Advertencia: Naruto y sus personajes NO me pertenecen. Son obra exclusiva de Masashi Kishimoto.

Sasusaku.

Єη εl silεηсiσ dε lα ησcһε

Amaki Kimagawa

Prólogo

Sus temblorosas piernas la llevaban al mismo lugar. Intentaba posar sus pies en la hierba mojada con total seguridad, asegurándose a sí misma, que no había maldad en aquello. Por que el amor lo excusa todo ¿verdad? ¿O no es así?

Si algún miembro de Konoha la hubiese encontrado en ese mismo instante y rondando por aquellos parajes, no habría tenido razones ni coartadas válidas para explicar sus constantes huidas de noche y, ante todo, su anormal comportamiento.

Ella lo sentía con todo su corazón. Porque no tenía una excusa que justificara, lo que ha vista de todos, sería traición.

¿Y quién le explicaba a su corazón? Por más que se impusiera la tarea de no acudir, de olvidar; no podía. Lo había intentado sabiendo que jugaba con la vida de sus amigos, de su familia, de la aldea completa,… de Naruto. Más no pudo.

¿Cómo podría mirarle a los ojos y decirle que ya no podría verle? ¿Cómo haría aquello si sabía que con esa decisión se mataba ella misma?

Tenían solo horas, probablemente muy escasas. Y ella no podía faltar.

Miró hacia arriba y maldijo por lo bajo. Las nubes se habían apoderado del cielo nocturno y ya no contaría con la luminosidad que le proporcionaba la luna para guiarse por el sendero. Ahora solo podría confiarse a su instinto de Ninja. Pero los nervios y la ansiedad que la carcomían, le aminoraban, de una u otra manera, esa innata capacidad de supervivencia que había adquirido con el paso de los años. ¡Que ironía! Aquellos conocimientos que a tan temprana edad le enseñaron, para proteger a su aldea como un digno y valeroso shinobi; ahora los utilizaba para un motivo mucho menos honroso, pero por desgracia, aún más importante para ella.

Sakura no recordaba con claridad –o más bien no quería recordar- el momento y el lugar donde todo volvió a cambiar. Seguramente sus amigos le reprocharían y más de alguien se atrevería a tildarla, nuevamente, de débil. Pero ella sabía que no lo era. Ni sumisa, ni débil. Alguna vez lo fue, pero aquello era pasado. Nadie estaba en su lugar y, por lo tanto no podían saber lo que ambos sentían y todo lo que compartían. Probablemente si hubiese cometido la insensatez de contarle a una de sus amigas su situación la juzgarían y recriminarían. Por esa razón, y muchas otras, debía callar.

El mundo no era justo. O quizás ella era egoísta. ¿Alguna vez lo sabría?...

Relacionarse, de ese modo, con un traidor y ahora miembro de aquella vil organización, sería considerado casi… como un pecado.

Su pulso se agitó, intentó secar sus palmas sudorosas a los costados de su falda. Pero su respiración siguió marcando un ritmo desigual. Había llegado al lugar, pudo reconocer a la perfección los árboles circundantes y hasta la hierba silvestre le parecía familiar. No había nadie…

Tendría que esperar e intentar calmar su corazón desbocado que amenazaba, con cada latido, arrancar por su boca.

Está jugando con fuego y eso ella lo sabe, está consciente, demasiado quizás, del daño que podría causar; pero se juró a sí misma fidelidad y respeto a su vida, entonces ¿qué podía hacer? Si él era su vida.

¿Qué diría Naruto si lo supiera? Eventualmente la regañaría, pero por supuesto… la perdonaría. Sakura no quería ver el rostro de su rubio amigo marcado por la decepción, porque este sería un golpe bajo para él. Es más Naruto encontraría muchos otros motivos para reclamarle, ¿cómo es posible que ella callara durante tanto tiempo que le veía a escondidas?

Sabía lo importante que era para su hiperactivo compañero la vida de su, hasta entonces, mejor amigo; pero si ella hubiese confiado aquel secreto, es muy seguro que el rubio habría hecho cualquier cosa por intentar traer de vuelta a su esquivo ex camarada y Sakura sabía, a ciencia cierta, que aquello habría sido un rotundo fracaso. Otro punto en contra que había era el hecho de lo que pudiese ocurrirle a Naruto en el presunto caso de que les hubieran descubierto. Ella no tenía mucho que perder, un buen asenso médico quizás, pero Naruto, él sí que arriesgaría demasiado. Sus planes de convertirse en el sexto Hokage se extinguirían, de seguro, para siempre.

No, no y no, ella no quería cargar con semejante culpa. Las cosas estaban bien así tal cual se encontraban.

¿Cómo es que nadie se había percatado ya de sus ausencias? La joven era, sin lugar a dudas, una Ninja aventajada, pero Konoha contaba con muchos talentosos elementos. ¿Le estarían vigilando? ¿Sabrían ya todo y solo le estaban dejando actuar deliberadamente esperando un error por su parte para obligarla a confesar sin permitirle siquiera el beneficio de la duda, y mucho menos aún, la oportunidad de defenderse?

Era mejor no pensar en una situación así.

Solo conseguiría inquietarse aún más.

Perfectamente pudiera ser posible que nadie supiese de "esto". Eran solo meras suposiciones, sus dudas y temores; y también podría ser que la culpa comenzara a estar presente en sus pensamientos.

¿Estaba traicionando a su aldea? Sí, de eso no había dudas. Su rectitud, su nobleza, su devoción corrían riesgo, decaían.

Como ya lo había dicho antes no había excusa suficiente para su felonía. Ni siquiera el amor.

Más ella era idealista. Intentaba apartar, a veces, los pensamientos lúgubres. Ellos querían creer que tenían derecho, derecho de hurtar esos momentos, que era con lo único que contaban.

¿Qué importaba tener que agachar la cabeza constantemente cuando su madre le regañaba reclamándole su alejamiento nocturno?

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De pronto algo a su espalda se movió. El crujido de pasos sobre la hierba la puso sobre aviso. ¿Cómo no había notado antes su presencia? ¿Hace cuánto ya él estaría presente?

Quiso voltear y mirarle a los ojos, pero justo cuando iba a mover uno de sus pies, una húmeda respiración sobre su cuello la detuvo. Pudo sentir, perfectamente, los vellos de su nuca erizarse. Siempre ocurría así. Sus nervios se dispararon a más no poder y sus piernas se volvieron de mantequilla.

Los labios de su captor subieron hasta su oído derecho, y le escuchó murmurar:

-Pensé que ya no vendrías… tardaste.

Aún cuando estaba dándole la espalda pudo imaginar la sarcástica sonrisa que él estaría curvando sobre sus labios. Porque él la conocía, tenía total conocimiento de lo que su cercanía le producía. Era cuestión de tiempo para que ella se rindiera… otra vez.

Sakura respiró profundo, intentando encontrar serenidad aunque fuese por un miserable momento. Siempre le había costado trabajo comportarse, sin parecer una chiquilla dulce e inocente, tontamente enamorada.

Hizo acopio de todo el valor que pudo encontrar, y volteó susurrando su nombre.

-Sasuke…


¿Se entendió? ... espero que si.

Ahora depende de ustedes si quieren que siga.

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GRACIAS.