Advertencia: Sé que esto es bastante forzado, simple y vulgar en varias partes. Quizá la culpa se la podría echar a Ultimate NEET, quien hace tiempo me dijo que le tenía ganas a Yuuki, pero la verdad acabé el texto por cuenta propia. En fin, un poco de morbo era necesario, pero el clímax queda donde está por reglas de la página.


Vampire Knight – Deseo impuro

Yuuki saltaba por las cornisas góticas del colegio ensombrecido y entre las nocturnas copas de los árboles, patrullando orgullosa en su misión de guardiana. Lo que ignoraba era que su compañero Zero andaba en su patrulla también, sólo como de costumbre, y mientras pasaba por debajo de un arco, vio una mancha blanca pasar sobre su cabeza, como un resplandor, y alzó la vista para comprobar que no era otro que el calzón de Yuuki que pasaba saltando sobre su cabeza.

"Qué descuidada que es" murmuró para sí, desviando forzadamente la mirada.

Dio media vuelta y se adentró por otro camino, entre los abetos y la pared de piedra hacia la biblioteca, pero no podía evitar sentir sus dientes ensanchándose tanto como otra parte de su cuerpo que le dificultaba caminar, y aun así siguió adelante manteniendo la compostura y la indiferencia ante ese punto blanco entre las piernas de Yuuki que seguía reapareciendo en su mente.

Anduvo así por un rato entre las sombras, sin ver a nadie, hasta que repentinamente escuchó frente a sí un ruido de golpes y forcejeo. Avanzó corriendo para encontrar a un grupo de tres vampiros embravecidos, al centro de los cuales se encontraba Yuuki con la mirada furiosa, el bastón de acero desplegado en su mano izquierda, jadeando desde una posición de guardia agachada, con sus mallas rasgadas y sus uniforme desgarrado por partes.

"¡Inmundos chupasangres!" gritó Zero, sacando la Bloody Rose y dando un tiro al aire. "¡Aléjense, bestias, o me tomaré el placer de acabar con ustedes!"

Los vampiros miraron fijamente a Zero sin una expresión clara, luego dos se fueron contra él mientas el tercero se abalanzó sobre Yuuki, quien lo golpeó en la quijada, mientras el guardián mutilaba a balazos sendos brazos y piernas de sus oponentes.

De inmediato los miembros de la clase nocturna empezaron a retirarse sin bajar la guardia, con sus miradas rencorosas brillando rojas hacia su enemigo desde las sombras.

"Rayos, mírate" dijo Zero, sin saber realmente qué pensar al ver a Yuuki caer sentada en el suelo con la piel descubierta en su brazo derecho y desde su hombro izquierdo hasta una región bastante amplia de su escote. "Estás hecha un desastre" murmuró, intentando convencerse a sí mismo. No quería pensarlo, pero ahora tendría que ayudarla a llegar a su cuarto o al dormitorio del director, y en el segundo caso podría incluso quedarse a su lado por toda la noche. No quería admitirlo, no quería poder hacerlo, pero se moría de ganas y ahí estaba, en sus brazos. La llevó en hombros y la tendió en su cama. Ella ya se había quedado dormida del cansancio y él se sentó en el piso, hasta que de pronto, Yuuki se puso de pie medio sonámbula por la incomodidad que le producía el uniforme rotoso, con el cual Zero había sido incapaz de ayudarle. Ella, sin embargo, en su estado de letargo decidió cambiarse a su pijama sin fijarse en nada a su alrededor, desvelando la totalidad de su pequeño cuerpo blanco, suave y torneado, y los delgados rasguños de la batalla que lo recorrían aquí y allá con sangre aún fresca. Zero no pudo aguantar más, necesitaba hundirle los colmillos o alguna otra cosa, se puso de pie y se paró detrás de ella, tomándola por los hombros. Yuuki despertó por completo en ese momento.

-Z-Zero...- susurró atónita.

-Lo siento Yuuki, no puedo resistirme más.

-No te disculpes. De veras... M-me... Me alegra mucho tenerte aquí. He estado deseando esto. Adelante, Zero, tómame.