Inicio esta nueva historia para todos ustedes, para quienes no me han leído todo inicia en Destino Gris. No siento tan necesario leer mi historia anterior, pues los sucesos se irán explicando por sí mismos. Espero que mi escritura no se haya oxidado mucho y de ser así, agradezco a Fridda las correcciones que me ha hecho para mejorar este primer capítulo. Todos los personajes le pertenecen a Bioware.

Sueño y despertar

"Por siglos, los guardas grises - una Antigua orden de guardianes que juró unificar y defender el mundo - han luchado contra las hordas de engendros tenebrosos. La leyenda contaba que al derrotar al Archidemonio la plaga de los engendros tenebrosos sería erradicada durante siglos, pero de alguna manera consiguieron sobrevivir."

Los mechones de su cabello mojado se pegaban a la suavidad de las mejillas, al lado, quien la acompañaba seguía con fiereza cada uno de los movimientos realizados ante el grupo de engendros que las tenía rodeadas. La castaña retiraba los cabellos del rostro que estaban ya manchados de sangre, no se había dado cuenta de lo mucho que su cabello había crecido desde la última batalla. Sería cuestión de acostumbrarse una vez más, eso era todo.

Su compañera no parecía tener ese problema, su corta cabellera tan negra como esa noche, le ayudaba a moverse con agilidad, tal vez le faltaba estrategia en sus movimientos pero sin duda alguna tenía un futuro promisorio como guerrera si es que… bueno, no era buena idea pensar en eso cuando había un montón de engendros atacando.

- "¡Parece que lograron entrar al Alcázar de la vigilia, mi señora!"- gritó la joven a todo pulmón.

- "Hacedor, esto parece nunca tener fin ¿verdad?"- dijo la otra mujer preguntando a un ser de supuesta omniprescencia que jamás respondería sus preguntas. Notó la mirada curiosa de su acompañante, sólo negó en respuesta para que la ignorara y así seguir su camino.

A pesar de que la trataba como su superior, ambas aparentaban la misma edad, sin embargo era notorio que una de ellas tenía mucho más experiencia en el campo de batalla, tanto así que no parecía inmutada por la entrada de esas bestias al Alcázar y mucho menos asustada, lo que realmente la tenía desconcertada era cómo demonios podía ser posible que aún existiesen hordas de engendros atacando la superficie, se suponía que una vez muerto el Archidemonio esa pesadilla terminaría. Tomó un leve suspiro para recuperar el aliento ya que, a pesar de no haber sido notificada de tal situación, el acabar con esos engendros seguía siendo la misión primordial de un guarda gris.

- "En ese caso debemos continuar. Prepara tu espada, Mhairi."

- "A sus órdenes, mi señora."

- "Sólo llámame Elissa, por favor."- ella sabía que volver a repetírselo sería inútil, Mhairi era una joven caballero demasiado formal para atreverse a tomar esas libertades con ella, sin embargo ser llamada por su nombre era algo que la había pedido desde su encuentro en los muelles de Amaranthine.

Sus avances eran lentos, pues a cada paso que daban un nuevo enemigo les salía al paso. Un guardia malherido les informó de la situación dentro del Alcázar, al parecer muchos soldados se quedaron atrapados luchando con los engendros. Elissa no pudo más que intentar ponerlo a salvo mientras trataba de solucionar la situación.

¿Solucionar? Pensó ella. Tendrían suerte si sobrevivían unos pocos de los guardias que se quedaron allí ante este inminente ataque. Se encontraba totalmente sola ante los nuevos problemas que se le avecinaban, no estaban más con ella sus compañeros; Zevran dijo que regresaría a Antiva y no estaba en esos momentos para cubrir su espalda, tampoco lo estaba Leliana para atravesar los corazones de los enemigos con sus flechas, Shale regresó a Orzammar, Morrigan se había esfumado sin decir palabra, Wynne debía continuar sus obligaciones en el Círculo, Sten por fin pudo regresar con su informe y con su Asala, mientras que Oghren parecía bastante cómodo entre los barriles de cerveza del castillo en Pináculo, incluso Charlotte en esos momentos le hacía compañía a Alistair en medio de su largo viaje. Al recordarlo, Elissa no tenía duda alguna que él era la persona a quien más necesitaba.

Dejó al guardia recostado sobre unas pieles para que pudiera recuperarse en una vieja choza, Mhairi ya la estaba esperando afuera, en medio de la noche y la lluvia. Al salir, Elissa levantó la vista al cielo para que la lluvia bañará los rastros de sangre de su rostro y proseguir hacia Amaranthine. Cuando sus padres rompieron el compromiso con Nathaniel hace tantos años, jamás creyó que volvería a pisar las tierras de los Howe. La vida daba vueltas de lo más extrañas.

Parecía que esos engendros le daban una buena sacudida de realidad, después de pasar semanas de ensueño en medio del camino con su ahora querido esposo. Al parecer, el ser Guarda Gris jamás le iba a permitir gozar de un matrimonio normal por más que lo intentasen.

- "Mi señora, no hay tiempo que perder."- Mhairi la apresuró para que abandonara su ensoñación.

- "Lo sé, yo misma me lo he repetido desde hace ya bastante tiempo, Mhairi. Continuemos."

Su camino se vio tapizado de cadáveres, por suerte ninguno humano. Todos debían estar refugiándose en el Alcázar.


Días antes

Cada acto del pasado no necesariamente es hecho por aquel quien tiene que pagar las consecuencias, era una lección que Alistair había aprendido a regañadientes una infinidad de veces, podía jurar que era el factor que definía su vida por entero. Primero el accidente que podía significar su nacimiento mismo, marcado por el abandono y la indiferencia de ambos padres, y muchos años después, cargar con el peso del mundo sobre sus espaldas al iniciar una misión considerada suicida por culpa de la traición de un hombre hacia su rey. No pudo eludir esas consecuencias en ese entonces, así como ahora tampoco podía evitar aquellas que Morrigan había causado y de las cuales la joven bruja había huido sin dar explicación de sus actos, al menos no convincentes.

Alistair intuía que el Hacedor no quería dejarlo tranquilo, darle siquiera un respiro de lo que parecían obstáculos para su futura felicidad y dicha en su recién formado matrimonio, cuyo estado de perfección duró tan sólo su noche de bodas y fue sacado de su ensueño por un par de desconocidos guardas grises enviados desde la fortaleza de Weisshaupt a la mañana siguiente. Tenía frustraciones se aferraban a su mente cuando se servía una copa más de vino, el invierno estaba cerca nuevamente y eso lo ayudaba a mantenerse caliente. Bueno, mentiría si dijese que Eli no era de ayuda en esas noches frías, sin embargo su recién iniciada dicha conyugal terminaría dentro de unos días cuando él partiera por meses para rendir un informe a un lugar desconocido. Bebió el vino lentamente mientras observaba a Eli ponerse su camisón preparándose para dormir.

- "No le veo sentido a que duermas con ese camisón, cariño. A la mañana siguiente despertarás sin él."- dijo Alistair con una sonrisa de picardía en su rostro.

Elissa lo miró desafiante.

- "¿Desde cuándo te volviste tan descarado, mi querido Comandante?"- contestó ella llamándolo por su nuevo título.

- "¡Oh vamos! ¡No seas tan dura conmigo! Creí que la mejor ocasión para hacer este tipo de juegos sería en nuestra luna de miel."- bromeó Alistair no tomando muy en serio sus propias palabras.

Esa noche la pasarían en una posada, tal como lo habían hecho las noches anteriores. Alistair estaba seguro que esa no era la idea de Eli de una luna de miel ideal, sin embargo ella no se quejaba en lo absoluto, el deber los llamaba una vez más para variar pero por primera vez en mucho tiempo, sus mismas responsabilidades los mantendrían separados el uno del otro por varios meses. Su camino apuntaba hacia la fortaleza de los guardas grises en Weisshaupt con el propósito de rendir un informe detallado sobre lo acontecido en la Quinta Plaga y la muerte del Archidemonio, eso no sonaba nada bien para Alistiar sólo significaba que el Guarda Comandante tenía serias dudas que no podían quedarse sin respuesta. Mientras tanto, el de Eli, era encargarse ella misma de Amaranthine y la búsqueda de nuevos reclutas.

Un barco lo esperaba mañana en el puerto listo para partir a los Anderfels, al atracar en su destino sus compañeros guardas, los mismos que le hicieron llegar la orden, lo acompañarían hasta la fortaleza. Después de eso, Eli tenía que continuar su camino en solitario. Alistair no pudo evitar que la sombra de la tristeza apareciera en su rostro.

- "¿Tan triste te pone que me haya puesto este camisón, cariño?"- la dulce voz de Eli jugueteaba ahora en sus pensamientos y tuvo que sacarlo de su depresión de golpe.

- "¡No! ¡Tú sabes que no es eso! Es sólo que, bueno… lamento que el inicio de nuestro matrimonio no haya podido ser más romántico, hubiera sido maravilloso poder quedarnos un poco más de tiempo en Pináculo… parecías tan feliz ahí y ahora... esto es…"- las palabras se atoraban en su garganta, y sus ideas difusas no ayudaban a completar ninguna defensa coherente- " y además… mañana tendré que… en verdad lo siento…"

Dijo él apenado.

- "Llevamos sólo unas semanas de casados y ya me siento el peor marido."

- "¿Ese es el vino hablando? Eso debe ser, porque de lo contrario no dirías semejantes disparates. Mi hogar ya no es Pináculo, ahora es a tu lado. No importa si tenemos que separarnos sólo unos meses."- ella soltó una risa que tranquilizó a su joven marido.

- "Yo sólo… no lo sé… en mi mente se encuentra todavía esa idea de que siempre nos resulta imposible pasar unos días tranquilos, al menos para nosotros hablar algo así siempre suena como a una locura. Me hubiese encantado estar en una habitación más apropiada para una pareja de recién casados, y no en una posada cualquiera como si todavía estuviésemos persiguiendo un Archidemonio."

- "Bueno, para comenzar no creo que nosotros quepamos en la clasificación de un matrimonio común. Y mucho menos creo que tengamos noches románticas comunes si una mabari nos acompaña a todas partes."- dijo ella lanzando su mirada a la puerta, desde donde Charlotte protegía la entrada en medio de plácidos sonidos al dormir.

Tomó su rostro suavemente para mirarlo a los ojos.

- "Sé que esto no es como lo habíamos planeado, con nosotros nunca aplican los planes ¿sabes? Si todo hubiese salido como estaba planeado, no nos hubiésemos casado, no estaríamos siquiera vivos y mucho menos nos habríamos conocido. Son sólo unos meses Alistair, es por un informe, sabes que esperaré ansiosa tu regreso."- lentamente ambos quedaron a tan sólo centímetros de tocar sus labios.

Él por fin sonreía.

- "Y más le vale, mi señora ¿Ves este anillo? Me lo prometiste enfrente de todos, que te quede claro: hasta que la muerte nos separe."

- "Aplica lo mismo para ti, más te vale volver sano y salvo. Y que sea rápido. Tenemos una orden de Guardas Grises que construir."

- "¡Oh! ¿En verdad sólo sería por eso?"

- "Y porque te necesito a mi lado de ahora en adelante, cada noche y cada día, mi amado esposo."- ella no pudo evitar soltar una leve sonrisa, al notar el rostro de Alistair descender sobre su cuello. Sus manos se posaron sobre el camisón, deslizándolo suavemente hasta caer al piso.

- "Te advertí que era innecesario que lo utilizaras, mi señora."

- "En ese caso, no sé por qué tú aún continuas vestido, mi señor."- ella comenzó con diligencia un trabajo tan placentero que en las últimas semanas había practicado bastante.

Alistair debía admitir que para disfrutar de sus primeros días de casado, realmente no se necesitaba más que una cama amplia, un buen vino y unas cuantas velas para deleitarse en la desnudez de su esposa. El descanso pasó a segundo plano esa noche, ya tendría suficiente tiempo para dormir por meses a bordo de un barco con un par de guardas desconocidos, muy a su pesar.


Acercando sus manos al fuego para poder calentarlas un poco, Elissa no tenía idea de que su día iba a terminar de esa manera. Por un momento temió fallar en su primera e imprevista misión para salvar el lugar de esos engendros, sin embargo parecía que el Hacedor le sonreía de vez en cuando poniendo la ayuda precisa en el momento indicado.

La verdadera sorpresa no fue encontrarse con el mago apóstata, Anders, sino que en la lucha misma estaba Oghren. Como él mismo había confesado, al encontrarse sobrio después de terminadas las fiestas, lo primero que hizo fue buscar a sus compañeros sin mucho éxito pues todos habían emprendido caminos separados días antes. Así que no lo pensó dos veces para seguir a Alistair y Elissa hasta Amaranthine, siendo el lugar que le quedaba más cercano. El asombro de la joven creció al enterarse de los auténticos deseos de Oghren de unirse a la orden de los Guardas Grises. Tanto Mhairi como Oghren, abrazaban la idea de unirse con singular felicidad, por supuesto que cada uno a su manera. El caso de Anders fue distinto, pues tuvo que convocar el derecho de llamamiento para que los enviados de la Capilla no lo llevasen de regreso al Círculo, donde seguramente le esperaba un castigo por los actos que había cometido.

Para Elissa era absurdo el que se le persiguiera sólo por los poderes que emanaban de él, Anders no parecía una persona que los usaría para el mal. Parecía un hombre amable, cuya única ambición era buscar un poco de libertad y algunas mujeres, aparentemente. Eso pudo comprobarlo en los ligeros coqueteos que le lanzaba a Mhairi.

Al recordar su nombre le vino un escalofrío, su cabeza tenía un dolor punzante. Así debía sentirse la culpa y el remordimiento, pues al igual que su cabeza, algo le estrujó el corazón.

- "Tan joven y yo no pude hacer nada".- pensó.

Se preguntaba si Alistair hubiese estado más preparado para esa situación, debido a que él estuvo presente cuando fue el día de su Iniciación ¿había visto más muertes que las de Daveth y Ser Jory? Seguramente ¿habrá sentido el mismo miedo y horror que ella sintió ese día? No podía saberlo, no eran temas que tocaran muy a menudo en sus noches juntos. De hecho, siempre fueron temas que ella agradecía que él no tocara.

Los rostros de la agonía de sus dos antiguos compañeros quedaron sepultados en el olvido por un buen tiempo, que el Hacedor la perdone por ese acto de egoísmo, pues después de tanto tiempo de huir de esos recuerdos, estos volvieron al ver el sufrir de Mhairi. Elissa no pudo dejar de exhalar un sonido de angustia cuando vio a la pobre mujer retorcerse de dolor y después quedar inmóvil, con los ojos en blanco y un hilillo de sangre corría por las comisuras de sus labios.

Sólo fue una muerte, pero se sentía culpable. Anders y Oghren lograron sobrevivir, uno con más éxito que el otro, pero iban a estar bien ¿sería capaz de buscar a más personas y hacerlas pasar por ese tormento? Tenía que hacerlo, al menos mientras Alistair estuviese ausente, prometió que llevaría cabalmente esa tarea. No era tiempo para sentimentalismos cuando habían dejado todo el arlingo bajo su protección.

Ya era tarde, pero tenía que comenzar a leer el montón de documentos sobre la mesa y ver los pendientes que ahora la esperarían en su nuevo hogar, pero primero debía escribir una carta. Se sirvió una botella de vino, llevó una vela a la mesa y comenzó a escribir.

"Querido Alistair:

Sé que todas mis cartas te llegaran una vez que hayas llegado a los Anderfels, pero quería comenzar en cuanto llegase a Amaranthine…"

Elissa tenía que hacer dos cartas para sus propósitos, una dirigida a su esposo para demostrarle su afecto y amor, y otra dirigida al Comandante para informarle que los Guardas Grises estaban listos para pelear nuevamente pues el peligro una vez más estaba al acecho.

Y de hecho otro peligro estaba más cerca de lo que ella creía, observándola con ira.


La idea de Anders de estar encerrado entre cuatro paredes no era algo que lo convenciera del todo, así que la habitación que le habían asignado como nuevo guardia la usaría estrictamente para dormir, y como todavía no sentía un ápice de sueño esa noche, prefería salir a caminar y tomar el aire fresco. Era agradable el poder entrar y salir a su antojo de cualquier lugar, tal vez ser Guarda no era algo que hubiese elegido por decisión propia, pero no tenía nada de lo cual arrepentirse. Su cabeza seguía justo donde le gustaba que estuviese: sobre su cuello. Para un mago apóstata eso significaba un buen día, lo crean o no.

Además el tener dos nuevos amigos no le caía nada mal a nadie, el enano podía ser un poco escandaloso y maloliente, pero Anders suponía que regalándole un jabón se acabarían los problemas. En cuanto a la Guarda, por un momento creyó que ella era el nuevo Comandante al agradecerle el salvarle el pellejo. Sin embargo, al parecer tendrán que esperar unos meses para conocer a quien está a cargo ahora, o al menos eso le dijeron antes de enterarse que la joven Guarda es esposa del actual Comandante, Alistair Theirin.

Anders siempre ha creído que las mujeres son quienes llevan el mando de las relaciones casi todo el tiempo, así que para él, esa chica es la auténtica Comandante en todo el sentido de la palabra.

Poco importaba si era más de la medianoche para dar un paseo que daba pie a esas cavilaciones, el sueño todavía no reclamaba su cuerpo así que ver las estrellas era algo que disfrutaba a tan altas horas de la noche. Su tranquilidad se vio interrumpida cuando en medio de la oscuridad distinguió la figura de un guardia forcejeando con un hombre.

"¿Un ladrón?"- pensó de inmediato.

Luego llegó un segundo guardia, poco después un tercero y por último un cuarto. Cuatro hombres se necesitaron para someter a uno, Anders sabía que entonces no podía ser un ladrón, los ladrones no luchan con tanta fiereza por su vida. Era un hombre con una increíble ira guardada, tal como sus compañeros magos se resistían cuando estaban a punto de ser atrapados por un templario.

Se encogió de hombros y decidió volver, a lo lejos escuchó la voz del hombre gritando:

- "¡LA MATARÉ! ¡NO PODRÁN DETENERME! ¡JURO QUE LA MATARÉ!"

Tal como pensó. Un hombre con una gran ira guardada.


Lo atraparon. Estaba tan cerca de lograrlo. Ella estaba sola, la ventana le daba fácil acceso para hacerlo rápidamente. Su oportunidad de oro llegó cuando la vio quedarse dormida sobre algunos papeles, estaba cansada así que aunque despertase no daría mucha pelea. El error lo cometió él por salir a cumplir su venganza en un día de lluvia pues las piedras de la torre estaban más resbalosas que de costumbre, así que dio un mal paso y todo quedó al descubierto.

El golpe que hizo su cuerpo al caer, alertó a uno de los guardias que inmediatamente intentó aprehenderlo. Él con gusto iría a la horca si primero lograba cumplir su cometido, no antes. Así que forcejeó, parecía tener la ventaja incluso cuando llegó el segundo guardia. Logró zafarse cuando por desgracia llegó otro más, al llegar el cuarto perdió la esperanza de huir.

Cubierto de barro, su rostro no reflejaba derrota. Tenía que lograrlo de algún modo, no había viajado desde las Marcas Libres para esto, para ver a una mocosa mimada sentada en el despacho de su padre sin tener ningún derecho de estar allí.

En cuanto la viera la mataría, no importaban los testigos o si moría en el intento. Elissa Cousland le daría la venganza que tanto anhelaba.