Siempre me gustaron los días lluviosos, a diferencia de a la mayoría, los días de lluvia no me deprimían por el contrario me animaban, me hacían sentir plena, feliz, liberada; a mi ver no hay nada como ver llover para pensar y reflexionar sobre cualquier cosa, no hay nada como el suave tintineo como música de fondo mientras lees un buen libro, la brisa fresca que inunda esos días te permite sentir mas claramente el calor que emanan las personas a tu alrededor y cuando estas triste o presionada no puedo encontrar nada mejor que salir a jugar con la lluvia, permitir que te moje toda, que el agua bese cada centímetro de tu piel y se lleve consigo todas tus penas, tus dudas, que te purifique el alma, pero ya no estoy tan segura de todo eso, estos últimos días han sido de mucha lluvia pero eso no me a ayudado a aligerar el peso que mi corazón carga, por el contrario me siento sola y melancólica y es que desde que ya no estamos juntos la vida párese no tener el mismo sentido.
El agua que cae por la ventana me hace pensar tanto en él, en todas las cosas que compartimos durante mas de un año en que estuvimos juntos, el ama la lluvia, siempre dijo que los días mojados son alentadores, que dan paso a las cosas más hermosas de la naturaleza, de la vida misma y para mí era cierto, en esos días mientras llovía el se acercaba mucho mas a mi y me enseñaba su verdad mas sinceramente que nunca, pero eso termino, la lluvia no lo traerá mas a mi, no volveré a sentarme en sus piernas mientras contemplamos el hermoso espectáculo y todo es mi culpa yo fui quien decidió dejarlo por ir en busca de un pasado que conforme mas recupero mas me hace pensar que jamás debí alejarme de el. No soy lo suficientemente valiente como para enfrentar a todas las personas que jamás perdieron la esperanza de que yo volviese a su lado y mucho menos para enfrentarlo a el si existe la posibilidad de que el no me acepte de nuevo a su lado.
- Deseo tanto poder volver a ver tus hermosos ojos grises, mi Draco.
Todo empezó un día de lluvia intensa a finales de la primavera, manejaba a gran velocidad, ¿por qué? O ¿hacia donde? Son preguntas que aun no e podido contesta, el caso es que mi vehículo se salió de control y se volcó, él manejaba camino a Londres y alcanzo a ver los bruscos movimientos de la camioneta, se detuvo para ver si podía ayudar pidiendo en su mente que quien estuviese adentro siguiese con vida y así fue, me encontró a mi, no tardo en reconocerme y como pudo, (con un poco de ayuda de su varita mágica) me saco del destrozado vehículo y me llevo a su auto aparcado a unos cuantos metros de ahí, todo eso el me lo contó porque yo no logro recordarlo aun, cualquiera que lo hubiese conocido en sus tiempos de escuela se preguntaría porque teniendo un automóvil mágico manejaba en esas condiciones en ves de aparecerce, usar los polvos flu o algun otro tipo de medio magico, pero gracias a Merlin que fue así, de lo contrario no imagino que hubiese sido de mí, tomo el camino de regreso hacia York y me llevo a su casa que esta cerca de este, en un pueblo llamado Muggletown, curioso nombre para un pueblo donde todos los que viven hay son magos pero bueno. Dos días después desperté en una hermosa y confortable habitación que era calentada por el crepitante fuego de la chimenea, no recordaba nada ni si quiera mi nombre, me sentía débil, aturdida y la poca luz que había en la habitación no ayudaba mucho a despejarme y ahí en medio de la confusión y el desconcierto estaba el como una tabla de salvación, apareció bajo el vano de la puerta, con sus ojos grises intenso y su cabello platinado, tan hermoso como siempre y tan cálido como nunca antes de ese día lo había visto.
Al verme despierta se acerco a mí como un gato en medio de la penumbra, cuando estuvo lo suficientemente cerca pude ver como su expresión se endurecía y sus ojos me miraban expectantes preguntándose en que momento lo reconocería, daría un salto y saldría corriendo de ahí, pero su expectación se volvió confusión al ver una sonrisa formarse en mi rostro, en ese momento yo no tenia pasado, por lo que no podía recordar nuestra innumerables peleas, nuestra antigua enemistad y nuestro tan pronunciado odio, había olvidado por completo su rostro desfigurado por la ira y su actitud altanera y cruel para conmigo, se sentó en la cama muy cerca de mi, yo lo mire directamente a los ojos buscando respuestas a preguntas que no estaba segura de poder formular, levante mi mano que se sentía Pesada y sin entender porque acaricie su mejilla algún día pálida ahora curtida por el sol.
- ¿Cómo te sientes, Tuviste mucha suerte al parecer no tienes ninguna herida grabe – su vos sonaba realmente preocupada, aunque con un pequeño rastro de duda – debes estar hambrienta pediré que te traigan algo de comer y llamare al doctor Aleister para que te revise – solté su mejilla y abrí mi boca para agradecerle pero no salió ningún sonido de ella, intente volver a decir algo pero nada se escuchaba, la desesperación comenzó a apoderarse de mi, el lo noto en mis ojos - ¿no puedes hablar cierto? – Yo solo asentí con mi cabeza – tranquila ya veras como el doctor solucionara todo – intento pararse pero yo no se lo permití, prendí mi mano de su camisa, no quería que se fuera tenia miedo y su presencia me hacia sentir segura, me miro a los ojos – no te preocupes aquí estas segura nadie te lastimara lo prometo, además no voy a tardar – y entonces me regalo una sonrisa sincera que por algún motivo me hizo sentir calor dentro de mi, lo mire a los ojos y lo solté, lo vi marcharse por la misma puerta por la que había entrado, nunca creí en el amor a primera vista pero no se de que otra manera explicar lo que en ese momento sucedió dentro de mi ser.
Como lo prometió, Draco no tardo mucho en regresar con un hombre al lado, era alto, de tez blanca, cabellos y ojos negros con mirada penetrante, algo intimidante debo decir, su nombre era Aleister Anderson Medímago y experto en medicina muggle, prendió la luz y pude verlo mas claramente, de primera instancia sentí que me recordaba a alguien algo irónico considerando mi situación aunque ahora que lo pienso tiene un cierto parecido a Severus Snape, pero en cuanto se acerco a mi y empezó a obscultarme la sensación desapareció por completo, su sonrisa aligero su expresión y comenzó a hablarme de todo y nada, cuando termino me dijo que tenia las cuerdas bucales inflamadas posiblemente por el susto (uno no puede esperar gritar tanto y amanecer como si nada) y el clima que reinaba ese día.
Debo admitir que el Doctor Anderson es una de las personas que más extraño de Muggletown, junto con su hija Altea, Malcom Craft el mejor amigo de Draco y Damara una dulce chica que ayudaba en las labores de la casa Malfoy y quien se hizo mi amiga y confidente desde el principio y valla que si, cuando el doctor termino sus pruebas, me dejo un par de frasquitos al lado de mi cama y le pidió a Draco que salieran unos instantes, en el momento que ellos salieron entro Damara con una enorme sonrisa en el rostro muy característica en ella, llevaba una bandeja con comida para mi, me acercó una pequeña mesa con rueditas y la puso al lado de mi cama depositando en ella la charola.
- hola – quise contestar pero recordé que no podía – tranquila sé que no puedes hablar debe ser desesperante pero no te preocupes escuche al doctor decir que en dos o tres días máximo estarás bien yo me llamo Damara y ayudo a mi madre que es el ama de llaves de esta casa, así que si necesitas algo solo pídelo (¿sarcasmo?) – Le sonreí y empecé a comer debo admitir que estaba hambrienta, mientras tanto ella estuvo haciendo algunas labores en la habitación y sacando ropa limpia, cuando termine los alimentos me recargué en la cabecera y pude verla sentada observándome con un lindo camisón en las manos.
- pues no sé lo que pienses tu, pero después de haber estado un día entero en la cama creo que no hay como un buen baño, se levanto me tomo de la mano y me llevo al baño perteneciente a esa habitación, comenzó a llenar la tina y me ayudo a desvestirme, sentía todos los músculos entumidos y adoloridos, me metí en el agua tibia de tina y todo mi cuerpo comenzó a relajarse, ella me ayudo a lavar mi cabello, salió un momento cuando escucho la puerta de la habitación abrirse y regreso con una sonrisa de niña traviesa.
– ¿estas lista- asentí con la cabeza y me ayudo a salir y a vestirme, realmente me sentía mucho mejor y el sueño iba apoderándose poco a poco de mí, cuando salimos me senté en la cama mientras secaba mi cabello, ella saco de un cajo un cepillo y comenzó a desenmarañarlo con mucha paciencia, estuvo platicándome mientras me peinaba con una trenza, al ver que casi me quedaba dormida sentada me acostó y me arropo, yo le agradecí con la mirada y me quede totalmente dormida.
Los días que siguieron a ese fueron muy parecidos, la mayor parte del tiempo estaba dormida recuperando fuerzas, durante el día Draco me visitaba y aunque no decía gran cosa me encantaba tenerlo cerca, Damara también me visitaba y pasaba largo rato entretenida con mi cabello, el doctor me hacia chequeos cada dos días, poco a poco iba recuperando mi vos aunque todavía sonaba algo débil, esa semana fue genial hasta el día en que Draco se entero que yo no tenia memoria. Se acababa de ir el doctor cuando mi joven anfitrión me fue a visitar.
- hola ¿cómo te sientes hoy Hermione, el doctor dice que dentro de poco estarás totalmente recompuesta
- que bien – no lo dije muy animada, aunque el no pareció notarlo
- al fin podrás ir a casa, los tuyos deben estar muy preocupados, yo lo estaría. – me sonroje un poco por el comentario, el se preocupaba por mí o al menos eso entendí, pero entonces la realidad me asalto
- Draco ¿puedo preguntarte algo?
- Lo que tu quieras Hermione
- ¿quién es Hermione?
- ¿Cómo que quien es Hermione? Tú eres Hermione Grenger, la única Hermione que conozco,
- ¿Tu me conoces? ¿Sabes quien soy, ¿En donde vivo?
- ¿a que estas jugando Hermione? Porque no te estoy entendiendo
- yo no recuerdo nada mas aya del día en que desperté en esta habitación y bueno el nombre que me pusiste me agrada y no me molesta que me llamen así.
- ¿es una broma? – negué con la cabeza, Draco se puso pálido, se levanto como si tuviese un resorte y más tardo en salir de la habitación que en regresar con un confundido Aleister Anderson
