¡Hello a todos de nuevo!

Empecé a escribir este fic hace un par de semanas y al fin me decidí a publicarlo. Espero les guste!

Reviews serán muy agradecidos

"Este fic participa en el reto anual "Long Story 2.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black"

DISCLAIMER: Todo es de JK. Yo solo juego con sus personajes.

Nadie Está a Salvo

El ministerio de magia estaba casi desierto, tanto que el taconeo de sus pasos le retumbaban fuertemente en sus oídos. Fue la primera en llegar a la oficina, ganándoles incluso a Hermione Granger que tenía la mala fortuna de ser su compañera de trabajo.

Su escritorio era un completo desastre, en contraste con el de Granger, el suyo tenia papeles de diferentes colores por toda la mesa sin orden alguno y carpetas que vomitaban más papeles y cajones con más papeles y no se diga el archivero. Daphne Greengrass suspiró y se dejó caer en la silla de piel negra, saco su maquillaje mágico y lo paso por sus mejillas para ocultar esas pecas que tanto odiaba, casi tanto como la cicatriz en su cuello, producto de la guerra, razón por la cual su armario estaba repleto de mascadas, el día de hoy llevaba una color rojo sangre.

La primera visita del día fue nada menos que Draco Malfoy, quien ignorando olímpicamente a Granger, llegó a su escritorio y se recargó en el para acercarse más a su oído.

- ¿Cómo está la más bella cuñada del mundo?- le preguntó en tono irónico con una falsa sonrisa colgando de sus labios.

- Soy la más bella, pero aun no soy tu cuñada. Espero no serlo por un largo tiempo.- le contesto sin siquiera mirarlo, organizando todo en su oficina con la varita. – ¿Qué haces aquí?- preguntó volteando hacia él.

- Tenemos un funeral al cual asistir, no creo que lo hayas olvidado.- contestó rápidamente.- Astoria se rehúsa a acompañarme y yo odio ir a ese lugar … escalofriante.- continuó.- Pero es el padre de Theodore, así que …- dejó inconclusa la oración encogiéndose de hombros. Daphne suspiró.

- Lo sé.-

Sin esperar mucho, Daphne tomó su bolso y se colocó una boina con malla negra que ocultaba su rostro y sin decir una palabra a su castaña compañera salió de la oficina, para encontrarse con el ministerio de magia a todo su esplendor, con gente corriendo de un lado a otro y notas voladoras sobre sus cabezas. Salieron del edificio y se encaminaron a una biblioteca abandonada de enfrente donde era seguro aparecerse. Tomó la mano de Draco y sintió ese extraño jalón desde el ombligo haciéndola girar en espiral hasta volver a tocar suelo con sus tacones.

El cementerio de la familia Nott era justamente como Draco lo describía: escalofriante. A pesar de ser un caluroso verano, ese lugar parecía ser olvidado por el sol y el favorito de las nubes y niebla. Pasaron por una hilera de lápidas de mármol, hasta llegar a un pequeño grupo de personas alrededor de otra lápida con aspecto nuevo y brilloso color negro, donde un muchacho delgadísimo, que parecía no tener más de 16 años, se encontraba hincado con una chica de cabello negro detrás de él, acariciando levemente sus espalda.

Draco no se atrevió a seguir caminando ante tal escena, pero Daphne continuo su paso hasta llegar a lado de Theo, se acuclilló a su lado en silencio y tomo la pálida mano del chico en la suya. Theo no se inmuto, con la mirada perdida en la piedra negra de enfrente, mientras un anciano mago recitaba un ensayado discurso acerca de la vida después de la vida. "Estupideces" pensaba Daphne mientras se recargaba en el hombro de Theo, depositándole un ligero beso en la mejilla.

No fue hasta que todos los presentes se fueron (incluyendo a Draco y Pansy) que Theo se levantó del suelo, aun tomado de la mano de Daphne. El rostro de Theo no mostraba emoción alguna, ni siquiera ira, pero Theo era así, Daphne había aprendido a lo largo de los años que el chico no usaba su rostro para mostrar emociones, a veces lo sorprendía con sonrisas genuinas pero eran muy raras y el llanto simplemente era inexistente. El usaba actos y palabras para expresarse, él era el Slytherin más vengativo que conocía, por ejemplo, la vez en que Gregory y Vincent se burlaron de él en las pruebas para el equipo de Quidditch, presentándose para golpeador, Theo encantó a las bludgers que encontró para que golpearan a los dos Slytherins por un rato. Ambos terminaron en la enfermería con un par de costillas rotas. Además era increíblemente sincero, decía lo que quería cuando quería y como quería, sin importar a quien, lo que lo llevo a tener una serie de problemas con los profesores, nunca fue el alumno favorito de nadie. Cualidades que, se rumoran, heredó de su padre.

Daphne no conoció muy bien a Marcus Nott, solo hablo con él contadas ocasiones, por educación, pero de conocerlo a simple vista, Theo era la viva imagen del desaparecido mago. Cabello castaño y delgado, piel pálida y complexión ligera, facciones angulosas y un par de ojos increíblemente azul oscuro, terriblemente hipnotizantes.

- Vámonos.- Dijo la rasposa voz de Theo, sin despegar la vista de la lápida hasta que dio media vuelta en dirección de la finca Nott.

La familia Nott no era tan adinerada como los Greengrass o los Malfoy, pero estaban lejos de ser considerados clase media. La finca era de tamaño regular, era el terreno inmenso lo que impactaba al resto de la sociedad. Poseían hectáreas con colinas y un arroyo que se perdía en el horizonte. El patio trasero siempre estaba lleno de plantas muy curiosas, de colores vibrantes y sombríos que la madre de Theo usaba en su fascinación por la elaboración de pociones y herbología. La mayor atracción era un camino empedrado, sobre el que se extendía un pequeño techo de vidrio que permitía ver las estrellas de noche, con velas flotantes a los lados que daban claridad al pasillo, hasta llegar a un estanque pequeño donde flotaban lirios y vivían peces raros que no se encontraban con facilidad en ninguna otra parte del país. Ese era el lugar favorito de los Slyhterins para reunirse, desde su primer verano después de entrar a Hogwarts, ese lugar era su punto de reunión.

Entraron por la puerta trasera, hacia la sala de estar, desde donde se veían a Draco y Pansy hablar en susurros con las cabezas casi pegadas. Daphne los pudo escuchar a medida que se iban acercando.

- Dicen que encontraron el cuerpo justo aquí.- Le contaba Draco a la pelinegra que parecía haber olvidado como respirar.- Lo curioso es que no había ni una gota de sangre en su cuerpo, estaba completamente se… Hey Theo.- se cortó al ver entrar a su amigo a la habitación mirándolo nervioso.- Sabes que eres bienvenido en la mansión si no quieres dormir aquí.-

- Gracias, pero tu casa está más embrujada que la mía.- contestó tan bajito que Draco disimuló no haberlo escuchado.

- ¿Donde esta Blaise?- Preguntó Pansy después de un tiempo de silencio.

- Mando una lechuza en la mañana, sigue en Italia por la boda de su madre.- contestó Theodore.

- ¡Pero que esa mujer no se cansa! Es su marido numero … ¿6 o 7?- exclamó Pansy.- Me perdí entre Fabrizzio Sondle y como se llamaba el otro… el rubio ese, el que parecía gigante.-

- ¿Klauss?- Dijo Daphne.- ¿El que murió devorado por una Quimera?

- No, ese fue Dimitros… creo.- contestó Draco.

- Que suerte que Zabinni sepa hablar tantos idiomas. Su madre ha recorrido todo el continente en busca de marido.- Dijo Daphne cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco.

De pronto el salón se llenó de un ruido muy extraño. Eran carcajadas que provenían de un Theodore con el rostro contorsionado, agarrándose el estómago y dejándose caer en el sofá de terciopelo. Pansy se contagió y comenzó a reírse histéricamente, pronto los demás rieron también por un buen rato, haciendo que la tensión no desapareciera, pero al menos se suavizara. Para cuando a todos se les había acabado el aire, tenían los rostros encendidos y Pansy incluso tenia lágrimas colgando de la orilla de sus ojos.

Daphne decidió quedarse todo el día con Theo, ayudándole con todo el papeleo pendiente, pasaron toda la tarde en el despacho de su padre. Ya que Daphne trabajaba en una de las oficinas del Wizengamot, tenía acceso a todo tipo de contratos, escritos y constancias de juramentos inquebrantables, así como testamentos.

Todo el contenido de la bóveda numero 521 era ahora propiedad de Theodore, al no haber otro familiar vivo que la reclame, así como la finca en escocia y un negocio en el callejón Nocturno. Theodore se mantuvo callado toda la tarde, solo contestando las preguntas que Daphne, a quien no le molestaba para nada el silencio, mientras revisaba con detalle las letras minúsculas del testamento. Dio un respingo cuando sintió la respiración tibia de Theodore en su cuello, erizándole el bello, haciéndola estremecer. Volteó a verlo sorprendida, pero Theodore aprovecho para besarla suavemente, sin prisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo y así fuera la manera en que quería gastarlo.

- Theo.- Trato de detenerlo en vano, ya que sabía que esa era la manera en que Theo se relajaba, por irónico que parezca.

Desde entonces el tiempo paso volando, Daphne despertó en la habitación de Theo envuelta en las sabanas, cuando afuera ya estaba oscureciendo. Se desenredo como pudo tratando de no mover demasiado a Theo, quien le daba la espalda, y salió de la cama en un salto, buscando su ropa.

- ¿Te vas?- le preguntó asustando a Daphne.

- Sí…- le contesto apenas.- necesito dormir, y tú no me dejaras hacerlo.- continuo alargando la mano para arreglar el cabello enmarañado de Theo.- Te veo mañana.-

Theo la jalo con fuerza hacia él, haciendo que cayera encima de él. Le quito el cabello de la cara con cuidado y la beso por última vez en la noche. Daphne le sonrió y se levantó de la cama. Dejo una pócima para dormir en la mesita de noche y al terminar de vestirse salió por la puerta sin decir otra palabra. Una vez fuera, desapareció.


Entro a la mansión Greengrass directamente a la cocina, botando el bolso y la chaqueta en el sofá de la entrada, ya el elfo se encargara de él. Tenía un hambre espantosa, lo primero que se le atravesó fue una gran jarrón de cristal lleno de moras y arándanos bañados en chocolate que se le antojaron al instante. Sin molestarse en tomar un plato, se llevó a la boca moras y arándanos uno por uno, hasta que casi no podía cerrar la boca. A estos le siguieron más frutas, se sirvió una copa de vino que tenía cerca y se pasó las golosinas de golpe, retacando de nuevo su boca de los mismos.

- Al menos quítale el chocolate.- Llegó su madre con varita en mano. Haciendo un suave movimiento, el chocolate se desvaneció.

- Pensé que ya estabas dormida.- Le contestó Daphne haciendo a un lado la fruta.

- ¿Cómo esta Theodore?- le pregunto ignorando su comentario.

- ¿Tu cómo crees que este? Es el último Nott con vida.- dijo con voz colérica.

Su madre no contestó, esperando a que la rabia de Daphne se esfumara.

- Ha sido una tragedia, verdaderamente.- Dijo mientras se acercaba y tomaba el jarrón. Se alejó con él en las manos y fue directamente a la basura a tirar su contenido. – Es tiempo de que el pequeño… bueno, el único Nott piense en el futuro, en su legado.- Le dijo sin mirarla.- La familia Nott es una noble familia dotada de magia, me atrevo a decir, de los tiempos de Merlín. Tiene que heredar su apellido. Su sangre.-

- Madre…- Le dijo en forma de advertencia.

- Confío en que siguen frecuentándose.- Continuo su madre, esta vez mirándola a los ojos.- No se si tengan una relación íntima o no pero dudo que eso sea algún obstáculo. Hay muchas formas de retener a un hombre. Unir a las dos familias siempre había sido sueño de su padre… y también del tuyo.-

- Eso lo dudo.- Se atrevió a decir Daphne con una sonrisa desafiante en los labios.

Su madre acorto la distancia entre ellas peligrosamente y con la voz un poco más alta le dijo:

- Deberías estar agradecida, haber nacido en esta noble y antigua familia, dotada de magia excepcional y fortuna inigualable. Es momento de que pagues por ello, continuar con la pureza de nuestra sangre. Ya no eres una niña pequeña Daphne. Es tu deber.-

Deborah Greengrass se fue con paso decidido de la cocina, cerrando la puerta con fuerza, dejando a una Daphne con los ojos cerrados y la respiración agitada, mirando el jarrón de frutas ahora vacío maldiciendo a Deborah mil veces hasta que su respiración se reguló y subió a su dormitorio.


Gracias por leer! RV!

Por Siempre Slytherin.