-Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter –dijo con calma, aunque se sentía humillado-. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
Harry y Weasley se levantaron al mismo tiempo. El rostro del segundo estaba tan rojo como su pelo.
-Repite eso –dijo.
-Oh, van a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló, aunque comenzaba a sentir una molesta opresión en el pecho.
—Si no se van ahora mismo... —dijo Harry desafiante.
—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? –Y era verdad, él no quería alejarse de Potter-. Nos hemos comido todo lo que llevábamos y ustedes parece que todavía tienen algo.
Goyle se inclinó para coger una rana de chocolate del lado de Weasley. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible. Una rata, colgaba del dedo de Goyle, con los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos. Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor, hasta que, finalmente, esta salió volando y chocó contra la ventanilla.
-Vámonos –gruñó Malfoy no soportando la presión que el rechazo de Harry había puesto sobre él, desapareciendo seguido de sus amigos.
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La selección y su primera cena en Hogwarts había terminado por lo que se encaminaba con el resto de los alumnos de primer año hacia su sala común ubicada en las mazmorras, sonrió complacido al ver que la sala común de Slytherin y su habitación la cual solo compartiría con una persona, eran tan elegantes como su padre se las había descrito, aunque su alegría se vio opacada al recordar la última charla que tuvo con su este y lo que había pasado por la tarde en el tren. Mordió su labio al sentir como de nuevo su magia y sus emociones se descontrolaban haciendo que las luces de la habitación parpadearan. Tomó aire tratando de tranquilizarse y su mirada se volvió decidida, salió de la habitación cuidando que nadie lo viera y se encaminó fuera de la sala común hacia donde su padrino le indicó que estaba su despacho, necesitaba una solución y sabía que el único que podría ayudarlo era su padrino y jefe de casa: Severus Snape.
-Debes Ayudarme padrino –Dijo en cuanto estuvo dentro del despacho del Jefe de la casa Slytherin-. No quiero sentirme así y menos por culpa de "ese" –la voz del rubio reflejaba decepción e ira.
Severus quien estaba al tanto de la situación de su ahijado y ahora alumno lo miró fijamente. Lo que el rubio le pedía no iba a ser sencillo.
-Honestamente Draco, de todos los magos de primer año ¿Tenía que ser Potter? –escupió el apellido del moreno con desprecio.
-No es algo que yo eligiera ¿Cómo iba a escoger a alguien tan idiota? –gruñó en un claro berrinche aunque en su rostro se mostraba cierto conflicto.
Severus solo apretó los labios y se sobó la sien en un afán de calmarse.
-Vuelve a mi despacho el jueves, para entonces tendré una solución, mientras tanto mantente alejado de Potter el mayor tiempo posible.
Jueves por la tarde…
-Obliviate amorem –apenas se escucharon las palabras del hechizo que lanzó el oscuro profesor de pociones antes de que este bajara la varita y se acercara a su ahijado-. Toma esto –ordenó extendiendo hacia el rubio un vial con una poción color azul.
-¿Para qué es padrino? –Draco preguntó algo confundido como si no supiera que estaba haciendo ahí exactamente.
-Tuviste un descontrol en tu magia –mintió con facilidad, no por nada había sido espía para Dumbledore engañando al mago oscuro más poderoso del último siglo-. Esta poción te ayudará a mantener el control, es necesario que tomes un vial cada tres meses
Sus labios se apretaron, no era la solución permanente que él estaba buscando pero era mejor que nada tomando en cuenta la condición de Draco.
-Escúchame con atención Draco, debes tomar la poción, es de vital importancia que no la olvides, de lo contrario –miró fija y seriamente a su ahijado, debía transmitirle lo importante que era tomar la poción-. Puedes perder el control sobre ti y tu magia lo cual puede ser catastrófico, al inicio yo te proveeré de poción, una vez que aumentes tu nivel y destreza en pociones yo te enseñaré a prepararla ¿quedó claro?
-Si padrino
Fue con esas palabras que Draco sellaría su decisión y sin saberlo su destino y el destino del que sería llamado el salvador del mundo mágico.
Notas Finales
Yukie.- Bueno este es el prólogo de la historia, espero que sea de su agrado y ya saben que pueden dejar un review diciendo si les gustó el capitulo o lo que opinaron de el, Alice, espero que te guste este primer capitulo y Hibari, si llegas a leer esto...¡no me mates!
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