Susurros a tu oído.

Los días pasan uno a uno, acumulando fechas ya marchitas en el calendario, mientras que el sol y la luna se siguen los pasos en el horizonte sin poderse alcanzar. El tiempo transcurre logrando que esta espera sea un poco más eterna tras cada segundo que agoniza y muere en el seco latir del reloj en la pared. Y yo, como un muerto viviente deambulo en torno a ti, tan solo susurrando la misma palabra una y otra vez a tu oído; una súplica que tristemente se convierte en lamento…

Me niego a darme por vencido, pero cada vez es más difícil; cada minuto, cada hora, cada día, uno tras otro tú me sigues ignorando y yo, con esta simple petición que ya resulta patética…

Y desespero, y te prometo un millón de cosas deseando que te apiades de mí y me respondas; prometo ser todo para ti, y aún más de ser posible… si tan solo… si me escucharas…

Te seguiría al fin del mundo ¿Acaso no lo sabes? A la muerte, al abismo, a dondequiera tan solo por estar contigo, tomar tu mano, mirar tus ojos, besar tus labios…

¡Mírame! Posa en mi esos luceros celestes que tanto amo y deja de ignorarme, levanta este castigo que poco a poco ha destrozado mi fortaleza… ¿Acaso no notas la situación en que me encuentro? Soy solo la sombra de aquel hombre al que tus ojos iluminaron su existencia. Tu eres mi faro, mi luz, mi hogar, mi vida, el latir de mi corazón… ¡Eres mi todo!, y yo sin ti… ¡Mírame! no soy nada.

Cerca estoy de no poder reconocerme frente a espejo, y todo es por ti, tú eres la causa: Mis ojos se han quedado secos de tanto llorarte, mis labios mudos de tanto llamarte, y tú, aun aquí, aparentas no escucharme. Y eso me enloquece, me mata, me destruye… ¿Desde cuando eres tan cruel? ¿Acaso no me ves? Mi piel se ha marchitado de tanto sufrimiento, cada poro de mi ser ha reclamado tu cercanía, y en cambio, lo único que obtengo es tu silencio…

¡Te amo! esa es la mayor verdad de mi existencia, mi mantra de cada día, mi dicha y mi perdición. ¿Tú aún me amas?

Ya no sé nada en absoluto. Me siento tan pequeño, indefenso, moribundo. La única verdad que aún persiste en mí ser, es la certeza de saber que me perderé a mí mismo si llego a perderte aún más que ahora, si te pierdo por completo…

Tengo miedo Serena… ¡Tengo miedo! Me aterra la idea de no poder recuperarte, de que el momento que decidas mirarme nuevamente, sea solo para dejar de mirarme para siempre. Me muero ante la sola idea de que mi amor ya no te baste. De que mi ser entero no te sea suficiente…. De que ya no me ames…

Pero me niego a renunciar a ti, aun cuando esta duda me siga carcomiendo las entrañas. Ya ves, la esperanza persiste. Mientras tanto me aferro a tu mano esperando que vuelvas conmigo o que decidas llevarme. Ya lo sabes, te seguiría a donde quiera que fueres. Que la muerte nos abrace con su negro manto, o que la vida nos deslumbre con un nuevo amanecer, no importa, te seguiré…

Oh Serena, te siento tan distante y no encuentro la forma de llegar a ti. Y muero un poco más en esta agonía que no termina de matarme….

Me estoy cansando de esta situación, pero no quiero perder la fe. Aun te espero. Te lo suplico, dime que debo hacer para que vuelvas…

Me niego a decir adiós, aun cuando resulte una estupidez de mi parte. Aun cuando la posibilidad de que tu corazón me haya cambiado por otro prevalece dolorosa en mi mente. No importa, me tragare mi orgullo y seguiré susurrando a tu oído, suplicando: Despierta…