Nueva historia. Esta vez vamos a tener un poco de humor, que seguro que nos vendrá muy bien. Espero que os guste.

Como siempre, cualquier cosa que reconozcais es propiedad de Stephenie Meyer, yo sólo intento escribir esta loca historia.

Antes de que protestéis, sí, esta Bella es mal hablada, está un poco loca y probablemente se hable de sexo, pero es lo que hay, por eso hay una M en el rating de esta historia. Y si queréis dejarme un review, estaré encantada de leerlos, aunque sea para decirme que no os gusta, mientras sea dicho con respeto, yo estaré encantada de verlos.

Capítulo beteado por Sarai GN Beta FFAD www facebook com / groups / betasffaddiction /


CITA UNO - TOM

—Joder, Bella, menudas ojeras tienes, nena… creo que te harán falta varios kilos de corrector…

Sí. Esa mujer tan simpática y agradable - nótese el sarcasmo- es mi mejor amiga. Alice Cullen. Mejor amiga y cuñada deseada, solo que el gran imbécil que tiene por hermano es un puto cegato de mierda. Diez años, diez putos años colgada por él y ni siquiera sabe que existo. Bueno, tanto como no saber que existo… no. Somos amigos. Los mejores amigos. ¡Qué putada! ¿Verdad?

—El cabrón de tu hermano trajo a otro de sus ligues ayer. Se pasaron toooda la noche golpeando la pared de mi cuarto… —Sí, esa pared que divide nuestros apartamentos y que parece estar hecha con papel de fumar, porque se escucha TODO— con el cabecero de su cama. He escuchado las alabanzas a sus hermosas tetas, y unos cuantos "ooohhhs" y "aaaahhhs" por parte de ella que, déjame decirte, sonaban a orgasmo fingido.

—En serio Bella. Sé que estás enamorada de él y a mí me encantaría que las cosas fuesen distintas, pero cariño… tiene veintisiete años, no creo que vaya a cambiar.

Como si me estuviese contando algo nuevo. Lo sé, sé cómo es Edward, él mismo se ha encargado de hacérmelo ver, pero ni así conseguía sacármelo de la cabeza.

—Es sólo que conozco su verdadero yo, Alice. Debajo de ese caparazón de ligón follador sin remedio, se esconde un buen hombre.

"Parece la tonta excusa que te pones siempre, Bella. Edward es un ligón sin remedio, y lo sabes. ¿Qué importa que sea un buen hombre? Jamás te verá como quieres que te vea" Puta vocecita de mierda, a veces me gustaría meter los consejos y las obviedades por donde no alumbra el sol.

—Lo sé, Bells, pero cambiar es algo que tiene que hacer él. Como dice Carlisle "árbol que crece torcido, su rama jamás endereza"... Lo has esperado por más de diez años y no quiero verte malgastar tu vida, cariño. Te mereces a alguien mejor, alguien que te haga feliz.

¿Existe esa persona para mí? Creo sinceramente que no. Él es y ha sido siempre desde el mismo día en que lo encontré, mi amor verdadero. Vale, sé que suena peliculero, pero que queréis, puedo ser malhablada, pero soy una romántica en el fondo.

Lo jodido es que tiene razón. Yo me merezco algo mejor, yo me merezco ser amada, merezco un hombre que me traiga flores y bombones, un hombre que me halague cuando me arreglo, que me susurre al oído frases calientes antes de llevarme a la cama, que quiera llevarme a la cama porque me desea, no solo porque mis tetas sean del tamaño de un balón de baloncesto, algo que en mi caso era totalmente imposible. Mis tetas se sitúan más en la categoría de "plana como una tabla" que en la de "dos tetas como dos carretas". Miro a mis tetas con resentimiento "¿por qué demonios no acabasteis de crecer, jodidas cabronas, en lugar de quedaros a medio desarrollo?". Suspiro. Alice tiene razón, esto no tiene remedio. Tengo que dejar ya de pensar que un día él despertará, me mirará y de repente el mundo dejará de girar, que ya no existirá la gravedad para él, sino que sólo yo seré quien lo mantenga sujeto a la Tierra… eso son sólo ideas románticas sacadas de algún libro sobre adolescentes enamorados para la eternidad.

Seamos sinceras. Los hombres son simples, como el mecanismo de un chupete. Si tienen sus necesidades básicas cubiertas —esto es, comida en la mesa, ropa limpia y alguien a quien tirarse—, no buscan nada más. Y Edward es bastante autosuficiente en las dos primeras categorías, en cuanto a la tercera… está tan bueno que sólo tiene que sonreírte para que las bragas se te caigan al suelo de la impresión y huyan desesperadas ante la riada de humedad que se les viene encima. Sí. Edward está bueno… muy bueno… Recontra bueno, tal cual como lo sugieren los doctores, y tenía a todas las mujeres que quería para cubrir sus necesidades en la tercera categoría.

Eso era una completa mierda para mí. Si tuviese problemas para ligar quizás tuviese una oportunidad de que se fijase en mí. Pero de nuevo, yo no era lo bastante impresionante para llamar su atención de esa manera. "¿Por qué, puta genética? ¿Por qué no puedo tener los pechos de Scarlett Johansson, el culo de JLo y los ojos de Marion Cotillard? ¿Por qué, maldita naturaleza, me has hecho desgarbada como un palo y patosa? ¿Por qué no puedo subirme en los zancazos que llevan esas rubias a las que Ed se folla?"

Lo he decidido, ¡esto se acaba hoy mismo!

—Alice. —Mi amiga me mira y parece confundida, supongo que por el gesto de decisión en mi cara—. Necesito tu ayuda. —Trato de reunir fuerzas para pronunciar la siguiente frase, soy consciente de que me va a costar. Mucho—. Voy a olvidarme de tu hermano.

—Yupi —Alice salta y palmotea como niña pequeña, sé que aunque le habría gustado que las cosas fuesen distintas entre Ed y yo, me apoyará para dejarlo atrás—, por fin podré organizarte una cita con Alec…

—¿Una cita? ¿En serio? —¿Cuánto hacía que no tenía una cita? Años… sip, sin duda años…

—El idiota de mi hermano no ha hecho nada bueno por tu autoestima, Bella. Eres preciosa y estoy segura de que muchos hombres ahí afuera estarán dispuestos a reconocerlo. Tú solo déjame hacer…

Vale, le dejaré hacer. ¿Qué puedo perder? ¿Una noche de sábado en mi casa, viendo películas románticas y poniéndome hasta el culo de palomitas, helado y Coca-Cola? De todas formas, no puedo esperar a que la idea de Alice surta efecto. No. Ésta misma noche comenzará mi propio plan. Se llama "¿No quieres caldo? Pues toma, dos tazas". Esta noche Edward Cullen sabrá lo que jode que te despierten a golpes en tu pared mientras una rubia de bote con tetas de plástico del tipo "si me voy de bruces, reboto", grita como una histérica que le metas tu gran polla. Oh, sí, señor. Ésta noche se va a enterar.

Ésta noche, cuando golpee en mi pared para desearme dulces sueños, no contestaré. Él dará los tres golpes de rigor, seguidos por una pausa de tres segundos, y otros dos golpes, pero no recibirá respuesta… al menos no del tipo que espera. Los golpes tendrán una naturaleza totalmente distinta. Casi puedo imaginarme a mí misma riendo con esa clase de risa malvada de las películas de Austin Powers. No estoy nada guapa calva, pero me gusta el gato y esa risa de "Muahahahaahhaahah" con el meñique al lado de la boca. Me gustaría verme como Exuperancia o Marifé Lación, pero seguro que me veo más bien como Frau Kaput… Menuda mierda, ni en mis propias elucubraciones me veo como una tía buena…

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Llego a mi casa más pronto de lo habitual. No quiero que Ed me vea, quiero estar dentro de mi casa cuando él vuelva. Aunque no contestaré si me llama. A veces se pasa por casa y cenamos juntos o vemos alguna película. Generalmente es para contarme sus penas con la rubia teñida de turno, mientras se sienta en mi sofá y se bebe mi cerveza. Cuando lleva dos o tres encima, es capaz de contarme cualquier cosa. Asco… ¡puaj! Una vez tuve que aguantar mientras me contaba cómo se había tirado a una contorsionista del Circo del Sol. En cuanto se fue, intenté imitar alguna de las posiciones que me había contado y descubrí que mi cuerpo no es tan flexible. Eso y que tengo poca imaginación… ¡en serio se podía hacer eso con los pies!

Oigo golpes en la puerta de la entrada. Me acerco con sigilo y miro por la mirilla. Está fuera, en el rellano, sólo. Es perfecto, guapo de una forma pecaminosa. Dios, sólo está de pie ante mi puerta y creo que mis bragas ya están dispuestas a quemarse a lo bonzo hasta el punto de desintegración por incineración. Si es capaz de hacerme sentir así sin pretenderlo ¿cómo se sentirá cuando realmente quiere llevarte a la cama? "Olvídalo nena, te llevarás a ese hombre a la cama cuando las ranas críen pelo, y me refiero a criarlo de manera natural, no vale que las lleves a hacer un trasplante". Sacudo mi cabeza, tratando de despejarme y de centrarme en mi misión. Ésta noche comenzará mi venganza…

—¡Bells! ¿Estás en casa? —dice, mientras golpea mi puerta nuevamente con sus puños—. ¿Bells?

Lo veo marcharse hasta su apartamento, que está justo al lado del mío. En una hora, hora y media como mucho, estará deseándome buenas noches. Corro a mi ordenador y busco la peli porno que me he descargado. Sí, lo sé, la piratería es delito, pero de ninguna manera iba a entrar en el videoclub del barrio para alquilar una peli porno. ¿Habéis visto los títulos? "Fue a por trabajo y le comieron lo de abajo", "Indiana Jodes en el templo de mi coñito" o "Star Warras: El ataque de las pollas". No, ni de coña iba a sacar yo esas pelis del mismo sitio en el que alquilábamos las que veíamos toda la pandilla cuando nos juntamos. Como para que se le escape al post-adolescente con graves problemas de acné que tienen como dependiente… Ed se reiría de mí por el resto de mi vida… Así que, por una vez, la responsable hija del jefe Swan, siempre respetuosa con las normas, se las ha saltado. Temo que en cualquier momento llame a mi puerta un agente del FBI para detenerme por infringir la ley. Sólo espero que esté buenísimo. Si un tío va a palparme, mejor que sea un bombón ¿no?

Pongo el reproductor en mi portátil y ¡madre del amor hermoso! ¿Esa polla es de verdad? No es posible. Eso tiene que ser un efecto óptico o lo han hecho con efectos especiales. Es imposible que haya una tan grande y gorda… Jamás había visto una película de estas y estoy flipando en colores. "¡No, por ahí no! ¡Te estás equivocando de agujero!" ¿De qué narices tienen hecho el chichi las actrices porno? ¿De titanio? Porque tan segura como que me llamo Isabella Swan que después de semejante tranca, al día siguiente caminas a lo John Wayne, en plan cowboy.

La película no es que tenga un diálogo de Oscar, pero servirá. "Vale, tía lista. ¿En serio crees que la gente ve ésta clase de películas por los diálogos?" Escojo unas cuantas frases y hago un pequeño video con mi editor. Varias escenas, con frases sólo de él, porque las mías las diré yo. Edward se daría cuenta, porque no reconocería la que se suponía que es mi voz. Todo listo, sólo me queda esperar pacientemente.

TOC TOC TOC —uno, dos, tres — TOC TOC.

No respondo con nuestra seña habitual. Ahora mismo se estará preguntando si estoy en casa. Dejo pasar cinco minutos más y decido que ya es hora de empezar la función. Golpeo la pared con mi cama, de forma rítmica y lenta. Pulso el play, y la actriz comienza a gemir de forma escandalosa. Por favor… ¿en serio? Paro ese video y me lanzo a gemir yo. Si Meg Ryan pudo hacerlo en mitad de una cafetería en "Cuando Harry encontró a Sally" ¿por qué no iba yo a poder fingir un orgasmo en la intimidad de mi habitación? Gimo de una forma tan escandalosa que me recuerda a la rubia que Ed se llevó a casa la noche pasada. ¿Qué por qué sé que es rubia? Bueno, puede que no la haya visto, pero sé cuál es su tipo. Y han sido así desde el instituto. Rubias -normalmente de bote, y no entiendo que no se dé cuenta, ya lo dice el refrán: "Rubia de bote, chocho morenote"-, tetudas, a ser posible con una talla superior a la 105 -honestamente ¿puede creer que una mujer fideo como las que se suele tirar puede tener semejante talla de forma natural? Obviamente… silicona. El problema de la silicona es que generalmente -supongo que habrá excepciones-, suele desplazarse hasta el cerebro jodiendo las pocas neuronas que deben quedar en funcionamiento en los cerebros privilegiados de las mujeres que se suele tirar. Subo el volumen para asegurarme de que el sonido llegará a oídos de mi vecino. Sigo golpeando la pared con mi cama, ahora un poco más rápido, y resuena en mi cuarto la primera frase que he escogido.

—¡Me encanta tu coñito estrecho, nena! —Me pongo colorada hasta la raíz del cabello. Afortunadamente no puede verme, sería vergonzoso.

—Estás seguro que podrás entrar en mi... ¡Dios eres tan enorme! —grito de forma entrecortada, rematándolo con un gemido intenso y largo y unos cuantos "Más, oh, más, dame más, más fuerte, más duro", unos "Hummm…. Ooooohhh" y para rematar unos ¡Oh mi Dios!, ¡Oh mi Dios! todo ello aderezado con unos buenos golpes de cabecero.

—Date la vuelta, nena. ¡Déjame ver tu culo! —La imagen del video no tiene desperdicio. Tengo el culazo de la actriz en primer plano y puedo ver como se la está metiendo hasta el fondo. ¡Hasta el fondo! No entiendo dónde lo mete, en serio… ¿esa tía está hueca por dentro?

El sonido de una palmada resuena en mi habitación. ¡Dios! Estoy a punto de mearme de la risa. Intento imaginarme la cara de Ed mientras todo esto sucede. Es la primera vez, en los cuatro años que llevamos viviendo uno al lado del otro que me ha escuchado teniendo sexo. "Más quisieras, nena… ¿Tú? ¿Sexo? En tus sueños". En realidad, nunca lo he hecho. Veinticuatro años y virgen… ¡qué desperdicio! Y todo por esperarle. ¿De qué había valido? Para nada. Pues voy a tener una despedida a mi virginidad por todo lo alto… o al menos eso es lo que él va a pensar.

—¡Tom! ¡Tom! ¡Joder! ¡Duro, más duro! ¡Fóllame más duro! —grito sin poder parar... ¡Oh, Dios mío!, trágame tierra que nadie me descubra, voy a mearme de la risa. Sigo empujando la cama contra la pared con todas mis fuerzas. Mis rodillas están enterradas en las almohadas y mis manos golpeteando la pared. Golpes rítmicos cada vez más rápidos y fuertes.

—¡Eres una putita tras esa máscara de colegiala! —Sí, había escogido esa frase expresamente. Que se joda. Sé que no tengo experiencia, pero por él, por él hubiese hecho cualquier cosa—. ¡Chúpala! ¡Límpiamela! Mira como la has dejado… ¿te has corrido, nena?

Dejo de golpear la pared, y como sonido de fondo sólo están los gemidos masculinos de la puta peli porno. Con las tonterías me estoy poniendo cachonda, y voy a terminar por tener que darme una ducha fría.

Tras unos minutos sin golpes, decido que ya es el momento de volver a la acción. Así que abro otro video.

—Ven aquí, nena. ¡Te voy a llenar el coño!

Lo sé, la frase es más basta que unas bragas de esparto, pero no era peor que sus "nena, tienes unas tetas tremendas" o la frase que más me había traumatizado de todas las que le había tenido que escuchar "te voy meter la polla tan a fondo que te la vas a notar en la campanilla". Sólo le estoy dando de su propia medicina ¿no?

Tras unos minutos más golpeando su tabique, aderezando el sonido con los gemidos lúbricos de los dos actores porno pongo en marcha el plan final. Sí, la actriz se corría de una forma bastante escandalosa, pero sé que es una buena forma de terminar. Así se corrían todas las tías que se follaba, gritaban como si las estuviesen matando, aunque fuese de gusto.

—¡Tom! ¡Joder, Tom! —chillo como posesa antes de terminar mi increíble actuación con un gemido que avergüenza a la actriz porno. Si hubiese Oscar para falsas pelis porno, me llevaría el premio a la mejor actriz principal. Espero varios minutos, y después voy hasta la puerta de mi casa, la abro, y la vuelvo a cerrar de golpe, asegurándome de hacerlo lo suficientemente fuerte como para que él lo escuche.

Espero impaciente a volver a escuchar los golpes en mi pared, esos que están destinados a desearme dulces sueños todas las noches, pero en su lugar lo escucho aporrear mi puerta. Vale. "The show must go on" me digo a mí misma, mientras me alboroto el pelo y me rocío la cara, el cuello y el pecho con agua termal, quiero que piense que estoy sudando. Me quito la ropa, mientras grito un "Voooy" para hacerle saber que le abriré. Debajo de mi bata no hay nada, ni siquiera mis bragas. Es una que me regalaron las chicas por mi cumpleaños. Parece un kimono, es de color azul real y tan corto que si me agacho me verá hasta las entrañas. Me miró en el espejo, para asegurarme de que parezco estar bien follada. Me pellizco las mejillas para asegurarme de que estén muy rojas, casi como congestionadas y me rocío con más agua para que mi piel parezca estar muy húmeda. Ahora ya estoy lista.

Abro la puerta y me encuentro a Edward con la cara desencajada.

—¿Estás bien, Bella? —me pregunta, mientras busca con la mirada algo por mi salón.

—Claro —susurro—, ¿por qué lo dices? —le pregunto, mientras retiro el agua-sudor de mi cara, haciendo que mi mano descienda por mi cuello y mi escote hasta mis pechos. La bata se abre un poco dejando entrever la redondez de mis senos pequeños y compruebo, con satisfacción, que sus ojos se abren más de la cuenta. ¿Está mirando mis tetas? ¡Pero si no son su tipo! Siempre dice que teta que cabe en la mano, no es teta, es grano… y él tiene unas manos muy grandes…

—Estabas gritando —dice como si fuese algo malo.

—De gusto —replico—, siento haberte despertado, Ed… Tom es un poco… fogoso —"dirás que es más falso que una moneda de tres dólares". Puta conciencia de mierda.

—¿Fogoso? Parecíais una peli porno, Bella… ¿Te ha hecho daño?

—Sí… —confieso avergonzada, él parece furioso—, pero moriría feliz si me sigue haciendo daño de esa manera. Hacía mucho tiempo que no tenía una noche tan buena… —¡Oh, sí! Sonrojo apareciendo en 3...2… Mi cara arde—. Lo siento, Edward, no quería molestarte. No te preocupes, podrás seguir durmiendo, ya se ha ido… —digo mientras me encojo de hombros como si no me importara.

—¿Estáis saliendo? —pregunta, y puedo sentir su curiosidad. ¿Por qué demonios siente curiosidad? Jamás le ha preocupado si salgo o no con alguien, tampoco es que lo haya hecho.

—¡Estás de broma! —chillo como si me ofendiera—. Tom es guapísimo, pero en éste momento no estoy interesada en un lío amoroso, es solo un amigo con derechos, un buen polvo... tú sabes… consentir el cuerpo de vez en cuando… Ahora, si me disculpas —digo, mientras señalo la puerta—, estoy agotada, creo que caeré como una piedra en la cama y no sabré nada del mundo hasta mañana, Tom es... Resistente.

Me agacho a recoger unos cojines que están por el suelo, sin acordarme de que no llevo ropa interior. Me doy cuenta de que se lo estoy enseñando todo cuando escucho el sonido que hace al tratar de tragar saliva.

—Bella… —su voz es un susurro ahogado, tiene un tono que jamás había utilizado conmigo.

—Buenas noches, Ed… —le repito, mientras señalo la puerta en una muda invitación a largarse de mi casa.

¡Sí! Bella Swan 1, Edward Cullen 0... Aprenderás lo que es darte un poco de caldo de tu propia taza, hijo de puta.

Esme es una santa mujer, pero tiene un hijo bien cabrón... Sonrío por mi pequeña victoria y me tiro a la cama con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia en el País de las Maravillas, pensando que aunque mi idea podía catalogarse como un éxito, no puedo fingir para siempre, así que a partir de mañana tengo que cambiar muchas cosas en mi vida, bostecé. El que dijo que fingir no cansaba era porque no había fingido estar follando. Cierro los ojos y dejo que el único hombre de mi vida me atrape en sus brazos...

Welcome, Morfeo.