Hola todos, esta es una pequeña historia que constará de tres capítulos, uno por día, 22, 23, y 24 de Diciembre, con la intención de hacer algo especial por estas fechas de Navidad, y como adoro a esta parejita veremos que sale, espero que les agrade y no se olviden de revisar cada día…
A leer…
Capítulo I
Bajo la nieve
El aire se sentía seco, no existían esos típicos sonidos de aves que recorrían todo el lugar en tiempo calidos de primavera, el otoño estaba demasiado avanzado y el invierno se cernía sobre el Sengoku de forma arrolladora, eran los peores tiempo para encontrar lo que faltaba de la perla, al parecer incluso Naraku decidía invernar entonces, este sería ya el tercer invierno que pasarían en busca de librar a esta tierra de la amenaza cimbreante, de aquel demonio implacable y desalmado…
La cabaña de Kaede quedaba atrás, los ocupantes de ella en este momento se regocijaban ante el fuego que mantenía tibio el aire de aquel sitio, en cambio afuera, la nieve bajo los pies hacía un poco más difícil el caminar, pero a Kagome de todos modos aquello no le importó, maldecía para sus adentros que a InuYasha se le diera tan fácil transitar por los árboles, sabía que podía cruzar el bosque hasta el pozo con mayor facilidad si lo hacía sobre la cómoda espalda del hanyou, tal como él se lo había propuesto al menos tres veces en el trayecto, pero no lo aceptaría… por dignidad…
-Vamos, no seas terca – insistía molesto, con las manos dentro de las mangas del haori el ceño fruncido, y la nariz enrojecida.
-No, gracias…- se esforzaba en parecer amable, a pesar de que su voz sonaba dura y molesta.
-Te enfermarás si te quedas demasiado en el frío – continuaba entregándole parte sus razones, intentando convencerla por las buenas.
-No lo haré – respondía intentando contenerse y no abofetearle el rostro después de lo que le había dicho, le parecía insólito que después de compartir casi tres años, aún insistiera en compararla con un buscador de fragmentos…¡maldito!... si ella lo había descubierto muchas veces contemplándola mientras dormía…
-¡Maldición Kagome!... se me esta acabando la paciencia…- dijo mientras que abría los ojos, ¿es que acaso esta terca niñita no terminaría jamás de ocasionarle dolores de cabeza?...
-Jah…- fue lo que ella respondió ante el asalto de ira que comenzaba a gestarse en el hanyou.
-¿Jah?...- consultó, como si no creyera en lo que había escuchado.
-Sí…Jah…- repitió con el mismo talante despectivo, como si no le importara en lo más mínimo su "falta de paciencia"… ¿cómo si alguna vez la hubiera tenido?...
InuYasha se quedó por un momento con la furia bullendo en la garganta a punto de vociferarla y las palmas de las manos hormigueando por tomarla de los hombros y sacudirla para que reaccionara… tomó aire observando como la cabellera azabache de asomaba más larga de lo que nunca la había tenido Kagome antes, por bajo el sombrero de lana de color rosa que llevaba. Se detuvo por un momento a contemplar desde su posición la vestimenta que llevaba, era bastante diferente a las ropas que utilizara al principio, ahora se enfundaba en un ajustado pantalón que marcaba con gracia las formas de su cuerpo, cuando se quitaba ese abrigo que ahora la protegía del frío y de las miradas poco recatadas que le daba el monje… maldito Miroku, le daban deseos de retorcerle el cuello… cuando la conoció, aquellos uniformes de la escuela, con el paso del tiempo parecieron menos cómodos cada vez, al menos así se lo escuchó decir a Kagome en una oportunidad, aunque él como siempre pareció no enterarse, aunque se le hacía algo difícil no observarla con detención, sobre todo cuando había logrado notar que la niña, ya no parecía tan niña… suspiró algo agotado, el mirarla y no tocarla le significaba un gran esfuerzo, casi tan grande como luchar contra algún buen adversario…
-Bueno… ¿y por que debes volver a tu casa si estas en esos días, como se llamen, libres de la escuela que mencionaste?...- consultó ya con la voz algo más calmada, comprendiendo que quizás con ese atuendo que portaba Kagome, no sería tan fácil que enfermara. La escuchó suspirar, y aquello involuntariamente le hizo sentir frió en la columna, y la observó como si se tratara de una bruja.
-Vacaciones InuYasha… se llaman vacaciones…- volvió a suspirar, sin notar el sobresalto que ocasionó por segunda vez en el hanyou – y debo regresar por que es navidad – entonces sintió que el malestar se acentuaba nuevamente en ella y se giró para enfrentar los ojos dorados que se mostraron sorprendidos al tenerla tan cerca – ¡esa fecha del año en la que se celebra el nacimiento de un ser maravilloso que nos vino a regalar con su amor, y en su nombre nos entregamos obsequios preparados de forma especial para expresar nuestros sentimientos, esa fecha especial en que se reúnen la familia y los amigos, y a la que llevó tres años intentando que asistas sin éxito!...
InuYasha no supo como Kagome había logrado decir todo aquello sin siquiera renovar el aire, ciertamente debía de tener muy buenos pulmones.
-Pero acá no celebramos eso…- dijo en tono de defensa, aunque Kagome no lo sabía, él había estado husmeando en su casa las navidades anteriores y comprobó aquello que le decía de los obsequios, incluso ella le había entregado el obsequio que un tal "Santa" según le había dicho sin mucho animo, le había dejado en su casa… y él no le tenía nada…
-Pero nosotros sí… y quería compartirlo contigo…- dijo ya en un tono un poco más bajo, como si sus pulmones se hubieran agotado también. Aunque lo que realmente sentía, era una enorme frustración, ya llevaba dos años esperando que InuYasha en el último momento se decidiera a aparecer e incluso había preparado para él un presente de forma especial… después de todo él era especial para ella, volvió a suspirar, retirando su mirada castaña de la del hanyou.
Un nuevo escalofrío le recorrió la espalda, e InuYasha maldijo al frió de aquella tarde sin comprender por que lo sentía tan a flor de piel, los ojos de Kagome se desviaron de su mirada y sintió una especie de vació, llevaba tiempo sintiendo aquello y lo tenía tan confundido, en ocasiones cuestionaba esos sentimientos, por horas sentado en alguna rama cercana al pozo mientras esperaba a que ella apareciera con su bolso cargado de todas esas cosas inútiles de su época, pero que Kagome traía con el mayor de los agrados para todos ellos, y sin embargo intentaba obviar el hecho de que se sentía completo solo cuando la tenía cerca… quizás era por eso que le molestaba tanto que partiera a su tiempo y simplemente llegaba junto a ella con cualquier excusa.
La vio girar en dirección al pozo nuevamente, que ya comenzaba a verse algunos metros más adelante, la luna que brillaba en su etapa creciente, lograba que la nieve pareciera un reflectante de luz sobre la piel pálida de la muchacha e InuYasha no pudo evitar sentirse pasmado ante el tono lozano de esta, y sintió la necesidad de acariciar sus mejillas como lo había hecho muchas veces durantes las noches, mientras ella dormía… pero sabía bien que no lo sucedería ahora, no mientras Kagome pudiera enterarse, ella no podía saber lo que producía en él… no hasta que él mismo no lo supiera bien, habían muchos cabos sueltos aún.
Cuando ambos estuvieron frente al pozo, que ahora mostraba una capa de nieve en los bordes, Kagome apoyó la mochila casi vacía en su hombro y dejó un pie sobre el canto para darse impulso.
-¿Cuándo volverás?...- consultó con un tono suave y casi aterciopelado que a Kagome la hacía estremecer, pero que igualmente la ponía furiosa, por que sabía que aunque sonara cariñoso y preocupado, no era otra cosa que la necesidad de tenerla de vuelta lo antes posible y poder terminar de reunir la perla, de ese modo podría partir definitivamente con Kikyo, que parecía un fantasma que no dejaba de atormentarla, y aunque sus apariciones ante ellos eran cada vez más lejanas, no podía evitar pensar en que InuYasha aprovechaba los momentos en los que ella estaba en su época, para reunirse con la mujer que… amaba…
-¿Por qué?... ¿me extrañarás?...- preguntó con ironía, girándose para enfocarse en los ojos dorados de InuYasha.
Ambos se miraron por un instante, y una extraña sensación cubrió de calidez a Kagome, parecía como si pudiera leer en los ojos del hanyou, que justamente eso es lo que sucedería, que iba a extrañarla demasiado. Sintió que el aire dejaba de entrar, era como si hubiese contenido la respiración a ver el brillo dorado que hacía ver los ojos de InuYasha como manantiales ambarinos que se dilataban ante ella, ni siquiera el frió que le aguijoneaba a piel en el rostro con cierta suavidad la hacía despertar de aquella especie de trance en el que habían quedado ambos.
InuYasha en tanto se sintió de pronto descubierto, las palabras que Kagome acababa de lanzarle con cierto toque sardónico, como buscando herirlo en su orgullo, habían sido más poderosas de lo que ella misma podía imaginar… ¿qué sentía?... justamente eso… que iba a extrañarla demasiado, aunque solo fueran algunas horas, y sabía perfectamente que no sería solo eso, quizás dos o tres días de tenerla lejos, de no respirar el aroma que desprendía su cabello y su cuerpo… Oh Dios… estaba sintiendo aquel impulso cada vez más apremiante de estrecharla con fuerza entre sus brazos, con un fuego que no había experimentado antes, al menos no con el poderío aniquilador que parecía brotar… y se maldecía por ello… él no podía… tenía una promesa que cumplir…
-Tres días… creo…- fue lo que logró murmurar soltando el aire que había retenido, dejando un suave vaho frió que se difuminó casi de inmediato.
-Esta bien… tres días…- dijo él con aquel mismo tono de voz que la estremecía, como si ambos estuvieran sellando un pacto. Se giró con lentitud y volvió a adoptar la posición inicial para lanzarse dentro del pozo, cuando escuchó tras su espalda – ni un día más…
Sintió que la sangre le hervía al notar que InuYasha intentaba controlar todo en su vida y ella se sentía completamente ajena a cualquier decisión que él tomara sobre la suya, y aquello era tan injusto, se giró entonces y vociferó molesta.
-¡No tengo por qué rendirte…!...- se silenció cuando notó que ya no había nadie tras de ella, InuYasha simplemente dijo aquello y salió huyendo, de seguro por temor a alguna represalia.
Kagome se volvió a girar y saltó dentro del pozo definitivamente pensando en que ese hanyou se especializaba en desconcertarla y en mantener su vida en vilo, no sabía si aquello la molestaba por sentir que había un paso entre la tortura de amar a InuYasha y la dicha de tenerlo, o por que simplemente creía estar gestando en su imaginación cosas que no existían realmente.
El hanyou se quedó en la copa de un árbol cercano, observándola partir, el corazón le latía con fuerza en el pecho al pensar en que había estado a punto de sostenerla y estrecharla en sus brazos, para que no partiera, se le hacía cada vez más difícil separarse de ella, y el corazón se le oprimía de solo pensar en que un día ya no volvería más…
-Bruja…- dijo simplemente mientras que se acomodaba en la rama de aquel enorme árbol, de seguro a esperar a que pasaran los tres días que Kagome había dicho… "ni un día más"… se repitió en su mente.
Continuará…
Espero que hasta el momentotes haya gustado y nos vemos mañana.
Siempre en amor… HO, HO, HO…
Anyara
