CAPÍTULO 1

Dolor de cabeza. Maldito dolor de cabeza. Me levanté de la cama con pereza y noté una sensación desagradable por mi cuerpo indescriptible. Noté un pinchazo en mi espalda y miré hacia los lados desorientada. En cuanto me despejé un poco pude ver claramente como no me encontraba sola en aquella habitación extraña, decorada simplemente con una cama grande y gris y un lavabo extremadamente sucio. ¿Qué nos había pasado?

-Buenos días, inspectora, ¿tenemos algo?-Castle se sentó en su silla habitual y, como cada mañana, posó mi café en la mesa. Le sonreí a modo de agradecimiento y volví a mis papeles.

-Parece ser que nuestra víctima de ayer es otro asesinato del mafioso italiano que, según se rumorea por las calles, se ha mudado a la ciudad para saldar algunas cuentas. Hemos tenido que pedir colaboración con los de la brigada del crimen organizado.

-¿Con esa detective tan guapa de la 42? ¿Stella? ¿O era Stephanie?

A pesar de saber que lo estaba diciendo en broma una punzada de celos recorrió mi estómago. Stella Green, la detective joven y guapa de la 42 estaba causando furor entre todos los policías de Nueva York y Richard Castle no era una excepción.

-Creo que tiene algo con Espósito -mentí- así que la detective Green no será otra más de tus conquistas.

Él no pareció estar decepcionado, lo cual me tranquilizó.

-Bueno, tiene que estar chulo eso de pillar a un mafioso, así que me dejaré de ligoteos para concentrarme en el caso completamente.

-¿Concentrarte? ¿Tú? Anda ya.

-Beckett- Ryan apareció de repente- los de la 42 están aquí para lo de Felizziano Capuzzi.

-Gracias Ryan, estaremos con ellos en medio minuto.

-Buenos días inspectora Beckett-Stephanie Green y su rubia y despampanante melena me saludaron una sonrisa de oreja a oreja. Su belleza me asustaba y no podía evitar plantearme como una joven tan guapa se habría hecho policía.

-Buenos días, detective Green-respondí con una voz seca y poco amable. No podía evitarlo. Si a Castle le gustaba una mujer, esta pasaba directamente a mi lista negra. Puede que todavía no estuviera preparada para tener nada serio con él, pero eso no quería decir que no fuera a ponerme un poco celosa de vez en cuando.

-Tenemos algo que podría interesarle,además de un plan concienzudamente elaborado que nos podría ayudar a coger a Capuzzi y acabar con sus asesinatos.- el compañero de Stella era el que hablaba ahora. Kevin Mason, un hombre menudo que parecía rompible ante cualquier golpe minúsculo.

-Les escucho.