Disclaimer:Pokémon no me pertenece, lo saben, pero estas formalidades son necesarias. Tampoco la idea es mía, pertenece a Hikari x Takeru (pueden encontrarla por esta página), ella me dejó utilizar la trama de su historia y adaptarla.

Advertencia: Universo alterno, personajes bastantes Ooc.

Sí, sé lo que dirán. ¿Cómo se atreve Haley a publicar algo si tiene como 4 historias sin terminar? La respuesta es sencilla, ésta es solo una adaptación de otra historia, así que no tendré excusa para no actualizar por falta de inspiración como se debe. ¿No creen?

MEJOR QUE LAS DROGAS

By Haley Polaris

Capitulo uno: FIESTAS OBLIGATORIAS

Misty podía diferenciarse de sus hermanas por muchas razones: color de cabello, apariencia, estilo, modo de pensar, pero principalmente por el sexto sentido que tenía, ese que le señalaba cuando algo iba a ir mal muy pronto. Era bastante útil, el problema era que nunca le hacía caso, o peor aún, ella intentaba hacerle caso pero las personas a su alrededor no les importaba y terminaba yendo a lugares poco… adecuados para ella.

Si podía mencionar un ejemplo era éste.

La pelirroja tomó su cabello en una coleta y miró a sus hermanas, quienes se esmeraban en sobremanera por lucir atractivas. Tal vez demasiado. Esa era otra gran diferencia entre ellas. Misty solo llevaba unos jeans desgastados y una playera corta.

- Daisy, no quiero ir – dijo de pronto, causando un sobresalto en su hermana mayor.

- Vamos Misty, solo serán un par de horas – le respondió sacándola de la casa a empujones.

- Lo pasarás súper – le animó Violet, la joven de cabello azul ya se encontraba en el asiento del copiloto esperando a sus demás hermanas.

- Pero ¿Cuál es el sentido? – preguntó la menor, ya dentro del carro - no entiendo porque me arrastraron a esto.

- Anoche lo prometiste – respondió Lily.

- Además, necesitamos tiempo de calidad como hermanas – agregó Daisy con voz soñadora - Con esto de la universidad las vemos muy poco.

- Y debemos aprovechar las vacaciones de invierno para eso - agregó Violet.

Misty solo suspiró, eran su segundo y tercer año en la universidad de sus hermanas y desde que habían ingresado sacaban en cara la distancia y la falta de tiempo que tenían. De esta forma sensibilizaban a las menores y lograban cosas como limpieza de la casa, cocina de platos preparados o en este caso una asistir a una fiesta.

- ¿Tiempo de calidad? Me dejarán botada por el primer tipo que vean – se quejó la joven cruzándose de brazos - además anoche estaba ebria, podrían decirme que participe en una orgía y lo creería – al decir esas palabras miró a sus hermanas con seriedad - ¿No lo hice verdad?

- Por Dios no – respondieron las muchachas del frente al mismo tiempo.

- Bien. ¿Entonces me puedo quedar en casa?

- Te pedí que vinieras porque Daisy está embobada con Tracey, y sabes que es bastante aburrido estar de tercera, sobre todo si ambos se están comiendo con la mirada – respondió Violet sin una pizca de sutileza dando fin al asunto.

- ¿Qué hay de Lily?

- Ya sabes cómo es Lily. Le gusta… sociabilizar con gente desconocida.

- ¿Qué quieres decir con eso? – preguntó la pelirosada con molestia.

- Ya sabes – fue todo lo que respondió Violet provocando que Lily continuara con las preguntas.

Misty volteó a ver a Daisy, quién ya tenía puesto su cinturón, los audífonos y contestaba mensajes del celular con sumo interés ignorando olímpicamente a sus demás hermanas. Seguro era Tracey.

Nadie se tomó la molestia en escuchar el primer suspiro que hacía Misty, quién, imitando a su hermana mayor, decidió ponerse los audífonos para intentar acallar a su conciencia, la que le demandaba quedarse en casa. Sabía que no había vuelta atrás, así que resignada, se hundió aún más en el asiento trasero del vehículo último modelo.

Finalmente no podía culpar a sus hermanas mayores por estar una noche de sábado rumbo a quien sabe dónde. Ella sabía muy bien la razón, pero era difícil reconocer que la noche anterior se había emborrachado tanto que había perdido el conocimiento y había prometido tantas cosas tontas como dejar sus vicios, limpiar su habitación y acompañar a sus hermanas a una estúpida fiesta con adolecentes estúpidos y ebrios, solo porque sus hermanas querían "tiempo de calidad". Realmente eso no tenía sentido, pues Lily no era la única que gustaba de "sociabilizar" con desconocidos y como resultado la que estaría sola y dando botes de un lugar a otro sería ella. Y bueno, sí era culpa de ellas, eran sus hermanas mayores ¡Maldición! Y siempre la estaban metiendo en líos.

Pero reconociendo la realidad, el problema no era ir de fiesta con sus hermanas, pues a la menor de las Waterflower le encantaba divertiste, sino saber con quién se encontraría en ese lugar… o mejor dicho. El no saber absolutamente nada del lugar.

Lo que tenía claro es que Tracey y Brock estarían ahí, dos de sus mejores amigos, quienes últimamente se mostraban en actitudes sospechosas o misteriosas para Misty. Quizás esa era la razón de fondo por la que había aceptado asistir a la fiesta, podría ver de cerca en que se estaban metiendo sus dos amigos y podría interferir si lo consideraba necesario. Sí, ella era la menor, pero la más madura de todo el grupo.

Sin embargo apenas habían llegado su expresión cambió radicalmente.

- ¿Esto es la fiesta? – preguntó incrédula sin bajarse del auto y aferrándose al cinturón.

- Bueno… habría que mirarla con buena cara – dijo Violet mientras se bajaba del copiloto.

- La verdad, está horrible – se quejó Daisy, causando una risita en sus hermanas – pero ya estamos aquí… ¡A divertirnos!

Lily ya se les había adelantado y se encontraba fuera del auto comenzando a bailar con la música que se oía.

Misty suspiró por quinta vez en la noche y se resignó mientras echaba un nuevo vistazo al edificio viejo que amenazaba con derrumbarse en cualquier momento. Estaba segura que una de las pocilgas que pasaban siempre en las películas de matones y policías lucía más acogedora que ese lugar. Pero intentó ser considerada y no juzgar el libro por su portada, por lo que se dedicó a observar a la gente que ya se encontraba bebiendo en el lugar. Error. Grave error.

- Veamos quién está por aquí – pensó con rapidez, aunque nuevamente su sexto sentido se activó y las ganas de salir corriendo se hicieron presentes apenas comenzó a escanear a las personas que compartían no tan sanamente. ¿Esos eran los amigos de Tracey y Brock?

Alrededor había cinco chicas de su edad o tal vez menores que la miraban con cara de pocos amigos. En ese mismo instante agradeció al cielo no haber seguido el consejo de sus hermanas y optar por su siempre cómodas converse azules, sus jeans desgastados y una chaqueta gris.

A diferencia de sus hermanas, ella estaba tranquila con su tenida, las demás jóvenes no se caracterizaban por su sencillez, cada una en su estilo se hacían notar, en serio, lo hacían. De hecho, Misty estaba segura que más de una chica quería golpearlas por el carro o por lo que llevaban puesto, pero decidió cerrar la boca y evitar más comentarios.

Dos muchachos salieron de una casona con un vaso de cerveza. Al ver a las jóvenes, ambos sonrieron y se acercaron a saludar.

Se trataba de Brock y Tracey respectivamente; el primero a quién conocían desde el jardín de infantes, lugar que compartió con Daisy, y ya eran tantos los años de amistad que era considerado como un hermano más para todas. El joven vestía unos jeans desgastados, una camiseta color café y una camisa abierta del mismo tono.

Avanzando a su lado con una andar despreocupado se acercaba Tracey, cabello verdoso, ojos marrones enormes, llenos de emoción y una sonrisa deslumbrante. Vecino de las jóvenes de toda una vida y compañero de clase de Lily. Además del novio de la rubia hace un par de meses. Quién diría, insistir tanto rindió sus frutos.

La cercanía de ambos jóvenes con las muchachas los había vuelto muy amigos.

- Hey, Mist. No sabía que te iban estas fiestas- dijo Tracey en tono jovial, pasando su brazo por sobre el hombro de su novia.

- No, no me van - respondió la muchacha cruzándose de brazos.

- En realidad no deberías estar aquí - dijo Brock en tono serio - ¿En qué pensaban? Misty aún es menor de edad.

- Relájate Brock, es solo una fiesta ¿Qué es lo peor que puede pasar? – preguntó Violet sonriente.

- Además estaremos con ella en todo momento – agregó Daisy con una sonrisa que los convenció por un momento.

Sin embargo en un abrir y cerrar de ojos habían desaparecido.

Misty no sabía cómo, pero un segundo después se encontraba sola, con un vaso de cerveza en la mano mirando a su alrededor con fingido interés y sobreactuado asombro.

La denominada fiesta se estaba desarrollando con total naturalidad, tanto dentro como fuera del lugar aunque claro, llamarle total naturalidad era sarcasmo en su mejor expresión. Al menos en la vida de Misty, todo lo que había visto hasta entonces en la fiesta estaba lejos de ser algo normal.

Personas quemando cosas para hacer una fogata y jugar con el humo, como si involucionar fuera la onda y pertenecer a tribus que adoraban el fuego como a uno de sus tantos dioses fuera parte de la vida cotidiana, o mejor aún, quitarse la ropa, bailar sin una pizca de vergüenza y ser el centro de las miradas de los chicos más calientes de la fiesta fuera el ideal de chica. Y claro el premio era una habitación cuya puerta se encontraba cerrada, pero que de vez en cuando se escuchaban sonidos extraños saliendo de ella, dónde los enamorados de una noche al parecer la pasaban bastante bien.

Brock le había dicho que por su seguridad se mantuviera lejos del patio, argumentando que las personas que se encontraban en ese espacio de la casa no eran de confianza. Misty por su parte, había fruncido el ceño, aguantándose las ganas de preguntarle quién dentro de esa fiesta podía serlo.

Y aunque sus amigos volvían a ratos, dos horas después de haber entrado en la reunión, la pelirroja estaba aburrida, algo asustada, pero más que nada aburrida. Tracey había desaparecido, y extrañamente, Daisy también. Para su alivio, no los había visto pasar hacia la "habitación del miedo" como la denominó luego de un rato de escuchar azotes contra la frágil puerta de madera y algunos gritos. Mejor así. Vaya a saber qué cosas se estarían llevando a cabo dentro de esas cuatro paredes o peor aún, entre cuántos.

Unos metros más allá de donde ella estaba sentada, Lily se veía aprisionada contra la pared por el cuerpo de un tipo. Por más que lo intentaba, todavía no podía distinguir donde empezaba el joven y donde terminaba su hermana, y honestamente por su sanidad mental había optado por dejar de mirarlos.

Brock aparecía por momentos palmoteándole la espalda y Violeta bailaba "animadamente" con dos muchachos.

Misty suspiró sonoramente por, bueno ya había perdido la cuenta y enfocó la vista en su vaso de cerveza.

- ¿Quién demonios la había mandado a estar ahí? – pensó con fastidio. Y la verdad se culpó por ser tan idiota. Si se iba en ese momento nadie lo notaría. Ir andando hasta su casa era una idea tentadora, pero eso implicaba un secuestro, asalto, violación, o en el peor de los casos las tres cosas juntas. Bueno, francamente… sentía que estar en la calle con esos peligros o dentro de esa casa con todas esas personas alcoholizadas era exactamente lo mismo. Por lo que se paró e intentó, una vez más, buscar a sus amigos con la mirada. No los encontró por supuesto, Lily no estaba en su pared, ni Violet bailando con los muchachos - Se van al diablo - susurró mientras se largaba de ahí, agregando a su lista el ser atropellada por algún ebrio al volante o abducida por marcianos aunque esto último sonara divertido, al menos estaría ocupada el resto del fin de semana.

Salió, y el frío aire de invierno la atrapó. Maldición, no había considerado que el frío también podía ser un impedimento para que volviera caminando. Pero no importaba, no iba a volver allí dentro con todos esos locos.

Sacó su celular para mandarle un mensaje de texto a Brock, dentro de todo parecía el más sensato. Fuera donde fuera que estaba, lo leería cuando se desocupara de las actividades que, probablemente, estaba llevando a cabo junto con alguna chica. En el momento en que guardó el aparato en su bolsillo, un fuerte ruido la sobresaltó, tal vez la abducción no era una idea tan descabellada.

La puerta que había cruzado hacía poco, se había convertido en un campo de batalla entre dos jóvenes. Ambos cayeron al suelo entre golpes y patadas siendo seguidos por una gran multitud que abandonaba la casa, expectante a ver quién sería el ganador de ese encuentro. Con gritos o abucheos, animaban a que los puñetazos no terminaran aunque se viera una notable diferencia de fuerza entre los luchadores.

Por su parte, los dos hombres no detenían sus golpes y empujones, aunque hubiera una minoría de las personas que les pedían que pararan.

La cosa empeoró aún más cuando uno de los dos contrincantes, el moreno, sacó un pequeño cuchillo, causando que el corazón de Misty se acelerara ya se imaginara en una pequeña sala de la policía como testigo de un asesinato.

Pero antes de que pudiera utilizarlo, dos personas salieron de la casa con rapidez.

- ¡K ya basta! – dijo uno de los jóvenes.

Y para su descontento, eran Tracey y Brock.

- ¿Qué demonios hacen Tracey y Brock con un matón como ese? – susurró Misty con molestia. Definitivamente ese par tendría una charla de aquellas con ella.

Ambos, corrieron hacia la pelea e intentaron sacar al moreno encima del otro chico. Lo cual no fue nada sencillo, el pelinegro no tenía interés en dejar de pelear.

- ¡Suéltame, mataré a este hijo de puta! – gritó el chico denominado K fuera de sus cabales.

- ¡No vas a hacer nada, cálmate! – ordenó Tracey, sujetándolo con más fuerza pero apenas pudiendo agarrarlo firmemente.

- ¡K, basta! – pidió Brock, imitando las palabras antes dichas por Tracey.

Pero el pelinegro no tenía la menor intención de hacerles caso, y se movía intentando soltarse con torpeza de ambos chicos. Mientras su contrincante yacía en el suelo, inconsciente y lo suficiente herido como para no continuar peleando.

- Chicos, los vecinos llamaron a la policía – la voz alarmada de un muchacho se hizo presente en medio de todo el lío.

Eso fue como una descarga eléctrica para Misty.

- ¿La policía? ¡No puede ser! – gritó la joven con nerviosismo, no siendo escuchada ya que el alboroto era enorme.

- Muy bien, ya fue suficiente – dijo Brock, al momento que con una fuerza poco vista en él, le daba un fuerte golpe en la boca del estómago al pelinegro, quién por la falta de aire cayó al suelo.

- Ok, eso no se lo esperaba. Brock era el tranquilo, el sensato – pensó Misty sin poder moverse.

Misty miraba todo el desorden de gente desde un lugar apartado, asustada, sin saber a dónde ir o que hacer y sin duda deseando que los malditos marcianos aparecieran y se la llevaran. Sintió un fuerte tirón en su brazo y volvió la vista, atemorizada, pero agradeciendo que fuera un rostro conocido.

- ¡Vamos Mist! – dijo Brock.

Y, sin más, comenzó a correr de la mano con ella. Las sirenas de la policía ya se podían escuchar; estaban cerca. Se apartaron del gentío desesperados por conseguir refugio y llegaron a un callejón en donde esperaba un auto en marcha, junto con dos personas dentro. Tracey de conductor, y el pelinegro del cuchillo de copiloto. Al verlo, Misty detuvo su andar de forma violenta y clavó los pies en la tierra.

¿Acaso Brock espera que me suba a ese auto con ese maniático? Claro, que ellos pierdan lo poco que tenían de cordura no significaba que yo también lo haga - pensó decidida.

- Misty ¿Qué haces? – le preguntó, tirando de su mano - ¡Tenemos que irnos!

- No. Yo no me subiré al auto con esa persona - le susurró, asustada – Iré con mis hermanas.

- El carro de las chicas salió hace dos minutos – gritó Tracey por la ventanilla.

- Mierda, siempre me hacen lo mismo – se quejó la joven, aún sin moverse.

- Por favor, Misty, luego te explico, no te hará nada, ¡vamos ya! – exigió utilizando aún más fuerza.

- Brock, tenía un cuchillo – le señaló la chica - ¿Acaso él no estaba ahí? - pensó.

- Lo sé – respondió el moreno – pero no te hará nada lo juro.

Logró mover a la pelirroja e inmediatamente la acomodó dentro del auto. Tras cerrar la puerta, Tracey aceleró a todo lo que daba y se alejó lo más que pudo del edificio donde horas antes se desarrollaba una simple fiesta.

- Si la policía no nos atrapa... – pensó Misty para luego reaccionar tras esa frase - ¡Dios! ¡La policía! No lo puedo creer.

Definitivamente ya estaba en su lista del día siguiente asesinar a sus amigos para luego revivirlos y darle un sermón de aquellos. No señor, no se irían limpios de esta.

Recorrieron las calles a toda velocidad. Ninguno de los cuatro había pronunciado palabra desde que se habían cerrado las puertas de ese auto. La mano de Misty aún se encontraba aferrada a la de Brock quien sudaba frío pensando en qué le diría a la chica a su lado para explicar todo lo que estaba sucediendo, pues estaba seguro que la pelirroja ya estaba preparando un discurso para los cinco. Y era más que conocido el carácter explosivo que tenía.

- Parece que no nos encontraron – dijo Tracey rompiendo el silencio.

- ¡Cuidado! – gritó el copiloto, señalando un patrullero de policía que se cruzaba frente a ellos, exigiendo que se detuvieran a través de una bocina.

El conductor realizó una maniobra y dio vuelta el auto para manejar a toda velocidad en la dirección opuesta a la de la policía. Brock giró la cabeza para analizar la situación.

- Está cerca, pero creo que aún no les ha avisado a los otros. Es ahora, K.

Como si fuera algo obvio, el pelinegro asintió con la cabeza y se agachó para sacar algo desde abajo del asiento. Cuando le quitó el seguro a la pequeña arma que ahora sostenía entre sus dedos, Misty pasó saliva, sintiendo como su cuerpo se tensaba.

Mierda como si un cuchillo no fuera suficiente. ¿Tiene un arma? ¿Qué demonios hago yo aquí? – pensó - ¡Debería estar durmiendo, maldición, no siendo perseguida por la policía y menos compartiendo el auto con un delincuente juvenil!

El portador del arma bajó el vidrio del auto y apuntó hacia el patrullero que los seguía desde cerca. Sin dejarle tiempo para que reaccionara, disparó dos tiros perfectamente hacia las llantas delanteras del auto policíaco, el cual perdió el control y se estrelló contra un poste de luz que coronaba una esquina.

Satisfecho, volvió a meter su cuerpo dentro del auto y guardó el arma de donde la había sacado. Inmediatamente, giró sobre sí y miró el rostro pálido y asustado de Misty.

- Creo que la hemos traumado de por vida – río con tono jovial, dejando ver dos marcados hoyuelos.

- ¿De por vida? No creía – pensó la joven espantada - ¡Para toda la eternidad!

¿Y bien?

Subiré capítulo una vez por semana. ¡Está re jurado!

Espero que les guste y comenten. ¿Qué les parece esta versión de personajes? ¿Quién es K? ¿Quién es el chico que estaba en el suelo?

Veamos si las preguntas se responden en el próximo capítulo!