"Todo lo que vemos desfilar ante nuestros ojos, todo lo que imaginamos, no es sino un sueño dentro de otro sueño."
Edgar Allan Poe
Me levante deprisa al notar el techo y los muros desconocidos. La habitación era enorme, pero no podía recordar como había llegado ahí. Mi cabeza daba vueltas. Caminé confundida hacia la impresionante puerta dorada, y giré el picaporte. No me sorprendió que no se abriera, pero continué girándolo frenéticamente todavía unos momentos. Me giré hacia la habitación y, por primera vez, la observé detenidamente… estaba iluminada por numerosas velas, que descansaban en candelabros dorados de aspecto atemporal. El piso estaba recubierto por una alfombra roja con motivos dorados y las paredes eran de madera oscura, salvo uno que era completamente de vidrio, un librero de importantes proporciones se alzaba, cubriendo por completo un muro, debía alojar 500 volúmenes, tal vez más. Del techo colgaba un gran candelabro de cristal destellante. Me paseé por la recamara intentando calmarme y encontrar una explicación…"es sólo un sueño" intenté convencerme, aquel lugar irreal, se me antojaba de otra era. En cada una de las paredes había pinturas y espejos, enmarcados con metales preciosos e incrustaciones de rica joyería…. Recorrí los cuadros con la mirada, y encontré un factor común: en todos aparecían ángeles y demonios. Pasaban de lo sublime a lo estremecedor. Cuando llegue a la pared de cristal me detuve, la desesperación me atormentaba al notar que había un inmenso bosque hasta donde alcanzaba mi vista y ni un vestigio de civilización. Las lágrimas se me escaparon de impotencia… "¿Dónde estoy?" La pregunta me aquejaba una y otra vez.
Continué caminando desesperadamente alrededor de la habitación un largo rato buscando cualquier cosa que me ayudara a salir o por lo menos una pista de en dónde me encontraba. Después de varios intentos en vano de forzar la cerradura me senté en la majestuosa cama de ébano, cubierta con una fina tela purpura, tratando de contener las lágrimas…"Tal vez si duermo, regresaré" la infantil súplica me convenció, así que me aferré a mi último recurso con toda el alma, me recosté y cerré los ojos con fuerza. Terminé derramando borbotones de lágrimas, empezaba a asustarme. No me di cuenta cuando deje de estar consiente…
Abrí los ojos poco a poco con desconfianza. Para mi alivio, desperté en mi recamara. Suspire reconfortada y me senté en la cama. Paseé la mirada por las paredes violetas y las fotografías, los muebles familiares…hasta que mis ojos se toparon con algo raro…en donde debía estar un muro perfectamente sólido, había un cristal y detrás un angustioso e interminable bosque…un lamento se me escapo, al aterrizar la certeza de que mi subconsciente estaba jugándome una trampa…
Volví a despertar…de nuevo en la lujosa habitación desconocida, ahora estaba más enojada que asustada, ¿Quién demonios me había llevado a ese lugar? Y el silencio, el terrible sonido del silencio, me hacia resentir la soledad…hasta que el ruido inconfundible de un picaporte girando, se abrió paso lentamente y la puerta dorada comenzó a abrirse. Esperé con la respiración contenida, hasta que alguien entró en la habitación.
Me alegre tanto al ver que era una chica. Era delgada, más alta que yo. Tenía un rostro angelical y de palidez extraordinaria. Era realmente bella. Su cabellera rubia, le caía hasta la mitad de la espalda. Lucía un precioso vestido largo, verde pálido, ceñido a su escultural figura por un cinturón marrón finamente bordado, que al igual que la atmosfera parecía sacado de otro tiempo. Me acerqué a ella creyendo que estábamos en la misma condición, pero apenas había dado medio paso, cuando me detuve, al notar sus enormes e inusuales ojos carmesí oscuro…
