Los personajes de Tangled (Enredados) no me pertenecen.

La llave de mi corazón.

Él escalo para mirarle, él le protegió con su cuerpo, él le miro, él le sonrió dulcemente, él le abrazo, él hizo muchas cosas por ella, saco a relucir sus mejores cualidades, y, también sus peores cualidades, un ladrón, un conquistador, un mentiroso.

Maldición, Flynn R era un estúpido no príncipe de cuentos, sí, no era un príncipe, peor aún vino para rescatarle, menos aún para enamorarse, pero ella se enamoro, no por tonterías como un ramo de rosas o esa sonrisa cegadora―en las que leía y creía en esos cuentos de hadas―, más bien lo hizo cuando descubrió su personalidad, su ser al completo.

Ella era a veces muy crédula, debió desconfiar de un ladrón, decir no cuando le sonreía, pero cayo, oh, claro que cayo.

Una cosa sabía Rapunzel, no creer en los ladrones, menos aún si te roban el corazón y lo mantienen encerrados en una celda que él solo puede abrir.

La joven princesa resoplo contra su corto y moreno pelo, sus pecas resaltaron cuando frunció la pequeña nariz.

―Así que… dime querido Flynn―pregunto con evidente sarcasmo. ―¿Por qué estamos aquí?

El ladrón, también, príncipe, marido y padre, le miro con una ceja arqueada.

―¿Qué dirías Rapunzel si te digo que pille el mejor tesoro del mundo?

―¿Qué lo vas robar?

Él sonrió, oh, sonrisa bonita. Luego negó, moviendo la cabeza y haciendo mecer sus mechones de pelo, segundos después le tomo del brazo y la empujo hacia adelante, Rapunzel desconfió y luego soltó una sonrisa casi burlesca.

―¿Un espejo?

Flynn sonrió.

―¿Un espejo? ―repitió incrédula, el ladrón, bueno, ex-ladrón asintió.

―¿Qué vez ahí Rapunzel?

―Me veo yo misma, una mujer con pecas, pelo corto porque cierta persona me corto hace mucho y no me lo deja crecer y mi esposo. ―respondió sonriéndole por el espejo, Flynn le abrazo lentamente, moviéndole los mechones de pelo corto.

―Te diré lo que yo veo, la joya más hermosa y valiosa del mundo, y este tesoro es todo mío.

Rapunzel sintió las mejillas calentarse antes de mostrar una sonrisa aniñada y entusiasmada.

Dios, en serio, ese hombre tenía la llave de su corazón.

Rapunzel giro y lo abrazo fuertemente, mientras su labio se acercaba a los de su esposo.