Querida Candy,

¿Cómo estás?

Ha pasado un año desde entonces… Trascurrido este lapso de tiempo, me había prometido a mí mismo escribirte, pero luego, dominado por la duda, dejé que pasaran otros seis meses.

Sin embargo, ahora, me he armado de valor y decidí enviarte esta carta.

Para mí nada ha cambiado.

No sé si alguna vez leas estas palabras, pero quería que al menos tú supieras esto.

T. G. (1)


Después de leer ese pequeño, pero concreto mensaje, por lo menos unas treinta veces en la última hora, me levanto del escritorio con toda la convicción de enviarlo a su destinatario. Es verdad lo que dicen esas líneas, esperé mucho tiempo antes de tener el valor suficiente para escribirle a Candy, pero el solo hecho de pensar que ella ya me hubiera olvidado y que yo podría terminar haciendo el ridículo, hacía que toda resolución de ponerme en contacto con ella, se fuera directo al caño.

Nunca me he considerado una persona cobarde, pero estoy consciente de que, tratándose de ella, no he actuado precisamente de la manera más valiente. Un claro ejemplo fue esa noche nevada en Nueva York, dónde a causa de mis sentimientos de culpa hacia Susana, dejé ir al amor de mi vida. Cómo me arrepentí de no haber ido atrás de ella, de no haberla detenido, si lo hubiera hecho, todo sería muy diferente ahora.

Mucho tiempo me sentí indigno de Candy, ¿cómo podía soñar con hacerla feliz? Si ni siquiera había podido hacer feliz a aquella mujer que salvó mi vida. Pero desde que Susana murió, la esperanza de volver a ver esa cara pecosa, volvió a encenderse con fuerza dentro de mí. Ahora, a un año y medio de su muerte, me siento listo para intentar recuperar lo que por idiota perdí. Tan solo espero que no sea demasiado tarde.

Y es que han pasado cinco años desde la última vez que nos vimos, cinco años en los que tuve que caer muy bajo, hasta tocar fondo, para poder descubrir qué es lo que tenía que hacer con mi vida. Fue su recuerdo el que me ayudó a levantarme, el que me inspiró a esforzarme y a alcanzar la cima de nuevo. Ahora que tengo casi todo lo que siempre desee, sé muy bien qué es lo único que me hace falta. ELLA.

Con la firme determinación de traerla de regreso a mi vida, tomo mi gabardina, mi gorro y mi bufanda, y salgo de mi departamento en direccion a la oficina de correos. El aire frío de Nueva York me recuerda que el invierno se acerca, pero en nada se compara al frío casi congelante que he sentido en mi corazón durante todos estos años.

Al llegar al lugar, vuelvo a dudar por unos instantes, sé que no es momento de acobardarme, así que antes de que el miedo me traicione, deposito la carta en el buzón, con la esperanza de que nada haya cambiado en su corazón.


(1) La carta fue tomada de la novela "Candy Candy, Lettere" traducida por el foro Andrew. Página 175.


Hola chicas, aquí ando de regreso, con otra pequeña historia de Candy y Terry. Será un fic con muy pocos capítulos y no actualizare tan seguido como otras veces (tal vez una, o dos veces por semana). Espero que les guste.