Ted es el típico brony-hater promedio: ha escuchado DEMASIADO de My Little Pony: Friendship is Magic, incluso sus premisas básicas, pero odia con ardor el show y su fandom.
Sin embargo, en una infortunada noche de Halloween, decidió irse disfrazado como un Darth Vader estilo medieval. ¿Lo bueno? Pues que, para completar su traje, compró una extraña joya de una tienda porque creyó que con ésta se vería genial.
¿Lo malo? La extraña joya resultó ser una réplica del Amuleto del Alicornio. ¿Lo peor? No era una réplica, era EL VERDADERO Amuleto del Alicornio. Consecuencia: Ted resulta siendo arrastrado por un portal hasta Equestria, obviamente después de que todos lo acusaran de ser un brony de clóset.
Y como está disfrazado de un ser maligno, Rainbow Dash lo ataca inmediatamente. Esto conlleva a que él descubra que ha adquirido poderes oscuros del amuleto.
Y así, con nada más que poderes mágicos, sentido común y una mente calculadora, comienza la epopeya de Darth Vulcan...
Un fic que explora las consecuencias del poder y que desnuda MUCHÍSIMOS problemas dentro del universo de los ponis.
Su autor es RealityCheck. Phranciscusmagnus es su traductor oficial al español.
Disfrútenlo.
LA EPOPEYA DE DARTH VULCAN
Capítulo 1
Las cadenas tintineaban perezosamente contra el muro en el cual yo estaba colgado. Tenía que admitirlo, estaba algo impresionado. No tenía ni idea de cómo ellos se las habían ingeniado para improvisar una celda adaptada para un ser humano con todo y esposas mientras me echaban el guante. Especialmente las esposas, ¡digo! No debió haber sido muy fácil hacerlas con cascos y todo eso.
Vi una sombra rodeando la esquina fuera de mi celda. Esa sombra se convirtió en dos ponis vestidos en armadura al estilo de legionario romano quienes cargaban armas pegadas a sus lados y rostros con expresiones nada amistosas. Se detuvieron fuera de mi celda, mirándome como si quisieran atravesarme con sus cuernos.
Sí. Tal y como lo dije. Ponis en armadura. Con cuernos. Unicornios.
Detrás de ellos vino la fuente de luz; una poni alta y blanca…, más caballo que poni, que era casi el doble de alta que los guardias… con unas etéreas y fluidas cola y crin que parecían como de algodón de azúcar, con alas plumosas a sus lados, un largo, blanquísimo y espiralado cuerno saliendo de su cabeza. Vestía un collar dorado, zapatos… no, herraduras, o más bien… ¿botas? ¿En sus cascos? Mi cerebro dejó de buscar palabras… y una tiara dorada.
Miré hacia un lado. ¡Ay no! una princesa. Una Linda Princesita Poni Unicornio Pegaso. ¿No podría este mundo ser más mariconcio y colorinche? Estaba sorprendido de que no se tiraran pedos de colores.
Su cuerno brilló… ¡genial! La Linda Princesita Poni Pegaso Unicornio estaba usando magia. Sí, podía. La puerta de la celda se abrió y ella entró. Le asintió a un pequeño unicornio que estaba sentado fuera de la celda, quien también asintió, sacó tintero, pluma y rollos y comenzó a escribir. Los barrotes se cerraron fuertemente tras ella.
¡GUAU! Esta gente en verdad no tenía experiencia con criminales si estaban manejando las cosas de esta manera. Digo, ella estaba adentro conmigo ¿y sus guardaespaldas afuera? Eso me sonaba a una potencial crisis de rehenes.
Pero otra vez, yo no era necesariamente un experto en la materia. Y además estaba esposado a un muro, luego yo no iba a causarle ninguna dificultad.
Ya que lo pienso, de lo que sabía de estas criaturas en este mundo de cuento de hadas para niñitas venido a menos no mejoraba la situación. Dado lo que había visto, entre más colorinche, más jodidamente poderoso era. Ella tenía un par de alas y un cuerno y una crin fluidamente mágica y vestía todo ese joyerío; eso daba a entender que ella no estaba encerrada conmigo sino que más bien YO era quien estaba encerrado con ella.
- "Yo soy la Princesa Celesta, Sol Invicto, Diarca y Gobernante de Equestria." Me dijo. "Y vamos a hablar".
Me miró seriamente con esos ojos sobremaquillados. No era una mirada asesina. Era más bien como esas que da una mamá enojada. Como si me fuera a regañar por robarme las galletas del tarro. En todo eso pensé. Aquí estaba yo, el terrible azote de Equestria, ¿y la Princesa Poni Caga-Flores me iba a vaciar? Eso me sacó la piedra. De ningún modo me iba a dejar de semejante tonta.
La miré fijamente a los ojos y comencé. "¿Todo bien, parcera?" Le dije elocuentemente. Ella no podía ver mi sonrisa debajo de la máscara, pero pudo deducirla.
Y ahí fue. El aire duramente maternal se hizo menos maternal. Me volvió a mirar con esos ojos sobremaquillados y con las mismas ganas que tienen las mamás de prorrumpir en groserías. Dio un paso hacia mí y me clavó más su mirada, su rostro y el mío quedaron al mismo nivel pese a que yo estaba de puntitas gracias a las esposas. Luego puso la punta de su cuerno entre mis ojos, la cual brillaba amenazantemente.
- "Bueno, hechicero", me dijo, "Vas a responder todas nuestras preguntas. Si valoras tu vida y tu libertad nos obedecerás en todo, de inmediato y con la verdad. Si no, lo lamentarás inmensamente. ¿Quién eres tú?"
Alcé los hombros mentalmente. "Ted".
Hubo una pausa. "… Ted," respondió.
- "Sí. Ted."
Hubo otra pausa. "… Ese no fue el nombre que le diste a mis pequeños ponis cuando armaste todo ese caos por toda Equestria, Ted." Me dijo con sarcasmo. ¡Guau! Conocen el sarcasmo. Ya me lo estaba preguntando.
- "Y estoy seguro de que todos te llaman Sol Invicto," le respondí. "No fue exactamente mi primera elección como seudónimo, pero tus pequeños ponies culeros no iban a asustarse al escuchar de 'Ted El Mago Maloso'".
- "¿Entonces cómo quieres que te llamemos?" me dijo con falsa cortesía. "¿Por tu nombre verdadero o por el que escogiste?"
"… ¿Darth Vulcan?"
Mi sonrisa bufada la confundió. ¡Caramba! Escuchar ese nombre saliendo de la boca de un unicornio alado reluciente era demasiado. Su mirada de extrañeza sólo hacía más divertida la cosa. Farfullé y bufé por varios segundos hasta que finalmente me di. Me las arreglé para abrir con mi hombro mi casco de Darth Vader para evitar ahogarme con mis propias babas. "Uff, juuu. Aire fresco", dije mientras jadeaba para recuperar el aliento. "Olvídalo", le dije mientras aún seguía impactada. "No entenderías el chiste aun si te lo explicara."
Su expresión facial se agrió. Otra vez me apuntó con su cuerno. "¡Ya basta! Ya he aguantado suficiente de tus ligerezas; ahora respóndeme. ¿Quién eres tú? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué te has dedicado a atormentar a mis pequeños ponis?"
- "Está bien, caballo-narval," le dije. "Me llamo Ted. No tengo la menor idea de cómo llegué aquí. Y le he puesto la vida de cuadritos a tus pequeños ponis maricones porque son DE LO PEOR. ¿Quedó claro?"
Se quedó mirándome por un minuto. "Muy bien. Haré mis preguntas más directas". Esta vez apuntó su cuerno al pendiente que estaba en mi cuello. "¿Cómo te apoderaste del Amuleto del Alicornio?"
Le sonreí traviesamente. "¡TLIN TLIN! Esa es la pregunta…"
