Muestra gratis.

Humanos. Aunque su trabajo dependía de ellos y de que su comportamiento no fuera del todo "bueno" no podía soportar lo increíblemente idiotas que podían llegar a ser. Hacía un tiempo que no visitaba aquel rebaño de pestes que ahora se amontonaban y hacían fila para ser torturados ¿Desde qué momento exactamente sentir dolor se había convertido en un deseo en lugar de un castigo? No podía comprenderlo. Anteriormente su trabajo le sacaba sudor, esfuerzo y alguna que otra lágrima, pues convencer a una joven ama de casa a sucumbir a sus deseos carnales o a un monje de ser avaricioso fue muy distinto en el siglo pasado que en el presente. Había dejado de ser un trabajo divertido para convertirse en algo mortalmente aburrido, pues incluso en aquel bar donde las personas se reunían para beber luego de un largo día de trabajo, sin ninguna motivación más que relajarse, podía detectar 5 víctimas que le venderían su alma por sólo mirarlos y sonreírles.

Tontos, crédulos y lujuriosos humanos ¿Realmente aceptan cualquier trago de cualquier mujer atractiva como si nada? Detestaba lo fácil que se había convertido su tarea ¡Lo odiaba! Odiaba este siglo y sus libertades, aunque se suponía que debía recolectar aquellas "preciosas" almas, ninguna le parecía digna de ser recolectada por ella.

Sacudió un poco su vaso de whisky haciendo aparecer en él más de aquel líquido cristalino hasta que el mismo se encontró hasta el tope.

—¿Qué tal, nena? —el moreno que había estado observándola hace 39 minutos con exactitud por fin había decidido acercarse a ella, sin embargo el olor que desprendía le causó nauseas… lo había analizado y no tenía nada de interesante, Aaron Smith, 27 años, le gustaba jugar al póker y cada noche había una chica distinta en su cama… un alma bastante pútrida, a decir verdad —He estado observándote hace un rato y

—Piérdete.

Fue todo lo que dijo antes de fijar sus verdes ojos en los de él, y sin decir absolutamente nada más el joven se marchó justo como lo ordenó. Soltó un suspiro de cansancio antes de acercar el vaso a sus labios y beber de lleno el whisky quemando su garganta y causándole un cosquilleo que había comenzado a dejar de disfrutar. Quizás debía inclinarse de nuevo al vino.

Colocó el vaso sobre la mesa, detallándolo con parsimonia como si fuera lo más interesante del mundo. No había una sola persona en su alrededor que valiera siquiera la pena ofrecerle un trato y eso la sacaba un poco de sus casillas ¿Cómo era posible que pecar se había vuelto una moda? Era estúpido. Se levantó para marcharse de aquel para nada interesante lugar cuando un olor cautivador la detuvo. Buscó con su mirada por todo el lugar, tratando de llegar de alguna manera a aquella persona que desprendía ese exquisito olor y fue minutos después cuando sus ojos la encontraron. Acababa de entrar al sitio junto con dos personas más, un moreno y un chico con cara de friki y cabello oscuro. Ella era rubia, sus ojos eran tan azules como el cielo y su piel blanca parecía de porcelana, su rostro irradiaba un deje de inocencia que hacía años no veía en una persona.

Se lamió los labios, sonriendo ante su maravilloso descubrimiento. Agudizó un poco su oído tratando de entender qué estaba hablando con sus dos acompañantes.

—Ella sólo decidió alejarse porque se sentía abrumada…

Sus dos amigos la escuchaban con atención, el tono de decepción en la voz de la joven le hizo sentir un poco de pena por ella. La estudió durante unos segundos, al parecer ella se le había declarado a una joven, que había decidido alejarse porque los sentimientos de la rubia la hacían sentir incomoda, y sólo podía preguntarse ¿Qué clase de estúpida desaprovecharía la oportunidad de hacer unas tijeras con esa rubia?

—No es… no es para tanto, Kara —habló el pelinegro que estaba a la derecha de la chica tomando una de sus manos por encima de la mesa.

—Sí, comprendo que no todas las personas son tan liberales, sin embargo el hecho de que se alejó de ti deja mucho que desear de ella —añadió el joven a su izquierda, de tez morena, con un tono de desagrado en su voz —. Mereces alguien mejor que ella.

—¡Pero realmente pensé que sentía algo por mí! —se quejó la rubia hundiéndose en su sitio.

—¡Vamos, Kara! —espetó el chico con cara de friki, alzando un poco su voz— Ni siquiera sabías si realmente estaba interesada en las chicas, aunque no puedo decir que se haya esforzado mucho en aclararlo cuando la ayudabas con su trabajo extra. Sólo olvídala, ella te necesita más a ti de lo que tú la necesitas a ella, ya verás.

—Winn tiene razón, no deberías afligirte por alguien así… ya conocerás a alguien que sí te demuestre lo que siente por ti y te valore.

—Sí, hay miles de chicas en National City, alguna que esté interesada verdaderamente en ti y en tu bondadosa alma puede estar en cualquier lugar —el llamado Winn bebió un poco de su trago y luego señaló a su alrededor— ¡Incluso aquí!

—Oh, créeme que sí —susurró desde la oscuridad de su sitio, meneando el vaso de whisky que poseía en sus manos con lentitud haciendo que se llenara nuevamente. Mordió su labio inferior detallando más a Kara, ansiando el momento correcto para acerarse a ella.

Había pasado una hora y ella continuaba en su sitio observando a Kara, ya había rechazado varios hombres que se acercaban a ofrecerle su compañía. Sólo esperaba su momento, el momento correcto y exacto para acercarse a la chica y hacer su maravillosa entrada frente a ella ofreciéndole todo a cambio de algo insignificante. Fue entonces cuando el chico friki, Winn, pareció estar pasado de copas, lo que obligó a su amigo moreno y a la joven a levantarse de sus lugares para marcharse de allí. James tuvo que acompañar a Winn para que nada le sucediera y Kara, ella tuvo que marcharse sola.

Kara esperó el bus en una parada cercana al bar en el que se encontraba con anterioridad, soltó un suspiro de resignación al ver a una pareja de enamorados pasando por la otra calle, sintiendo un poco de envidia por ellos.

—Daría cualquier cosa por tener algo como eso.

Esa era su señal.

—¿Acaso dijiste "cualquier cosa"?

La rubia dio un brinco en su lugar, mirando a todos lados en busca de la persona a la que pertenecía aquella voz. No logró divisar a nadie hasta que se giró para encaminarse de nuevo al bar, encontrándose con una mujer de piel pálida, cabello negro azabache y ojos verdes que la miraban con una extraña fascinación. Kara abrió sus labios para decir algo sin embargo no podía hacerlo, se sintió atraída de una manera inexplicable a la mujer frente a ella.

—Lo siento si te sorprendí, sólo estaba pasando por aquí y logré escuchar lo que dijiste —comentó con una sonrisa amigable, Kara sólo continuó mirándola embobada —, que darías cualquier cosa para tener una pareja ¿Cierto?

—Ah… yo ¿Q-Quién eres?

—¡Oh, eso es lo descubrirás más adelante! Sólo quiero hablar de negocios, cariño.

Kara la miró durante varios segundos sin decir nada, hasta que la golpeó la realidad, una extraña acababa de aparecer de la nada y estaba hablándole de hacer negocios… no era para nada convincente.

—Amm… usted… luce como una mujer muy confiable y comprometida —la miró de arriba abajo, aquella mujer fácilmente podía ser abogada o la CEO de alguna empresa multimillonaria pues su camisa y falda ajustada negra además de aquellos tacones que la hacían ver mucho más alta que Kara no parecían comprados en tienda de centro comercial —, pero mi hermana debe estar preocupada y… debo irme a casa ahora.

—Chica, pareces un poco exaltada… ¿Por qué no te relajas un poco y me escuchas?

—¿Escucharla? Sí… yo no… no soy una mujer de negocios así q

—¡Oh, vamos señorita Danvers! —le dio un pequeño toque a la tarjeta de identidad de CatCo que poseía Kara en su camisa, ella la miró curiosa de que aún la llevaba puesta, pues estaba segura de que la había guardado en su cartera al salir de la empresa como todos los días —¿No te interesaría tener todo lo que deseas en este mundo únicamente pidiéndolo?

Permanecieron mirándose fijamente durante varios segundos, sus rostros estaban tan cerca que Kara podía sentir la respiración de la pelinegra chocando en su rostro. Por un segundo pensó que iba a besarla pues se acercó un poco más a ella, casi rosando sus narices.

—Yo… yo… —tartamudeó, sin poder despegar sus ojos de aquellos orbes verdes que la miraban con fascinación y deseo —¿Quién eres?

—Sólo aparecí de la nada, en medio de la oscuridad de la noche para ofrecerte todo lo que siempre has deseado… ¿No tienes ni siquiera una mínima idea de quien puedo ser?

Ante aquellas palabras Kara sintió algo de miedo pues tenía razón, había aparecido de la nada, en medio de la noche en un lugar que no estaba siendo muy concurrido pues solo podía divisar unas cuantas personas a su alrededor que ni siquiera se detenían a mirarlas.

—No… y estoy comenzando a pensar que eres una psicópata. —ante aquellas palabras la pelinegra rió.

—¡Oh, cariño! —Se acercó lo suficiente como para rozar sus labios con los de Kara, que tembló al sentir dicho contacto, pues los labios de la mujer pálida eran muy suaves —Soy mucho peor que eso —aquellas palabras activaron todos los sentidos de alerta de la rubia, haciendo que se erizara —¡Soy el Diablo!

La mujer esperaba cualquier reacción, con anterioridad muchas otras personas corrían e intentaban esconderse o se arrodillaban y pedían piedad. Kara por su parte pareció relajarse y se alejó de ella soltando una risa que aunque era de burla le pareció muy tierna.

—Casi muero de un infarto, pero debo admitir que tienes muy buen sentido del humor —Kara continuó riendo bajo la atenta mirada de la pelinegra que no parecía comprender por qué reía —. "El Diablo", esa es una buena manera para presentarte como abogada.

—Hey, estoy hablando muy en serio, no soy abogada. Soy el Diablo, capturo almas de personas para hacerlas pagar por sus pecaminosos deseos durante la eternidad…— los ojos de la pelinegra parecieron brillar en un tono rojizo al decir aquello sin embargo Kara continuaba riendo y no se fijó en eso —Aunque por supuesto que tengo un nombre… y no es "Luci", prefiero que me llamen Lena.

—Por supuesto —Kara soltó una última risa antes de ajustar sus anteojos —, lo siento… no soy muy creyente y ya debo irme… no permanezca hasta muy tarde en la calle señorita Lena, puede ser peligroso incluso para "el Diablo". Buenas noches.

La rubia se giró, encontrándose de nueva cuenta con la mujer pelinegra, ahora poseía una gabardina vinotinto abierta encima de su ropa, además de que su cabello estaba recogido y sus labios estaban pintados de un rojo intenso. Lena hizo un movimiento con sus dedos y en su mano apareció una copa de vino, la cual agitó un poco antes de fijar sus ojos verdes en Kara que la miraba estupefacta.

—Exactamente ¿Cómo puedo probarte que soy quien digo ser? —dio un trago a su copa, degustando aquel vino y asintiendo un poco al recordar que hace unas horas se debatía entre si regresar a los vinos o continuar con los whiskeys. Sabia decisión.

—¿Qué demonios?

Al escuchar aquellas palabras Lena la miró fingiendo sorpresa.

—Cuida tu lenguaje jovencita, no querrás que te escuchen allá arriba ¿O sí?

—Pero… tú… —Kara volteó a mirar detrás de sí para no encontrar a nadie parado allí, miró de nuevo a la mujer que continuaba bebiendo de su copa —Esto es… ridículo.

—Kara, cariño, no seas escéptica —pasó una mano por su cintura, terminando de beber su vino y lanzando la copa a algún lugar, guiando a la joven por las calles, las personas parecían mirarlas con normalidad como si no hubiera nada extraño en la mujer a su lado —Deberías sentirte más bien afortunada, te elegí a ti de entre todas las personas en el mundo para cumplir cualquier deseo que tengas en este momento. —Kara continuaba mirándola como si fuera una loca —. Pruébame.

—¿P-Probarte? —Kara se sonrojó ante aquel comentario, pues bien podría ser una invitación a algo más. Lena la miraba expectante.

—Exacto, pruébame, pide lo que quieras, cualquier cosa… te daré una muestra gratis de lo que puedo hacer.

Ante aquellas palabras el rostro de Kara se sonrojó aún más. Bien que aquella mujer podía ser una psicópata, sin embargo era muy atractiva y desde el primer momento que la vio hace unos minutos algo dentro de ella la incitaba a invitarla a salir, sin embargo todos aquellos pensamientos se desvanecieron al entrar en razón. Estaba frente a una desconocida, que apareció de la nada, en medio de la noche, cuando se giró apareció de nuevo frente a ella con un abrigo e hizo aparecer una copa en su mano. Probablemente sólo estaba cansada y deseaba llegar a casa pronto.

—¿Una muestra gratis? —Lena sólo asintió, con sus ojos fijos en los de la rubia, atenta a cualquier cosa que pidiera —Correcto… deseo… ¿Debo decirlo así?

—Como quieras… —la pelinegra parecía un poco desesperada por llevar a cabo su deseo —sólo pídelo.

—Bien… deseo estar en mi departamento, con una pizza grande y mi programa favorito en la tv.

La emoción en los ojos de Lena desapareció. Había pensado en tantas cosas… y la rubia sólo deseaba ir a su casa a comer. La miró con una ceja alzada y totalmente seria.

—¿Sólo eso? —Kara sólo asintió con una sonrisa en el rostro —Bien, como sea. —tomó a la rubia del brazo y la miró fijamente por varios segundos. Kara arqueó una de sus cejas e iba a abrir su boca para preguntarle algo sin embargo Lena sopló en su cara, haciéndola cerrar los ojos y mover su cabeza de un lado a otro —Hecho.

Fue todo lo que dijo Lena, sentándose sobre el sofá de Kara y mirando la televisión frente a ella con aburrimiento reflejado en sus ojos. La rubia abrió sus ojos, mirando a su alrededor sorprendida, efectivamente se encontraba en su departamento, la televisión y la luz de su sala y cocina estaban encendidas.

—Santa… mierda.

—¿Con esa boca besas a tu madre? —Lena miró la televisión con molestia, haciendo un gesto con su mano el canal cambió —Pensé que eras un poco más mojigata y cuidabas de tu lenguaje… lo cual estaría bien porque una dama siempre debe cuidar sus modales y su manera de hablar.

—Yo no… —el timbre sonó, y Kara frunció su ceño —No esperaba a nadie a estas horas.

—¿Segura? —preguntó Lena con algo de desdén.

—Muy segura —se acercó a la puerta, mirando por la mirilla para encontrarse con un repartidor de pizzas, abrió sus ojos sorprendida y se giró para ver a Lena con emoción —¿Hiciste esto en serio?

—Pude haber hecho algo mucho mejor… créeme.

—¡Eres la mejor! —Kara se apresuró a abrir la puerta, el joven le entregó la pizza junto con una pequeña factura —Espera… ¿Tengo que pagar?

—Bueno, no dijiste que fuera gratis, todo tiene un precio en esta vida Kara Danvers… además de que no es la gran cosa, sólo una pizza.

—Señorita —el chico la miró expectante.

—Oh, sí… claro —miró la cuenta, suspirando para buscar en su cartera y entregarle el monto correspondiente además de una propina —. Ten una agradable noche. —Cerró la puerta tras de sí, dejando la pizza sobre la mesa y mirando a Lena, que continuaba haciendo un movimiento con su mano para, aparentemente, cambiar los canales. —Tengo que admitir que me has sorprendido… yo no… no sé… no puedo explicar cómo has hecho esto…

—Kara… no la hice… la trajeron hecha desde la pizzería. —la morena por fin volvió a mirarla, sus ojos brillaban de manera extraña.

—Correcto, hablo de hacernos aparecer aquí y… sólo…—abrió la caja de pizza, permaneciendo en silencio bajo la atenta mirada de Lena, quien sonrió con malicia —¿Me estás jodiendo?

—¿Acerca de qué? —el tono inocente en la pregunta y el hecho de que no la regaño por su lenguaje hizo que Kara sólo la mirara con su ceño fruncido, segura de que aquello haía sido parte de su plan.

—¿Pizza con piña?

Lena soltó una carcajada. Por un segundo Kara había olvidado que aquella mujer se había presentado a sí misma como el Diablo. Y aunque se lo había demostrado de alguna manera… ahora no tenía ninguna duda sobre ello.


Bueno sólo quería decir que estoy viendo Supergirl desde que inició la serie, y amé a Kara con Cat, pero luego apareció Lena y todo era mágico y hermoso y Katie es perfecta y bueno. Esta es una historia de humor y romance, no es la primera vez que escribo pero sí la primera vez que lo hago en este fandom.

Y eso, gracias por leer UwUr