Un hombre alto y delgado de cabello azul toma té frente al gran ventanal de su oficina, a sus espaldas una esbelta jovencita de lacio cabello rubio anaranjado atado en dos coletas a cada lado de su cabeza y nívea piel espera que su presencia sea tomada en cuenta.

-¡Qué sorpresa tan agradable! –Pronuncia el hombre desapareciendo su taza en una nube con un simple movimiento de mano mientras se ponía de pie y corría a abrazar a la chica. -¡Te he extrañado tanto, pequeña!

-Suéltame… auxilio… -balbucea mientras sus mejillas se tornan de un furioso carmín debido al fuerte abrazo.-No respiro… Mephis…

-Oh, lo lamento. –Murmura después de soltarla para comenzar a girar a su alrededor e inspeccionarla de arriba a abajo con la mirada y una sonrisa que ocupa casi toda su cara. -¡Mira cuánto has crecido! ¡Ya eres toda una mujer!

-La próxima vez recuérdame traer un gas pimienta. –Gruñe la muchacha mientras se alisa la falda.

-No es común que tu padre te permita salir, -Dice ignorando a la joven. -¿qué te trae por aquí?

Sentado sobre el escritorio, con las piernas cruzadas y una mano en la barbilla. Dejo su sombrero blanco a su lado y su cabello azul se vio en libertad, acomodo el pañuelo rosa de puntos blancos alrededor de su cuello y aliso su chaqueta blanca.

-He escuchado rumores y quería verlo con mis propios ojos.

-No cambias, ¿verdad?. -Murmura el hombre para sí mismo.

La joven se sienta en el sillón frente al escritorio y le regala una sonrisa ladeada al del cabello azulado y vestimenta estrafalaria.

-¿Te interesaría ser Exorcista, Yuuki?