¡Buenas a todos!

Este es mi primer facfiction de Life is Strange. No es imprescindible haber jugado al videojuego para leer y entender la historia, ya que ésta es un reboot completo, pero sí muy recomendable para ampliar y enriquecer el universo. La historia contiene temática Amberfield, Pricefield, y varios x-field más.

A pesar de ser mi primer fanfic, me he asegurado de que tiene una calidad suficiente para poder ser publicado y disfrutado por todo el mundo. ¡Espero que os guste y os enganche!

Advertencias: historia +18. Contiene violencia, drogas y esporádicas escenas sexuales.

Localismos: esta historia NO está escrita en español neutro. Los protagonistas de Life is Strange, y por lo tanto de mi historia, son adolescentes, y hablan como tal. Encontraréis numerosos localismos adaptados que sólo entenderán los lectores españoles ("la hostia", "flipar en colores", "mola", etc.).


La idea de dejarme caer por aquella fiesta pija no me seducía nada de nada. En mi corta vida de adolescente jamás me había sentido atraída por aquellos eventos donde la supuesta élite estudiantil se coloca con todo tipo de sustancias y las chicas aprovechan para zorrear con el primero que pasa por allí luciendo modelitos caros. Pero no me quedaba más remedio: mi amiga Kate me mandó un mensaje al móvil que sonaba ciertamente inquietante:

"Max, estoy en la fiesta del Club Vortex. Esto no va bien, tengo un mal presentimiento y me empiezo a marear. Me cuesta teclear. Bss"

Pobre Kate. En comparación suya, yo soy el alma de las fiestas. Me pregunté qué narices pintaba mi nueva amiga y compañera de clase modélica, modosita y buena cristiana, en un sitio como aquel… era como meter una oveja en la jaula de los leones. Ni idea de quién habría convencido a Kate para estar allí, pero apuesto a que al catar la primera copa de vino se empezaría a marear debido a la falta de costumbre, fliparía en colores, y entonces me habría mandado ese mensaje tan alarmista. La verdad, no creo que ocurra nada realmente preocupante… pero me tenía que asegurar. Para qué están las amigas si no es para rescatarte de situaciones donde corres el riesgo de que veinte tíos colocados te hagan un traje de babas y te violen con la mirada… de todas formas, tampoco tenía ningún plan mejor para este sábado noche. Allá vamos, Supermax.

Abandoné mi habitación de la residencia de estudiantes y me puse en movimiento hacia la fiesta. Apenas había un breve paseo hasta allí, ya que se celebraba en el mismo recinto de la academia, concretamente en la piscina donde entrena el equipo de natación. Bienvenidos a la academia Blackwell: un lugar que presume ser el centro educativo más prestigioso de Arcadia Bay, Oregón; y cuyo director, sin embargo, consiente esta clase de depravaciones. El curso escolar empezó hace apenas unas semanas y todavía estoy en proceso de acostumbrarme a la vida dentro del campus, pero una de las primeras cosas que se aprenden al llegar aquí es que hay ciertas personas muy poderosas que tienen pleno control de todas las instituciones de la ciudad, incluyendo, por supuesto, nuestra academia. Si a eso le añades que el hijo de una de esas personas tan influyentes es alumno honorífico y organiza todo este tinglado del elitista Club Vortex y sus fiestas, pues atas cabos. Podría hablar largo y tendido sobre la academia Blackwell y su fauna, pero prefiero dejarlo para otro momento. Además, me encontraba ya en el patio central, junto a la entrada que da a la piscina, y lo único que quería era encontrarme con Kate, quedarme tranquila cuanto antes y volver a casa.

Ya desde antes siquiera de abrir la puerta de acceso, torcí el morro: se colaba por fuera una estruendosa música electrónica que no va para nada conmigo, aunque ya me imagino que es lo habitual en una fiesta de este tipo. Sería increíble que algún día en algún evento de por aquí me pusieran algo de Coldplay o Artic Monkeys, pero de momento creo que puedo seguir soñando. Respiré hondo antes de adentrarme.

—Ostras… —me dije para mí misma a la vez que miraba desubicada en todas direcciones— Así que así son las fiestas del Club Vortex…

Durante los primeros pasos me sentí como una completa extraterrestre: todo el local se encontraba a oscuras, salvo por aquellas parpadeantes luces que te dejan ciega; un volumen atronador que no te permitía hablar si no es a gritos, y gente bailando al ritmo de la música, tanto dentro como fuera de la piscina. Me sorprendí de la cantidad de alumnos que se habían apuntado a la fiesta: se encontraban incluso varios compañeros míos de clase de fotografía a los que no esperaba ver en un sitio como aquel ni en broma, como el introvertido Daniel, o Alyssa, la rata de biblioteca de la clase. Incluso estaba por ahí Brooke, una de las cerebritos de la academia… jamás me la habría imaginado divirtiéndose de otra forma que no fuese un haciendo un experimento científico o volando su famoso dron por el campus. A mi paso, varias personas se pararon para fijarse en mí y dedicarme unas miradas de extrañeza de lo más variopintas. Supongo que ver entrar a una chica sin maquillar, en deportivas, vaqueros y una sudadera gris de andar por casa no era a lo que más estaban acostumbrados los habituales de este tipo de eventos. Que os den a todos, como si me importara una mierda lo que penséis de mis pintas. Seguí avanzando, buscando a Kate con la mirada en todas direcciones, pero no la encontraba. Atravesé todo el local de punta a punta, empezando por el ropero y pasando por el borde de la piscina, hasta llegar a lo que me imaginaba que sería una especie de zona VIP delimitada por unas cortinas cutres. No parecía estar nadie vigilando la entrada en aquel momento y ya no me quedaba ningún otro sitio por mirar, con lo cual aparté sin demasiado disimulo una de las cortinas y me colé dentro.

Vaya con el Club Vortex… así que contaban incluso con una zona VIP para sus celebraciones. Me pregunté si las actividades del club incluían alguna otra actividad que no fuera organizar fiestas en las que sus miembros se colocan como si no hubiera un mañana. Me suena haber oído que se fundaron en la época de Ronald Reagan como un grupo social reivindicativo, pero que degeneró hasta convertirse en lo que es hoy. El caso es que parece ser que la única forma de convertirse en uno de los alumnos populares de Blackwell pasa por unirse al susodicho club. Conmigo, desde luego, que no cuenten.

El ambiente en la sala VIP tenía un toque diferente: sonaba música Chill Out y la gente estaba mucho más desfasada. Allí se encontraba el núcleo duro del club: la reina del pijerío Victoria, sus amigas —que más bien parecen sus secuaces— y varios miembros de los Bigfoots: el equipo de fútbol americano de la academia. Vi varias parejitas liándose, algunos parecían estar en un estado de nirvana en el cual ni siquiera se percataban de mi presencia, mientras que otros tantos bailaban pero a un ritmo mucho más pausado que afuera. Por un momento pensé que podría haber estado bien que sacara del bolso mi inseparable cámara instantánea y echar alguna inquietante fotografía, pero enseguida deseché la idea. A pesar de mi casi obsesión por fotografiarlo todo allá adónde voy, creo que esta noche haré una excepción: prefiero no inmortalizar lo que vea hoy aquí y no enturbiar de más la imagen que tengo de mis compañeros.

Ladeé la cabeza en todas direcciones. Kate tampoco parecía encontrarse allí. De repente, una voz que me era familiar interrumpió mi búsqueda.

—¡Hey, Max! ¿Cómo tú por aquí?

Rechiné los dientes. Mierda.

—Hola, Logan. Esto… ¿no habrás visto a Kate por aquí, verdad?

—Yo te cuento lo que quieras si meneas ese culito para mí, ¡guapa!

Me daban ganas de potar. Logan es el típico corpulento abusón con el que todo centro educativo americano cuenta. Además de dejar preñada a su ex y abandonarla, ahora va por la vida tratando de tirarse a todo lo que tenga ojos y se mueva. La flor y nata de la academia, vamos. A lo mejor logra engañar a alguna que se deje impresionar por el hecho de jugar en el equipo de fútbol, pero yo no soy ese tipo de chica. Además, no me parece especialmente guapo de cara ni me van las pintas pijas con las que había venido hoy a la fiesta.

—Para el carro, Logan. Necesito encontrar a Kate, es importante.

—¿Por qué nunca hablas conmigo, Max? ¡Si eres una tía cañón! Venga, vamos a bailar un rato… —sus manos se dirigían peligrosamente hacia mis caderas. Le paré en seco.

Una tía cañón, dice. Yo al menos me considero una chica de lo más normal y no me gusta ser el centro de atención. No soy alta, visto siempre de forma casual, llevo una discreta media melena y no adorno mi pelo castaño con ningún tinte raro. Nunca he sido una persona especialmente preocupada por el físico, pero evidentemente contarle todo esto a Logan ni me apetece, ni lo iba a entender. Él va a lo que va.

—Logan, estás borracho. Y no hablo contigo porque eres un cabrón. Abandonaste a Dana cuando más te necesitaba, y ahora estás intentando ligar conmigo. Espero que estés orgulloso de ti mismo.

—Vaya, vaya… ¡Así que la chica hípster se me pone chulita! Me ponen las tías como tú. Nos lo vamos a pasar muy bien esta noche, Max…

Según hablábamos, trataba de arrinconarme contra una pared. Tenía los ojos inyectados en sangre y la mirada perdida. Me estaba empezando a dar miedo.

—Tengo que irme —desvié la mirada buscando una salida—. Adiós, Logan.

—Tú no vas a ninguna parte —apoyó las manos contra la pared impidiéndome escapar—. A mí esta noche me apetece Max, y nada me va a hacer cambiar de opinión.

No tenía margen de movimiento. Antes de que pudiera impedirlo, los robustos brazos de Logan me inmovilizaron y empezó a tocarme, sin avisar y sin anestesia, directamente en mi entrepierna.

—¡No! —proferí un grito ahogado, pero nadie podía oírme. Mientras frotaba enérgicamente sus asquerosos dedos contra mis partes íntimas, Logan me tapaba la boca con su mano libre y clavaba su mirada de pervertido en mí. No podía hacer nada, estaba completamente a su merced. Por favor, que alguien me ayude.

Me encontraba a punto de llorar de impotencia cuando ocurrió el fenómeno más extraño que había visto en mi vida: de repente, el tiempo paró. Así sin más: como si todos los relojes a la vez hubieran decidido pegar un repentino frenazo, para luego meter marcha atrás y retroceder las agujas. Presencié como todas las acciones recién acontecidas se deshacían una a una a gran velocidad. La mano de Logan salió de mi entrepierna, dejó de aprisionarme, y se volvió caminando hacia atrás hasta la posición donde se encontraba antes de que me abordara. Cuando ya me encontraba a salvo, el flujo del tiempo volvió a la normalidad. Logan se encontraba a su bola como si yo nunca hubiera estado allí.

—Pero… ¿qué coño acaba de pasar? ¿Acabo de… rebobinar el tiempo?

Apoyada en la pared donde Logan acababa de abusar de mí, trataba de recuperar el aliento mientras buscaba una explicación razonable a lo que acababa de suceder. No tenía ninguna lógica: no estoy soñando ni estoy colocada como la gente a mi alrededor. ¿Qué te ocurre, Max? ¿Te acabas de volver completamente loca?

—¡Hey, Max! ¿Cómo tú por aquí?

Misma frase. Mismo personaje. Interrumpiendo mis pensamientos, Logan de nuevo se había percatado de mi presencia, provocando que se repitiera exactamente la misma escena de hace un momento. Mierda, tío, dame un respiro…

—Maldito cabrón… ¡pagarás por esto! —no soy una persona que imponga mucho físicamente y mi voz es más bien suave, pero estaba fuera de mí y traté de sonar lo más amenazante que pude— ¡Te voy a cortar la polla en rodajas, abusón hijo de puta!

Durante una fracción de segundo Logan parecía confundido por mis repentinas palabras, pero enseguida le cambió el gesto, tornándose violento.

—¿A quién llamas hijo de puta, zorra? —me agarró por el cuello y me aprisionó de nuevo contra la misma pared de antes— Ven aquí, nos vamos a divertir un rato tú y yo…

No. Otra vez, no. Ni de coña. Deseando escapar de allí, cerré los ojos y me concentré todo lo que pude. Para mi sorpresa y mi alivio, volvió a ocurrir exactamente lo mismo: el tiempo empezó a correr marcha atrás y todas las acciones recién acontecidas se deshicieron una por una como si estuviera rebobinando una vieja cinta de vídeo: Logan soltó su mano de mi cuello y volvió marcha atrás hacia su posición original.

—¿Soy… maga? —me miré las manos, incrédula— ¿Qué está ocurriendo?

Todo sucedía a velocidad de vértigo y no me daba tiempo a procesarlo, pero si hay una cosa clara es que tenía que salir de este bucle ahora mismo. Ya reflexionarás más adelante sobre todo lo que acababa de ocurrir, Max: ahora lo importante es escapar de aquí a toda velocidad. Lamentablemente, nada más comenzar mi intento de huida me di cuenta de que desde mi posición era imposible escapar sin que el desgraciado acosador me echara el ojo encima: Logan, por tercera vez, me increpó. Tío, puta vida… en serio.

—¡Hey, Max! ¿Cómo tú por a…?

—Hola, Logan —no le dejé acabar la frase. Estaba muy quemada. Y muy cabreada. Mis ojos brillaban de puro odio, y tenía que hacer algo ya—. ¿Qué haces esta noche, guapo?

—¡Guau! ¡no me puedo creer que me esté hablando Max, la tía buenorra de fotografía que siempre va a su bola! ¿Te apetece un baile, guapetona?

—Yo había pensado en algo más… íntimo. ¿No sabrás de algún sitio donde tú y yo pudiéramos… ya sabes, hablar más tranquilos?

—¡Me encanta tu estilo, Max! Justo detrás de esa puerta hay una habitación donde podemos estar tú y yo muy pero que muy a gusto… ya lo verás.

—Llévame ahí, hombretón… —le guiñé el ojo. Seguramente el malnacido pensaría que el fuego de mi mirada destilaba pasión. Me sorprendí a mí misma haciendo ese papel de chica ligerita con tanta soltura, pero dudo mucho que eso sea el acontecimiento más sorprendente del día de hoy. Después de lo que acabo de pasar, podrían salir dos lunas en el cielo, que a mí me daría igual.

Cogidos de la mano, Logan me llevó hacía la habitación que acababa de señalar. ¿Cuál es el plan ahora, Max? Piensa: no tienes fuerza física como para reducir a Logan. Traza un plan ya para librarte de él o estarás condenada a repetir el mismo bucle infinito durante toda la eternidad. Por suerte, cuando cruzamos el umbral de la puerta, la bombilla se me iluminó. ¡Creo que lo tengo! Sólo espero que mi recién adquirido poder para rebobinar el tiempo siga intacto… o estaría bien jodida.

La habitación parecía una especie de despacho, con su típica moqueta, sofá, escritorio y vitrina. Nunca había estado aquí dentro, pero la impresión que me dio es que destilaba el mismo estilo adinerado y pijo que el resto de la fiesta.

—Bueno, pues ya estamos aquí, tú y yo solitos… ¿Quieres que apague la luz, o…?

—No hace falta —respondí—. Quiero que veas bien todo lo que va a suceder en esta habitación.

Logan puso una cara de bobo que me daban ganas de reventarle la cara a patadas.

—Eres increíble, Max. Ven aquí, que te tengo ganas desde que empezó el curso…

Sin dejarme reaccionar, el abusón de pacotilla se me abalanzó, dándome un morreo mientras sobaba descaradamente mis tetas con sendas manos. Aguanta un poco más, Max. La función acaba de empezar.

Apenas pasó un minuto cuando el capullo me levantó la camiseta y torpemente me desabrochó el sujetador, dejándome desnuda de cintura para arriba, para continuar con su manoseo. Más te vale disfrutarlo, cabrón, porque será lo último que hagas.

—Cómo me pones, Max…

Para mi sorpresa, entre sobeteo y sobeteo, se me escapó un gemido. ¿Qué te pasa, Max? ¿No estarás disfrutando del lascivo manoseo de este personaje? Reconozco que a pesar de su torpeza, en cierto modo era agradable: Logan tiene unos fornidos brazos de jugador de fútbol americano y unas manos grandes y masculinas. Tras un rato, pasó de usar sus manos a usar su boca, y sentí como su lengua recorría de arriba a abajo mis pechos, todo ello mientras sus manos empezaban a juguetear por la zona de mi entrepierna. El cabrón casi logra que me distraiga del plan. Mis pezones se endurecieron y reconozco que no podía decir que estuviera del todo seca por ahí abajo. ¿Me habría metido demasiado en el papel de zorra facilona? Durante unos minutos me dejé llevar, pero por suerte, cuando noté que estaba empezando a gemir y a contornearme más de la cuenta, recobré la cordura y le planté la mano sobre su pecho en señal de que parase.

—Quiero que te tumbes ahora en ese sofá.

—A sus órdenes, señorita…

Espabila, Max. Tienes dieciocho años, todavía no has tenido relaciones sexuales más allá de los jugueteos, y está más que claro que esta es la situación más turbia imaginable para empezar a tener. No sé qué coño hago siquiera planteándomelo, pero ese hijo de mala madre ha conseguido nublarme momentáneamente la mente. Más me vale centrarme: incluso aunque sea capaz de rebobinar mis acciones, dudo mucho que pueda hacerlo con mis recuerdos.

Con su ya habitual torpeza provocada por a saber qué sustancia, Logan se quitó los pantalones sin preguntarme si me gustaría verle en ropa interior y se tumbó en el sofá.

—¿A qué esperas, nena? Vamos, enséñame ese chochito… Seguro que tú lo utilizas mejor que tu amiga…

Saltaron todas las alarmas de mi cuerpo.

—¿Qué amiga? ¿No te estarás refiriendo a Kate?

—Sí, esa. Con lo rancia que parece y lo que le va la marcha en cuanto se le ayuda con una pequeña dosis…

—¿¡Te has tirado a Kate!? ¿Dónde está ella ahora? —creo que me iba a romper los dientes como los apretará más.

—Y no he sido el único… No veas como le gustan las pollas a esa zorrita.

Apreté mi puño tembloroso hasta hacerme daño con mis propias uñas.

—Dime ahora mismo dónde está.

—Yo qué sé. La última vez que la vi estaba con Nathan. Bueno, ¿vamos a follar o qué?

Nathan. Tenía que ser justo el desequilibrado niño de papá que se cree dueño de la academia, que orquesta todo esta mierda de las fiestas del Club Vortex, y que por desgracia, es también mi compañero de clase. El testimonio de Logan ha sido totalmente demoledor, pero después de saber que puede que Kate esté con ese psicópata, no auguro nada bueno. He de acabar con esto cuanto antes.

—Claro que te voy a follar, nene. Espera que me saque el preservativo del bolso…

Se acabaron los preliminares: ahora viene el plato fuerte. Furiosa y nerviosa a partes iguales, en tetas y con la luz encendida mostrándole al capullo salido una imagen de mi cuerpo que muy pocos hombres han visto, hurgué dentro mi bolso. No llevo ningún condón, y lo sabía perfectamente: no era eso lo que estaba buscando. A la velocidad de la luz y rezando para que aquello funcionase, puse en marcha el plan que discurrí en apenas lo que duró el camino desde la zona VIP hasta la habitación: agarré un frasco de perfume de cristal que guardaba en el bolso y lo arrojé con todas mis fuerzas contra la cara de Logan. ¡Acerté! Con un sonoro "crash" que lo anunciaba, el frasco se reventó en su rostro haciéndose pedazos.

—¿¡Qué me has hecho, maldita zorra!? —dijo Logan entre gritos desgarrados. Restos de cristal se clavaron en sus mejillas y su frente provocándole varios cortes con su correspondiente hemorragia, y el perfume que contenía empapó toda su cabeza, irritándole los ojos. El muy desgraciado ahora se veía patético, retorciéndose en el sofá, gritando como una nena, sangrando y con las manos cubriéndose la cara.

Estaba bastante acojonada contemplando mis sádicas acciones, pero ahora no es el momento de paralizarse de miedo, Max: Le tienes. Más te vale hacerlo bien a la primera porque vete a saber si serás capaz de rebobinar. ¡Ahora o nunca!

Sin perder ni un segundo y sacando toda la fuerza que la adrenalina del momento me permitió, agarré el extintor de la sala que estaba colgado junto a la puerta, y empecé a golpear con él la cabeza de Logan hasta la saciedad, completamente fuera de mí mientras gritaba de pura rabia contenida y escuchaba el sonido del metal abollándose un poco más con cada golpe. Me veía como una maldita psicópata mientras lo hacía, y lo más preocupante es que una parte de mí disfrutó haciéndolo. El capullo semidesnudo no pudo defenderse en ningún momento ni tuvo margen de maniobra alguno. No conté el número de veces que le aticé, pero a los pocos golpes noté que se había dejado de mover. Estaba convencida de que le había matado. Entre jadeos, dejé caer el extintor con restos de sangre al suelo.

—Espero que te haya gustado mi forma de follarte, hijo de puta.

Bienvenida al mundo de las turbiedades, Max Caulfield. Qué puedo decir… hace tan sólo diez minutos me han intentado violar y he descubierto que puedo volver atrás en el tiempo. Dicho así, ser una asesina no parece para tanto. Asustada, traté de asimilar la situación mientras me volvía a poner el sujetador y la camiseta, pero mi capacidad analítica no pasaba por su mejor momento. Después de contemplar el desfigurado rostro inerte de Logan y estar a punto de vomitar, imploré que mi recién adquirido poder siguiera intacto. Allá voy: con tan sólo desearlo, y ayudándome con un gesto extendiendo la palma de la mano hacia el frente, rebobiné. El rostro de Logan se fue recomponiendo, volvió a tener puesta su camisa y sus pantalones —gracias a Dios— y se fue caminando hacia atrás de vuelta al local, dejándome a mí sola en la habitación.

Me derrumbé sobre el sofá y resoplé aliviada. Menos mal... no sé qué hubiera hecho si no hubiera funcionado, pero está claro que no quería convertirme en una homicida en busca y captura por la justicia el resto de mi vida. Mi plan, hilado rápido y mal, sorprendentemente salió a la perfección: había tenido mi venganza interior, Logan jamás lo sabría, y además desde esta sala podría huir sin problemas sin que me abordase. Sería mi pequeño secreto.

Todo mi cuerpo se estremecía. Entonces se confirma que poseo un poder sobrenatural. Me venían tantas preguntas a la cabeza… ¿por qué yo, y por qué ahora? ¿No es demasiada carga para tan sólo una joven estudiante? Me miré la palma mi temblorosa mano, asustada pero a la vez eufórica pensando en la cantidad de posibilidades que se me habían abierto a partir de ahora. Venga, Max… sé positiva. Piénsalo: ahora eres la puta ama. Puedes controlar el tiempo, el mundo está a tus pies. Me moría de ganas de experimentar y descubrir hasta dónde era capaz de llegar con mi nuevo superpoder, pero aún me quedaba tarea pendiente. La noche es joven, al igual que yo, y tenía por delante una importante misión que cumplir: rescatar a mi amiga Kate.