He aquí una nueva historia que me ha nacido de repente. Me han inspirado vatios Dramaione's espero les guste, y den su visto bueno (malo) y me disculpen por los errores ortográficos o de escritura.

Prefacio

Y ahora vienes a mí,
como el pensamiento más distante,
de la fotografía en el ayer
entre tus días, entre tus noches;
entre tus sábanas.

Me descubro sonriendo,
infantil, equidistante;
¿qué me has hecho?
¡Embrujarme!
y que angustia saborearte de lejos.

Recuéstate conmigo en el pasto,
miremos el cielo
hay que viajar con las nubes de algodón blanco;
como alfombras en vuelo.

Ámame como nunca has amado,
acaríciame como porcelana entre tus dedos,
¡me desbarato!
y estaré en este mundo sólo un instante.

1. El lazo del diablo.

Parecía un día normal, o al menos así se observaba el gran comedor donde los vitrales permitían el paso de la luz, casi generando un brillo esplendoroso en la mañana de verano. Todos se encontraban muy animados en el desayuno pues un día antes habían tenido quidditch. Slytherin fue derrotado por Gryffindor así que colgaban banderines ocre por las cabezas de los alumnos. Y ahí, en la mesa de la casa victoriosa, vitoreaban el hecho y los hallazgos de cierto chico de ojos verdes. Quién además de participar en el alebreste, miraba por el rabillo de sus gafas redondas, de vez en cuando, a las compañeras que tenía en su costado derecho. Dos jovencitas que platicaban pero no precisamente del juego.

-No me lo puedo creer- Chilló con los ojos desorbitados - ¡Ron se ha declarado?- la boca se le colocó en estado kilométrico-

-Shhhhhhtt, no es algo que a todo el colegio concierne- reprendió y puso el entrecejo ceñudo-

La chica de cabellos rojos, ladeó un poco la cabeza tratando de comprender aquel estallido y el rostro ensimismado que puso su compañera.

-¿Y? ¿entonces? ¡porque tienes cara de calabaza Hermione?-se atrevió al fin a preguntar un tanto más bajo- ¿No estás alegre? Digo, creí que morías porque Ron reconociera sus sentimientos-

-No es eso Ginny-murmuró lo suficiente para que le escuchara- es solo que, quizá estaba tan acostumbrada a su evasiva que ahora me resulta un poco..raro-

Ginny gimió incrédula un monosílabo. Siguió observando a Hermione. Ron, se encontraba al costado izquierdo de Harry y lanzaba de vez en cuando una mirada de soslayo que luego era evitada por Hermione. Ginny volvió a poner cara de consternación. Le resultaba un tanto extraño el comportamiento de ambos. No pareciera la felicidad que derrocha cualesquier pareja cuando se confiesan mutuo amor. Pero luego le vino en mente que Ron era lo bastante despistado-por no decir idiota- para demostrar lo que realmente tenía dentro. Si bien le había costado casi un año a Hermione hacerle descubrir sus sentimientos. Hermione, tenía dentro un embrollo de sentimientos, como un torbellino que arrasaba con todo le venían muchas cosas a la cabeza, hasta que se detuvo en uno especial. Recordó ahí, en silencio lo que había ocurrido hace unos meses. La noche de invierno que se quedó demasiado tiempo en la biblioteca.

Hacía frío, ¡sí! Mucho. Las paredes de la biblioteca parecían no mermar el ventarrón invernal esa noche, era la tormenta más vigorosa que se había visto jamás en Hogwarts. Frotó sus manos una contra la otra para que los guantes le diesen más calor. De momento se abofeteó mentalmente por no decidirse ir dónde la sala común y estudiar allí, pero luego torció la boca con un gesto malhumorado recordando qué seguro Lavender y Ron estarían de melosos como siempre. Volvió a resoplar entre sus manos para sentir el calor de su aliento.

Después de unos instantes, algo llamó su atención. Desvió la vista del libro para seguir una sombra que pasó entre los libreros lejanos rumbo a la zona prohibida, "eso no ha sido un fantasma, no era el típico color" pensó; levantó un poco el rostro estirando el cuello lo suficiente para buscar a la bibliotecaria pero no le miró detrás de su escritorio "iría por algo de té" pensó luego. En tanto, indecisa trastabillo en la banca y se levantó. Lentamente, como si el suelo fuera a quebrantarse por sus pasos caminaba despacio, agazapada, como si el encogerse le diera la capacidad de ser invisible. Miró la madera desteñida con curiosidad, los libros sin título en los estantes y las telarañas que colgaban de algunos. Pronto dio un respingo al escuchar movimiento, juntó su cuerpo al estante etiquetado como "magia obscura". Inclinó un poco el rostro para observar el librero que estaba en segunda fila a la suya. Abrió los ojos con sorpresa.

Un joven, de tez pálida y con los cabellos plateados -que le caían como cortinas espesas por los costados- tenía el ceño fruncido y hojeaba con desespero un libro ancho de color rojo con inscripciones doradas en el lomo. Hermione trató de leer aquellas palabras pero no le resultó conocido el lenguaje. Inconscientemente apoyó un poco más su cuerpo para tratar de visualizar mejor y el librero se zarandeó. Al percatarse el joven, levantó la vista mostrando sus ojos grises enardecidos. Hermione se maldijo internamente y de inmediato trato de huir. No pudo avanzar mucho cuando sintió que le tomaron del brazo y se vio atrapada entre la pared helada y el cuerpo delgado de aquel joven.

-¡Porque me espías? Estúpida sangre sucia -susurró arrastrando las palabras-

Hermione entre abrió los labios para replicar pero las palabras se le agolpaban en la garganta, la mano ancha, pálida y con dedos delgados se cernían sobre su cuello exigentes. Él le miraba fijamente, escudriñando con los ojos gélidos y grisáceos.

-Y-yo n-no te espío-dijo apenas por la presión en su garganta- he-he escuchado ruidos y me p-pareció extraño, no se supone que debieras estar aquí -..Malfoy..- -dijo tratando de calmar su zozobra. Arrastró el nombre y frunció los labios-si no..si no me sueltas de inmediato gritaré y todo Hogwarts me escuchará, te lo aseguró-

Hermione mostró seguridad ¡oh gran error! Draco Malfoy le soltó el cuello y la apretujó más contra sí. Ella no supo qué hacer, el cuerpo de Malfoy podría haberse confundido con el suyo; la respiración se entre corto y podía sentir como chocaba la de él en sus labios. Draco seguía mirándola igual que antes o quizá con más furia. Luego pareció meditar un instante.

-Atrévete, ¡hazlo! Y verás de lo que soy capaz-susurró áspero- además, no soy el único que ha entrado al área prohibida ¡o acaso no me has seguido? ¡Que sugiere eso para ti y tu adorado Gryffindor? Probablemente una sanción que les quite el primer lugar y quizá la copa de las casas ¿no queremos eso verdad? ¡Patética sangre sucia?-

Hermione tembló, su cuerpo se empezó a comportar de manera extraña. Jamás había temido a Malfoy en su vida, inclusive una vez le rompió la nariz pero tanta cercanía con el joven le propicio un nerviosismo inconsciente-al menos eso creyó-, nunca había estado tan cerca de un chico además de que Draco interpuso una de sus piernas entre las de ella para evitar la huida. Parpadeó pesadamente un par de veces; su pecho chocaba con el de él, tenía sus pequeñas manos crispadas sobre la túnica negra con tiras verdes esmeralda y la pierna de Malfoy hiso presión en su parte media. Sintió un candor recorrerle las mejillas y conjuntársele en las orejas como si tuviera vapor por dentro. La mirada de Draco cambió de repente. Adquirió un brillo malévolo, y luego sus ojos le examinaron como si le leyera la mente.

-¿Qué sucede Granger?-le murmuró en el oído- ¿Te ha comido la lengua la mascota estúpida de Weasley?

El oír aquel nombre le hiso revolverse un poco y recuperar su entereza.

-¡Quita de en medio imbécil!-dijo casi a grito. Levantó la rodilla propinándole a Draco un golpe en su parte más preciada-

Malfoy hiso un gesto de dolor y se inclinó un momento pero no tardo en salir tras ella buscando venganza. Hermione llegó a su mesa, recogió sus cosas e iba a marcharse cuando se encontró con el rostro colérico de Malfoy y su cuerpo medio encorvado.

-Maldita sangre sucia, te voy a..-Cualquier intento de tocarla se mermó cuando la señora Pince apareció-

-¡He ustedes dos! ¡Que hacen aquí? Es más de media noche! Deberían estar en sus respectivas casas ¡Filch!-vociferó tan fuerte que luego hiso eco en todo el lugar- ¡oh por Merlín, ahora verán muchachos malcriados! ¡Profesora McGonagall! ¡Profesor Snape!-gritó aterrada cuando vio la barandilla de la zona prohibida abierta-

Filch apareció rápidamente con la señora Norris. Sonrió con tanta malicia y burla acariciando el lomo de la gata, después la profesora McGonogall y el pofesor Snape llegaron. Observaron el dedo puntiagudo de la señora Pince que señalaba tembloroso la barandilla de la sección prohibida. Hemione tragó saliva cuando la profesora la miró con severidad por encima de sus gafas y el profesor Snape arrugó la nariz y los labios observando a Malfoy.

Snape daba vueltas en la habitación, como un león enjaulado mientras que detrás de él tenía a la profesora McGonogall mirando a la joven con decepción. Malfoy golpeteaba su pie contra el suelo mientras miraba allí mismo y Hermione abrazaba con fuerza sus libros observando un punto inexistente en sus zapatos.

-Entonces, ¡Que haremos con ustedes?-habló al fin Snape después de un largo y tortuoso silencio. Se detuvo frente a ellos. Pareció pensativo de nuevo y forzó una sonrisa - Creo que lo sé, la profesora Sprout se encuentra un poco indispuesta para cuidar de los invernaderos-

-¡Oh es verdad!, cuando ha ido a Londres ha pescado una de esas cosas que afectan a los muggles, le llaman gripe-dijo angustiada como si se tratase de una enfermedad terminal-

-¡Ustedes dos! Que se han creído tan autosuficientes para andar indagando lo que no deben, ahora cuidaran de las plantas después de clases. Óiganlo bien, es un trabajo bastante duro para empezar y sobre todo de cuidado. Echen a perder cualesquiera de ellos y ya sabrán.

-¡Pero no quiero estar ahí entre tierra, lodo y mosquitos!-replicó Malfoy- tengo mejores cosas que hacer, las tareas que nos has atiborrado por ejemplo!-rechistó dirigiéndose a Snape-

-¡Yo ni siquiera estuve allí!, fue él quién- se quejó Hermione señalando a Malfoy-

-¡Silencio!- dijo Snape- No dudo ni un momento que usted Granger, siendo una insufrible sabelotodo quisiera entrar al sitio para merodear asuntos que no le conciernen-

Draco soltó una sonrisilla cretina y miró a Hermaione. Snape le dio con El profeta en la cabeza. Malfoy se encogió en hombros, no sin antes dirigirle una mirada furica a Snape. La profesora McGonogall dio un saltito y miró al hombre con reprobación.

-Snape..yo no creo que esas sean las formas..-

-¡Deben aprender!- se dirigió a la profesora- que todos sus actos tienen consecuencias, al parecer esto de quitarles puntos a las casas no es un incentivo lo suficientemente duro para evitar sus trasgresiones. Así que por mi parte, Malfoy cumplirá así el castigo, nadie más de Slytherin tiene culpa de sus idioteces- Quiso fulminar a Draco con la mirada-

-Muy bien-dijo la Profesora acomodándose las gafas con autosuficiencia. Nadie, ni Snape le dejaría atrás- tienes algo de razón. Así que Hermione Granger para no reprender a Gryffindor tendrás que completar la misma sentencia-

-Mañana, 5:30, invernadero-Dijo Snape sin dar más información- Abrió la puerta de su oficina- vayan a la cama ¡sin escalas! antes de que me arrepienta- acto seguido ambos jóvenes salieron rápidamente-

Hermione lanzó una mirada inquisitiva a Draco, quien le miró por igual y ambos se desviaron a sus respectivas casas. "Ahora sí que me las he liado y todo por culpa de ese estúpido Malfoy" pensó Hermione antes de decir las palabras clave a la dama gorda.

-¿Hermione donde has estado?-preguntó preocupada desde su cama Parvati cuando le vio entrar-

-Liándome la vida-murmuró-

-¿Qué?-preguntó la joven desde su cama nuevamente-

-Nada- Dijo Hermione y aventó su túnica sobre la cama, la cual cayó sobre Crookshanks que dormía plácidamente-

El gato gruñó y salió de la cama, Hermione colocó su pijama y se echó en ella "¡Como si pudiera dormir!" pensó. Después de todo aquello tal vez no podría siquiera pegar las pestañas, estaba muy enojada, no soportaba la idea de tener que perder horas de estudio y menos cumpliendo un castigo injusto. Se arremolinó una que otra vez, y analizó la respuesta que había dado momentos antes a Parvati. Sí que buscó un gran problema, no debió ir tras Malfoy. Sintió un pinchazo en el estomago y las mejillas arder al evocar el acercamiento. Le resultó curioso recordar el semblante endurecido de Draco, con aquellos ojos grandes y grisáceos tan brillosos, destacando entre su cabello rubio que parecía un dosel fino cayéndole por las mejillas. Hermione se estrujó entre las cobijas, parecía rememorar cómo los labios de él soltaron aquel sórdido aliento mentolado y cálido sobre los suyos. Cerró los ojos con fuerza apremiándose seriedad. Era algo peligroso, irreverente, ¡inaudito! permitirse sentir tratándose de ¡Draco Malfoy! A quién siempre visualizó tan vil, cruel y venenoso como enredadera. Un lazo de diablo. Balbuceó una que otra maldición, logró hacerse ovillo y calmarse. Ese sería-como la tormenta que yacía fuera-"un estrepitoso invierno", pensó antes de quedarse dormida.