DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Skip Beat no es mío, ni Ren tampoco, ni cualquiera de sus variantes varias… *suspiro*

Línea temporal: a partir del nº 205, en Guam.


SÉ QUE ERES CORN

Cuando lo vio surgir del agua, como un dios de los océanos, lo supo. Ella sabía que era Corn. Su amigo de la infancia. Su príncipe de las hadas.

Corn vivía. Había crecido espléndido para convertirse en un apuesto príncipe. Estaba bien, a salvo. Pero aún no tenía sus alas. O quizás ella no podía verlas porque era una simple humana. Bueno, como fuera… Era Corn. Estaba segura.

Pero él la ignoró. Pasó a su lado con una mirada de desprecio, como diciendo que por qué una mortal se atreve siquiera a dirigirle la palabra a un ser feérico, claramente superior a ella en estatus y naturaleza.

Por eso casi dio un brinco cuando levantó la vista y lo vio acuclillado frente a ella, mirándola con extremo interés… Él empezó a dibujar letras en la arena, ella lo miró de frente y supo que era Tsuruga Ren. Lo reconoció. A medio metro de distancia era imposible no hacerlo. Y ahí casi le da un pasmo… ¿Pero que hacía Tsuruga Ren de rubio y con los ojos verdes? ¿Pero que hacía Tsuruga Ren preguntándole si ella era Kyoko-chan? Pues claro… Claro que era ella. ¿Y por qué la llamaba Kyoko-chan? Así la llamaba Corn… Tsuruga-san no. Siempre le decía Mogami-san. ¿Pero por qué no le habla? Y entonces, mientras se perdía en las profundidades de esos hermosos verdes, se acordó de todas las veces que Tsuruga-san la consolaba cuando estaba triste por Corn. De aquella vez que ella lloró y él la abrazó asegurándole que Corn estaba bien… Obvio… Estaba allí mismo… Tsuruga-san era Corn. Se acordó también de aquella vez que él la llamó Kyoko-chan cuando tenía fiebre… De aquel amanecer en Karuizawa cuando el sol le había hecho creer por un instante que había encontrado a Corn… Y también de cuando vio volar a Tsuruga-san aquel día nefasto en que intentó matar a Murasame. Volaba igual que el Corn de su infancia aquel verano. Y este hombre, aquí a su lado, que sigue haciéndole creer que es Corn. Y ella llorando como una Magdalena por haber reencontrado a Corn… Y porque su Corn ha resultado ser su Tsuruga-san…

Ay, Dios… Y entonces, por uno de esos milagros sinápticos de la asociación de ideas que se dan en las mentes ágiles, se le vino a la cabeza aquella vez con Otou-san cuando ella pensó por un momento que Corn era Kuon. Y él le explicó la correcta pronunciación del nombre de su hijo. Upss. Va a ser que sí… Va a resultar que Corn era Kuon. Por favor…, era como ver a Kuu veinte años más joven. ¿Cómo es que no se había dado cuenta? Y si Corn es Kuon, que a su vez es Ren, perdón, Tsuruga-san, entonces, la única conclusión lógica es que ni hay magia ni príncipe de las hadas ni chuchangas fritas… Nop. Solo una niña crédula que creció para seguir siendo crédula. Pero tonta no… Ah, no… Tonta no…

A la pobre Kyoko la cabeza le daba mil vueltas, y todos estos pensamientos pasaron por su cabeza a velocidad hiperlumínica (lo cual quiere decir, para que conste, a una velocidad superior a la de la luz. Y si la luz viaja a una velocidad de 300.000 km por segundo, pues imagínense, eso ya es velocidad…). Mientras, a su lado Ren/Corn/Kuon (agh, ¿cómo iba a llamarlo ahora?), estaba con el paripé de contarle por qué no tiene voz en este mundo humano...

¿Pero es que este hombre iba a seguir con la pantomima de seguir fingiendo ser Corn? ¿Por qué no lo deja y ya está? ¿Tan tonta la creía? ¿Tanto se divierte? Porque una cosa bien distinta es que un niño que tú creíste un hada no lo haya sido nunca, y más si tú eres una niñita inocente, y otra bien distinta es que un hombre adulto se ría de ti en tu cara… Y especialmente él…

Ah, no… Eso sí que no… "Muy bien, pues dos pueden jugar a este juego…".

Y lo dejó hacer. Dejó que siguiera escribiendo en la arena. Dejó que le siguiera mintiendo. Por ver hasta dónde llegaba con sus mentiras. Y entonces le dijo:

- Te prestaré mi ayuda para encontrar una voz.

"Oh, Tsuruga-san… A ver cómo sales de esta… No sabes la que se te viene encima…".