Senju maldijo a los Uchiha, jurándoles que nunca serían felices. Y al parecer esa maldición se cumpliría cuando el conde Sasuke Uchiha tuviese que casarse por conveniencia después de perder toda la herencia. ¿El problema? Naruto no será el típico doncel sumiso.

Disclaimer: Naruto ni sus personajes me pertenecen, sólo los utilizo en un fic sin ánimos de lucro porque no tengo nada más productivo que hacer que inventarme una historia como esta. Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto (¡Por favor! ¡Pon algo de NaruSasuNaru en el manga! Las chicas estaremos eternamente agradecidas)

Advertencias: AU, yaoi, leguaje fuerte, exceso de sentimentalismo y cursilerías, escenas con fuerte contenido sexual y abuso de sustancias adictivas en el próximo capítulo (lo aclaro de una vez por si esto influye en su elección). Si algo de esto atenta contra tu criterio, evítate la pena de leer el fic.


Holy Curse!

Prólogo

Una sensación de inquietud y ansia invadieron su cuerpo, pero éste parecía no querer responderle. La hermosa y brillante luz azul se alejaba de él, provocándole cada vez más inquietud y miedo. Ni siquiera sabía el porqué debía de seguirla, lo único que conocía con certeza era la necesidad de esa luz; el porqué lo averiguaría una vez que estuviese entre sus manos. La luz llevaba demasiada ventaja y él ya no podía correr. La oscuridad lo invadió. Un agujero en el suelo lo hizo caer, para pasar a otra escena igual de frustrante. Frente a él, las furiosas olas del mar reventaban en la orilla, destruyendo todo a su paso. A lo lejos, la figura de alguien era arrastrada hasta las profundidades del océano. Cada nueva ola, sumergía más y más el cuerpo en aquella terrible oscuridad. La delgada silueta comenzaba a cansarse y no faltaría mucho para que una ola le impidiera salir de nuevo a la superficie.

Él trató de correr. Intentaba ayudarla, gritaba por ayuda pero no había nadie en los alrededores y su cuerpo se negaba a obedecerlo. Después de una ola particularmente poderosa, el cuerpo no volvió a salir a la superficie.

–¿Qué demonios…? –despertó sobresaltado. Odiaba ese sueño. Ocurría varias veces al mes y no tenía idea de su causa. Bueno, una pequeña parte de la pesadilla sí tenía una explicación, pero no le gustaba mucho pensar en ello.

La punzada dolorosa en sus sienes le recordó la noche de juerga que había pasado junto a su amigo Suigetsu. Ambos chicos se conocían desde que el conde Sasuke Uchiha había decidido abandonar el castillo en Konoha y vivir en la ciudad. La luz del sol comenzaba a filtrarse por las pesadas cortinas de terciopelo de su despacho. Tambaleante, se puso de pie. Sasuke iría a su habitación y se tiraría a dormir en su amplia y cómoda cama, de ser posible, todo el día.

Alguien tocó en la puerta. Molesto, gruñó que lo dejaran en paz, pensando que con ello ahuyentaría a su sirviente, pero no lo logró. Abrió la puerta de un tirón para encontrarse cara a cara con uno de sus asustados asistentes. Alzó una de sus perfectas cejas negras, esperando una muy buena explicación por molestarlo de esa manera.

–Mi Lord… este… hay una persona que quiere verle… es… –aquellos ojos azabache eran tan imponentes que cualquiera que estuviese en el lugar del sirviente, temblaría de miedo. Y estarían aún más asustados si la noticia que debían darle al conde lo enfurecería. –… Lady… La-lady

–¿Hablarás de una vez o tartamudearás todo el día?

–La… la condesa viuda está aquí. –casi se encogió, en espera de un golpe por parte de su señor.

–Dile que no estoy. –fue la orden y cerró la puerta en su nariz. No tenía ninguna gana de hablar con su madre.

–Mi Lord… –el sirviente insistió. –vino junto a… junto a Lady Aburame.

De esa manera la situación cambiaba. Abrió la puerta nuevamente y clavó sus afilados ojos en el mozuelo.

–Llévales café y diles que esperen. Y tú. –le gritó a otro de los sirvientes. –Ayúdame a vestir.

Media hora después, bajó por las elegantes escaleras de su mansión de soltero, ubicada en uno de los mejores barrios de la ciudad. No pudo evitar darle una mirada de resentimiento a su madre cuando la saludó, después de todo ella siempre había consentido a su hermano mayor, Itachi. El saludo a su hermana Hinata fue contrario al de Mikoto, le dio un abrazo y un beso en la mejilla, algo que contrariaba su actitud fría y egocéntrica.

–¿Me van a decir que las hizo venir a esta humilde morada? –preguntó Sasuke mientras se servía un poco de café.

–Sasuke, me preocupas. –comenzó Mikoto Uchiha, antigua condesa Uchiha. El título de condesa recaería en la esposa de Sasuke, pero por la manera en que iban las cosas, el apellido Uchiha moriría antes de lo pensado. –Hay rumores por toda la ciudad.

–Madre, los rumores siempre existirán.

–¡Lo sé! Pero tú no haces nada por acallarlos. Continúas con esa vida disoluta y… libertina…. –expresó la mujer, Hinata permanecía a su lado, callada y observando de reojo la amplia habitación. –Todos los círculos de la alta sociedad me evitan.

–¡Por favor, mamá! Esas personas son unas hipócritas. Además ¿por qué les interesa lo que yo hago? Que se metan en sus propias vidas.

–¡Sasuke! sabes muy bien que como el conde de la casa Uchiha, tienes un apellido que respetar.

–Claro, te hubiese encantado que Itachi heredara el título ¿no es cierto, Lady Uchiha? –preguntó mordazmente.

Para nadie era un secreto que la enfermedad del primogénito de la familia Uchiha lo había obligado a renunciar al título de conde, recayendo esa responsabilidad en su hermano menor, Sasuke. Lo que nadie sabía, era que, además de la enfermedad, Itachi había sido forzado a renunciar al título cuando contrajo matrimonio con un "pueblerino" como diría su madre. A Itachi no le importó renunciar a las riquezas y al "inútil" título, al contrario, se vio libre de una responsabilidad que no quería. Ahora vivía muy felizmente en un pueblo a siete días a caballo de la ciudad y con Deidara.

Deidara era un chico rubio, de hermosos ojos azules y complexión delgada. Había trabajado como sirviente en la mansión de Itachi y el conde se había enamorado de él. Pero Lady Mikoto Uchiha tenía otros planes para su hijo, entre ellos, el casarlo con una señorita con un estatus digno de la familia Uchiha. Itachi se rehusó, diciéndole que no estaba interesado en las mujeres. Entonces Mikoto buscó un doncel que satisficiera las demandas de su hijo, sin saber que Itachi ya había encontrado a un chico. Encontrar un doncel era como encontrar una aguja en un pajar. Cuando al fin localizó un doncel de buena cuna y dispuesto a casarse con el conde, Itachi, debilitado por su enfermedad, le había dicho que estaba casado con Deidara. Mikoto se enojó mucho. Si la sociedad se enteraba que un Uchiha se había casado con un plebeyo, la dignidad del apellido caería. Y no conforme con eso, Itachi había elegido ¡un hombre! Ni siquiera un doncel. Con la autoridad de madre que aún poseía, obligó a Itachi a abandonar todas las propiedades y el título, dejando al inmaduro Sasuke a cargo.

–¡Por supuesto que sí! –contestó sin tapujos. –Él era el indicado. Llevaba una vida impecable, era responsable, trabajador. Junto a él nunca nos faltó nada. Las cuentas de la casa y los negocios eran maravillosos.

–Lo sé. –contestó suspirando. Lo único que le importaba a su madre era tener un guardarropa repleto de vestidos elegantes y modernos.

–Sasuke… ¿por qué no te haces responsable? Lo único a lo que te dedicas es a las apuestas, a beber y a gastar el poco dinero que tenemos en mujeres.

–Madre, no quiero escuchar el sermón de siempre, por favor. Me duele la cabeza.

–¿Ves lo que te digo? ¡Por Dios, Sasuke! Este año ni siquiera podré rentar la casa en la ciudad dos meses.

Y ahí iba otra cosa que a su madre le molestaba. Los aristócratas solían pasar el verano en sus casas urbanas y el resto del año en sus castillos pueblerinos. Desde la muerte de su padre, Fugaku Uchiha y la abdicación de Itachi, el palacio de los Uchiha había reportado más pérdidas que ganancias, a pesar de lo increíblemente grande que era el terreno. Se suponía que los trabajadores bajo su mando se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, pero los últimos años las cosas no habían funcionado y Sasuke no tenía ni la menor intención de visitar Konoha para arreglar el problema. Así que lo primero que vendieron para cubrir las deudas de juego, era la casa de la ciudad. Y ahora su madre se quejaba porque no tenía dónde vivir durante el verano.

–Lord Aburame y Lord Inuzuka me han estado apoyando económicamente, pero bien sabes que no es su obligación.

–Sí, mamá. –por ser el conde él debía de solventar los gustos y excentricidades de su progenitora. –Pero las cosas no van nada bien en Konoha. El palacio se cae en pedazos y nadie quiere trabajar las tierras.

–¡Pues ve allá y arréglalo! –exigió Mikoto.

–De ninguna manera pienso volver. La ciudad me gusta. –replicó. El dolor de cabeza empeoraba por los gritos histéricos de su madre.

–¡Conde Uchiha! Al parecer no te das cuenta que estamos en la ruina. El dinero que te envían de Konoha apenas alcanza para solventar tus gastos, y el poco que queda, lo gastas en alcohol y mujeres. ¡Mírate! Das pena.

–¿Y qué demonios quieres que haga? –contestó exasperado. –Te he dicho mil veces que vendamos el palacio y sigues negándote.

–¡Por Dios, Sasuke! –sí, aquella parecía la frase favorita de su madre. –¿Cómo se te ocurre vender el palacio en el que ocho generaciones de los Uchiha hemos vivido?

–¿Sabes algo, madre? No quiero discutir ahora.

–Tú nunca quieres hablar de la realidad. –protestó. –Pero va siendo tiempo de que asumas tu responsabilidad.

–Bien, pues dime qué quieres que haga y lo haré, si con eso logro desaparecerte de aquí por un tiempo.

–Es hora de que te cases.

El silencio invadió la enorme sala. La taza de porcelana que Sasuke sostenía entre sus manos se hizo añicos en el suelo, dispersando la aromática bebida sobre la alfombra.

–¿Qué? –preguntó casi sin aliento.

–Te tengo al candidato perfecto.

–¿Candidato? ¿Ni siquiera es una chica?

–¡Por Dios, Sasuke! –sí, otra vez con lo mismo. –Con la reputación que te has hecho, ninguna señorita decente quiere casarse contigo.

En eso tenía razón Mikoto. Desde que los rumores con su estilo de vida se extendieron por la sociedad, ninguna invitación a fiestas había llegado a su casa. Las madres mantenían alejadas a sus hijas de aquél seductor y mujeriego conde. Definitivamente ninguna mujer se ataría a él con un pasado tan turbulento como el suyo.

–De acuerdo. ¿Qué estás proponiéndome?

–Una familia extranjera acaba de mudarse a la ciudad. Están ansiosos porque su hijo obtenga algún título nobiliario. Y resulta que el título de conde Uchiha no les parece nada mal.

–Mamá, yo no soy Itachi. A mí los hombres…

–¡Es un doncel! Pero la familia Namikaze lo mantiene muy oculto. De hecho, están buscando alguna mujer para… ¿cómo se llama?... bueno, no recuerdo su nombre, pero el chico busca a una señorita de sociedad, pero no le dirían que no a un conde como tú.

–Olvídalo, no voy a casarme. Ni siquiera con un doncel.

–¡Por Dios, Sasuke! –comenzaba a enfadarse de aquella frasecita. –Un doncel es mucho mejor que una mujer. Él es una oportunidad única en la vida. Además, es rico. Con su dinero, podríamos pagar todas las deudas y restaurar el palacio. No puedes encontrar un candidato mejor.

Los donceles eran muy especiales. Tan especiales que, cuando en una familia de clase baja nacía uno, su estatus social se elevaba. Incluso el rey ofrecía una buena cantidad a las familias de esos chicos tan especiales. La mayoría de ellos solían tener una belleza etérea y eran educados en las mejores escuelas, pero no recibían tantos conocimientos como los hombres. Ellos estaban en un punto medio, entre las mujeres y los varones. Los donceles generalmente se casaban con aristócratas y un pequeño porcentaje se dedicaba a servir en la corte. Otra de las ventajas de un doncel era que sus hijos varones heredaban la fuerza de sus dos progenitores, lo que los volvía hombres enérgicos, resistentes, que casi nunca enfermaban e inteligentes, y eso era lo que todos buscaban en un heredero. Casarse con un doncel era fantástico, pero eran tan cotizados y extremadamente raros que volvía difícil conseguir desposarse con uno. Y por otra parte, a Sasuke Uchiha le gustaban las suaves curvas de las mujeres. Vale, había compartido el lecho con algunos varones, pero de eso hace mucho tiempo, durante sus años de adolescencia en los que ansiaba experimentar. Tenía bastante tiempo que no tocaba a ningún hombre y no le apetecía empezar ahora.

–No. De ninguna manera me casaré.

–¡Sasuke! Deberías de pensarlo mejor. Es la opción perfecta. Un rico heredero que podrá darte un hijo fuerte, digno sucesor de la familia Uchiha.

–¡No quiero casarme por conveniencia!

–¡Por Dios, Sasuke! ¿Piensas casarte por amor? –dijo con ironía Mikoto. –Los Uchiha siempre nos hemos unido por matrimonios de conveniencia y hemos sobrevivido.

–Claro, por eso continuamos malditos.

–¿Sabes de la maldición? –preguntó con escepticismo.

–Todo mundo habla de ella. Desde que conseguimos el palacio de Konoha, todos los que hemos nacido bajo el apellido Uchiha estamos atados a la maldición.

–Es sólo un tonto cuento infantil. ¡Mira a tu hermana Hinata! Su esposo, Lord Shino Aburame le da todo lo que necesita y es la envidia de la sociedad. Muchas mujeres desearían estar en su lugar.

Sasuke observó a su hermana Hinata. En teoría no eran hermanos de sangre. Ella y Hanabi pertenecían a la casa Hyuuga. Su padre, Hiashi, había fallecido cuando las dos chicas eran muy pequeñas y Fugaku, como buen amigo de Hiashi, las tomó bajo su protección, dándoles el apellido Uchiha y convirtiéndose en las hijas menores. Sasuke tenía una relación aceptable con Hinata debido a sus edades cercanas y aún extrañaba a Hanabi a pesar de llevar tres años muerta. Él las consideraba como sus hermanas y todo el mundo estaba de acuerdo.

–Yo no creo que sea un tonto cuento infantil. –comentó Hinata, involucrándose por primera vez en la discusión. –La única que ha sido feliz es Hanabi. Y fue feliz muy poco tiempo.

–¡Hinata! Me prometiste ayudarme a convencer a Sasuke de casarse con el doncel.

–Sí, mamá, pero…

–¡Sasuke Uchiha! Te casarás con ese doncel. –advirtió su madre. –O no tendrás ni un centavo más. Hoy haré una fiesta en mi casa y estás obligado a ir. Lo conocerás esta noche.

–¡No iré!

–Hinata. –la voz de Mikoto se había endurecido. –Convence al estúpido de tu hermano. Yo me voy.

Ambos hermanos observaron salir con dignidad a Mikoto Uchiha. Una vez libre de su presencia, Sasuke se dio el lujo de sentarse cómodamente sobre el sofá, con los pies en la mesa, seguramente se habría llevado una buena reprimenda si su madre estuviera allí.

–Sasuke ¿tú crees en la maldición?

–No lo sé, Hinata.

Ahora que lo pensaba seriamente, de verdad parecía un mito infantil. Todo se remontaba a más un siglo atrás, cuando un ambicioso guerrero de apellido Uchiha derrotó al poderoso terrateniente Hashirama Senju, quedándose con sus bienes. Cuando Senju estaba siendo arrastrado a la horca, maldijo a todos los Uchiha, advirtiéndoles que ninguno de ellos sería feliz mientras continuaran con sus ambiciones. Y a los Uchiha se les otorgó muchos bienes, pero ningún conde supo manejar el dinero.

–Tal vez Mikoto tiene razón. –dijo Sasuke con voz baja. –Es un tonto cuento infantil.

–Bueno, lo único que puedo decirte es que yo estoy bajo la maldición. Soy muy infeliz. –susurró con pesar.

–Lamento el sacrificio que tuviste que hacer. –Hinata había sido desposada con uno de los hombres más ricos de la ciudad, pero también de los más extraños. –De cualquier manera ¿crees que debería ir a la fiesta de hoy?

–Yo creo que es una buena idea. –comentó, poniéndose de pie con dificultad debido al enorme e incómodo vestido. Pero esa era la moda. –¿Por qué no lo conoces? Tal vez te guste.

–De ninguna manera. Seguramente será un niño mimado y feo, tan feo que su padre tiene que comprarle un marido.

–Sasuke, por favor. –pidió su hermana. –Sólo así mantendrás callada a mi madre.

–Lo pensaré. –prometió.


–No iré.

–Naruto… ¡es una oportunidad única!

–No. –volvió a los números frente a él, tratando de descubrir el fallo en las cuentas.

–¡Por favor!

–¡Es suficiente, papá! –exclamó exasperado un hermoso chico rubio. –¡Ya te dije que no pienso ir a esa dichosa fiesta para conocer al conde Ujalachitonja!

–¡Uchiha, Naruto! el conde Sasuke Uchiha. –repitió cansado Minato Namikaze. ¿Cuántas veces había repetido el apellido y su hijo mayor, Naruto, insistía en decirlo equivocadamente?

–Lo que sea. –dejó los papeles momentáneamente para enfrascarse de lleno en la discusión con su padre. –No quiero conocer a otro conde en lo que resta de vida.

–No sé porqué odias a los condes. –cruzó los brazos sobre el pecho. –Ellos deberían de temerte a ti, después de la manera grosera en la que despreciaste al conde Yotsuki y al otro conde Italiano.

–¡Yotsuki intentó meterme mano! –explicó. –Ya te lo dije, no quiero casarme con nadie. Prefiero seguir siendo un solterón empedernido antes de juntarme con alguien sólo por su título.

–Naruto, sólo imagina… serías el conde Namikaze Uchiha, dueño del palacio de Konoha ¿no te parece maravilloso? Y además, tu hermana Ino podría ser presentada en sociedad y conseguiría también un buen marido.

–No.

–¡Me estás desesperando, Namikaze! –replicó con voz enojada. –Te haré ir a esa maldita fiesta aunque sea lo último que haga en mi vida.

–¡No quiero, papá! ¡Por favor! No necesito esposa o marido por el momento. Me gusta ayudarte con los números.

–Y lo haces excelentemente bien. –lo felicitó. –Pero no te gustaría… ya sabes… ¿comenzar tu vida sexual?

–¡Minato Namikaze! –exclamó sonrojado. –¡Eso no es lo que un padre decente le diría a su hijo! Además, puedo comenzar cuando lo desee.

–No estaría bien visto que…

–… que un chico de nombre respetable ande por la vida follando con quien le pegue la gana. –completó la frase Naruto. Su padre llevaba mucho tiempo repitiéndosela. –Pero tampoco quiero casarme sólo para tener un poco de sexo, gracias.

–De acuerdo. Tú te lo pierdes. Pero ¿qué hay de esto? –los planos de un enorme palacio llamaron inmediatamente su atención. –Es el palacio de Konoha. Lady Uchiha me los prestó para que les echaras un vistazo.

Naruto contempló maravillado aquellos planos, imaginando cómo sería la edificación real.

–Necesita muchas reparaciones. Según Mikoto, Hashirama Senju vivió allí antes de que pasara a manos de los Uchiha.

Los hermosos ojos azules de Naruto se iluminaron con todos los pensamientos que surcaban su mente. Como arquitecto, adoraba los edificios antiguos y participar en las reparaciones. Además de los números, reparar casas era otra de sus pasiones. Y la pintura también, pero prefería admirarla. El pintar no era uno de sus dones.

–¿Qué opinas?

–Por más interesado que pueda estar en ese palacio, mi respuesta sigue siendo no. No me casaré con un conde gordo, calvo, feo y viejo sólo para conseguir ese palacio.

–Mikoto dice que es atractivo. Y por lo que he oído en las calles, es un hombre muy guapo.

–Bien, tal vez sea medianamente atractivo. Pero no olvides que he rechazado hombres muy guapos, ¿recuerdas al conde italiano? –Minato asintió. Aún le parecía increíble que su hijo se hubiese dado el lujo de rechazar a un hombre tan guapo, rico, educado y que juraba amarlo por toda la eternidad. –Seguramente el tal Sasuke tiene aserrín en el cerebro. Y yo quiero alguien inteligente a mi lado.

Minato suspiró. Convencer a su terco hijo de algo era imposible. Definitivamente esa terquedad era herencia de su primera esposa, Kushina Uzumaki. Aquella mujer de hermosos cabellos rojos había entrado a su vida como un torbellino, poniendo todo su mundo de cabeza, al igual que su corazón. Era una verdadera lástima que hubiese muerto tan joven. Miró a su hijo, observando en él la sonrisa de su adorada Kushina.

–¿Interrumpo algo? –Minato sonrió. Su segunda esposa, Shizune, estaba también interesada en la noticia.

–Claro que no, pasa. –le ofreció una silla a la mujer. –¿Quieres tomar algo?

–No, gracias. –sonrió. –Lo que quiero es enterarme de lo que sucede. ¿Y bien?

–Bueno, querida, prepárate. Hay un conde interesado en cortejar a nuestro Naruto.

–¡Vaya! –replicó con sorpresa. –¿Otro conde? No me sorprendería saber que el siguiente en la lista es un príncipe o un rey.

–¡Shizune! –replicó Naruto. No le gustaba decirle mamá a ella, a pesar de que prácticamente lo había criado.

–Es sólo que… ¡atraes a los hombres como abejas tras la miel!

–¿Y por qué no habría de hacerlo? –preguntó Minato. –Míralo… Naruto es tan atractivo. Tiene un hermoso cabello, preciosos ojos azules, piel delicada, es simpático, amigable, amable, entusiasta y tiene una gran herencia. ¡Cualquiera desearía casarse con él!

–Papá, es suficiente. –suspiró y cedió a los deseos de su padre. –Muy bien. Iré a esa endemoniada fiesta y conoceré al famoso conde. Pero si no me gusta, no insistirás en casarme con él.

–¡Lo juro! Si el chico no es de tu agrado, no diré ni una sola palabra más. Podemos comprar cualquier otro castillo sin necesidad de que te comprometas con nadie. –sonrió.

–Entonces iré a buscar un traje decente para presentarme ante el conde Ulujamanichaja.

–¡Es Uchiha! Por lo menos, apréndete su apellido.

–¿Uchiha? –repitió con cierto temor Shizune. –¿El conde Itachi Uchiha?

–No, amor. Itachi renunció al cargo por su enfermedad. El conde ahora es Sasuke.

–Pero… –Shizune había vivido en esa ciudad antes de viajar al extranjero y casarse con Minato, de modo que sabía los rumores. –No creo que sea conveniente que lo conozcas, Naruto.

–¡Te lo dije, padre! –exclamó. –¡Es feo y gordo!

–No, Sasuke es… es muy atractivo. Demasiado, diría yo. –reconoció. –Pero los rumores…

–¿Qué rumores? –quiso saber Naruto.

–Bueno… es un… no es un secreto que él es un borracho. Gasta su dinero en apuestas y… en mujeres. Es un promiscuo. ¡Nadie quiere que sus hijos se acerquen a él!

–Vaya… es el primer conde que no es un perfecto modelo de educación. Creo que comienzo a interesarme por él. –comentó Naruto, con una sonrisa en el rostro.

–¡Un hombre como él no podría serte fiel! Además, es un arrogante, engreído, maleducado… y

–Lo siento, Shizune, pero todo eso sólo ha despertado mi interés. –su sonrisa se ensanchó. –Iremos a conocer a Sasuke Uchinamuja.

–¡Uchiha!

–Lo que sea. –puso los ojos en blanco, ignorando la frustración de su padre.

–Naruto… sólo quiero decirte que no importa lo que yo opine. Es totalmente tu decisión si aceptas la propuesta o no. –comentó su padre, poniéndole una mano sobre su hombro en señal de apoyo.

–Lo sé, papá. Siempre he hecho lo que he deseado y no me he sometido a los deseos de nadie. Ni siquiera los tuyos, por lo que no pienso comenzar ahora.

–Ese es mi chico. Bien ¿de qué color piensas usar el traje?

–Naruto. –interrumpió Shizune. –Piénsalo muy bien ¿de acuerdo? Puede parecerte un chico increíblemente atractivo, pero también debes ver a futuro.

–Lo sé, Shizune. Se preocupan demasiado por mí. Quizá ni siquiera me guste el tal conde. –Shizune era una mujer de ciudad, casada con un noble antes de enviudar repentinamente y conocía el funcionamiento de la aristocracia increíblemente bien. Siempre acudían a ella cuando necesitaban consejos. –Dime, ¿qué color sería conveniente utilizar?

Shizune sonrió y se puso de pie.

–Un color oscuro, pero no negro. ¿Qué te parece azul marino? Puedes estrenar el traje nuevo que compraste hace poco en tu viaje al extranjero.

–Me parece bien.

–Entonces iré a buscarlo y pediré a alguna doncella que lo prepare.

–Excelente. Aunque, realmente no me interesa quedar bien frente al conde Uchalajila.

–¡Uchiha! Por Dios Naruto…


Continuará…

¡Hola lectores!

Aquí les traigo una nueva historia inspirada en una novela que me gusta muchísimo, espero que a ustedes les guste este fic tanto como a mí. En lo particular, me dio muchísima risa escribir los torpes intentos de Naruto por aprenderse el apellido de Sasuke, jejejejeje, me lo imagino y me parece muy real.

El próximo capítulo, no será el típico encuentro en el cual se enamoran perdidamente el uno del otro, al contrario… quizá lleguen a odiarse mucho más. Y el compromiso no será cosa fácil, en especial porque ninguno de los dos querrá ceder.

En fin, me gustaría mucho saber sus opiniones y dudas. No sé si el relato acerca de Itachi y el de Hinata haya resultado muy confuso, pero espero que no. También me gustaría decirles que Itachi y Deidara no jugarán un papel realmente importante en este fic, es sólo para explicar el porqué Sasuke quedó como heredero, ya sé que ItaDei es de las consentidas, pero este fic me centraré más en el SasuNaru.

Cuídense mucho y un abrazo.

Kerky