¡Hola, hola! Pues parece que esto crea adicción... Os presento un universo alterno basado en el libro de Elisabeth Benavent: Fuimos Canciones.

Todo lo que reconozcáis es de JK Rowling, os dejo con el capítulo y luego hablamos.

.Aura.


La felicidad era aquello. Esa cerveza de mantequilla con mucha espuma, esos cacahuetes picantes que había puesto en la mesa ese camarero hacía ya bastante rato y una conversación para nada relevante con mis mejores amigas.

Me presento, mi nombre es Lily Evans, tengo 22 años y trabajo en moda con la diseñadora que está en lo más alto de Londres, Dolores Umbridge. Sinceramente, sus diseños tienden al rosa de una manera casi obsesiva, pero es algo que nunca admitiré en público. Puede decirse que soy la becaria con más experiencia de la ciudad, puesto que llevo tres años en el mismo puesto sin un solo ascenso… Y el sueldo, el sueldo da pena. Lo único bueno, es que al trabajar en este mundillo me regalan cantidad de ropa de diseño que jamás podría permitirme de otra forma.

Heredé el pelo rojo de la familia de mi padre, que eran escoceses, y los ojos verdes de mi madre, aunque lo que más me gusta de mi cara son mis labios, que siempre llevo pintados de rojo (por si os lo preguntáis es el 999 de Dior, que compro de tres en tres no vaya a ser que dejen de fabricarlo). Hago deporte todas las mañanas antes de ir al trabajo, gracias a eso puedo tomarme estas cervecitas sin remordimientos después.

¿Qué más puedo contaros? Soy bruja, acabé Hogwarts con unos EXTASIS inmejorables, la mejor de mi promoción, Premio Anual… Es normal que os preguntéis cómo he podido acabar dónde estoy. Veréis, la Gran Batalla contra Voldemort me quitó tantas cosas que decidí alejar mi vida de los peligros todo lo que pudiera. Pero basta de hablar de mí.

Las que están conmigo son mis mejores amigas desde nuestros tiempos en Hogwarts. A mi derecha con cara de asustada se encuentra Mary Macdonald. Es una chica de pelo castaño y ojos muy azules enmarcados en unas gafas, es más bajita incluso que yo con mi metro sesenta y cinco (mente: metro sesenta / yo: cállate). Mary es la más racional y centrada del grupo. Está casada desde hace un par de años con su novio de la infancia, Peter Pettigrew. Aunque por su estilo de vida parece como si llevaran 50, porque apenas salen en pareja y nunca tienen más planes que quedarse en casa viendo la tele o comer con la familia de él. La vida social de Mary somos nosotras, aunque a veces pienso que con eso tiene más que de sobra, porque nunca paramos. Mary trabaja en el hospital San Mungo como matrona, y uno de sus sueños es tener un bebé. Aunque todavía Peter y ella no han tenido suerte.

Y a mi izquierda, moviendo los brazos de manera exagerada y con una gran sonrisa está Marlene McKinnon. En apariencia es una barbie, rubia, con el pelo rizado precioso que nunca peina porque se le queda así de bonito al natural, ojos casi negros y enormes y bien puestos pechos… Es la típica chica que odias automáticamente por lo guapa que es. Eso sí, la pierden las formas. Marlene no ha tenido nunca vergüenza, dice y hace lo que se le pasa por la cabeza casi sin pensar. Durante la guerra contra Voldemort, perdió al amor de su vida, Regulus Black (quien estaba infiltrado con los mortífagos y cuando fue descubierto lo asesinaron). Estaba convencida de que él le mandaba señales desde el Más Allá, por lo que desde entonces ninguna pareja le había durado más de tres meses.

- Mary, no me creo que nunca te lo hayan chupado -estaba diciendo sin importar cómo la miraban los de la mesa de al lado- ¡Por Merlín! ¿Qué hacéis Peter y tú en la cama?

- ¡No es tan raro! -se defendía bajando la voz y sonrojándose, lo gracioso es que cuando le pasaba eso se le empañaban las gafas delatando su vergüenza- ¿a que no, Lily?

- A mi no me metas, esta vez estoy con Marlene, es de lo más normal… - contesté dando un trago a mi cerveza- es más, lo veo hasta obligatorio- añadí cuando tragué.

- Claro que sí -aseguró la rubia levantando su vaso para brindar- ¡Por la normalización del cunnilingus! -gritó pasando la vista por todo el bar. Lo más gracioso es que muchas copas se levantaron a favor de su brindis.

- Vale, de acuerdo, ¿podemos hablar de otra cosa, por favor? -preguntó la pobre muy colorada quitándose las gafas para limpiarlas, decidí apiadarme de ella.

- ¿Sigue en pie lo del spa de mañana? Le he puesto varias actividades a mi jefa para que no me mande trabajo -al decir esto, una lechuza se acercó a mí y me entregó una nota, miré de reojo su contenido.

- ¡Sí! Necesito relajarme… - mis amigas seguían hablando sin percatarse- Además, Mary, me dijiste que tenían una tienda con sus productos que era maravillosa ¿no?

- Sí, es el sitio que recomendamos a las embarazadas para cuidar la piel y que no les salgan estrías, venden unos aceites milagrosos -luego me miró y añadió- ¿Quién es Lily?

- Es Amos -contesté escuchando un resoplido por parte de Marlene- quiere saber si nos vemos mañana.

- No, querrá que vayas a su casa a que se la limpies, y luego le montes, como la última vez que os visteis.

La rubia no podía evitar su desagrado hacia mi… ¿mi que? Amos y yo teníamos una relación extraña. Llevábamos quedando cerca de seis meses, desde que nos conocimos en una fiesta de Dolores, no éramos novios, pero tampoco nos veíamos con otras personas, al menos yo no, él no hablaba mucho de lo que hacía cuando no estábamos juntos. Nos veíamos una o dos veces a la semana y nos divertíamos en la cama. No había sentimientos, a alguna parte de mi le hubiese gustado saber que esa relación podía madurar, pero yo sabía que no iba a pasar.

- Lo hice porque me negaba a "montarlo" con tanta mierda en medio -es cierto, temo a las pelusas de debajo de la cama más que a mi hermana Petunia cuando se enfada (que ya es decir)- ¿qué interés tienes tú en los productos del spa? -pregunté cambiando de tema.

- Es que últimamente tengo unos dolores aquí que no son normales -para enfatizar su queja se empezó a bajar el cuello de la camisa que llevaba como si quisiera enseñarnos la espalda.

- ¿Por qué no vas a un fisio? -sugirió Mary haciendo que parara porque estaba desvelando más de lo que pretendía- mañana podrías pedir un masaje en el spa.

- Tienes razón -le sonrió encantada- chicas, sabeis que os quiero y os adoro, pero mañana viene al Profeta el Ministro de Magia y me toca a mí hacerle la entrevista. ¿Nos vamos ya?

- Sí -contestó Mary con voz cansada- yo tengo tres partos, y quieren que sea natural… no van a tardar ni cinco minutos en arrepentirse, ya veréis -nos confió segura.

Marlene y yo nos reímos de su expresión y nos acercamos al camarero guapo para pagar. Pocos minutos después las estaba despidiendo en un callejón cercano para que pudieran desaparecerse sin problemas. Mi casa estaba a unos cinco minutos del bar así que decidí caminar. Adoraba la sensación de contraste entre tener la nariz fría y los labios tapados con la bufanda de lana. Saqué los guantes y el gorro del bolso y empecé a caminar.

No había mucha gente en la calle, estábamos en Octubre y empezaba a hacer mucho frío a esas horas. Por eso no me costó notar como unos pasos me seguían (mente: tranquila, no te alarmes…). Decidí acelerar el paso, y empecé a pensar formas de alcanzar la varita sin llamar la atención de ese asesino (mente: no sabes si es un asesino / yo: cállate). La persona que me perseguía aceleró el paso también (mente: vale, ya te puedes asustar).

Afortunadamente, o eso pensé, un coche pasó por mi lado y pitó, la ventanilla del copiloto se bajó enseñando una cara conocida.

- ¡Pero si es mi pelirroja favorita! Me ha costado reconocerte con el gorro -sonrió una cara redonda de ojos azul oscuro muy grandes que llevaba el pelo negro recogido en una trenza muy elaborada- sube que te llevamos.

- Gracias Dorcas -dije abriendo la puerta de atrás y mirando de reojo como la persona que me seguía paraba en seco y daba la vuelta, sonreí a mi amiga dispuesta a hacerle un cumplido a ese vestido de Valentino tan impresionante que llevaba cuando la vista del conductor en el espejo retrovisor me llamó la atención. No podía ser ÉL.

Lo vi tan impresionado como yo, la sonrisa cortés que había puesto para saludarme se había congelado en su cara al reconocerme. No había cambiado nada, su pelo seguía estando igual de negro y alborotado que siempre, los ojos grandes y oscuros enmarcados en esas gafas cuadradas, la mandíbula fuerte con la típica barba de tres días que tanto me gustaba ahora estaba tensa. Dorcas carraspeó.

- Lily, él es James Potter -aunque algo en mi expresión hizo que ella añadiera- parece como si ya os conocierais.

- Si, Dorcas. Evans y yo nos conocemos de Hogwarts. Fuimos compañeros.

No sé explicar la patada que sintió mi corazón al escucharlo hablar y ver el resumen que había hecho de nuestra relación. Me recompuse muy rápido para mi sorpresa.

- Sí… ¡Cuánto tiempo! ¿Que tal te fue en la liga americana de Quidditch? -pregunté con la sonrisa más cortés y falsa que había puesto en la vida- por cierto Dorcas, ese vestido es increíble, pero seguro que me dices que es de rebajas ¿verdad? -añadí muy poco interesada en escuchar la respuesta de él, lo escuché soltar una risa sarcástica a la que no presté atención.

- Fue en una liquidación por cierre -contestó modesta preguntándome con la vista si estaba bien- ¿ibas a casa no? James, coge la siguiente a la derecha y allí la dejamos- añadió al ver como asentía a su pregunta. El moreno le hizo caso.

- Desde luego tenemos que ir de compras juntas, siempre encuentras auténticas gangas -le sonreí viendo cómo llegábamos a mi edificio.

- Claro que sí. Mañana me paso por tu trabajo y desayunamos -me dijo con una cara que decía "tienes que explicarme todo esto".

- De acuerdo -sonreí apretando su mano- muchas gracias por traerme Dorcas, Potter… -añadí como despedida.

- Evans... -me contestó en el mismo tono.

No tardé ni un minuto en bajarme del coche, abrir el portal, y subir a casa. Había vuelto, sabía que ese día llegaría, pero lo esperaba mucho más lejano. No estaba preparada para enfrentarme a él, a lo que me hizo… Cerré los puños con fuerza clavándome las uñas en las palmas, una inútil forma de retener las lágrimas que aún así salieron.

No me iba a joder la vida. No otra vez. No ÉL.


Cuando me levanté esta mañana no esperaba que mi día fuera a ser tan intenso. No hacía ni una semana que me había mudado de Massachusetts a Londres, aceptando un puesto para cubrir una baja en el Ministerio, en la Oficina de Entrenamiento de nuevos aurores. Un trabajo muy distinto al que tenía anteriormente.

Me llamo James Potter. He sido el jugador de Quidditch más joven en conseguir un contrato millonario con los Fitchburg Finches. Ganamos las tres ligas que jugué con ellos, pero luego… esa maldita lesión. Fue durante un partido en el que estaba lloviendo mucho, nuestro buscador había visto la snitch, y no tuve más remedio que protegerlo cuando ví como el equipo contrario le lanzaba una bludger que podía haberlo matado. Me impactó en el hombro, perdí el conocimiento, me caí… todo un drama. Estuve en rehabilitación varios meses, pero mi hombro no se ha terminado de recuperar.

Cuando mis padres me dijeron que me habían encontrado un trabajo en Londres, decidí hacerle un favor a mi equipo y me marché.

Pese a las insistencias de mi madre, me compré un piso en el centro de Londres, y Sirius me ayudó a hacer la mudanza. Le sugerí vivir conmigo, pero me soltó un "Prongs, hermano, creo que ha llegado la hora de que aprendas a vivir sin mí". Será perro ingrato…

La lesión del hombro aún me provocaba dolores, sobretodo cuando me desaparecía, por lo que otro de los regalos de mi padre fue su Bentley negro. Desde luego, no es el coche que yo hubiese elegido, pero hay que reconocer que tiene clase.

En fin, mi nuevo puesto de trabajo me exigía una vestimenta demasiado elegante para mi fondo de armario. Así que esa mañana reuní valor y me fui de compras. Nunca me ha gustado ir a comprar ropa, de joven siempre la elegía mi madre, y durante mi estancia en América el equipo tenía una Personal Shopper que se encargaba de la vestimenta elegante de todos. Así, que yo no tenía ni idea de la cantidad de bajos de túnica que existían o de la diferencia entre el azul añil y el cían.

Gracias a Merlín, me tropecé con una chica adorable y guapísima llamada Dorcas, que me ayudó a encontrar todo lo que necesitaba en un par de horas. Para agradecérselo la invité a cenar por la noche.

Cuando la recogí y me apareció con ese vestido negro ajustado… he de confesar que me costó concentrarme toda la velada. Dorcas es guapísima, y además muy inteligente. Trabaja de modelo para varias firmas, y está empezando a crear la suya propia. Realmente me atraía, y cuando salimos del restaurante estaba seguro de que quería que me llevara a su casa. No sé en qué revista muggle de Sirius leí una vez que las mujeres prefieren que la primera vez con un hombre sea en su casa, que así se sienten más seguras. En su casa, en la mía o en ese coche si hacía falta.

Cuando me pidió que paráramos que había visto a una amiga, lo que menos me podía imaginar es que fuera a ser ELLA.

Seguía tan guapa como siempre, con esos ojazos y las mejillas sonrosadas por el frío. Y su boca… esos malditos labios rojos y llenos que me habían besado por absolutamente todo el cuerpo más veces de las que podía recordar. Hasta mi pene reaccionó al recuerdo de su boca. Vi cómo me reconocía y su cara cambió de golpe. No quise crear mala impresión a Dorcas y frivolicé nuestra relación diciéndole que habíamos sido compañeros. En mi defensa, he de decir que me dolió hasta a mí. Me puse nervioso, me afectaba su presencia, fue como volver tres años atrás. Y ella parecía haberlo olvidado todo. La Lily que yo conocía me hubiese dado un puñetazo nada más verme, tan pequeña y peleona, siempre me gustó. Pero la Lily de ahora me preguntó algo que ya sabía, puesto que una de sus mejores amigas había escrito el artículo de mi lesión en el Profeta, y luego desvió la atención a un tema mucho más frívolo. Me había olvidado, y con todo el derecho del mundo.

Salió apresurada del coche, estaba deseando perderme de vista. Volví a arrancar el coche cuando vi encenderse la luz del segundo piso. Quería preguntarle a Dorcas por ella, pero no sabía cómo se lo tomaría. Así que aparté a la pelirroja de mi mente todo lo que pude y me concentré en la chica que estaba conmigo.

Llegamos a su casa y le abrí la puerta del coche como un caballero. Lily se hubiese reído de mí al verme hacer eso, eso o me habría soltado un discurso sobre la igualdad y mil cosas. ¿Por qué pensaba en ella? ¡Maldita sea!

- Me lo he pasado muy bien esta noche -le dije besando su mano.

- Yo también -sonrió ella un poco sonrojada- James… esto de Lily y tú… ¿hubo algo más entre vosotros? -chica lista… Sirius siempre me decía que tuviese cuidado con esas.

- Estuvimos saliendo, luego acabó -decidí ser todo lo sincero que podía- Es mejor no hablar de ciertas cosas porque…

- ¿... porque cobran vida? -Dorcas sabía que había mucho más ahí de lo que yo le contaba.

- Es pasado -sentencié y ella pareció entender.

- ¿Esto… me va a traer problemas?

- ¿A qué te refieres? -pregunté arqueando la ceja.

- Aprecio a Lily, somos buenas amigas, y tú… tú me gustas… ¿son cosas incompatibles?

Desde luego era observadora y muy directa. ¿Cómo era posible que una mujer tan pequeña como la pelirroja me tocara tanto los cojones incluso sin querer? Me rasqué la barba antes de contestar.

- Fue una ruptura fea. Éramos muy jóvenes y no supimos hacer las cosas bien. Pero lo de hoy ha sido solo la sorpresa de volver a vernos. No volverá a pasar.

Ella asintió y yo me acerqué y la besé al ver que ella me miraba los labios. Fue un beso muy dulce, lento, de reconocimiento. Con Lily hubiese sido salvaje, con mordiscos, con pasión… ¡Joder! ¿Por qué seguía pensando en ella?

- Te invitaría a subir, pero tengo una sesión de fotos mañana temprano -dijo apenada con una cara que supe que era verdad.

- No te preocupes… yo también tengo clase mañana -Dorcas se mordió el labio inferior y volvió a besarme mientras me agarraba de la camisa- ¿estás segura? -pregunté mientras la arrinconaba contra la pared para comprobar sus ganas. Ella gimió.

- Te invitaré a subir otro día -aseguró con un último beso entrando en su portal- Escríbeme -añadió antes de cerrar.

Sonreí y volví al coche un poco frustrado. Al llegar a casa ni me molestaron las cajas de la mudanza que aún no había abierto. Me encontraba mal, incómodo. Lily no se iba de mi cabeza. Sabía que este momento podía pasar, pero no me había preparado para él. Mil veces había imaginado la situación, lo que decir o cómo actuar, pero en tres años no había conseguido estar preparado. El hueco que Lily se había hecho en mí años atrás seguía estando, tan intenso como siempre. Pero no podía ser. Ella siempre me jodía la vida, y yo… yo se la jodía a ella.


¿Qué tal? ¿Le veis futuro? Este es el capítulo más corto que tengo preparado, que es un poco de introducción.

La semana que viene os subiré el segundo para que podáis decidir si os encanta o lo odiáis.

¡Espero vuestros comentarios!

.Aura.