A/N: Sorry por la falta de originalidad del titulo. El fic no está beteado todavía, así que cualquier cosa me dicen... Disfruten!
― ¿Quieres apagar esa cosa? Si no te has dado cuenta, hay gente que quiere respirar aquí. ― Harry Potter, quien acababa de entrar, cruzó la habitación y se detuvo frente a un escritorio a buscar algo. Draco Malfoy, que era a quien se había dirigido, echó otra bocanada de humo desde su asiento en la ventana.
― Lárgate, si te molesta, ― le respondió él sin mirarlo.
― ¿En serio no te cansas de prender uno tras otro? Pareces un maldito murciélago. ¿Dónde los consigues?
― Eso no es asunto tuyo, Potter.
― Lo es, si estás en mi cuarto.
― No puede ser, ¿están peleando otra vez? ―dijo Hermione, asomándose a la puerta junto con Ron. ― No comiencen ahora. Malfoy, apaga esa cosa, ¿quieres? Ten consideración de los demás.
― ¿Por qué no te vas a besuquearte con tu novio en el pasillo y me dejas en paz? Y te llevas a Potter de paso, ― dijo él.
― Oye, ¿quieres que te haga tragar todos los dientes? ― le amenazó Ron.
― Ya basta, Ron, déjalo.
Draco hizo una mueca.
― Por cierto, dime una cosa, iDraco/i ― dijo Hermione, irritada ― ¿qué opina tu madre de ese hábito tuyo?
Él la miró, con el cigarro en la mano.
― Ese fue un golpe bajo, Granger.
Ella rodó los ojos.
― Te tengo noticias, ― dijo Harry. ― Todos nosotros tenemos familiares y amigos en peligro, ¿si? No por eso actuamos como unos idiotas.
― Oh, lo siento. Se me olvidaba que el único que se puede lamentar de su trágico destino eres tú. ― Se levantó y salió del cuarto. ― Te dejo para que llores.
― ¿De qué rayos está hablando? ― preguntó Harry.
― ¿De verdad vas a hacerle caso?― respondió Hermione mientras salían. ― Vamos.
― No, en serio tiene en cerebro tostado, ― dijo Ron. ― Y no lo digo por decir, ¿eh? Desde que se levanta de la cama tiene un cigarrillo en la mano.
Draco caminaba por el pasillo, en dirección contraria a donde creía que ellos se encontrarían –o que se encontraría cualquier otra persona-, pensando en los acontecimientos de los últimos meses. La casa de verano de los Longbottom, que era donde actualmente se encontraban él y otros miembros del antiguo Ejército de Dumbledore, había servido como refugio y cuartel provisional de la Orden del Fénix. Él, junto con Ginny, Ron y Harry había llegado hacía poco, luego de haber sido prisioneros de Voldemort. Los últimos tres habían sido capturados y encerrados en el sótano de su antigua casa, que era en donde Voldemort y sus mortífagos se encontraban en la actualidad, y él fue añadido al grupo luego de rehusarse a utilizar un hechizo de tortura en Ginny, más por falta de valor que porque quisiera hacer algo bueno. Luego de un tiempo y varias amenazas de muerte, lograron escaparse casi sin saber como, y en el camino se encontraron con Bill Weasley y Tonks, quienes los condujeron a casa de los Longbottom.
Draco había hablado poco con los habitantes de la casa desde su llegada y no faltaba quien pensaba que era un traidor y que en cualquier momento los entregaría a Voldemort para redimirse. Incluso, algunos de sus antiguos compañeros de Slytherin que ahora peleaban del lado del bien lo miraban con recelo. Y no sólo tenía que aguantar eso: también tenía que
soportar el compartir un dormitorio con un montón de Gryffindors, y el que Harry Potter y sus amigos confiaran el él a su manera. Si no fuera por ellos, estaba seguro que lo hubieran echado de la casa de una patada. Sin embargo, el tener el orgullo herido importaba poco: lo que en realidad lo turbaba era la suerte de sus padres, quienes aun estaban allá en la mansión, en manos del Señor Tenebroso. Desde pequeño había sido mimado, consentido y protegido por ellos. Siempre habían estado a su lado cuando él los necesitaba. No quería ni imaginar lo que podía hacerles ese lunático, o qué les estaba haciendo ahora que él se había escapado con Potter y sus amigos. ¿Qué iba a ser de él si a ellos les sucedía algo? ¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir en el mundo?
¿Qué estaría pensando su madre en ese momento?
Se paró frente a un ventanal. El cielo estaba oscuro, si nubes y la luna llena brillaba en medio de él. Tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó. Se preguntó cuanto tiempo pasaría hasta que todo terminara, y qué tan bien parados saldrían.
― Hola. Huele a humo.
Quien había hablado era Luna Lovegood, que había aparecido como de la nada. Tenía puesto un suéter verde botella y unos pantalones de rayas a colores. Llevaba su largo cabello suelto, y de sus orejas pendían unos aretes en forma de lagartos. En general, parecía una aparición.
― Sí, estaba fumando, ― respondió Draco en tono aburrido. ― Crucifícame.
― Deberías saber que los cigarros mágicos están hechos con polvo de nulucrano, y pueden causar que uno se incinere por dentro mientras duerme.
― ¿… polvo de qué?
― De nulucrano. Mi papá hizo una investigación hace un par de años, pero no lo dejaron publicarla. Había muchos intereses de por medio.
― Ah. Ya veo.
― Puedes reírte, pero es la verdad.
A él le importaba poco si era verdad o no. Sólo quería que lo dejaran tranquilo en su miseria.
― Por lo menos si me iincinero mientras duermo/i me libro de esta pesadilla más rápido.
― No digas eso, sólo estás aturdido por todo lo que has pasado recientemente. Pero vas a ver que aquí te sentirás mejor. Y ahora que Harry está aquí, las cosas van a mejorar mucho. Es un gran mago.
Por supuesto, Potter. Sólo faltaba que le hicieran un altar y le prendieran velas.
― Tú estás enamorada de él o qué, ―preguntó él, sin esperar respuesta.
― ¡Oh, no! No, ― respondió la chica sinceramente. ― No tengo ese tipo de interés en él. Además, él y Ginny son pareja y se quieren mucho.
― A mí no me lo parece, ― dijo Draco. ― Como sea, no es que la vida amorosa de Potter sea un tema que me interese. ― No, no era un error que todas esas palabras (vida, amorosa y Potter) estuvieran en la misma frase.
Ella suspiró.
― Supongo que no.
― Eso caerá por su propio peso, más tarde o más temprano, ― dijo él, luego de una pausa. ― No es más que pura conveniencia.
― Yo espero que no, sería terrible. Hacen una buena pareja.
― Tonterías.
― Sabes, parece como si tuvieras un interés especial en que ellos rompieran.
Probablemente era sólo una observación inocente, pero a Draco no le gustó como sonó.
― No, es sólo por darme el placer de ver a Potter en el fondo del pozo. Y quien sabe si después se fija en ti, ¿no? Tu primer novio.
― Yo dudo que eso pase.
De hecho, pensó Draco, una chiflada como Potter era lo que le iba.
Se llevó la mano al bolsillo del pantalón y sacó otro cigarro.
― Supongo que no fumas, ― dijo, mientras lo encendía.
― No. Eso no va a resolver tus problemas, sabes. Yo también estoy preocupada por mi papá, ― la chica suspiró. ― Hace tiempo que no sé de él. Tú también estás pensando en los tuyos, ¿cierto?
A Draco se le hizo un nudo en la garganta. Si era difícil para él pensar en el tema, mucho más era escuchar a otra persona hablar de eso.
― No debió ser una experiencia fácil, trabajar para Quien Tu Sabes. Pero fuiste muy afortunado en lograr escapar.
― Sí, ― hacía ya varios meses que la guerra había comenzado, y sólo ahora había podido tener algún tipo de descanso psicológico. Aún así, lo atormentaba la idea de que algo malo
podía pasarle a sus padres. ― Ahora que me escapé, él puede hacerles daño en forma de castigo.
― Oh, pero no te preocupes, ― dijo ella con la mirada puesta en lo que había tras el ventanal. ― Ahora que no estás, de seguro que les has quitado una preocupación de encima. Y pueden atreverse a hacer algo que antes no harían por temor a que te hicieran daño.
― Es probable, ― dijo él, con un suspiro.
Se quedaron allí, en silencio, mirando hacia afuera por un rato.
― Voy a dormir, ― dijo luna animadamente. ― Tú también deberías, tienes ojeras muy grandes.
―... está bien, ― respondió él, algo sorprendido por la observación.
― Buenas noches.
Él levantó la mano a modo de despedida, y volteó nuevamente la cara hacia la ventana. Un par de minutos después, él también se fue.
