Sueño.
Simon caminó hasta que no supo dónde se encontraba, a su alrededor la noche había caído, trayendo un cielo salpicado de estrellas, infinito, hermoso y nuevamente inalcanzable para él. Nunca más volvería a tocar las estrellas, ni a destruirlas o crearlas. No sabía a dónde iría su vida, lo único que entendía era que Nia no estaría en ella. Que nunca habría noche de bodas, jamás podría sostenerla entre sus brazos, a ella con las tiernas mejillas pintadas de carmín, con una sonrisa tímida en las comisuras de sus labios, dispuesta a ser únicamente suya.
Observó sus manos temblorosas, con las que la había sostenido unas horas atrás. Recordó su mirada entre desafiante y resignada, el beso que había recibido y las inusuales circunstancias en las que se habían encontrado. Todo aquello era único y mágico, imposible.
Miró hacia el cielo nuevamente, alzando la mano para tratar de tocarlo. Ella lo esperaba allí y Simon sólo contaba los días para el anhelado encuentro... aunque el destino, caprichoso como era, no los dejaría reunirse hasta cincuenta años más tarde.
Notas de la Autora: AÚN sigo odiando el final. ¿Por qué Simon no podía ser feliz y ya? Esto lo escribí en un arrebato de inspiración, así que no sé qué tal esté, se aceptan cualquier tipo de comentarios, críticas o sugerencias.
Gracias por leer.
Ja ne!
