La mujer del dragón tatuado.
Capítulo uno: Estoy dentro.
-Kurosaki, estás a tiro.- dijo una vos femenina y robótica a través del comunicador de la mujer pelinegra.
Kurosaki Karin inhaló fuertemente reteniendo el aire en sus pulmones, controlando metódicamente su respiración mientras mantenía fijo a su objetivo desde la mira telescópica de su artefacto. Desde allí logró vislumbrar a un hombre gordo y feo con vestimentas formales sumamente caras que era acompañado de dos mujeres con vestidos que dejaban poco a la imaginación.
-F5, confirmado.- musitó con simpleza colocando dos dedos en el gatillo del arma desde la cima de un árbol, vestida y camuflada para la ocación de modo que no pudiera ser notada ni por error si alguien se acercaba demasiado.
-Te toca, "Parca".- esta vez una voz profunda y ronca fue quien ordenó a la mujer. -Termina rápido. Tienes otra misión.-
Karin observo a su objetivo desde la cima del árbol ubicado a unos metros de esa gran propiedad boscosa resguardado por infinidad de guardias y protegida por la misma ley, lo cual era lógico si tu objetivo era un político de la región. Pero ¿qué pasa cuando ese político usa los recursos del pueblo para su comodidad?
-Pasa esto, miserable.- murmuró con asco accionando el arma.
La bala cruzo una gran distancia antes de llegar al cráneo del político corrupto pintando de rojo toda la habitación y a las mujeres fáciles en el camino.
Era una noche lluviosa en la gran ciudad de Tokio, una fría y húmeda noche donde nadie con sentido común se atrevería a salir de casa. Sin embargo era el tipo de noche perfecta para el comercio. Pero ¿qué tipo de comercio? Solo aquel que se podía considerar ilegal.
La policía se encontraba vigilando un almacén, que casualmente resultaba ser el más alejado de la ciudad, cuando de pronto sus cámaras enfocaron a dos personas caminando entre la lluvia, notando que una de ellas portaba un maletín negro.
-No lo arruines, Kurosaki- musito irritada la figura masculina dirigiéndose a su compañera femenina.
Karin lo ignoro y siguió su camino adentrandose más en el almacen con su ropa empapada por la potente lluvia bajo la que había tenido que caminar un buen tiempo hasta llegar a un punto donde una gran caja de madera se encontraba colocada estratégicamente para actuar como mesa de negociaciones, allí un hombre gordo con rasgos asiáticos se encontraba esperándolos.
-Llegar tarde.- hablo con un pésimo español. Karin dejo el portafolio sobre la caja mientras observaba al asiático con una mirada carente de emociones. El hombre de nacionalidad china le devolvió la mirada con lujuría pero a la vez parecía inconforme con su presencia allí. -¿Por qué tu ramera aquí estar?- pregunto al compañero de Karin suponiendo que tenían alguna clase de relación.
La Kurosaki bufó y murmuró un leve "hombres" mientras colocaba su mano en la empuñadura de su arma.
Mientras tanto la policía observaba todo el asunto listos para actuar en cualquier momento, ya con sus hombres listos para poder interferir en la negociación.
-A los negocios.- exigió la de de ojos grises con rudeza observando con desprecio al asiático pervertido.
-No negociar con inferior, ser mujer.- volvió a discriminar a Karin. -No confiar, mujer no ser buena en negocio, no trato usted.-
El compañero de Karin ya se esperaba la reacción de su compañera, que fue literalmente lanzarse contra el traficante golpeándolo en el rostro tan fuerte que lo lanzó al suelo.
El traficante saco de sus ropas un cuchillo de carnicero y atacó a la mujer, pero ella fácilmente esquivó los cortes que este trató de hacerle hasta que con mucha agilidad y rapidez tomó su brazo moviendo su cuerpo perfectamente para derribar al asiático machista y dejarlo a sus pies.
El hombre gordo se vio en el suelo intentado desesperadamente atacarla con su cuchillo desde allí pero ella tomó su brazo moviéndolo de manera anti-natural dañándolo de gravedad y tal vez hasta permanentemente, cosa que lo hizo por fin soltar el arma blanca. Él quiso volver a tomar el cuchillo pero ella fue más rápida, tomándolo en el aire para luego arrojarlo con gran maestría a los genitales del gordo traficante.
El hombre grito de dolor y agonía aun con el cuchillo enterrado profundamente en sus partes íntimas con la sangre escapando a borbotones .
El compañero de Karin observo todo sin poder hacer nada ya que para él fueron apenas unos segundos, pero luego se percató de las sirenas de la policía.
-Hay que irnos.- exclamó apresuradamente el hombre empujando el hombro de la mujer incitándola a que corriera.
Ella maldijo con un simple "mierda" para después bufar y empezar a correr mientras su supuesto comprador se desangraba con sus partes íntimas dañadas y posiblemente cortadas.
La morena corrió con todo lo que sus piernas daban esquivando los diversos obstáculos del almacén como cajas mal acomodadas y maquinaría, siendo perseguida por varias agentes de policía por lo cual tuvo que colarse por corredores más estrechos para perderlos, llegando a una gran cerca que era el área limítrofe del almacén que daba al área de entrega donde se encontraba gran cantidad de gente que a pesar de la lluvia tenía que trabajar recibiendo y enviando mercancía para ganar el pan, lo que causo que las cosas a Karin se le facilitaran puesto que no dudo en aprovechar la situación perdiéndose entre los trabajadores, pero el no utilizar el mismo uniforme amarillo que el resto usaba esta estrategía poco le sirvió y los policías retomaron la persecución, por lo que tuvo que colarse entre el trabajo, botando de paso a uno que otro trabajador y causando que se perdiera una gran cantidad de mercancías ya que prácticamente le daba igual subirse sobre esta o botarla.
Finalmente llego a una puerta usando su cuerpo para abrirla, llegando a un área expuesta donde su compañero se encontraba siendo esposado con dos patrullas alrededor de él.
-Mierda.- masculló al ver que los policías notaron su presencia, pero entonces notó unos contenedores de basura acomodados perfectamente para que ella pudiera subir. De inmediato aprovechó la oportunidad y retomó su marcha ya con los policías más cerca de ella.
Corrió ágilmente entre los techos del área comercial y de entrega enfocándose en esquivar a los oficiales, hasta que prácticamente se lanzó del techo cayendo estratégicamente sobre un oficial que no la pudo esquivar minimizando su caída
-Alto o abriremos fuego.- amenazó un oficial justo en frente de ella con otros tres detras apuntandola con sus armas listas.
La Kurosaki sonrió de lado sintiendo el frio de la noche y las gotas de agua sobre su cuerpo, en un parpadeo se deslizó hábilmente a los pies de uno de los oficiales tomándolo del tobillo lanzándolo a otro quitándose a dos del camino, todo con un ligero toque de hasta algo que se podría interpretar como baile callejero, quedando solo un oficial que recibió una patada que lo dejó fuera de combate antes de que pudiera hacer nada.
Sonrió a ver a los oficiales noqueados, acomodándose su chaqueta militar verde sobre su camiseta blanca que se tallaba a sus pechos bastos, a su abdomen ligeramente marcado y a su cintura. Caminó a una puerta roja dispuesta a continuar con su escape pero fue entonces cuando se topó con una infinidad de guardias esperándola detrás de la puerta con sus armas listas. Karin bufo al ver que era el final del camino y antes que pudiera hacer algo sintió unas fuertes manos tomando sus muñecas colocándolas detrás de su propia espalda estrellando su cuerpo contra una de las paredes.
-Oye, no tienes que ser tan brusco.- se quejó sarcásticamente con su rostro contra la pared.
-Está arrestada, cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra, tiene derecho a guardar silencio, si no tiene un abogado se le proporcionara uno. ¿Ha comprendido o quiere que se lo repita? Sucia criminal, pasaras mucho tiempo pudriéndote en prisión.- gruñó con enojo el detective que esposó a Karin.
Era Hitsugaya Toshiro, el capitán de la policía más joven en la historia de Japón. Un hombre algo bajo, solo de metro setentaicinco, de complexión fuerte y atlética, de cabellera extrañamente blanquecina.
-¿Eso le dices a todas las chicas "mojadas" que tienes arrinconadas contra una pared?- comentó sarcástica Karin con una leve sonrisa y con toda la intención de incomodarlo. -Porque te seré sincera, cortas mucho el rollo. Deberías de decir algo más bonito o no habrá segunda vez.-
Toshiro gruño irritado e incómodo ya que sus subordinados habían escuchado todo. Y a decir verdad se sentía avergonzado.
-Debería hacerle caso capitán, así tendría más novias.- le siguió el juego una oficial cercana que casualmente era su teniente mientras comía gustosa un bolsa de frituras que recogió de una de las cajas de los almacenes.
Era la teniente Matsumoto Rangiku, una mujer algo liberal, de pensamiento libre, mucha delantera y físico de modelo, prácticamente no había nadie en la comisaria que le dijera que no a esa mujer.
-¡MATSUMOTO!- regaño el joven capitán con voz severa a su teniente aun con Karin contra la pared sujetándola fuertemente.
-¿Qué hice?- se defendió la mujer con falsa inocencia.
Karin sonrió de lado al ver que su plan había dado frutos, observando a una patrulla donde sabía que había una cámara. Guiñó un ojo a la persona que estaba observando las imágenes grabadas con ella, todo en la clara señal de "estoy dentro".
-Entra ahí.- ordenó con fiereza Hitsugaya empujando a su prisionera a una celda común donde se encontraba una gran cantidad de mujeres, principalmente prostitutas.
Karin soltó un gruñido y recupero el equilibrio dirigiendo la mirada a Toshiro.
-Oye, ¿tú no tienes idea de cómo tratar a una dama, cierto?- gruñó con sarcasmo.
Toshiro la ignoró dispuesto a marcharse, nunca fue su obligación traerla a la celda pero sintió que debía hacerlo porque era más que obvio que sus habilidades superaban a las de cualquiera de sus agentes.
-Lo haría si hubiera alguna en esa celda.- musitó con indiferencia.
Ella bufo en alta observándolo desde detrás de los barrotes de la celda, pero rápidamente su expresión cambio a una burlona.
-¿Te soy atractiva o sexualmente deseable?- inquirió mirandolo con falsa sensualidad.
-No, nunca podría sentir algo por una mujer como tú.- respondió secamente sin saber porque le seguía la corriente y se rebajaba a su supuesto nivel.
La Kurosaki rió más que muy divertida. De verdad le agradaba ese capitán de la policía. Hizo una nota mental sobre que tal vez le podría ser de ayuda en un futuro para su misión.
-No me pareció que pensaras así cuando me tenías arrinconada contra la pared y pude sentir"eso" presionando contra mí.- se burló con una sonrisa socarrona.
Toshiro la ignoró claramente molesto, pisoteando lejos del lugar antes de que ella pudiera darse cuenta del leve rubor que había invadido sus mejillas.
Hitsugaya llegó a su oficina todavía prácticamente echando humo por las orejas, topándose de inmediato con su teniente que en ese momento se encontraba perdiendo el tiempo leyendo una revista de modas pareciendo hacer alguna clase de test como si no tuviera obligaciones pendientes.
-Capitán, ayúdeme a responder esto. ¿Qué harías si tu amiga toma una blusa tuya sin pedírtelo? Uno: Le dirías que no hay problema. Dos: Le reclamarías. Tres: tomarías una blusa suya. O cuatro: La arrojarías por las escaleras. Dígame, capitán, ¿cuál le parece mejor?- preguntó Matsumoto muy concentrada equilibrando un lápiz en sus labios.
-Dudo que la cuatro diga eso en serio.- murmuró el alibo con una mirada incrédula, pero al cabo de unos pocos segundos fue cuando se dio cuenta de que le estaba siguiendo la corriente a su perezosa segunda al mando. -Espera… ¡MATSUMOTO! ¡DEJA ESO Y VUELVE Al TRABAJO! ¡AHORA!- ordenó con el rostro rojo de la ira.
-Pero… capitán…- se quejó infantilmente haciendo berrinches como niña pequeña que no quiere hacer las tareas.
Él abrió la boca para continuar regañándola, pero de pronto la puerta de la oficina se abrió dando paso al comandante general de la policía de Tokio, Yamamoto Genryuusai, jefe de la policía, un hombre con la apariencia de anciano débil pero que a pesar de su edad era posiblemente más hábil de cualquiera de sus capitanes.
-Señor.- saludaron respetuosamente Toshiro y Matsumoto al verlo. Yamamoto los observo y les ordenó que descansen.
-Señor con todo respeto... ¿qué lo trae este día a mi oficina?- indagó Toshiro tratando de mantener su tono respetuoso pero sin ocultar su genuina curiosidad.
-Solo venía a revisar que la misión fuera ejecutada con éxito. Y también quería informarte sobre algo.- hablo con voz fuerte e imponente.
-Me alegra reportar, señor, que la misión fue relativamente un éxito. Solo hubo un pequeño percance que fue la muerte de uno de los traficantes a manos de sus propios socios, pero logramos la captura de los otro dos.-
-No olvidemos el percance en el área comercial y los múltiples daños a la mercancía.- agregó el anciano con voz rasposa. -Dejemos eso para luego… por el momento quiero que firmes la carta de libertad para la traficante que capturaste.-
La boca del más joven cayó con sorpresa al oír tal cosa desde su superior, pero rápidamente logró recuperar la compostura.
-Señor, con todo respeto, eso no es lo correcto.- intento razonar con su superior-. La traficante mostró claros signos de inteligencia militar y de asociación con las triadas de Hong Kong y los Yakuza…-
-Eso no es su asunto, capitán- regañó Yamamoto- Solo haga lo que le ordenó.-
Toshiro no pudo decir nada más hasta que la puerta de su oficina se cerró con un portazo.
-Pásame los papeles, Matsumoto… Tendré que dejar en libertad a esa sucia criminal, pero la mantendremos vigilada de cerca- aseguró con seriedad observando fijamente a su teniente. -Algo me dice que no será la primera vez que nos topemos con ella.-
Por mientras, Karin se encontraba aburrida en la celda común ya habiendo conversado un rato con las prostitutas para no aburrirse, sabiendo que ya tenía posibles contactos en la calle y vigías gracias a ellas, pero su plática con ellas se fue en un camino que no le agradaba, por eso se alejó y ahora se encontraba apoyada en la pared que casualmente era la pared de la celda continua.
Karin bufó sonoramente apoyándose en la pared justo en frente de los barrotes de la celda de nuevo con algo de frio ya que sus ropas aún estaban mojadas. Se encontraba aburrida después de ya haber conversado un rato con las prostitutas por no tener nada mejor que hacer, sabiendo que ya tenía posibles contactos en la calle y vigías gracias a ellas, pero su plática con ellas se fue en un camino que no le agradaba, por eso decidió alejarse.
-Espera… reconocería ese bufido donde sea.- escucho una voz cercana justo detrás de ella, más específicamente al otro lado de la pared. -¿Karin? ¿Eres tú?- un pelirrojo se esforzó mucho para poder ver entre los barrotes de su propia celda a la celda femenina. Karin hizo lo mismo al reconocer la voz. -¡Pero miren nada más quien es! El mundo es pequeño, ¿no lo crees, Kurosaki?- comento alegremente Hanakari Jinta.
Jinta era el típico estereotipo de pandillero, era alto, con músculos marcados y mirada de rufián. El típico Yakuza.
-Y que lo digas idiota.- la mujer lo saludó con una sonrisa.
-Lo mismo digo.- correspondió su sonrisa. -Vaya, Yuzu se alegrara al ver que has vuelto... Espera. ¿Por qué no dijiste que vendrías?-
Se sorprendió al escucharlo mencionar el nombre de su hermana gemela, si lo que pensaba era cierto complicaría un poco su misión.
-Espera un momento, tú respóndeme algo antes. ¿Acaso sales con mi hermana?- preguntó apretando los dientes con un pequeño tic.
-No cambies el tema, Kurosaki.- él de inmedaito trató de evadir el tema por temor a la morena y sus fuertes patadas voladoras.
Karin bufo molesta recostándose contra la pared para hablar mejor pero sin ver sus caras.
-Como puedes ver, estoy en prisión… No es algo que quiera que mi hermana sepa- diseñó una excusa sin mucho problema.
-¿No crees que eso es un poco estúpido teniendo en cuenta quien es tu familia?- el pelirrojo alzó una ceja. -Dime, ¿cuánto hace que te fuiste? ¿Cinco o seis años, supongo yo?-
-Cinco años y diez meses. El tiempo vuela ¿no lo crees?- le siguió la corriente aun echando humo en secreto.
-Sí, no tienes que decírmelo. Y ¿se puede saber qué hiciste para terminar aquí?- inquirió con interés mal disimulado.
-Ya sabes, gajes del oficio familiar- respondió con una leve sonrisa al recordar al chino racista y como se retorcía de dolor. -Un negocio salió mal y tuve que cortar… unos contactos. La policía nos pilló y aquí estoy.-
-Los años te pegaron fuerte, en el barrio nunca nos pillaban, tal vez América te hizo débil.- se burló.
-¿Y qué me dices tú? No me digas que estas aquí por ser un capullo de mierda- rodó los ojos con hastío.
-Ya sabes, gajes del oficio.- dejó escapar una pequeña risa al recordar los viejos tiempos. -A todo esto ¿qué harás después de salir de aquí?-
-No lo sé… ¿Cómo está el barrio y mi familia?…- cambió de tema a uno más seguro y que le interesaba más.
El Hanakari iba a responder a su pregunta pero en ese momento un oficial se acercó a su celda y golpeo los barrotes.
-Urahara Jinta, toma tus cosas. Pagaron tu fianza- anuncio el policía abriendo la celda.
¿Urahara? Ah, sí... a veces olvidaba que ese era su apellido real.
Jinta se acercó a la celda de Karin quedando frente a frente.
-Cuando salgas, si es que lo haces, da una vuelta por el barrio, te mostrare como ha cambiado.- propuso alegremente, feliz de volver a ver a su vieja amiga. -Apuesto que el resto se alegrara de verte también.-
Ella lo observo marcharse sabiendo que oficialmente estaba de vuelta y su regreso no causaría desconfianza o sospechas en las familias asociadas a las de su hermano y padre. Oficialmente estaba otra vez en la mafia Yakuza... para poder destruirlas desde adentro. No por nada era la mejor del ejército, agente especial de un grupo militar que "no existe" y escogida por la Interpol para terminar de una vez por todas con las grandes familias del crimen.
Resultaba bastante irónico que ella, la hija de un jefe de las denominas "Casas nobles" o conocidas mayormente como mafia Yakuza o el Gotei 13, fuera la elegida para tal misión.
Kurosaki Karin era hija del jefe de la familia Shiba, Shiba Isshin, e hija de Kurosaki Masaki, la heredera de una de las ramas más poderosas de la familia Ishida más conocida como los Quincy, pero ahora el apellido Kurosaki se había independizado de los Quincy dándoles un lugar en el Gotei, familia que era dirigida por su propio hermano mayor Ichigo Kurosaki.
En sus venas corre¿ía sangre de Yakuza, su misión no sería fácil pero sí volvía a su familia tendría acceso a las familias aliadas con su hermano como lo eran los Kuchiki, los Quincy y los Shihoin.
Su misión era simple. Ir por la pasta, los contactos y las drogas, luego ir a por los líderes. Tomar el control subiendo en la jerarquía e eliminar de una vez por todas al Gotei 13. Pero una cosa era segura, la Interpol y sus altos mandos no querían evidencia o que capturara a nadie, querían que ella cortara el problema de raíz.
Pero vería cómo salvar a su hermano y padre de todo esto, vería cómo alejarlos y hacer creer al consejo que había acabado con todos los líderes.
A varios kilómetros de la comisaría de policía justo en una destartalada tienda, o al menos eso parecía, se estaba llevando a cabo lo que se podría considerar una especie de investigación.
-¿Qué haces, Kisuke?- habló una voz femenina corriendo la puerta de papel donde un hombre rubio y con un particular sombrero observaba una computadora fijamente tecleando fervientemente.
La mujer de piel morena y cuerpo de modelo se acercó a su amigo solo portando euna pequeña bata por el "ejercicio" que realizo en conjunto con el sombrerero solo unas pocas horas antes.
-Oh, perdón Yoruichi-san. ¿Te desperté?- canturreó jovialmente. -Lo lamento, es que acaban de publicar un capitulo nuevo de mi anime favorito- alzó un dedo con una sonrisa infantil pegada en su rostro.
Ella negó con la cabeza dándole la espalda a su compañero para dirigirse a la puerta.
-Como sea. Estaré en la cama- hablo sin aparente interés pero su voz tenía un leve toque de sensualidad en una clara propuesta.
Urahara perdió la sonrisa al ver a Yoruichi salir de la habitación volviendo la vista a la computadora.
"Kurosaki Karin: agente especial de las Naciones Unidas" decía la computadora con los datos de Karin y una foto de esta en la pantalla.
Kisuke observo muy detenidamente la foto de Karin, analizándola. En el pasado convivió con ella, de hecho se podría considerar que fue su alumna cuando era apenas una pequeña niña.
Urahara era un intermediario entre las familia de Isshin e Ichigo con la de Yoruichi, él ocupaba un alto mando en la familia de Ichigo, siendo mano derecha de este.
Presionó un botón que inmediatamente borró los datos de Karin y los remplazó por entradas a prisión y delitos en su historial, borrando de paso su historial secreto de las naciones unidas.
No podía confiarse, Sui Feng, la teniente de Yoruichi, no se fiaba de él y no estaba tan equivocada, prácticamente se encontraba traicionando a las familias Yakuza y Sui Feng era teniente de un grupo especial de espionaje e información a la que no les costaría piratear la información de Karin.
El sombrerero revisó su teléfono donde un mensaje corto, sencillo y al grano de la Kurosaki se podía ver. "Estoy dentro."
Era momento de que él también actuara y ayudara a la ex Yakuza, todo por un nuevo historial y desaparecer del mapa. Ya Karin se encargaría de lo demás y principalmente que nadie los buscara a él, a sus hijos adoptivos, a Tessai y principalmente a Yoruichi.
Apretando un botón la computadora se apagó e inmediatamente esta empezó a lanzar chispas borrando toda evidencia de lo que había hecho.
Con una sonrisa juguetona se encamino a la puerta esperando pasar un momento con la mujer por la que hacía todo lo que hacía.
Bueno hasta aquí gente…
Primero que nada tengo un anuncio que hacer, en esta historia recibí ayuda de quien es a mi parecer una de las mejores escritoras de este fandom, algunos ya la conocerán por historias actuales como mi Rey o Linchen a Tite Kubo por mencionar unas de sus muchas historias.
Gracias de verdad a mi Beta Raider ¿lo escribí bien?, corrector y guía en esta historia de Karin y Toshiro, sin nada mas que decir gracias por tu colaboración y ayuda CELESTE kaomy-chan.
Sin nada mas que decir, cada uno puede sacar sus teorías y especulaciones de lo que se viene en un futuro.
Si les gusto dejen un comentario, que no saben lo mucho que ayuda, y si no, gracias por gastar unos minutos de su tiempo en compañía de esta historia. Se les agradece.
Me despido.
Paz.
Pd: La portado dice literalmente "Yakuza".
