Panadería, un establecimiento en el que se elabora pan y a menudo productos de bollería, repostería y pastelería. Un lugar que Adrien amaba con todo su corazón, solo de oler ese delicioso aroma, le provocaba un vació en el estomago, que solo podía llenarse con esos manjares.
Siendo Chat Noir, varias veces había visitado, en particular, una panadería y era la de los Dupain-cheng. Un lugar tan dulce y cálido como lo era su hija.
Era su lugar favorito en todo el mundo.
Como Adrien o como su alter-ego, la panadería era su escape y su refugio. Era su hogar y era donde últimamente quería estar porque ahí estaba todo lo que le gustaba.
—¡Bienvenido! —exclamó Marinette a Chat, con una sonrisa radiante. Ella lleva puesto un delantal y un poco de harina esta manchando su mejilla—. ¿Lo de siempre?
Él asintió y al poco tiempo, recibió la bolsa con el contenido. Intercambiaron varias palabras, pero no tantas, al haber clientes que atender. Entonces, Chat Noir se despidió, al notar que la muchacha no tendría tiempo para él. A punto de llegar a la puerta, el chico, en su dedicatoria, escuchó—: ¡Nos vemos! ¡Vuelve pronto!
Él sonrió y la miró por ultima vez esa noche, con una brillo en su mirada tan dulce como el azúcar.
Como ya era habitual, él vuelve a la panadería y lo realiza cada vez mas y mas pronto. Muchas y muchas veces mas. No obstante, ya no lo hace únicamente por los postres, lo hace por su Princess, porque quiere verla una y otra vez.
Su lugar favorito era ella.
Siempre lo iba a ser, siempre.
