Medidas extremas
Summary: (UA) Ginny no soporta al egocéntrico y arrogante Harry Potter, pero solo por ese día dejará sus sentimientos a un lado para llevar a cabo su magnífico plan. Universo alterno. H&G R&H
Nota de la autora: Si James y Lily Potter no hubiesen muerto, Harry sería un niño mimado y en parte imagino que un poco arrogante. ¡Feliz día del trabajador! Disfruten la lectura.
Capítulo I. De orgullo y sentimientos ocultos
Ginny caminaba rápidamente por los pasillos de Hogwarts, para ser sincera estaba nerviosa. Se encontraría con Potter en La Sala de Menesteres y debía admitir que la idea le aterraba. Nunca confesaría sus sentimientos en voz alta porque odiaba admitirlo, odiaba que el estúpido y arrogante de Potter le gustara tanto, odiaba que él estuviese atrás de ella después de restregar su cuerpo con alguna otra estudiante y lo que más odiaba era desear ser una de ellas. ¿En qué momento se había dejado llevar tanto por sus sentimientos?
Recordaba haberlo amado de pequeña, o lo que ella pensaba que era amar para ese entonces y verlo como su héroe personal desde que él la había encontrado aquella vez que se perdió en el bosque. Pero cuando llegó a Hogwarts fue diferente, Harry y Ron andaban juntos siempre, sin alejarse el uno del otro, cómplices y toda la unión que llegó a sentir con su hermano se desvaneció pues ella sólo era un estorbo para él y desde entonces, el cariño y la admiración que sentía por Harry Potter se convirtieron en celos y rencor.
Suspiró y levantó la mirada, había llegado al lugar y bufó enojada al ver que él no estaba allí, además de ser un estúpido arrogante se daba el lujo de llegar tarde. ¡Era un idiota! Pero aun así lo quieres repitió una voz en su cabeza. Una ráfaga de viento azotó su rostro y su olor le llegó a caudales.
—¡Ya sé que estás aquí! ¡No me hagas esperar! Me veo como una idiota aquí parada sin hacer nada —recriminó molesta. Una risa resonó y la cabeza de Potter flotó en el aire.
—Yo no diría eso, pero, era muy tentadora la idea de verte esperándome. No podía dejarlo pasar—sonrió de lado haciendo que ella se sonrojara. ¿Qué demonios pasaba con ella? Tenía que controlarse más.
—Entra —ordenó sin mirarlo— ya es tarde y necesito terminar unos detalles de la redacción para Snape. Él la miró con la intención de decir algo más, pero se contuvo a último momento y calló dejando sorprendida a la pelirroja quien entró rápidamente dejándolo atrás.
—Puedo ayudarte si quieres —Ginny giró tan rápidamente que su cuello se tensó al momento, su voz fue apenas un susurro y al mirarlo pudo notar un leve sonrojo en sus mejillas.
—Pero si vas tan mal en pociones como Ron —increpó sin poder disimular su tono sorprendido, él simplemente agachó la cabeza.
—¿Recuerdas aquella vez que tuvimos al Profesor Slughorn cuando Snape enfermó? —ella asintió en respuesta— descubrí que se me daba muy bien pociones, ya sabes que mamá es muy buena con ellas y cada vez que ella estaba junto a un caldero, me enseñaba un sinfín de cosas. Con Snape me va mal porque soy "idéntico a mi padre y un desastre para la sociedad mágica", supongo que sigue sin superar los problemas que tuvo con papá y ahora yo pago las consecuencias —ella siguió en silencio y tratando de ignorar los latidos acelerados de su corazón, el tono arrogante que siempre usaba para hablar se había desvanecido, su voz podía asemejarse a un reproche, pero también escuchó un deje de tristeza. Tal vez Hermione tenía razón, tal vez Potter estaba cambiando.
—Me vendría bien un poco de ayuda, ya ves que Hermione no quiere verme estos últimos días —argumentó ella, sorprendida al haberlo dicho en voz alta, él la miró incrédulo y sonrió genuinamente, sus ojos brillaban y ella, en cierto modo, se sintió cohibida. De repente, hacía mucho calor. Ella negó frenéticamente, ahuyentó sus pensamientos e intentó concentrarse. Decidió que por solo por ese día dejaría sus sentimientos a un lado para llevar a cabo su magnífico plan. La habitación se convirtió rápidamente en una copia más pequeña de la sala común de Gryffindor y ella decidió sentarse en el sillón más grande, invitándolo con un gesto. —Harry —su voz se convirtió en un susurró y él se deleitó al escuchar su nombre en sus labios—estoy tan harta como tú de mi hermano y de Hermione, sus peleas y su mal humor. Honestamente, la última pelea fue la peor de todas.
—Sí lo fue — asintió en conformidad recordando lo incómodo que se había sentido durante los últimos días. La pelirroja lo miró por un instante como escogiendo las palabras que debía decir.
—Estuve pensándolo por mucho tiempo y entre más lo hacía, más me convencía de que ha llegado la hora de intervenir. —Harry la miró interrogante, sus ojos verdes mirándola con intensidad haciéndola sonrojar— Quiero decir este es su último año y si no hacemos algo para que se den cuenta puede que sea muy tarde —suspiró nerviosa, dudando en continuar— Escúchame bien Potter, lo que te diré no debe salir de esta habitación, si lo haces lo pagarás caro —su tono de voz bajó mientras lo miraba amenazante.
—No cabe dudas de que has aprendido las miradas de tu mamá —murmuró por lo bajo y ella sin evitarlo sonrió y al instante su rostro se contrajo en una mueca. Estaba siendo muy obvia.
—La cosa es que Hermione está planeando irse a estudiar en el extranjero y todo por creer en los estúpidos rumores de Lavander. —Harry se levantó del asiento y comenzó a caminar por la instancia— ¿Ves lo que te digo? SI ella se va…
—¿Por qué las mujeres tienen que ser tan testarudas? —interrogó él con la ansiedad plasmada en su rostro— no quiero saber qué es lo que anda diciendo esa por ahí. ¿Cuál es el plan? ¿Qué tienes pensado? Te ayudaré sólo dime qué hacer. Ella asintió conforme y entusiasmada y le relató en minutos su maravilloso plan, si todo salía a la perfección, Hermione Granger sería su cuñada mucho antes de Navidad.
