Y al final de la vida que nos espera? Un pequeño drabble Johnlock. Dedicado a alguien muy especial.
Aquello que no puede cumplirse
-¿Cómo pudiste, John?
A Sherlock le costó muy poco trabajo enamorarse de John, pero sí bastante el admitirlo frente a otros y más importante, frente a sí mismo.
Se habían conocido cuatro décadas atrás y desde aquel momento, Sherlock jamás tuvo algo que valiera la pena reprocharle al bueno doctor. Lealtad, amistad y finalmente su amor; John le dio lo que ningún otro pudo o quiso darle.
Si bien la confianza de Sherlock estuvo del lado de John en cada aventura y hazaña que compartieron (de las cuales aun hay constancia en su viejo ordenador) y esta aumentó tras tres años después de su partida al encontrarle en el 221B de Baker Street esperándole, porque John jamás había dejado de creer en él, Sherlock aun temía aceptar el amor que un día fue imposible ocultar.
El camino que le ofrecía John era desconocido y en su mente sólo se podían fraguar trágicos desenlaces donde él terminaba por marcharse.
Lo amaba, John tenía un lugar en su vida, en su palacio mental y el sólo imaginar que aquella constante desaparecería daba por resultado el desmoronar su mundo.
"No estás siendo sensato", se dijo e hizo de lado lo que sentía por John.
¿Pero acaso esto no hería más a John?
-Las relaciones, John, no son mi especialidad y cuando salga mal terminarás por marcharte, porque eso es lo más natural y de ser posible, quiero evitarlo.
La confesión tuvo que llegar y sus temores tuvieron que ser expresado antes de que John comprendiera todo mal y creyera que era indiferente a sus sentimientos.
-¡Oh Sherlock!-ese día John no esperaba escuchar aquello, había pasado largo tiempo haciéndose a la idea de que entre ellos había cosas que no sucederían y tendría que conformarse con la fuerte amistad que compartían. Fue una dicha escucharle, tanto que para sorpresa de Sherlock se puso a reír- Sherlock, te conozco más que nadie en este mundo, tus puntos buenos, ¡Que realmente existen!, y por supuesto, tus puntos malos. Yo no me iré, Sherlock, no abandonaría a la persona que amo.
-No puedes estar seguro de lo que aun no ha sucedido.
-¡Si que lo estoy! Nunca te voy a abandonar y mas te vale hacerte a la idea.
-John. . .
-¿Si?
-También te amo.
Sherlock creyó sus palabras y durante su vida en Londres, Jonh se mantuvo firme a su palabra.
En el ocaso de su vida, cuando las arrugas empezaban a decorar sus cuerpos y el corretear criminales comenzaba a ser una batalla que empezaban a perder, John se marchó con él, a Sussex. No se permitieron que aquel fuera un retiro tranquilo y disfrutaron de ello.
Por muchos años más el "nunca te voy a abandonar" en verdad parecía ser un hecho que se extendería por la eternidad, sin embargo a los 83 años de edad, John acabó por romper su promesa.
Fue una muerte pacífica, tras una agradable noche escuchando a Sherlock tocar el violín y luego dormir a su lado. Infarto al miocardio, Sherlock no supo cuando pasó, pero al despertar aun mantenían sus manos entrelazadas.
-Me abandonaste.
Y frente a su tumba por fin encontró que reprocharle, John su amigo leal, su único amor, le había mentido. La muerte le había alcanzado y con ello, sus palabras se habían desmoronado.
Hay cosas que no pueden cumplirse y por lo tanto no deben prometerse. Frente a la sombría y solitaria existencia que le esperaba, Sherlock culpó a John de su pesar y como si pudiese castigarlo se obligó a olvidarlo.
No lo logró.
John podría estar muerto, pero lo cierto era que mucho de él se aferraba a permanecer en Sherlock.
Tal vez, pensó Sherlock, de alguna forma John había cumplido su promesa.
FIN
