Hace 12 años...
La campana había sonado y los jóvenes alumnos de secundaria entraron en su sala. El profesor se veía contento, con un taco de folios encima de la mesa. Aquello era mala señal. En la pizarra se podía leer en letras grandes "redacción". Esa maldita profecía se iba a cumplir. Debían escribir una redacción sobre que querían ser dentro de 10 años con 200 palabras.
El caos se adueñó de la sala en dos segundos.
Vale, estaban terminando la secundaria, pero no sabían siquiera que harían después. Algunos ya sabían (o ya les habían decidido) que iban a hacer cuando acabaran todos aquellos estudios y que trabajo desempeñarían, si iban a tener alguna familia o acabarían debajo de un puente adictos al vino barato de cartón. Quizás alguno pondría en bromas que quería ser prostituta, stripper o chapero, pero en eso ya no quería meterse.
Ella personalmente no sabía que quería. Le iba a costar horrores completar aquella "misión". Pensó, miró a todas partes, tarareo, golpeaba con el boli la mesa...pero nada. Se sentía como aquellas chicas que empezaban a escribir motivadas pero acababan viendo alguna serie nueva. Si, como siempre. Pensó y buscó las palabras adecuadas. Podía decir que su padre esperaba que siguiera sus pasos, podía decir que quería independencia de mayor o hacer una broma de mal gusto como que quería ser stripper. Suspiro y se armó de valor. Debía escribir de inmediato si no quería mala nota.
Sonó la campana y entregó su redacción. Salió detrás de sus amigas, que comentaban muy por encima que habían escrito y comentar lo que otros habían escrito. Se rió con algunos, animó a las que ya sabían que querían y comentó que ella del futuro tenía una idea muy vaga:
Libertad, un trabajo estable, un libro publicado y una casa donde pudiera ir en bata y descalza.
Don't Stop Believin
Rutina
Actualidad:
Sonó la alarma y ella se despertó de golpe. Miro el reloj y vió que volvió que ya llegaba tarde a trabajar. A este paso, la iban a regañar de forma épica.
Fue a la cocina donde se encontró con su compañera de piso y amiga del alma, Levy, que ya estaba más que lista para ir a trabajar. Le dejaba, una vez más, el desayuno hecho antes de marcharse. Tomó el termo y el sandwich antes de marcharse con ella. Ya comería (como siempre) en el camino. Se subió al coche y arrancó. En los semáforos en rojo aprovechaba para comer y beber. Siempre terminaba antes de llegar al garaje de la empresa. Siempre encendía la luz del coche para arreglarse y darle un repaso a sus perfectos dientes. Cerraba el coche y rezaba para que su padre no le echase la bronca y empezar a trabajar en la empresa de su padre.
Si, esa era la triste vida de Lucy Heartfilia: una rutina suicida.
Todos los días intentaba cambiar algo de su rutina, pero siempre acababa igual: mañana que se levantaba tarde gracias a su indestructible despertador, los desayunos rápidos que le daba Levy, los arreglos en el coche, las reprimendas de su padre, una mañana agotadora en la empresa, los mediodias comiendo con las compañeras y comentando banalidades varias, volvía a sentarse en aquella silla a trabajar, y luego, antes de ser libre, tenía que cambiar palabras "bonitas" con su padre como "tienes que casarte y darme un heredero" o "deberías volver a la mansión". Su "libertad" consistía en tomar unas copas con las pocas compañeras que tenía, ir a casa, saludar a Levy, ponerse con su libro y a dormir tarde.
Esa era la rutina que la mataba todos los santos días.
Se acordó de "ese día" solo porque había encontrado aquella patética redacción: de alguna forma seguía encadenada, cada día más asqueada de si misma, vivía "a medias" con su mejor amiga y no había terminado ningún libro. Al final se dejó arrastrar por su padre a intentar ser su heredera ni ella recordaba como. Se le daba muy bien, se lo estaba ganando a pulso, pero no era lo que quería. No solo quería ser escritora, también quería ver mundo, ser libre y sobre todo seguir aprendiendo cocina. No le gustaba no saber cocinar. Era demasiado dependiente de su amiga en ese aspecto.
A diferencia de ella, Levy si que estaba haciendo como quería su vida:
Era bibliotecaria, escritora, traductora, ninguna relación o compromiso que la atara, había visto varias partes del mundo y ella misma decía que estaba completa, que no añadiría nada más.
Le tenía bastante envidia.
Cogió el correo antes de subir a su piso. Era la primera vez que veía dos sobres que no eran de alguna factura, tenían la pegatina cutre con su nombre. Le recordaban a la carta cutre que solían mandar en la secundaria con alguna situación absurda.
- Le-chan- la llamó a la puerta- carta rara
Ella abrió la puerta y cogió la carta, aunque la leyeron juntas en el salón mientras los informativos daban paso a la película del día. Quedaron realmente impactadas al ver de que trataba aquella carta. No sabían que supieran del lugar donde viven actualmente y mucho menos que fueran ha hacerlo.
-...¿Que hacemos?- fue lo primero que preguntó Lucy
La verdad, apenas sabían de sus ex-compañeros de secundaria. Estaría bien verlos, comentar que tan bajo había caído, ver que tanto habían caído unos y engordado otros… podía ser extraño.
- No se si ir...la verdad...Esto no asegura que vayan todas
- Seguro que sí irán…¡Podríamos ver a Erza o Juvia! ¡Piensa en como estarán Lisanna, Mirajane o Cana!
Pensó un rato más. Sería la excusa perfecta para comprar ropa y zapatos, ver antiguos compañeros y "colegas del patio". No le haría gracia ver a algunos cabrones, pero si a otros.
-Vale, vamos, pero no aseguro estar hasta el final y tendrás que ir conmigo de compras mañana… ¡Porque el viernes será el día siguiente!
Iepale!
Al final me he animado a subir una historia en este fandom! Me he enganchado muy rápido, me he enamorado y pensaba en subir algo, pero me constaba escoger algo hasta este momento. Es un AU que ni siquiera se cuanto va a durar, pero intentare actualizar lo más pronto que pueda.
¿que habrá sido de la gente en un futuro de 12 años?
merece review?
