Prologo

La noche se tornaba fría, obscura y desierta, pues ya pasaban de las 2:30 de la madrugada.

La chica corría despavoridamente por las solitarias calles de Japón y entrando en la espesura obscuridad de un parque repleto por árboles, siguió corriendo por el espeso bosque y tropezó con una de las raíces de un árbol cayendo al instante.

Su aspecto no era el mejor que digamos; sus ropas estaban maltratadas, sucias y un poco en sangrentadas, su corto cabello azabache estaba revuelto y su rostro bañado en lagrimas, un poco de sangre y algo hinchado. Soltó la daga que traía en su mano derecha y comenzó a escarbar para luego enterrarla.

No muy a lo lejos se escuchaba el mostro de varias motocicletas, al parecer estaban entrando en el parque. La chica se asusto y emprendió su carrera nuevamente; se escondió en uno de los callejones obscuros y de entre sus ropas saco un sobre, se quito su suéter y subió por unas escaleras de emergencia del edificio.

Entro en una ventana del tercer piso y hurto una gabardina gris y salió de ahí por la puerta. Se sintió mal por el acto, pero se juro luego reponer lo robado.

A duras penas llego a su casa, ducho y cambio; puso el sobre debajo de su colchón y su celular sonó.

- ¿Diga?

- Lo que paso… - Silencio – Tenemos que hablar. Todo ha sido un mal entendido.

- No hay ningún mal entendido – dijo entrecortado – Me mentiste y por si fuera poco – trago saliva mientras una cuantas lagrimas bajaban por su mejillas – Trataste de matarme.

- Tienes algo que me pertenece…

- Claro que no, Naraku.

- Gatita, gatita, estoy fuera de tu casa, sal y aclararemos las cosas.

- Ni lo sueñes – Colgó

Pasaron tres días y fuera de su casa siempre estaba aquel carro azul, habían dos hombres dentro del. Tomo el sobre, su cartera y salió. El carro la siguió, ella aumento un poco el paso, siguió así hasta tres cuadras y doblo a la derecha en un callejón; el carro entro de igual manera y pocos minutos después salió a gran velocidad y con una ventana otra.

Pasaron los minutos, horas, días y la chica no volvió a salir del callejón.

Capítulo I

Hempstead, Londres, Inglaterra.

En uno de los cafés del barrio Belsize Park, la gente se acomodaba para disfrutar de una deliciosa bebida caliente que los acogiera del mal clima. Ya hacían tres días seguidos que no paraba de llover.

En un rincón del establecimiento, apartado de la demás personas y del bullicio, una joven de cabello largo y azabache sujeto con una coleta alta, sostenía su taza de café americano con firmeza si apartar la mirada de su laptop.

Su mirada era seria, su entrecejo se tenso en desagrado; su fría mirada de intensifico. Daba pequeños tragos a su café de vez en cuando sin apartar su mirada de la pantalla.

Se recargo sobre su silla y cruzo su pierna sobre la otra, aparto su taza de sus labios y miro de reojo hacia la puerta de la entrada del establecimiento y regreso su vista a la pantalla.

- Llegas tarde – lo vio con desinterés y volvió a tomar su café.

- Lo siento, tarde más de lo que esperaba – Tomo asiento con cansancio frente a la azabache - ¿Sucede algo? – Dijo al ver la expresión que permanecía en la joven. Ella solo voltio la computadora hacia él.

El joven agrando sus hermosos ojos castaños con sorpresa y después a uno de fastidio.

- ¿Es necesario ir? – Solo obtuvo un asentimiento de cabeza por parte de ella, él sólo suspiro – Y yo que tenía pensado unas vacaciones. Bueno, ya que.

Alzo la mano para llamar a uno de los meseros que rondaba cerca y encargo un capuchino; se estiro un poco en su lugar, pero se dio cuenta de algo, la joven seguía con la misma expresión – No quieres regresar ¿verdad?

- No, pero tengo cosas pendientes el que arreglar – dijo cerrando la computadora con fastidio - ¿Traes lo que te pedí?

- Si, aunque no entiendo para que – dijo entregándole una bolsa con un teléfono celular desechable.

Tokio, Japón

- Ah, maldito tráfico – mascullaba una castaña golpeando el volante del vehículo.

- Pero te dije que tomaras la libre – Su compañera regaño por quinta vez con fastidio recargada en la ventanilla.

- Ya ni me lo recuerdes Eri – decía mientas presionaba con fuerza el volante para después aflojar el agarre al escuchar el sonido de su celular – Sango Higurashi, ¿diga? – a pesar de haber contestado, nadie respondía - ¿Hay alguien allí? Sí es una broma no…

- "Vaya, siempre tan gruñona…"

- ¿E?... – Sus ojos de abrieron con sorpresa y su boca trataba de articular palabras – k… k… k… - tartamudeaba pero aun sin conseguir decir algo coherente.

- ¿Ahora eres tartamuda? – dijo con un eje de ironía

- ¿Kagome? ¡Kagome!

- Hola Sango ¿cómo has estado?

- ¡Cielos santo! ¿Cómo estás? Pero… ¿dónde demonios estas? ¿Dónde te has metido?

- Relájate y respira o te ahogaras. Sólo no te pongas histérica, por favor.

- ¿Histérica? Más respeto para con tus mayores jovencita – replico indignada – Además ¿cómo quieres que reaccione después de 6 años sin verte? y por si fuera poco, sin saber absolutamente nada de ti – dejo escapar un leve suspiro. Su expresión cambio repentinamente a una de nostalgia - Quiero verte Kagome.

- Muy pronto Sango pero…

- ¿De verdad? ¿En donde estas? iré inmediatamente, no…

- Cálmate por favor, en este momento no es posible – suplico rápidamente para poder seguir, ya que sabía que protestaría nuevamente en cualquier momento – Escúchame con atención ¿bien? – tranquilizo – Antes de vernos necesito que me hagas un favor… ¿Puedes?

- Si, está bien – suspiro - ¿Qué necesitas?

Mientras tanto en TaishoCorp se llevaba a cabo el cierre de un trato; Inutaisho concluía la junta con un fuerte apretón de manos con el contratista, mientras que su asistente acercaba los papeles del contrato.

Los hombres salieron de la sala dejando solo a Inutaisho quien había tomado su teléfono celular y sus asistente que rápidamente recogía los papeles que había quedado sobre la mesa para después salir e ir hacia su escritorio, donde acomodo y dejo los archivos dentro de uno de los cajones. Y fue ahí cuando se percató de algo – había olvidado el sobre que llego esa mañana para su jefe – lo tomo y entro en la oficina de su jefe y lo dejo sobre su escritorio.

Inutaisho discutía por teléfono y vaya que estaba enojado puesto a que el tono en el que hablaba parecía más bien que gritaba.

- ¡Dios santo! esta es la quinta asistente que despides en tres meses, ¡tres meses! – paso una de sus manos por su cabello con frustración, voltio a ver a su asistente quien salía de su oficina – Hablamos luego – dijo caminando hacia su asistente – Comunícate con recursos humanos y que en busquen a un asistente personal para mi hijo, asegúrate de decirle que esté capacitado en controlar a demonios – entro y cerró la puerta tras de sí.

Se sentó sobre su escritorio y vio un sobre, lo tomo entre sus manos y lo abrió, saco el interior y vio que se trataban de unos documentos y sin esperar los checo. Sus ojos se abrieron con sorpresa y volvió desde la primera pagina para cerciorarse de lo que había leído era verdad. Salió de su oficina y hablo con su asistente.

- Yura, ¿Quién trajo el sobre?

- No señor, cuando llegue ya estaban aquí sobre mi escritorio, solo que se me paso dárselos por preparar la junta – explico - ¿Sucede algo malo?

- No, ninguno – abrió la puerta de su oficina y antes de entrar dijo – Cánsela lo que te ordene y has una cita dentro de tres días a las 8:30.

- ¿Ah nombre de quien quedara señor?...

continuara...