Hola pues estoy de vuelta con una adaptación que le tengo mucho cariño y recuerdos de mi infancia, no sé si alguno de los que la leerán vieron la serie o si se acuerdan del tema principal que era Here with me de Dido, temazo para la pareja protagonista
- Una Sigourne Weaver y una Will Smith. – Katniss Everdeen deslizó dos enormes hamburguesas sobre la mesa. - Una con cebolla y col, una con jalapeños y queso.
Después esperó. Los clientes eran obviamente ambos turistas. Y todos los turistas que venían al Café Crashdown tenían al menos una pregunta sobre... el Incidente Roswell.
- ¿Así que tu familia es de los alrededores? - Preguntó el tipo de la camiseta de "Perdidos en el Espacio". La mujer rubia sentada frente a él abrió una vapuleada libreta y miró fijamente a Katniss.
- Si. - Dijo Katniss. - Mi tatara-tatara-tatara-abuelo heredó un rancho en las afueras de la ciudad. Mi familia ha vivido en Roswell desde entonces.
La mujer quitó la tapa a su bolígrafo. El hombre se aclaró la garganta. Aquí viene, pensó Katniss.
- Así que tus parientes te habrán contado muchas historias sobre, ya sabes, el impacto del OVNI - Preguntó el tipo.
Estos dos están totalmente enganchados. Apuesto a que tienen grabados todos los episodios de "Expedientes Secretos X", pensó Katniss.
- Bueno... - Katniss dudó. - Supongo que estará bien que se lo muestre. - Sacó una gastada foto en blanco y negro de su bolsillo y amablemente la colocó delante de ellos. - Un amigo de mi abuela tomó esta foto en el lugar del impacto... antes de que el gobierno lo limpiara.
Los dos turistas se inclinaron sobre la foto borrosa y la estudiaron cuidadosamente.
- Guau. - Murmuró la mujer. - Guau.
- Esto tiene exactamente el mismo aspecto que el alienígena del video de la autopsia. - Exclamó el tipo. - La misma cabeza exageradamente grande y el cuerpo pequeño y sin pelo. Tengo que conseguirla para mi página web, Incidente Roswell. - Extendió la mano hacia la foto.
- Estaría muerto al final de la semana. - Katniss arrebató la foto. - Sólo porque ha pasado más de cincuenta años desde el impacto no significa que las Fuerzas Aéreas deseen que la verdad sea expuesta. Todavía quieren que todo el mundo crea esa historia del globo meteorológico que usaron como cobertura. - Explicó.
Katniss miró alrededor del café nerviosamente. Quería asegurarse de que su padre no hubiera estado escuchando por casualidad. Si Papá la oía contar esa historia, le arrancaría la cabeza y se la comería para el desayuno.
- No debería haberles mostrado esto. Sólo olvídenlo, ¿de acuerdo? Nunca lo han visto. - Katniss se precipitó hacia detrás del mostrador.
Annie Cresta sacudió la cabeza, enviando sus rizos rubios volando alrededor de su cara.
- Eres tan mala.
- Eh, tendrán una gran historia que contar cuando vuelvan a casa. Y yo tendré una gran propina. - Respondió Katniss.
Annie suspiró.
- Tú y tus grandes propinas. Nunca he conocido a una camarera tan ávida de dinero.
Katniss se encogió de hombros.
- Sabes como me siento. Necesito tanto dinero como pueda conseguir porque...
- Algún día dirás: adiós y hasta la vista, baby - La interrumpió Annie. - Lo sé, lo sé. No vas a pasar toda tu vida en una ciudad que tiene dos cines, un centro de boliche, un club de la comedia, una discoteca, y treinta trampas alien para turistas.
Katniss tuvo que sonreír. Su mejor amiga tenía una impresión casi perfecta de ella.
- Supongo que lo repito mucho, ¿eh?
Annie agarró un paño y empezó a limpiar el mostrador.
- Sólo dos veces al día desde quinto grado. - Dijo en broma.
- Si no tuviera cinco mil parientes vigilándome todo el tiempo. - Dijo Katniss. - quizás podría divertirme por una vez.
Suspiró, imaginando una vida en la que no tuviera que preocuparse por hacer algo que hiciera que su enorme y amorosa familia se preocupara por su futuro. Era la primera de su familia que iba camino de la universidad, y todos querían asegurarse de que permanecía en el buen camino. Y no se torciera como su hermana, Glimmer
Katniss sacó un puñado de cambio de su bolsillo y lo vertió sobre el mostrador.
- Guau. - Dijo Annie. - Grandes propinas. Quizás debería conseguir mi propia foto de una muñequita que alguien dejó al sol demasiado rato. - Annie resopló. - No sé si podría hacer todo eso de "estaría muerto al final de la semana" sin partirme de risa.
- Simplemente practica delante del espejo. Eso es lo que yo hago. - Le dijo Katniss.
- Necesitaría mucha práctica. - Se quejó Annie. - Todo el mundo dice que se me nota mucho cuando miento. Mi hermano de diez años es mejor mentiroso que yo. Los tipos con los que sale mi madre nunca me creen cuando les digo lo encantada que estoy de conocerlos.
Katniss resopló.
- Sorpresa. - Abrió la caja registradora y cambió sus monedas por billetes. Treinta y tres dólares más para el Fondo Hasta la Vista. Treinta y tres setenta y tres, ya.
Las notas de apertura del tema "Encuentros en la Tercera Fase" sonaron cuando la puerta del café se abrió. Peeta Mellark, alto y rubio, con matadores ojos azules, y Finnick Odair, cobrizo e intenso, doblaron la esquina. Ambos estudiaban en el instituto de Katniss y Annie.
- Por supuesto se sientan en tu sección. - Gruñó Annie.
Katniss y Annie cubrían cada una seis de las mesas con forma de platillo volante. Dividían el comedor en dos mitades de delante a atrás ,de forma que cada una tenía un par de mesas en las ventanas. Esas eran las más populares.
- Tú te quedas con los turistas y los tipos buenos, y yo con esos dos. - Continuó Annie. Levantó la barbilla hacia la mesa más cercana a la puerta. – Tienen una buena pelea. Se limitan a fruncirme el ceño cada vez que me acerco a ellos.
Katniss miró a los dos hombres de la mesa. Uno era grande y robusto. El otro pequeño pero musculoso. Estaban inclinados sobre la mesa el uno hacia el otro, hablando intensamente. No podía oír lo que estaban diciendo, pero ambos parecían furiosos.
- Creo que te mereces una buena mesa después de tratar con esos tipos. Puedes coger a Peeta y Finnick. - Ofreció.
Annie estrechó sus ojos azules.
- De acuerdo, ¿qué está pasando?
Katniss pasó el brazo alrededor de los hombros de Annie.
- Eres mi mejor amiga. ¿No puedo hacer algo agradable por ti sólo por la bondad de mi corazón?
- No. - Annie deshaciéndose del brazo de Katniss. - Repito... ¿qué está pasando?
- Nada. - Insistió Katniss. - Sólo me apetece tomarme unas pequeñas vacaciones de tanta testosterona.
Annie arqueó una ceja.
- Traducción, por favor.
- Chico. - Explicó Katniss. - Estoy tan cansado de sus... cosas de chicos.
- No todos los chicos son como Cato Crane, sabes. - Le dijo Annie.- Mira a Gale. Es totalmente genial.
Gale Hawthorne era totalmente genial. Katniss apenas podía creer que ella y Annie hubieran sido amigas suyas desde hacía sólo un año. Se sentía como si le conociera desde siempre.
- Tienes razón. Gale es el mejor. Pero él no cuenta.
Annie frunció el ceño.
- ¿Por qué no?
- Porque es Gale. - Dijo Katniss con un encogimiento de hombros. - No es un chico, chico. No como Cato. Deberías haber visto a hoy a Cato después de la escuela. No aceptará el hecho de que no voy a salir con él de nuevo. En realidad se ha puesto de rodillas y me ha seguido por el vestíbulo con la lengua colgando, suplicando. Todos sus amigos estaban mirando, riéndose como los idiotas que son.
Todo eso había hecho a Katniss desear saber karate. Así podría dar a sus amigos algo bueno sobre lo que reír.
- Que romántico. ¿Y ese paseo entre clase y clase no te convenció para salir con él de nuevo? - La voz de Annie ascendió con falsa sorpresa.
- Uh... diría que no. Y no voy a salir con nadie por ahora además. - Declaró Katniss. - Voy a quedarme en casa, alquilar una peli, tomar baños de burbujas, y vestir unos viejos pants cómodos.
Katniss lo esperaba con ilusión. En honor a la verdad, la mayoría de los chicos con los que había salido... no es que hubieran sido muchos... no eran perdedores como Cato Crane. En realidad Cato había pensado que Katniss se divertiría sentándose junto a él en el sofá viendo como jugaba al Nintendo. ¡Ni siquiera le había ofrecido un turno!
Pero incluso con los otros chicos, había tenido esa sensación de "más de lo mismo".
- Mi vida amorosa es patética. - Murmuró Katniss. - Sólo necesito algo de tiempo por mí misma, para mí misma.
- Bueno, puedo mezclarte un gran baño de aceites de hierbas. - Ofreció Annie. - Pero si dejas de tener citas, va a haber algunos chicos muy infelices en la Escuela Superior Panem .
- ¿Cómo quién? - Exigió Katniss.
Annie miró hacia la mesa donde Peeta y Finnick estaban sentados.
- Peeta Mellark. - Dijo.
- ¿Peeta? - Repitió Katniss. - Peeta es mi compañero de laboratorio. No está interesado en mí de esa forma.
- Oh, por favor. - Dijo Annie. - ¿Cómo podría no estar interesado? Pareces una especie de princesa española o algo por el estilo con tu largo pelo negro y tus asombrosos pómulos. Y por no hablar de tu piel. ¿Conoces siquiera la palabra sexy? Además eres menuda y...
Katniss alzó ambas manos.
- ¡Para!.
Annie era la persona más leal que conocía. Si eras su amigo, estaba contigo costase o lo que costase. Y Katniss y Annie habían sido amigas desde segundo grado, cuando ambas se inclinaron sobre un pajarito herido.
- De acuerdo, lo dejo. - Respondió María. - Pero créeme, Peeta Mellark está más que interesado. Probablemente tiene las palabras "Propiedad de Katniss Everdeen" tatuadas sobre su pecho. Peeta...
- ¡Hola, Finnick! - Dijo Katniss ruidosamente cuando Finnick se aproximó al mostrador. Esperaba que no hubiera oído nada de su conversación.
- Oye. - Finnick se pasó los dedos por su pelo cobrizo, dejándolo incluso más de punta. - Me estaba preguntando si tendrías un formulario de trabajo que pudiera rellenar.
Era difícil para Katniss imaginar a Finnick trabajando en el café, atendiendo mesas, entregando el cambio y todo eso. Parecía demasiado normal, demasiado ordinario para Finnick. Debería tener un trabajo en la Armada o algo por el estilo. Finnick estaba siempre bromeando, pero había un borde afilado en él.
Katniss extendió la mano bajo el mostrador y sacó un cuaderno de formularios.
- No tenemos ninguna vacante ahora mismo. Pero hablaré con mi padre, y tan pronto como algo surja te llamaré.
- Oh, creo que tendrás alguna vacante realmente pronto. - Respondió Finnick en tono serio. - A menos que a tu padre le gusten las camareras que se quedan platicando por ahí en vez de atender las mesas. - Hizo un guiño.
Annie le tiró su paño. Finnick se encogió.
- Ya voy. - Dijo Annie. Cogió dos menus y siguió a Finnick hasta su mesa.
Katniss lanzó una mirada rápida hacia Peeta... y se encontró a sí misma mirando directamente a sus brillantes ojos azules. Tenían un tono inusual, extraño y hermoso. No como el azul del cielo o del océano.
Peeta sostuvo la mirada de Katniss durante un segundo, después la desvió.
Annie no tenía razón sobre Peeta... ¿verdad? Conocía a Peeta desde tercer grado. Había sido su compañero de laboratorio desde entonces. Pero nunca habían quedado fuera de clase. Y Katniss no había recibido ninguna señal de que Peeta quisiera que fueran algo más que amigos.
Agarró el servilletero más próximo y lo rellenó. ¿Cómo sería salir con Peeta? En realidad no era su tipo. Era tranquilo. Y del tipo solitario.
Veía el mundo de una forma diferente a la mayor parte de la gente. Decía cosas que hacían a Katniss pararse y pensar. Como cuando esos científicos de Escocia clonaron esa oveja. La gente empezó a hablar de a quién clonarían si pudieran... científicos o atletas o estrellas de cine. Pero Peeta estaba más interesado en si el alma podría o no ser clonada... y si no podía, que significaba eso. Pasar el tiempo con Peeta definitivamente no era aburrido.
Katniss limpió una mancha de leche del mostrador. Movió un bote de ketchup hacia arriba una pulgada para que quedara perfectamente alineado con el bote de mostaza. Después lanzó otra mirada furtiva hacia Peeta.
Nadie podía decir que el chico fuera feo, eso seguro. Si hubiera un calendario de chicos buenos del Instituto Panem, Peeta estaría en él. Alto, rubio, estupendo, con esos ojos tan, tan azules...
Katniss sintió enrojecer su cara. Era extraño pensar en Peeta de ese modo. La mayor parte del tiempo olvidaba que era ciertamente guapo. Peeta era sólo Peeta. No podía...
- No quiero el dinero mañana. ¡Lo quiero ahora!
La voz enfadada interrumpió los pensamientos de Katniss. Levantó la cabeza y vio que todo el mundo en el café miraba fijamente a los hombres de la mesa cercana a la puerta. El hombre fuerte abría y cerraba los puños mientras miraba al musculoso.
Será mejor sacar a Papá de la oficina, pensó. La discusión parecía estar a punto de ponerse fea.
Katniss se giró hacia la puesta marchada con "Sólo empleados".
- ¡Tiene un arma! - Gritó Annie.
Katniss se volvió de nuevo hacia el comedor. El corazón le golpeaba ruidosamente contra las costillas. No. Oh, no. Eso era todo lo que podía pensar. Una y otra vez.
El hombre musculoso apuntaba un arma hacia la cabeza del otro.
- No necesitarás ningún dinero si estás muerto. - Dijo. Su voz era calmada. Calmada y fría.
Click.
El hombre musculoso amartilló la pistola.
Katniss quería correr, quería gritar pidiendo ayuda, pero estaba paralizada. Su boca se negaba a abrirse Sus piernas se negaban a moverse.
El hombre grande soltó un aullido de furia. Se lanzó a través de la mesa hacia el hombre musculoso.
Una explosión que hizo pedazos los tímpanos recorrió la habitación.
Katniss voló fuera de sus pies. Golpeó la pared tras ella, después se deslizó por ella hasta el suelo.
Sintió algo caliente y húmedo chorreando por su estómago, mojando su uniforme.
- Hay demasiada sangre. - Oyó Katniss llorar a Annie.
Tan lejos...
