Hola a todos. Estoy un poco nerviosa porque esta es una historia que ya había escrito con anterioridad pero no me animaba a publicarla. Espero que puedan darse el tiempo de leerla y decirme que opinan de este primer capítulo. Espero con gusto sus comentarios e impresiones. Se trata de una histora, es UA. Nada de magia, ni del Señor Oscuro. Es una historia, un poco dramática que quisiera contar. La pareja es Draco-Hermione.
Declaro que los personajes no son mios sino de J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para crear una historia para fines de entretenimiento.
Amaneceres.
Hemione Granger despertó con parsimonia cuando los primeros rayos de la mañana atravesaron las cortinas púrpuras de su cuarto. A penas abrió los ojos colocándolos en el techo para evitar el deslumbre de la luz, cogió lentamente el reloj despertador del piso para darse cuenta que otra vez había despertado antes de que sonara la alarma. Volvió la vista al espacio que se abría entre las cortinas de la ventana y sintió un terrible impulso de salir a caminar por la calle, aún vacía a esta hora.
Salió de la improvisada cama y caminó torpemente por el piso frío hacia las cortinas; miro y quedó anonadada por el amanecer extremadamente rojo, a su parecer. La maravilla de vivir en un cuarto de azotea, pensó con una sonrisa ligera en el rostro. Escuchó sonar su anticuado celular y contestó:
―Diga
―Hermione, buenos días, ¿estás lista?
―Hola Luna, buenos días, casi lista. Me daré prisa, agradezco que te tomes la molestia de llevarme hasta la entrevista desde aquí
―No tienes ni que decirlo, pasaré por ti en una hora. Malfoy es muy puntual en cuanto a las entrevistas.
―Está bien, Luna. Estaré lista a tiempo
Cortó la llamada y suspiró para aliviar un poco los nervios y la ansiedad que venía sintiendo desde hace ya mucho tiempo. Prendió la radio y sintonizó la estación de noticias nacionales mientras preparaba todas sus cosas para el baño. Cogió su habitual bolsa neceser para meter los accesorios de baño, una toalla y algo abrigador. Espero que ninguno de los Weasley esté por aquí ahora. Se dijo implorando al cielo para salir sin algún contratiempo. No podía dejar pasar esta oportunidad que le ofrecía su amiga. Tropezó con una pequeña torre de libros provocándole un dolor intenso en el tobillo que se esforzó por olvidar. Abrió la puerta del cuarto y sintió en el cuerpo una ola fría y abrumadora que la hizo temblar. Ha llegado el otoño.
"Entre otras noticias, ayer fue la entrega de la dirección del Bufete de Abogados más importante de Londres a Draco Malfoy. Recordemos que Lucius Malfoy llevaba dirigiendo su propia firma de abogados fiscales de manera excelente, pero recientemente había anunciado su retiro y cedió la dirección a su hijo único, quien tuvo que abandonar su lugar de residencia en Alemania para ocupar el asiento de su padre…"
Apagó abruptamente la smart-tv y tomó un sorbo de café, miró su reloj, 7:30. Ya es hora. Dejó la tasa a la mitad en medio de la mesa, cogió las llaves del auto junto con su saco y salió del departamento, pasó de largo el ascensor y se fue hacia las escaleras. Odiaba coger el ascensor, sentía una terrible sensación de claustrofobia encerrado ahí. Cuando llegó al vestíbulo del edificio un hombre vestido de traje oscuro le saludo al abrir la gran puerta de cristal – Qué tenga un excelente día, señor Malfoy- él respondió asintiendo con la cabeza y un simple: Nott.
Antes de echar a andar el auto, sonó su celular. Era su mejor amigo, Harry, quien hablaba para recordarle que hoy iría a la entrevista la chica de quien le habló. Rodó los ojos con un poco de desgano y le recordó a su amigo que lo tendría presente
―Pero no prometo nada - habló fríamente. No era del tipo de personas condescendientes con la gente. Si el veía potencial y eficiencia contrataría a la chica. Esto pareció intuirlo su amigo quien volvió a hablar para evitar que cortara la llamada como usualmente lo hacía ―sólo dale una oportunidad, Draco, sólo te pido eso― no esperó respuesta. Del otro lado de la línea Harry sonrió a su novia frente a él.
― y bien, ¿qué fue lo que te dijo? – preguntó expectante
―Nada – respondió sin más, con una sonrisa. Ella lo miró curiosa y preguntó ―¿Qué se supone que significa eso?
― Que Draco le dará una oportunidad. Nunca, ningún silencio de su parte es insignificante, amor, nunca.
―Eso espero, Harry, porque Hermione está echa un nido de nervios. Tuve que detenerme a comprarle dos vasos de té relajante antes de dejarla un poco más tranquila
―Sólo nos queda esperar y desearle buena suerte. ― Luna miró esperanzada hacia el último piso del edificio de cristal frente a ella. Sonrió como queriendo dar muestra de apoyo a su amiga sentada en aquel último piso. Quería poder ayudarla más de lo que estaba haciendo ahora, pero tenía la esperanza en que Draco vería en su amiga una excelente profesional, porque lo era.
―Señor, bienvenido – dijo una joven mujer sentada en la recepción principal del edificio. Él sólo paso de largo dirigiéndole una mirada adusta. ― La señorita Hermione Granger lo espera en la recepción de su oficina – dijo la mujer con un poco de temor. Él sólo asintió. Subió al ascensor, agradeciendo que Harry se hubiese hecho cargo de las remodelaciones al edificio, sobre todo aquellas que le ayudaran a no sentir esa ansiedad en lugares cerrados. Apreciaba que su amigo arquitecto hubiese hecho un ascensor con vista panorámica hacia la ciudad, aunque ese gusto por la vista no duró mucho. Las puertas se abrieron y giró para salir.
Caminó pausadamente, firme y magnánimo con la mirada erguida y las manos en los bolsillos apenas mirando a la gente que se atravesaba en su camino hasta que en su mirada cruzó la figura erguida de una joven castaña y cabello rizado. Estaba sentada leyendo un libro a la espera de su entrevista. Levantó el rostro y cruzaron sus miradas por unos segundos. Hermione quedó impactada por la fuerza de esa mirada y a Draco le intrigaron esos ojos tan expresivos. Desvió el camino, tomó una carpeta color negro de un escritorio ubicado unos metros afuera de su oficina y tomó el pomo de la puerta. Giró antes de entrar y volvió su mirada a la chica, se azoró por un momento al notar que ella no había dejado de mirarlo.
―Hermione Granger – dijo con fuerza. La chica tembló ligeramente al escuchar su nombre, asintió nerviosamente, cerró su libro y caminó apresurada hacia su posible nuevo jefe. Éste se hizo a un lado, sosteniendo la puerta, esperando a que ella entrara. Hermione caminó hacia el centro de la oficina, dio un vistazo rápido hacia el espacio es enorme, se dijo observando la pequeña sala que había a su derecha, tras ella una estantería abarrotada de libros desde el piso hasta el techo; no pudo evitar soltar un suspiro que fue notado por el rubio al pasar a su lado para sentarse al otro lado del escritorio de madera oscura.
Lo vio caminar inmutable, soltar la carpeta de sus manos, quitarse el saco, colgarlo en el perchero tras el escritorio y sentarse mirándola de frente. Agachó la mirada y dio un apretón al libro que tenía entre sus manos; se sentía intimidada por la intensidad de esos ojos grises. Fijó su vista en la carpeta negra que hace unos instantes el rubio había depositado justo en medio del escritorio.
―Puedes sentarte – dijo señalándole una de las dos sillas frente a ella. La castaña levantó inmediatamente la mirada para encontrarse otra vez con esos imperturbables iris. Desvió su mirada hacia el enorme ventanal a espaldas de Draco, sus ojos volvieron a iluminarse, le recordó el amanecer desde la ventana de su cuarto. Él quedó perturbado por la mirada perdida de la joven. ―¿Tomarás asiento o prefieres quedarte de pie? -volvió a retomar una postura fría y distante. La joven salió de su letargo, sacudió la cabeza y se disculpó para tomar asiento rápidamente. Estaba nerviosa y no sabía cómo comportarse, por instinto dejó su libro sobre el escritorio. El chico sólo levantó una ceja ante el comportamiento de la joven, pero ella no supo descifrar ese gesto.
Tomó la carpeta entre sus manos y empezó a ojearla
―Tienes un curriculum aceptable, para solicitar un puesto en esta firma aun sabiendo que no es tu área de trabajo – la joven se quedó callada, sólo mirando las manos del rubio sosteniendo la carpeta. Era cierto, ella no estaba especializada en ningún tipo de área financiera o fiscal. De hecho, ni siquiera era abogada, se había graduado en Filología, incluso había logrado graduarse con honores de su Master, y había conseguido tener su propia cátedra en la universidad de Harvard en Estados Unidos, pero todo cambio el día en que Zabini se fue.
― Así que Filología. Aquí dice que tuviste una cátedra en Harvard, ¿qué tipo de cátedra? – preguntó bruscamente el rubio mirando a la joven ― Principalmente filología clásica, inglesa y algunas ocasiones, filología árabe, también hacía algunas traducciones como…
―Rubaiyat – interrumpió a la joven quien se perturbó por el tono de voz un poco fuerte empleado hacia ella. ―Así es – EL rubio apartó la vista de la carpeta para posarla en la joven frente a él. Recordó la plática con Harry, le había dicho que era una excelente filóloga, muy conocida en Estados Unidos por su trabajo académico, pero cayó en desgracia después de que su prometido la abandonara de una manera vil. Draco no quiso que le contara los detalles, no le interesaban y tampoco le servía de nada, pero por la insistencia de su amigo y el apoyo que le había brindado en los momentos difíciles, aceptó entrevistar a la castaña.
Empuñó sus manos sobre sus piernas arrugando la tela de su falda y bajó, nuevamente la mirada. No me contratará pensó angustiada No lo hará y ahora tendré que buscar otro lugar donde vivir se dijo a sí misma con un gesto de incertidumbre que observó claramente el hombre frente a ella.
―Esta es una firma de abogados fiscales, como sabrá hace unas semanas cambió la dirección. Mi padre, el director de la firma, se retiró junto con parte del personal. Preciso de gente eficiente y que trabaje arduamente en cada caso. Nuestros clientes son principalmente empresarios importantes. Algunas veces nos solicitan consultas de la Corte por lo que exijo calidad total y pulcritud en esta firma – aclaró gravemente el rubio que no le quitaba los ojos de encima. ―Ella sólo podía escucharlo sin reprimir su mirada de tristeza al sentirse descalificada para el trabajo. Sólo era una filóloga que lo único que había hecho era impartir cátedra en una universidad.
―Entiendo, señor – dijo apenas en un susurro, queriendo salir corriendo de ahí antes de que el rubio le dijera que no la iba a contratar.
―Espero que así sea, señorita Granger, porque daré un gran salto de fe con usted- dijo sin apartar sus ojos de aquella frágil figura. Hermione sólo atino a abrir sus labios sorprendida
―E…e.. eso signi…fi – tartamudeaba de la impresión
―¿Tiene un master en Filología y no puede siquiera pronunciar bien dos palabras? No haga que me arrepienta de contratarla, Granger- dijo en tono grave.
― ¡No, por supuesto que no! No lo defraudaré -soltó en un tono mucho más alegre y con una amplia sonrisa que lo llenó de satisfacción. Tonterías se corrigió ante la sensación de alegría que le contagió aquella joven. Esto lo turbo casi notoriamente, pues en su rostro se dibujó una sonrisa de medio lado que la joven apenas y la notó por la felicidad que sentía.
―Estará en un área especial, ya que es filóloga experta será la encargada de emitir un informe detallado de las examinaciones lingüísticas de un caso importante en el que estaré trabajando.
― Sí, señor -asintió emocionada sin desvanecer su sonrisa, algo que el platinado notó alegremente sin demostrarlo ¿Por qué rayos no puedo dejar de disfrutar esa sonrisa? Se reprochó violentamente así mismo por su debilidad.
Cogió el teléfono y habló adustamente a su secretaria – Emily, comunícate con Neville y dile que venga a mi oficina – colgó y continuó poniendo su mirada en las manos de la joven, que aún estaban empuñadas ¿Por qué? Creí que estaría feliz Fue cuando puso atención a la ropa de la joven. Vestía una falta de corte en A, color gris, con una blusa de mangas largas, un poco gastada por el uso, color negro, sostenida con un cinturón también negro, delgado, y por lo que notaba, bastante gastado. Llevaba mallas oscuras en las piernas. Su cabello estaba sostenido de un lado con un broche de bronce, con la figura de dos leones; le pareció adorable ese cabello rebelde que se escapaba de ese broche para definir el rostro de la chica. Espera, ¿adorable?
― ¿Señor? – dijo la chica observando la detenida mirada de Draco en ella. No supo cuánto tiempo pasó observando a la chica que se vio interrumpido en su letargo por su voz melodiosa
― ¿sí? – contestó, instando a la joven a que prosiguiera, sin disculparse por su repentina ausencia o su mirada inquisitiva en su figura. Maldita sea, Draco, ¿Qué te sucede?
― Agradezco que me haya dado una oportunidad en su firma. No quiero parecer aprovechada, pero, ¿cree que podríamos hablar sobre cuánto me pagará? – dijo con sus mejillas sonrojadas por el atrevimiento.
― Descuida, percibirás lo mismo que todos los expertos que trabajan para mí, sólo deberás ser paciente con el papeleo. Mi secretaría se ocupará de ello – le aclaró antes de que sonara el teléfono – El señor Longbottom está aquí- dijo su secretaría
―Dile que pase
Hermione volteó a ver quién entraba a la oficina. Se trataba de un joven bien parecido, delgado y muy alegre que saludaba a Draco con mucha cordialidad.
―Ella es Hermione Granger, señorita Granger, él es Neville Longbottom, segundo abogado trabajando en el caso que antes mencioné
―Hermione Granger, hermoso nombre – dijo el joven abogado dedicándole una sonrisa coqueta al tiempo que le extendía la mano para saludarla. Estos gestos molestaron de algún modo a Draco que frunció el ceño al mirar cómo sonreía ampliamente la castaña para extender la mano a su colega y agradecerle ruborizada el comentario sobre su nombre
―Sí, basta de numeritos – dijo en tono molesto y frío- Granger empezará a trabajar desde hoy con nosotros. Necesito que le muestres su área de trabajo y todo lo que deba saber sobre el caso. – concluyó aún más molesto porque Neville no le quitaba la mirada de encima a la joven.
―Claro, será un placer trabajar juntos, Hermione. ¿Te puedo llamar Hermione? – preguntó haciendo que se levantara y guiándola hacia la salida
―Sí, claro que sí – dijo con jovialidad volviendo hacia su jefe para agradecer nuevamente la oportunidad y dándole una pequeña reverencia. Justo antes de salir por la puerta volvió a mirarle y le dedicó una amplia y generosa sonrisa que el rubio no pudo evitar admirar.
Una vez que salió la chica, cogió nuevamente la carpeta negra que contenía el curriculum de la joven. Esa pequeña mujer lo había dejado intrigado desde que la vio sentada en la estancia. ¿Por qué la contrataste? Se preguntó sintiendo molestia por la necesidad que le surgió de querer borrar la expresión de angustia al saberse desechada para el trabajo. Un nudo en el estómago le hizo querer volver a ver esa mirada iluminada que notó al entrar a su oficina.
¿Por qué? Porque necesitaba un experto en lingüística y ella es filóloga, además Harry me pidió considerarla. Harry, Harry Potter y Luna; ellos eran los culpables por predisponerlo. Cualquiera que sea la trágica historia de la joven castaña, a él no le importaba. Sin embargo, la contrató. Suspiró con desdén y antes de cerrar la carpeta leyó: "Rubaiyat: Poemas de amistad y amor. Traducción del árabe por Hermione Granger." Cerró la carpeta de golpe y la aventó al escritorio, sólo hasta ese momento se percató de que la chica había olvidado su libro. Se levantó para tomarlo y se fijó que en la cubierta estaba escrito un título ininteligible para él, pues estaba escrito en árabe. Abrió el libro y en la primera página pudo distinguir la palabra Rubaiyat.
― Con que poemas de amistad y amor – recordó y guardo el pequeño libro en el interior de su saco antes de abandonar la oficina.
―Emily, iré a la junta del consorcio Watson. Toma el curriculum de Hermione Granger, hazte cargo de su contratación – entregó la carpeta a su secretaria quien asintió de inmediato, y caminó hasta perderse entre los pasillos.
Miró su reloj de pulsera, 18:40, es tarde. Salió de su cubículo con un portafolio negro que contenía parte del expediente que trabajaría con su jefe y con Neville. Sonrió para sus adentros, apenas su primer día y ya sentía que se llevaba de maravilla con su compañero de trabajo. Era muy amable y atento con ella explicándole lo que debía revisar.
Quiso volver a la oficina de su jefe para agradecerle, nuevamente, el haberle dado una oportunidad en su firma de abogados, por lo que caminó entre los amplios pasillos hacia el último piso. Sólo era un piso más arriba, pero aun así tomó el ascensor, quedó maravillada por la vista de toda la ciudad que se podía ver desde ahí. Sabía que eso fue ideado por Harry, Luna se lo había comentado, pero no le había prestado tanto interés. Ahora que lo veía con sus propios ojos, se sintió apenada por ignorar a su amiga. Tanta mala suerte le había quitado el ánimo. Suspiró pesadamente al recordar a Zabini. Pero ahora todo iba a cambiar, ahora tenía un trabajo y podría empezar de nuevo.
Con esta alegría en su pecho se abrieron las puertas y salió caminando a paso presuroso, quería poder alcanzar a su jefe antes de que saliera.
―Disculpe, señorita, ¿se encontrará el señor Malfoy?
― Eres Hermione Granger, cierto? – contestó con otra pregunta
― sí, así es – dijo tímidamente sosteniendo fuerte el portafolio en sus manos
―Llamame Emily, bienvenida a la firma. El señor Malfoy está un poco ocupado ahora y no puede atenderte, pero si quieres puedes dejarle un mensaje aquí – y le pasó un pequeño papel y lápiz- yo se lo entregaré en cuanto se desocupe – le sonrió amablemente
―Muchas gracias, Emily – tomó el papel y lápiz; escribió un par de frases cortas y lo entregó a Emily. Dio la vuelta para salir, se sintió un poco decepcionada, deseaba volver a ver los ojos del señor Malfoy Pero ¿qué estás diciendo, Hermione? Resopló desconcertada, Es sólo para agradecerle, sólo agradecimiento. Me ha dado la oportunidad de empezar otra vez, eso es todo. Miró su reloj nuevamente, 19:30, Por Merlín, es tardísimo, corrió hacia la parada más cercada para coger el autobús, debía darse prisa si quería llegar a tiempo para tomar el tren que la llevaría hasta su casa. El portafolio que llevaba era un poco pesado y no le permitía correr adecuadamente, además los zapatos que llevaba no le ayudaban mucho a correr. Compraré zapatos nuevos con mi primer pago, hizo una nota mental. Me pregunto si el señor Malfoy habrá recibido mi nota. Sentándose, ahora, una vez adentro del tren.
―Señor, antes de que se vaya, aquí hay una nota para usted – Se detuvo en seco volviendo extrañado hacia su secretaria. Cogió la nota doblada a la mitad y la miro interrogándola ― Es de parte de la señorita Granger- le aclaró.
―¿Hace cuánto que se fue?
― Hace media hora, señor – Draco gruño desviando la mirada al papel en sus manos ― la próxima vez que la veas recuérdale que su horario es hasta las 18:00 hrs, a menos que ordene lo contrario ― dijo mientras guardaba el papel en su saco
―sí, señor.
El rubio no contesto, sólo dio media vuelta y se encaminó al estacionamiento. Su primer día de trabajo y ya quería impresionarlo quedándose hasta tarde. Él era un jefe exigente, porque su padre le había enseñado disciplina, pero no era ningún esclavista. Él mismo podía quedarse toda la noche si era necesario para estudiar algún caso, pero sólo lo hacia él, nunca le gustó esclavizar a sus colegas. A demás era una mujer pequeña, no tenía idea de dónde vivía, pero por su ropa sencilla, intuía que en algún lugar alejado de la zona y volver a su casa podría ser muy peligroso.
Subió a su auto y continuó recordando la mirada de la filóloga. Suspiró pesadamente y deseo que la chica haya llegado bien a su destino. ¿preocupado? Frenó abruptamente, sacudió su cabeza ¿Qué diablos me sucede? Es una maldita maestra universitaria que se quedó pobre y necesita trabajo, eso es todo. Se molestó por pensar en la figura de la castaña. Bufó ruidosamente y golpeó el volante con sus manos. Maldita filóloga come libros. La insultó, pensó que así podría ocultar su interés por la joven mujer, sonrió de lado, se sintió satisfecho.
―Que tenga una excelente noche, señor
― Nott – asintió y subió por las escaleras. Llego a su departamento y se preparó un trago de whisky. Con el vaso en sus manos subió al segundo nivel por unas escaleras alfombradas y entró a su habitación; dejó por un momento el vaso en la mesa junto a la cama y se quitó el saco aventándolo sobre un sillón que se encontraba cerca de la gran ventana. El libro cayó al piso junto con la nota que le había entregado su secretaria. Volvió pausadamente sobre sus pasos y cogió ambas cosas.
El libro lo colocó junto a su cama y abrió la nota: "Sólo para agradecer infinitamente y de todo corazón esta nueva oportunidad que me da en la vida, señor. H.G." Sonrió sinceramente y colocó la nota sobre el libro. Se quitó la ropa y se puso un pijama de pantalón de seda gris oscuro. Miró la hora, 22:30, y se recostó con los brazos bajo la cabeza, echó una mirada a la nota y cerró los ojos. Hermione Granger.
Luego de un largo viaje estaba de regreso en casa. Subió pesadamente los últimos escalones antes de llegar a azotea. El portafolio pesaba horrores a esta hora. Le dolían terriblemente los pies por haber corrido al salir del tren, y es que no lo habría hecho, pero aquel grupo de hombres reunidos cerca del descuidado parque a un costado de su edificio empezaron a seguirla cada vez más de cerca, le infundieron temor.
Abrió pesadamente la puerta del cuarto y colocó el portafolio junto a su cama. Se sentó y se dejó caer sobre el colchón ya gastado. Suspiró con un poco más de tranquilidad, lo había conseguido, la habían contratado; ahora todo mejoraría. Recordó la mirada penetrante y fría de su jefe, parecía estar siempre molesto. Pensó que, tal vez, Harry y Luna tuvieron mucho que ver para que Draco Malfoy la contratara, pues no se ve del tipo que sea muy flexible. Pero no importa, le demostraré que soy buena en mi trabajo, me esforzaré mucho. Se dijo convenciéndose de que Draco Malfoy no se arrepentiría de haberla contratado.
Recordó también la llamada que le hizo Luna para saber cómo le había ido en su entrevista. La rubia no podía creer que Draco Malfoy la contratara, sonrió para sus adentros mientras escuchaba el relato de Hermione. No eres un desgraciado insensible como muchos te piensan, amigo. Se recordó feliz porque Hermione tendría un nuevo comienzo como ella le contaba justo en ese momento.
―Te irá bien, Hermione. Sólo ten un poco de paciencia a Malfoy, algunas veces parece un tímpano de hielo, pero tiene un gran corazón
Giró sobre el colchón para quedar mirando hacia la ventana que la despertó ese día. Un tímpano de hielo, pero de gran corazón. Recordó las palabras de Luna. No, es como el amanecer, frío, abrumado y deslumbrante. Y con esos pensamientos simplemente cerró los ojos, moría de cansancio.
