Disclaimer: Digimon no me pertenece.

Una nueva colección de relatos, principalmente drabbles o viñetas, puede que también one-shots, basados en propuestas del foro Proyecto 1-8. La dinámica consiste en escribir sobre un concepto y su contrario, ya sea en la misma historia o en diferentes.


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Conceptos: fuga y su contrario (¿quedarse?), propuesto por Japiera en "Las dos caras de la moneda" del foro Proyecto 1-8.

Personajes: Mimi, Sora, Takeru

Summary: Mimi arrastra una maleta, se marcha sin importar a dónde

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Yin y Yang

1. Un lugar donde nadie llore

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—Tienes que irte. —No era una pregunta.

—Quiero comprar té y especias —dije—. Puede que también una tetera nueva. De un color bonito. Azul, igual, para que pegue con la cocina.

—No te olvides del agua mineral.

Me mordí el labio mientras la miraba. Sora siguió en el mismo sofá, con el mismo pijama viejo y la misma foto en las manos.

Cogí la maleta. Estaba siendo una cobarde.

Cuando salí a la calle me sentí mejor, el piso olía a cerrado. Mandé un mensaje a Miya contándole lo que estaba haciendo. Supongo que dejó de idolatrarme en el momento en que leyó mis palabras. Me preguntó a dónde iba a ir.

«A un lugar donde nadie llore», pensé.

Las ruedas hacían un ruido horrendo contra los adoquines. Agradecí el silencio cuando entré en el taxi. Las farolas se despedían de mí por turnos, o quizá fingían que yo nunca había estado allí. Su luz me cegaba a través del cristal, así que cerré los ojos y apoyé la cabeza en la ventanilla. Estaba fría.

—¿A dónde, señorita?

La segunda vez que me hacían esa pregunta. Tuve que toser para encontrar mi voz.

—Al aeropuerto.

Llegamos demasiado pronto. No me dio tiempo a imaginar la figura de Sora asomada a la ventana, decepcionándose por mi abandono. Solo pude pensar en la fotografía que sabía que sostenía. En ese sofá, en la misma postura, con el pelo sucio y los ojos hinchados.

Me costó bajar la maleta. Me pareció que casi no pesaba y era algo incorrecto. Me aterró la idea de tener que volver porque me hubiera olvidado algo.

Ropa, maquillaje, zapatos. También dinero, documentación y llaves.

Debería haber dejado las llaves.

Las ruedas volvieron a molestarme cuando caminé por el aeropuerto. Estaba medio desierto, era muy temprano. Me sentí asfixiada por lo alto que era el techo y el espacio vacío entre mí y la puerta de embarque. Demasiados metros que recorrer sin más que aire. Nada que hiciera que mi huida fue difícil. Estaba mal.

Pero Miya sí es una buena amiga, no como yo.

—¿A dónde te vas?

Takeru parecía cansado. Tenía ojeras profundas y la cara seria. Ese gesto no pegaba para él.

—Da igual. Lejos —dije, mirándome los zapatos.

Me cogió del brazo y me llevó afuera. Las farolas se apagaban porque el cielo clareaba. Yo tenía miedo de lo que él pudiera decir. Me abracé a mí misma, con la maleta entre las piernas.

—Solo he venido a despedirme. —Parecía sincero—. Miyako me ha avisado. Entiendo que te marches.

—Lo dices para hacerme sentir mejor.

—No.

Cuando suspiró, salió un vaho blanco. Me recordó más que nunca a su hermano, fumando en las mañanas frías después de pasar la noche en bares. Con Taichi rodeándole los hombros con un brazo y pidiendo más diversión.

Se me llenaron los ojos de lágrimas.

—Hikari tampoco parece mejorar —dijo Takeru—. No duerme, no come, casi no habla. Pero ayer abrió la boca para decirme que me fuera.

—¿Tú también vas a huir?

—No. Me necesita.

—Yo soy la peor persona del mundo.

—Lo que pasa es que no soportas el sufrimiento. —Se rascó la cabeza, me dio un abrazo rápido—. Nos encargaremos de Sora. Sabrá salir adelante.

—No olvidará a Tai.

—Ni Hikari. Ni ninguno de nosotros. Pero tenemos que vivir con ello.

Volvimos al interior. Pasé el control de la policía, me acordé de las llaves que no iba a necesitar más. Se las tiré a Takeru y se cayeron al suelo.

—¿Crees que me perdonará? —Necesitaba saberlo.

Él se acercó todo lo que pudo. Me dio una sonrisa triste.

—Algún día, puede. Ahora estará ocupada pensando en otras cosas.

Cuando el avión despegó, me sentí peor. Los edificios y las carreteras se hicieron pequeños, las personas a las que dejaba atrás también. Esa vez sí pude imaginar a Sora, abrazada a la foto del difunto Taichi y llorando apoyada en la ventana. Tan triste, que le daba igual que la abandonara.

Takeru siempre fue fuerte. Él pudo soportar el dolor de Hikari y hacerlo más pequeño. Yo solo estaba agrandando el de Sora.

O eso me repetí mientras volaba sobre el océano. Le lancé un beso al cielo, pensando en Tai.

«Lo siento», pensé, «no puedo perdonar que te fueras tan pronto».

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Una vez más empiezo una colección con Mimi, y no ha sido a propósito. No sé si he conseguido plasmar los contrarios, ella que necesita huir porque no soporta la pérdida y Takeru que se queda aguantando la situación. La idea ha venido porque ella en Adventure decidió dejar de luchar porque no quería ver morir a nadie más.

Me alegra participar en otra actividad del foro, estoy deseando leer las historias que surjan :)