En su infancia nada fue fácil, soportar los abusos de su tío, la muerte de sus padres y luego la venganza. Aprender a vivir solos, a cuidarse las espaldas y sobre todo el enfrentar que tu hermana se enamore de otro. Sasuke y Sakura deberán tener mucho valor a través de toda su vida solo para poder vivir tranquilos.

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Capítulo 1: Un comienzo desastroso.

- ¡¡Feliz cumpleaños Sasukeeee!! ¡Que lo cumplas feliiiiz!

- ¡Ahora sopla las velas y pide un deseo Nii-san!

- Ya lo sé... déjame pensar, no me apresures... Listo- sopla las velas.

- ¿Hay alguien en casa? - la voz provenía desde la entrada de la residencia.

- Ese debe ser Yin.- dijo animadamente.

- Aguarda Oka-san. ¡Quédate!- le exigió el pequeño.

Era un día especial por la tarde en primavera. El celebrado por su séptimo cumpleaños era Sasuke, quien dichoso se sentía por ser un año más grande. Casi toda su familia estaba reunida. Itachi era el único ausente. Su inasistencia se debía a que decidió repentinamente marcharse sin decir nada de casa. Había hablado hacía tiempo sobre un grupo en el que tenía bastante interés por unirse pero quedaba bastante lejos. Sus padres se habían negado rotundamente ante esta desición por lo que Itachio no lo tomó nada bien y en contra de la voluntad de todos, huyó de casa. Los únicos que estaban ahí eran; el padre, la madre, Sasuke y su hermana adoptiva.

Esta pequeña tuvo la oportunidad de tener un nuevo hogar el día en que la madre de Sasuke junto a su padre habían salido a hacer compras por la noche. La encontraron desfalleciendo tirada en medio de un callejón y con todas sus ropas rasgadas, se moría de frío. El tiempo de actuar era poco, no había tiempo que perder. La llevaron en seguida a su hogar a paso veloz. Por esos días Itachi continuaba con ellos.

Sasuke sintió abrirse la puerta de entrada y fue a ver quien entraba tan rápido. Eran sus padres. Se extrañó de que hallasen vuelto tan temprano y se les acercó a preguntar que si habían tenido algun problema en el camino. La madre tenía en sus brazos a la pequeña y la llevó rápidamente a su habitación para arroparla y que recobrase el calor.

Itachi que era mayor, también se preocupó al instante en cuanto vió a su madre correr tan apresurada con aquella personita en brazos, le preguntó a su padre qué pasaba y él solo le respondió que la habían encontrado en ese estado y no tenían idea de nada, que habría que esperar a que todo se calmase y que la pequeña despertara.

Al día siguiente la pequeña había amanecido con un poco de fiebre, pero no lo suficientemente alta como para alarmarse. No sabía dónde estaba, en qué momento había llegado a tal lugar que no dejaba de inspeccionar con la mirada, y finalmente se encontró de frente con el rostro curioso de Sasuke bien cerca y con el rostro apoyado sobre sus manos al costado de la cama.

- Estas despierta al fin, ¿estas bien?- le preguntó inocentemente mientras le sonreía.

- Solo tengo frío...- se arropó un poco entre las sábanas. Sasuke se le quedó mirando.

La puerta de la habitación se abrió a los pocos segundo y por ella entraban la madre el padre del pequeño junto con Itachi. Todos se aliviaron internamente al ver a la pequeña bien y con algunos signos de mejoría.

- ¿Estás bien, cielo?- le preguntó cariñosamente la madre acercándose y sentándose justo al lado de Sasuke. Alargó un poco su mano para alcanzar su frente.

- Solo tengo algo de frío... nada más.

- Mmm, tienes fiebre. Te traeré otra frazada. - salió de la habitación a buscar más cobertores.

La pequeña siguió inspeccionando otro poco la habitación.

- Etto... ¿ustedes me trajeron... aqui?- les preguntó timidamente incorporándose un poco sobre la cama.

- Si, fueron mis padres... estabas echa una paleta helada cuando te vi, parecías azul y pensé que estabas muerta...

- ¡Sasuke...! - le reprochó Itachi.

- Gomen Nii-san- se disculpó en seguida el menor.

- Lo importante es saber que se te ve un poco mejor que ayer por la noche...- el padre se arrodilló al costado de la cama.- ¿Por qué estabas tirada en medio de ese callejón en una noche tan helada? ¿Qué te pasó?, dímelo.- le exigió en tono calmado.

La pequeña bajó la vista notoriamente angustiada. Todo notaron el gesto. La madre apareció tras la puerta con una gran manta entre las manos.

- Aqui estan.- arropó a la niña muy bien.- ¿por qué tienes esa carita?- le preguntó al tiempo que ponía su mano en su rostro con cariño.

- No recuerdo muy bien...- musitó la niña con los ojos cerrados, recordando- Pero... mi vida en mi hogar... no era de lo mejor... y por eso...- hace unos dos meses, en su casa, la relación que tenía con su madre había cambiado drásticamente con la llegada de su nueva pareja tras haber muerto su esposo en una guerra. No miraba a su hija con los mismos ojos, solo tenía miradas dulces y de cariño para su nuevo koi. Esto entristeció mucho a la niña hasta el punto de caer en una depresión, por ese abandono a la que de a poco era sometida inconcientemente por su madre. Todo habia llegado a tales extremos que ya ni se acordaba que existía, la comida de ella se le olvidaba, también que asistía a la escuela y el tener que retirarla, hasta incluso cuando se enfermó, tenía mucha fiebre pero esto no le importó en nada a la mujer, otras veces le agredía cuando tenía alguna pelea con su pareja y se descargaba con la pobre infante. Al poco tiempo la dejó abandonada en casa lléndose de vacaciones por meses con aquel tipo que le había traído tanta felicidad a su vida, que le había hecho olvidar todo cuanto le había molestado, ya ni sentía la presencia de su hija a los alrededores, ni tampoco tenía intenciones de sentirla.- No quiero volver allá...- su voz se entrecortó por las convulsiones que le provocaba el llanto al recordar tan desagradables escenas y su pasado- No me hagan volver... por favor...

- No llores pequeña...- le calmaba la madre abrazándole maternalmente.

- Entonces todo esto quiere decir que... - dijo Itachi por lo bajo y acercándose a su padre para susurrarle al oído sin que nadie se diese cuenta- ¿huyó de casa?

- Eso parese por su reacción.- asintió el padre viendo como su esposa se abrazaba a la pequeña que lloraba.

- No llores mi niña...- acariciándole la cabeza e intentando calmarle, pero no paraba en su llanto. La fiebre con la desesperación que tenía comenzaba a subir en forma alarmante- Sasuke, por favor tráeme un paño frío para su fiebre.- Sasuke asintió y salió corriendo a traer lo que le habian pedido- Pequeña, cálmate, cálmate... - le secaba las lágrimas y notando como por tiempos paraban de salir, comenzaba a calmarse- dime tu nombre... aún no me lo has dicho.

- Es... es Sakura- sus ojos esmeraldas estaban hinchados y rojos a causa del llanto.

- Sakura- repitió. Hizo ademán de recostarla para que descansase. Sasuke entró corriendo a la habitación con la toalla fría entre manos, se la entregó a su madre al tiempo que se ponía al lado de Itachi y veía a la pelirrosa cerrando lentamente sus ojos para descansar a causa de unos mareos que le dieron por consecuencia de llorar.

- Oka-san... ¿va a estar bien?...¿se murió?- preguntó agarrándose de la manga de la camisa de Itachi, con miedo en cuanto Sakura cerró completamente sus ojos.

- No, Sasuke- se adelantó Itachi a responder- Solo está descansando. Nada más.

- ¿Se quedará con nosotros?

- Eso no lo sé muy bien...

- Anata...- le llamó la madrte a su esposo, levantándose de su posición y volteándo con una expresión de inseguridad. -Necesito hablar contigo.

- En seguida.- ambos adultos salieron de la habitación, dejando solos a Itachi y a su hermano menor.

- Sasuke- le llamó en cuanto le vió acercarse a Sakura quien dormía.- Será mejor dejarla descansar.

- Demo Nii-san.- se quejó el menor.

- Nada de "demo Nii-san"- se le acercó y lo alzó en brazos dejándolo sobre su hombro sacándole de la habitación- Contigo por los alrededores no podrá dormir tranquila.

Sasuke infló los mofletes resignado y cruzado de brazos sobre el hombro de su nii-san. Quería quedarse a verla otro tiempo más, también le preocupaba pero parecía que no querían que lo hiciera. La maldita edad...se quejaba internamente.

Los padres de ambos hermanos estuvieron conversando largamente sobre la condición de la muchacha. Se le notaba que no tenía ni la más mínima intención de volver a su hogar, que su vida no ha sido fácil y había sufrido. Debían de tomar una desición pronta.

Sasuke había logrado al fin escabullirse de Itachi gracias a unas visitas por lo que se coló en la habitación en donde Sakura estaba despierta, mirando al techo y acontinuacióna la persona que acababa de entrar.

- ¿Qué me dices, querido? Podría quedarse un tiempo aquí.

- Creo que está bien. Pero después tendrá que ir a su casa. Su madre estará preocupada y...

- ¡No pienso volver a ese lugar!- se escuchó desde el interior de la habitación. Los adultos dejaron de hablar y se quedaron mirando a la puerta a sus espaldas.

- Ya te escuché.- se quejaba Sasuke desde el interior del lugar- No estoy sordo por Kami... ¿Y por qué es que no quieres volver a tu casa?

- Mi mamá ya no me quiere como... y yo tampoco a ella. No después de como me trata hasta me pega y duele mucho. Mira, incluso tengo un moretón de hace poco que me hizo.

- A ver... waa, - exclamó sorprendido- es enorme y feo.

- Parece que en vez de que duela te gusta... niños.

- Así que la golpea...- dijo por lo bajo el padre. Escucharon todo en silencio y con cuidado. Tan pequeña y sufriendo cosas como estas, un acto cobarde de una persona mayor que aprovecha su tamaño y su fuerza para herir. Con esto ya estaba más que claro que no volvería la pequeña Sakura a su casa por una muy buena razón. De eso jamás. Como un rayo de luz que les caía de lleno en la cara pensaron en una muy buena idea que podría solucionar el pesar ¿Y que tal si se quedaba con ellos?

- Adoptemosla - dió como opción la madre. Esperanzada en esta posibilidad, ilusionanda, con ellos podría ser feliz, no tendría maltrato alguno. Siempre había querido tener una hijita en la familia, y en este momento esa oportunidad se le estaba dando, aunque no fuera de su propia sangre, la trataría como tal y no con los malos tratos que ella tuvo y no se repetirán.

- Por mí no hay problema, pero queramos o no, se necesita el permiso de la madre o padre, nos podrían acusar de secuestro si no lo hacemos.

- ¿Y tú crees que la pequeña Sakura acepte el llevarnos donde esa...- evitó decir la palabra que se merecía aquella bestia de mujer. Desgraciada, prefirió pensar. Perra inmunda, golpear a un niño... Ella jamás lo habría echo con ninguno de sus hijos, ni a Sasuke o Itachi, aunque se los merecieran pero sin extralimitarse ni nada, solo algun reto y un castigo sin cenar.

- Habrá que preguntáselo.

- Ojalá acepte nuestra proposición... una hija. La cuidaré como si fuese mi hija...

El tiempo pasó, la amargura y tristeza de Sakura desapareció casi por completo, lo único que la mantenía no del todo feliz era el pensar en que tarde o temprano tendría que volver a casa y con esa horrible mujer. Se logró recomponer de la fiebre y ya se le veía animada corriend y jugando con el menor de los Uchihas.

Sasuke se acostumbró rápidamente a un nuevo integrante en la familia, hasta incluso la aceptaba ya como si fuese su hermana. Cada día se llevaban mejor excepto por una que otra pelea típica de niños, que querían jugar al té y el otro a la pelota o a los ninjas. Jugaban por la casa, dejaban desastre tras desastre por el pasillo persiguiéndose en juego.Se llevaron varios retos por parte de la madre que tendía que ordenar de nuevo y por cuarta vez en el día. Ya podría decirse que tenía una habitación que compartía con Sasuke. Tenía tanto espacio que no molestó en nada tener que compartir

Itachi en ningún momento se opuso contra esto y también aceptó a este mienbro nuevo en la familia. Los acompañaba al parque a que jugaran un rato, a tomar un helado y quizás conocer una que otra chica guapa por ahí que estaba en las mismas andanzas que él, acompañando a la hermanita pequeña en el parque para que se cansara de tanto dejar desastres en casa.

Todo tranquilo y sereno, pero siempre tiene que haber un pero en alguna historia, y este consistía en que tuvo que llegar finalmente el día en que Sakura tendría que llevarles con su madre para hablar sobre la opción de adoptarla.

- ¿Tengo que ir? No quiero verla...- era siempre la respuesta de la pelirrosa cada vez que le pedían que le guiaran. Aún no sabía el nombre de las calles, solo sabía como ir a pie, pero era algo que no quisiera. Le había insistido mucho. Le preguntaron que si le gustaría volver con su madre, aunque ya supieran la respuesta de antemano- No...- respondió en un hilillo de voz. Le preguntaron esta vez si le gustaría vivir con ellos y ser parte de la familia.- Por supuesto. Ustedes son como la familia que siempre quise.

- Entonces si quieres que eso se cumpla tienes que llevarnos con tu madre.

Sakura dió un largo suspiro. Si tenía que enfrentar a su madre, lo haría. Todo por tener un hogar en donde sí la apreciaran, en donde sí se acordaran de ella, en donde tendría hermanos con los cuales jugar y no una habitación vacía y silenciosa. Donde tendría calor y mucho amor...- Esta bien. Vayamos ahora entonces...- se dirigió a la puerta decidida, esta vez los guiaría y daría vuelta a su destino. Ya no habría más sufrimiento. Hacia el norte unas cuatro calles y luego a la derecha, tres calles más y después a la izquierda pasando por la heladería. En el edificio en el cuarto piso.- Aqui es.

- Iosh.

Golpearon la puerta y la mujer tardó un tiempo en abrir. Cuando finalmente lo hizo llevaba una bata bastante corta y tenía su respiración agitada y el cabello totalmente desordenado. Le pidieron disculpas si la habían inaportunado ante la escena que se les presentaba pero que Sakura al ser pequeña desconoció. Se sorprendió de ver a su hija con aquellas dos personas, juraría que estaba en su habitación. Le comentaron que hace un mes la habían encontrado en condiciones precarias, al borde de la muerte.

- Eso fue su culpa por huir de la casa. Podría haberse quedado y no hubiera tenido ese problema.- se defendió en seguida ante ese descuido que según ella fue solamente de su hija tan distraída y cabezota.

Siguieron contando la historia con unas ganas enormes de partirle la cara a esa mujer tan insoportable que no se preocupaba ni por asomo ante la noticia de que si no hubiera sido por ellos, Sakura estaría muerta.

- Usted golpea a su hija cuando tiene una pelea con su koi y a eso se le llama violencia intrafamiliar y podríamos denunciarla si quisiéramos y estaría en la cárcel por un buen tiempo. ¿Está al tanto de esto?

- ¿Qué mentira le has dicho Sakura? ¡Eres una mala hija con tu madre! Después de todo el amor que te dí...- le reprochó a la pequeña que se ocultaba tras las piernas de su protectora que era la madre Uchiha.

- Mi madre no me ha dado amor desde que empezó a salir con ese tipo tan raro. Mi madre antes era cariñosa conmigo, me mimaba, me cuidaba y ahora solo me golpea y se preocupa por su bien y nada más. Dejó completamente abandonada a su hija. Yo ya no te quiero... Pero a ellos sí. Ahora tengo una verdadera familia.- se atrevió a decirle la pequeña a su madre, encarándola por primera vez. Tuvo miedo al ver la expresión que le ponía ésta, rabia encolerizada y su rostro morado ante este atrevimiento.

- ¡¿Cómo te atreves...?!- le gritó enfurecida.

- Eso es lo que ha oído. Lo único que queremos ahora es evitar más problemas. No la demandaremos si acepta firmar los papeles de adopción que indican que acepta que Sakura sea una Uchiha y no Haruno.

- ¿Eso es todo...? ¿Dónde firmo? Mientras más pronto me quite a esta malagradecida de encima mejor.- la miró despectivamente.- Si quieren pueden llevarse sus cosas ahora mismo.

Los papeles ya los traían de antemano consigo el padre Uchiha. Se los puso frente a la mujer quien los firmó más que feliz. Con esto ya no tendría que preocuparse de la mocosa de su hija y ahora su vida se haría más fácil para dedicarse por completo a su koi. Sakura estaba feliz y su madre para qué hablar. Los nuevos padres Uchiha estaban sorprendidos del desprecio de la madre por su hija y la facilidad con la que había tomado las cosas y firmado el documento.

Se fueron de ahí lo más pronto posible, llevándose todas las cosas que Sakura necesitase como su ropa y los peluches que más quisiera.

Con esto ya estaba todo hecho, la pelirrosa era legalmente una Uchiha, tenía otra familia, tenía hermanos cariñosos al igual que un padre y una madre.Con esto los años fueron felices y gratos. Nunca más se supo de aquella mujer tan despreciable, solo que esta vez se había mudado para siempre de Konoha a empezar su vida de nuevo junto a su pareja.

Ahora, volviendo a la actualidad, era el cumpleaños de Sasuke y estaba feliz de poder cumplir un año más, ahora tenía más de maduresz que Sakura. Se lo echaría en cara cada vez que tuvieran que hacer algo, que era el mayor y el mandaba. Trabaja esclava, le diría. Sus pensamientos le hacían sonreír con más notoriedad, ojalá estuviese de cumpleaños todos los días.

En la entrada de la residencia Uchiha se escuchaba la voz de alguien llamando si había alguien en casa. La cara de los menores palideció y la sonrisa de Sasuke se borró completamente. Esa voz de nuevo no... Sus manos temblaban y sus ojos estaban petrificados por alguna razón. Tenían miedo y esa voz era la clara razón de esto. Los pasos se aproximaban a donde ellos estaban, en la sala de estar y con una gran torta frente al celebrado.

- Yin, que bueno verte por aquí.- repondió feliz de verle el padre y estrechándole la mano.

- Buenas tardes a todos- los menores les miraban con miedo- Feliz cumpleaños Sasuke- se acercó al celebrado y le dió un abrazo amistoso para los padres y para él una fea señal.- Te traje un regalo querido sobrino- le entregó un paquete envuelto en pepel azul con una lazo rojo. Sasuke ni se molestó en abrirlo allí mismo.- ¿Qué te pasa? ¿por qué no lo abres?- se arrodilló quedando a su altura.- ¿No te gusta?

- No, no es eso. Lo abriré más tarde en mi habitación- se excusó rápidamente el menor y dejando el regalo un tanto nervioso sobre la mesa.

- Bueno- se puso de pie y miró el pastel que se veía apetitoso. - ¿Y qué esperamos para servirnos de ese pastel? Se ve que tiene buena pinta.- cuando nadie se dió cuenta, Yan desvió su vista hacia donde estaban los menores y los recorrió con una mirada lasciva en cuanto mencionó estas últimas dos palabras.

Los pequeños notaron este gesto y miraron hacia otra parte nerviosos hasta más no poder. Como odiaban a su tío desde que empezó a comportarse de una forma que era claro anormal. Por ser tan pequeños no sabían si harían bien en contarles algo a sus padres, el miedo era el peor traicionero y no sabían qué hacer.

- ¿Mañana tenían planeado salir, no es así?- dijo Yin echándose un bocado de pastel a la boca una vez que todos estaban sentados en la mesa.

- Si. Saldremos temprano, por lo que nos preguntábamos...- dijo la madre comiendo pastel animadamente. El dulce era su favorito.- ¿Te gustaría llevarte a los niños a tu casa en cuanto terminemos esta pequeña celebración?.

Sasuke que estaba al lado de Sakura dió un respingo y se agarró de su mano inconcientemente. Ésta no se soltó sino que apretó de su mano igual de fuerte en cuanto oyó que se irían a casa del tío Yin.

- Encantado los cuidaré. Nos divertiremos mucho, ¿verdad Sasuke, Sakura?- les miró con una falsa sonrisa tierna.

- Hai- respondieron débilmente los pequeños.

Los adultos siguieron en la mesa conversando sus temas y los niños se fueron a su habitación en cuanto tuvieron la oportunidad. Le pusieron el seguro a la puerta y se recostaron en sus camas boca abajo, con la almohada tapando sus bocas temblorosas.

- Nii-san... no quiero ir donde el tío Yin... - dijo por lo bajo la pelirrosa.

- Lo sé, Sakura...- le respondió igual de bajo Sasuke.- Pero somos niños, ¿qué podemos hacer?

- No me gusta como nos mira, tampoco como nos toca... tengo miedo cada vez que le veo.

Sasuke no respondió. Él tampoco sabía qué podrían hacer. Los adultos hacían cosas tan raras a veces, como lo eran esos ruidos tan extraños a mitad de la noche, escuchar a mamá por ejemplo decir cosas tan raras como: "más fuerte... más rápido" y después de eso escuchar tantos jadeos que pareciera que le dan ataques y le falta la respiración. O también el trato especial que les hacía su tío, que por cierto no le gustaba para nada, lo toqueteaba entero a él y a su hermana, también el hecho de bañarse juntos y él apegandose tanto a su pequeño cuerpo, sobándole descaradamente su entrepierna y soltar gemidos cuando se lo hacía a sí mismo. Ya no quería pasar por eso, quería borrarlo de su mente pero le costaba, su mente tan pequeña ya era ensuciada por un cerdo pervertido como lo era su tío. Pobre de los hermanos. No sabían que hacer, nada más que obedecer, y eso que su madre y padre siempre les decían que tienen que hacerles caso en todo a los adultos, porque ellos eran la autoridad. Además de que su tío les decía que deberían de guardar el secreto y les ofrecía dulces que luego rechazaban fingiendo que no tenían hambre o antojo, y eso que los niños se derriten por los dulces, debían de tener mucha fuerza de voluntad para rechazar esta tentación.

Sasuke ladeó la cabeza de la almohada para obtener un poco de aire y vió el regalo que le había dado su tío. Se levantó de la cama y observó con desprecio aquel objeto envuelto en su color favorito. Los regalos eran tentadores, tanto o más que los dulces, pero con el mayor de los odios que puede tener un niño de siete años, Sasuke tomó el paquete, lo aventó contra la pared y luego lo pisoteó, escuchando como el interior crujía y crujía con cada pisotada nueva que le daba hasta quedar totalmente plano. Sakura le miraba en silencio. Lo volvió a tomar entre sus manos y lo hizo una pelota, luego lo tiró al basurero que había cercano a la puerta.

- No quiero más... no quiero más- comienza a sollozar y se arrodilla en el piso sosteniéndose el pecho como si tuviera un gran agujero en el.

Sakura se levantó en seguida de su cama y corrió a abrazar a su Nii-san que lloraba silenciosamente.

- Tranquilo Nii-san... pasará... pas- sus palabras tranquilizadoras fueron interrumpidas en cuanto el pomo de la puerta quiso abrirse, pero gracias a Kami que Sasuke había puesto el seguro. Desde el otro lado estaba el nefasto tío queriendo llevarse ya a sus sobrinos para hacerles de las cosas mas sucias que alguien se pudiese imaginar. La lujuria inundaba su cara y una expresión pervertida era lo más notorio. Ya era hora de marchar y de llevarse a los niños a su casa. Toda la noche.

Los padres de los niños estaban sacando la mesa y lavando en la cocina los trastos sucios.

- Sasuke-chan, Sakura-chan, es hora de irnos- les llamó intentando en vano abrir la puerta que no cedía.- Recuerden guardar las pertenencias necesarias. Aunque les recomiendo no llevar pijama... estaremos toda la noche despiertos los tres...- dijo lo último en un susurro y relamiéndose los labios como un león a punto de devorar a su presa.

- Ya vamos... - dijo casi en un susurro Sakura aún abrazada a su hermano quien tenía los ojos como platos, bien abiertos. No quería más, no quería salir.- Nii-san...- le llamó en vano. Él no respondió.

- Recuerden que deben hacerme caso en todo lo que les diga. Ahora salgan ya antes de que tire la puerta y los saque a la fuerza.- ya se estaba impacientando el mayor golpeándo un poco fuerte la puerta, lo suficiente como para no llamar la atención de los padres.

- Hai...- volvió a responder Sakura un poco más fuerte para que supiera que le escuchaban y estaban al tanto de lo que era capaz.

Sasuke seguía sin reaccionar, sus ojos seguían derramando lágrimas a pesar de que no moviese ni un músculo, aparentando una estatua. Sakura preparó unas cuantas cosas para ella y para su hermano en una mochila.- Nii-san -pensó. Se le acercó y le besó la mejilla para abrazarlo protectoramente y apegándole a su pecho.

Sasuke reaccionó de a poco abrazándose a ella.-Pasará rápido, yo estaré contigo. No estas solo... ¿recuerdas la clase del día de hoy?...¿lo que dijo Iruka-sensei en su charla sobre los criminales?- Sasuke asintió- La justicia llega tarde o temprano pero llega. Confía en eso.

No se sabe de dónde, pero sacaron fuerzas para salir de aquella habitación. Ni Sakura o Sasuke mencionaron una sola palabra, ni para despedirse de sus padres, ni cuando estaban caminando en la calle, ni cuando se les invitó un helado, ni cuando llegaron a la casa y las ropas estaban volando por los aires en cuanto se cerró la puerta detrás de ellos, impidiendo su libertad y una noche más sin dormir. Ni una sola palabra salió de sus bocas. Un día más un día menos con ese tipo que se hacía llamar su tío, qué mas daba.

Al día siguiente en aquel apartamento, el primero en despertar fue el dueño: Yin. Arrugó completamente el rostro en cuanto despertó de su ensoñación erótica a causa del sol en su cara, había sido interrumpido en la mejor parte y estaba enojado. Nuevamente se había excitado pero se había quedado con ganas a pesar de ser solo un sueño de tantos, pero este había tenido más intensidad de la acostumbrada. Estaba completamente desnudo sobre su cama y con las sábanas por los pisos. Los infantes se encontraban a los pies de la cama en igualdad de condiciones y profundamente dormidos boca abajo.

Sasuke estaba con la mitad del cuerpo colgando, a punto de caerse de bruces si se movía un solo centímetro. El pervertido quería una vez más hacer de las suyas en cuanto lo vió en esa posición, pidiendo que le dieran. Pero a pesar de toda la perversión y lo hentai que pudiera llegar a ser, en vez de hacerlo suyo en ese mismo momento, desvió su mirada y vió aquel rostro angelical descansando plácidamente y se apiadó de él. Se levantó de la cama algo confuso si dejarlo así y se marchó al baño a darse una ducha fría o tal vez primero a saciar sus bajos y si se quedaba con ganas se daría la ducha.

En cuanto salió de la habitación, el portazo que había dado fue lo suficientemente fuerte como para despertar a ambos hermanos. Lentamente abrieron sus ojitos con pesadez y todo el cuerpo adolorido. Vaya noche que habían tenido. Pero definitivamente esta sería la última...

- Estoy harto de esto... no quiero más.

- Nii-san...

- Ya lo sé, Sakura. Debemos obedecerle porque él es el adulto, hay que obedecer y callar, pero es que no puedo más. No quiero estar el resto de mi infancia haciendo esto. No me siento nada de bien y es nuestro tío el que nos hace sufrir con todo esto...- apretó sus dientes en clara señal de disgusto.- Esta será la última...

- Nii-san...

- Sakura, ya te dije que no pienso dejar que me vuelva a tocar ese...- no encontraba palabras en su corto e inocente vocabulario para nombrar a tal bestia.

- Nii-san. Te iba a decir exactamente lo mismo.- le reprochó- Huyamos ahora que no está. Vistámonos y salgamos de aqui antes de que vuelva y nos haga lo mismo. Yo también estoy harta. No es lo que yo quiero ni para tí ni para mí. Esto me lastima en todos los sentidos.- se levantó de la cama y buscó sus ropas y las de Sasuke. Se las aventó en la cara en cuanto las encontró bajo el colchón

Se vistieron lo más rápido que pudieron, salieron de puntillas de la habitación, con sigilo para no alertar a quien estaba en el baño haciendo ruidos tan raros y bien parecidos a los que hacía su madre a mitad de la noche, esa respiración entrecortada que pareciera que le falta el aire... Cerraron la puerta con cuidado y salieron corriendo lo más rápido que les daban sus piernas. No sabían a dónde ir. No ubicaban las calles ni a la gente. Estaban en unos de esos barrios de mala muerte y todos los adultos que pasaban por allí les miraban o con enfado por ver a mocosos o con la misma lujuria con la que les miraba aquel hombre del que acababan de huir. No se quedaron a esperar nada ni a nadie y corrieron todo lo que pudieron.

Volviendo al apartamento diminuto en donde aún quedaba una persona, salía del baño con una toalla atada a su torso. Se sentía mejor y tenía que preparar el desayuno aún. Lo primero era despertar a las dos criaturas adorables que dormían sobre el colchón de su habitación.

- Niños, despierten ya po-- se quedó petrificado viendo la habitación vacía. No se habían llevado su equipaje pero las ropas con las que habían llegado por la noche no estaban. Habían huido y puede que les fueran a contar de sus fechorías a los mayores y con eso sería privado de su felicidad para siempre, con los dos niños que más amaba en este mundo. Lo peor de todo, ellos se los habían quitado, pensaba egoístamente Yin. Se desesperó cuando pensó que les habían quitado a sus niños. Se puso a gritar como loco y a tirar todos los muebles por las ventanas o aventándolos contra las paredes. Se le había ido la olla completamente. No estaba en sus cabales y alguien tendría que pagar por su pédida. Iría ahora mismo donde los responsables de este arrebato. Se vistió con lo que encontró y salió corriendo en una sola dirección lo más rápido que pudo, con un par de kunais debajo de la camisa y unos shurikens. Iba decido y no había marcha atrás para nada ni arrepentimiento. Le habían quitado algo preciado y él haría lo mismo.

- No puedo más Nii-san- decía jedeante Sakura y sentándose en el piso. Habían conseguido llegar a una parte decente de la aldea y ya no corrían tanto peligro como antes.

Sasuke también estaba cansado y se sentó al lado de Sakura. Las cosas seguían sin andar muy bien. Seguían perdidos y no se acordaban de ninguna de las calles, ¿cuánto más faltaría para poder llegar de una maldita vez a casa? Extrañaban mucho a Otto-san y a Oka-san. Pensando y pensando fue como llegó la noche y aún no lograban llegar. Seguían en aquellas calles.

- ¿Sasuke-baka? ¿Sakura-chan?- se escuchó de repente. Era una voz conocida pero no temida, a pesar de que Sasuke la odiara a tiempo se alegró al igual que Sakura. Voltearon al mismo tiempo y se quedaron frente a un muchacho de su misma edad, cabellos rubios y de ojos azules.

- ¡Naruto!- dijeron los hermanos al unísono.

- No sabes lo feliz que me hace ver tu cara de tonto usoratonkachi.- soltó cariñosamente Sasuke.

- Gracias- sonrió, después cambió la expresión a una de duda y después a una de rabia al darse cuenta del comentario de Sasuke- ¿Cómo que cara de tonto? La tuya es de loro con sarna.

- Naruto. Que bueno verte. - dijo Sakura abrazándole en el acto y deteniendo apropósito la futura pelea que se llevaría a cabo.

- Igualmente Sakura-chan- una sonrisa tonta se le dibujó en la cara con tan solo tenerla abrazándole, y eso que no había hecho nada, eh.

- Oye dobe, suéltala- dijo Sasuke queriendo evitar el contacto lo más rápido posible. No le gustaba mucho cuando alguien le hiciera eso a su hermana,a menos que fuese alguien de la familia, pero quitando a su "tío", si asi se le podría llamar todavía.

- Pero si ni siquiera la estoy tocando. Ella me abrazó.- se escusó el rubio con las manos en alto indicando quien abrazaba y quien era el abrazado.

- Solo suéltala, ¿si?- le dijo cortante.

- Naruto, estamos perdidos. No sabemos en donde estamos, ¿nos podrías guiar a casa?- le suplicó la pelirrosa. Naruto enbobado con su rostro aceptó en seguida.

- Claro. Siganme.-caminando en la dirección de donde ellos mismos venían desde hace horas.

- Dobe, por ahí no es.

- A ver, ¿quién es el guía aquí?- le acusó cruzando los brazos a la altura del pecho y volteándose hacia Sasuke quien se quejaba y dudaba con respecto de su orientación.

- Usoratonkachi, de ahí es donde veníamos. - se volteó y buscó una calle que le había llamado la atención desde hace horas.- Yo creo que es por aquí.

- Sasuke-baka es por aquí.- se apuntó con el pulgar el pecho, con orgullo- Conozco mejor las calles que tú, me crié en ellas podría decirse.

- De ahí sacaste lo bruto entonces... usoratonkachi - dijo por lo bajo y mirándole de reojo.

- Entonces guianos tú, súper guía...- infló los mofletes en gesto de enojo y desviando la mirada a un costado.

- Solo vámonos, ¿si?.- soltó Sakura con la gota corriéndole. Hasta en situaciones como estas se ponían a pelear por cosas tan tontas y sin sentido. Ninguno de los dos jamás daba su brazo a torcer, sobretodo Nii-san que era bastante orgulloso.

Sasuke feliz los guió a todos por las calles, de a poco iba recordando una que otra calle hasta que finalmente se ubicó reconociendo a la anciana que siempre solía atender en la panadería de la esquina. Estaban cerca, y todo gracias a él. Pronto estarían en casa. Hogar dulce hogar...

- Lo hiciste Nii-san. Ya casi llegamos- dijo efusiva Sakura al reconocer la calle y a la anciana de la esquina. Se abrazó a su cuello y no lo soltó hasta que finalmente estuvieron a la puerta de su casa.

- Bueno. Hasta aquí los dejo yo. Parece que después de todo no sirvió de nada mi ayuda- dijo ofuscado el rubio. Sus planes por tratar de impresionar a Sakura-chan una vez más señoras y señores era arruinado por el Gran Sasuke-baka Uchiha.

- No importa Naruto. La intención es lo que vale. Gracias.- besó su mejilla y se adentró rápidamente junto con Sasuke quien estaba esperando en la entrada y viéndole enojado, cruzado de brazos.

Naruto vió como se marchaba en la distancia su querida Sakura-chan. Volvía a poner esa sonrisa tonta que solo ponía cuando estaba ella y se marchó con la mano sobre su mejilla, donde aún estaba la calidez de su beso.

- ¡Oka-san!

- ¡Otto-san!

Los pequeños gritaban esperando alguna respuesta por parte de los adultos pero fue inútil, nadie respondía. Lo más extraño de todo era que las luces estaban apagadas a pesar de que fuera de noche. Algo no andaba muy bien. Sus padres habían dicho que saldrían pero que llegarían por la tarde no por la noche. Bueno... cosa de adultos.

- Tengo sed...- Sakura se apresuró a la cocina a servirse un vaso de agua. La garganta le pedía a gritos un sorbo de agua después de estar corriendo todo el día.

Sasuke se dirigió a la sala de estar. Sakura prendió la luz- ¡¡AAAAAHHHHHHH!!- gritó desesperadamente y bastante fuerte la pelirrosa- ¡¡OKA-SAAAAN!!

Sasuke emprendió carrera inmediatamente hacia la cocina y jamás se esperaría con aquello que encontró, tirado en el piso y Sakura junto a ello con sus ojos estáticos y llenos de lágrimas.

- No puede ser...- susurró el menor.

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Todo capítulo tiene su final y aquí llegó este.

Pronto les tendré el siguiente... si es que no se me acaba la inspiración y me quedo en blanco...

Naa, es broma. Aunque a todos les pasa, no?

Nos vemos en pronto a todos los lectores/as

Matané