• 25 •
El primero
•
no soy de ese tipo de chicas que se jactan de ser bellas, o de siquiera ser simpáticas; meditando a profundidad, soy mas una chica simple, y es normal que escuche me describan de esta forma, y aun mas común que yo me defina así.
no soy ni muy alta ni muy baja, mi cabello no es la sensación y nunca nadie me ha dicho un halago mas allá de: te lo has cortado, te va el peinado
Las curvas que conforman mi cuerpo no son ni inexistentes ni voluminosas; mi tez es pálida y en ocasiones el frió me da una tonalidad lechosa, algo que me agrada de mi genética; el color de mis ojos es de ese porcentaje mínimo de la población mundial, verdes.
uno de mis conflictos es que cuando llego a asistir con mis amigos a algún bar y decido ir a los haceos, comúnmente me topo con mujeres de una belleza tan deslumbrante que colocarme en el lavabo mas próximo al suyo; donde retocan su maquillaje y su peinado, me hace sentir tan infantil y fuera de lugar, que lo único que alcanzo a hacer es huir lo mas pronto posible, evitando a como de lugar mirar mi reflejo en el espejo, y sobre todo, mirarlas a ellas por una segunda vez antes de retirarme
durante toda mi vida me he dedicado a pasar desapercibida, a ser una chica invisible, una mas del montón de mujeres sosas; no busco ser reconocida en la calle, no quiero dejar huella en alguien; solo deseo poder concluir esta vida lo antes posible para poder desprenderme de esta realidad en la cual estoy atrapada por el mero hecho de nacer
descargo todo el aire que he contenido durante un par de minutos en un ruidoso suspiro, decido levantar la mirada para encontrarme con el vagón del metro abarrotado de gente, que se empuja y se mira feo con una constancia que me asquea; el fuerte olor a sudor y un sin fin de comida combinada me marea y me hace querer huir a toda prisa a la salida para dejar este horrible ambiente atrás
maldigo el día de ayer en el que mi bicicleta se jodió y me obligo a usar el subterráneo
el sonido que anuncia que las puertas están por cerrarse me taladra muy dentro de la cabeza, y no puedo evitar pensar ¿porque?, si la raza humana ha sido inteligente por siglos, y esa inteligencia a logrado hasta crear otras inteligencias, artificiales, pero inteligencias, ¿porque llegamos a esto como el día a día de un ser humano?
y una vez mas las ganas de huir me cuesen los pies, y miro con anhelo las ventanas del vagón, esperando ansiosa arribar a la estación próxima la cual afortunadamente es mi bajada; y en cuanto llegamos desaparezco veloz del anden para salir al aire, que si no es puro, al menos es mas libre y menos pesado que dentro del subterráneo
contemplo la ciudad; el cielo, y me permito disfrutar esa brisa que se cuela hacia el metro, que roza mis cabellos color plata, artificial.
cada paso que doy me pesa horrores, y deseo; como cada día, morir, me pregunto cuando ocurrirá, y paso el transcurso a casa fantaseando con las tantas posibilidades de muerte que se pueden presentar; por mi cabeza pasa como película una escena, donde me coloco los cascos y cruzo la calle a toda velocidad, montada en mi bicicleta negra, sin siquiera fijarme en el semáforo o la venida de algún carro, lo cual provoca mi fatídico final, dejando mi cuerpo inerte y sin vida sobre el asfalto, dejando pendiente el pago de la luz y el alimento de mi gato, dejando atrás a todas esas personas que me conocieron y me definieron como solo ellos quisieron
pero cruzo la calle a pie, sin cascos y con el siga para el peatón, adelante visualizo mi edificio, y suspiro
recuerdo aquel manga que tanto me gusta, donde el protagonista en tan solo el primer capitulo ya ha muerto; que suerte, pienso.
pero soy cobarde como para atreverme a recrear su escena, porque aun cuando desee morir, no me atrevo a suicidarme; prefiero cederle la responsabilidad a alguien mas, un conductor distraído, un peatón enojado, un mal servicio eléctrico, una mala medicación o diagnostico medico, etc.
con pesar y fastidio rebusco en mi bolso hasta sentir el frió metal de mis llaves, escucho a través de la puerta del departamento que rento a mi gato maullar; y solo en ese momento me arrepiento de todos mis pensamientos suicidas, porque aquel gatito me ha dado mucha alegría y abandonarlo así, no dejarle verme mas, no podría
quizá por eso sigo aquí, entrando con una sonrisa y aventando mis cosas a donde sea para tomar entre mis manos a mi gato negro, que me mira con amor y ronronea pegado a mi oído; le acaricio cariñosa mientras le recito cada palabra de amor que conozco, con una pizca de boberia a la hora de hablarle y decirle que somos la una de la otra
le doy un poco de carne antes de desvestirme frente al espejo de mi habitación, me deshago de la liga que sostenía mi cabello en una coleta alta y lo dejo caer sobre mi espalda; lo miro, esperando se vea mas largo que ayer, para recibir la cachetada de la realidad en la cara; sigue igual
me enfundo en una playera ligera color gris y unos vaqueros azul claro, comienzo a prender mis aparatos electrónicos para una tarde de limpieza con música
me dedico a recordar todo lo que en el trabajo he leído, y aun cuando lo he leído en el trabajo, no tiene nada que ver con el; las palabras de Huxley revolotean en mi mente, yendo y viniendo con un montón de recuerdos
me he convencido a mi misma que si me dedico a aprender cada mes un filósofo diferente podré encontrar la respuesta que durante mis largos veinticuatro he buscando
¿quien soy? ¿a donde voy? ¿a que he venido?
la tarde de aquel jueves se me va volando, y me pregunto porque desde ese momento no lo había notado; que llevaba toda mi vida siendo la protagonista de un programa que un amaba, y que me vigilaba con constancia
si me hubieran dicho en el subterráneo aquella noche donde cumpliría veinticinco moriría
me habría reído en su cara, porque aun cuando siempre lo había deseado, aquel deseo, me parecía irreal a mis veinticuatro.
•
