Prologo

Sentados en una extraña playa, donde la arena, las rocas, el cielo e incluso el agua eran de color negro, se encontraban dos jóvenes.

El primero es un chico de 16 años, con el cabello largo, liso y de color plateado que le llega hasta los hombros. Sus ojos son de un azul verdoso. Viste de una forma informal, con un pantalón vaquero y unas deportivas blancas, además de una muñequera en la mano izquierda.

El segundo es un chico de 15 años, de cabellos castaños alborotados, y ojos azules, vestido con una chaqueta y pantalón donde predominaban los colores oscuros junto a pequeños detalles amarillos, además de llevar unos guantes, también negros, sin dedos y un collar con forma de corona en el cuello.

Estos dos jóvenes son Riku y Sora. Ambos se encontraban sentados en la orilla, disfrutando del sonido de las olas, un sonido, que les recordaba a su hogar. No obstante, en ese momento, se encontraban muy lejos de su hogar. Se encontraban en el reino de la oscuridad. De alguna forma, al derrotar a Xemnas, el líder de la organización XIII y desbaratar sus planes, llegaron hasta ese inhóspito lugar y no tenían forma de salir, así que habían decidido resignarse y permanecer toda la eternidad en la oscuridad. Un pequeño sacrificio que estaban dispuestos a sufrir. Sus amigos estaban en el otro lado, en el reino de la luz, con eso, ambos se daban por satisfechos.

— Lo que he dicho antes... eso de que me creía mejor que tú en todo... — Riku empezó a hablar, recordando una conversación que había ocurrido hacia solo unos minutos.

— Aha... — Fue la única contestación de Sora.

— Para ser sincero, Sora... te tenía envidia. — Esa confesión cogió desprevenido al joven de cabellos alborotados, que abrió sus ojos más de lo normal, para seguidamente, expresar su duda.

— ¿Por qué? — Fue su inocente pregunta, que provoco una leve sonrisa en Riku.

— Me habría gustado vivir la vida como tú...haciendo caso a mi corazón.

— Ya, bueno...yo también tengo mis problemas.

— ¿Como cuáles?

— Como...querer ser como tu. — Dijo mientras su mirada se perdía en el horizonte.

Riku miro de reojo a Sora, incapaz de saber si sus palabras eran sinceras o simplemente las decía para que se sintiera mejor.

— Bueno, ser yo sí que tiene una ventaja... Y es algo que tú jamás podrás imitar. — Respondió el joven de cabellos plateados mientras otra leve sonrisa se formaba en su rostro.

— ¿En serio?¿El qué? — Preguntó Sora con genuina curiosidad, mientras dirigía su mirada a su mejor amigo.

— Tenerte a ti como amigo. — Fue su simple respuesta.

En ese momento, una sonrisa de oreja a oreja se formo en el rostro de Sora a la vez que volvía a dirigir su mirada al horizonte.

— Entonces...supongo que estoy bien como estoy. — Respondió mientras su sonrisa se alargaba un poco más. — Yo también tengo algo que tú jamás podrás imitar...

Después de eso la conversación se dio por finalizada y ambos cerraron los ojos disfrutando de el gratificante sonido de las olas, sin percatarse del peligro que corrían.

Una figura vestida con la túnica negra de la organización oculta entre las rocas observaba la conversación de los elegidos de la llave espada, hasta que sacó de la túnica un libro sin ningún título en la portada, para abrirlo desde un pagina al azar para después empezar a buscar entre las paginas la información que buscaba.

Cuanto tiempo se quedaron en esa posición, no lo sabían. No es como si pudieran hacer mucho mas. No obstante Riku se sobresalto al notar como algo tocaba su pie. Al dirigir su mirada a su extremidad, observó que el agua había traído una botella con una nota dentro.

Al sacar la nota de la botella se dio cuenta que era una carta y, al darle una rápida mirada y ver de quien era, supo a quien iba dirigida.

— ¿Sora? Creo que es para ti. — Dijo mientras llamaba la atención del héroe de la luz, quien seguía sumergido en sus pensamientos.

Sora cogió la carta y procedió a leerla en voz alta. Era de una chica llamada Kairi, su mejor amiga. La escribió justo antes de decidir salir en busca de Sora.

Tan pronto como dejo de leer observó como una luz ilumino el oscuro lugar en el que se encontraban. Al dirigir su mirada al mar vio, impresionado, como su billete de salida aparecía de la nada.

— Luz. — Habló el poseedor de la llave espada de la oscuridad, tan impresionado como su amigo.

— La puerta a la luz. — La voz de Sora no fue más que un leve susurro.

Sin perder tiempo, se levanto y le tendió la mano a Riku.

— Vayamos juntos.

Riku, aunque dudó por un segundo, asintió y acepto gustoso la ayuda de Sora, puesto que las heridas que había recibido en la batalla contra Xemnas aún le dolían.

Ambos se acercaron lentamente hasta la luz. Eso debería haberlos llevado hasta las islas del destino, hasta su hogar, pero no en esta historia.

La sombra que antes había estado vigilando a los dos jóvenes cerró el libro y volvió a fijar su vista en ellos y, a pesar que vestía una túnica con una capucha que cubría su rostro, se divisó una amplia sonrisa blanca.

— Esto va ser muy interesante. — Fueron sus pensamientos, antes de que empezara a mover los dedos de su mano derecha de forma, a simple vista errática, mientras esta emitía una energía azul y negra.

Sora y Riku, que no eran conscientes de las intenciones de aquella persona, siguieron acercándose hasta la luz, esperando que los llevara a casa.

No tenían forma de saber, que, después de cruzar esa luz, estarían mas lejos que nunca de su hogar.


Earthland Año x784

En Fiore, en dos puntos alejados, ocurrió lo mismo.

Una luz ilumino durante unos instantes el cielo y acto seguido empezó a caer como si de un meteorito se tratara. Ambas luces, por suerte o por desgracia, cayeron en dos lugares alejados de la civilización. En un bosque al sur y un prado al norte de Fiore y después del impacto, el silencio de la noche volvió a reinar.

En medio del prado, se encontraba Sora, en un cráter de unos 3 metros, inconsciente, debido al impacto.

Al lado del cráter, una puerta de luz, parecida a la que Sora y Riku acababan de cruzar, apareció. De esta, salió la misma persona que los había enviado a ese lugar.

Se acercó al inconsciente Sora, hasta quedarse a su lado, observándolo.

A los pocos minutos, la figura misteriosa, empezó a patear las costillas del joven de cabellos castaños, consiguiendo que este gruñera debido al dolor.

Sonrió con satisfacción al ver que el joven solo se encontraba inconsciente y no muerto como se temía.

Una vez más, sacó el extraño libro de su túnica. Empezó a buscar entre las paginas hasta que llegó a una que se encontraba totalmente en blanco, no obstante, siguió observando la pagina expectante. A los pocos minutos la pagina empezó a emitir un pequeño brillo, iluminando levemente el rostro de la figura, mostrando una piel pálida y unos ojos amarillos. Una vez que el libro dejó de brillar, la hoja, antes en blanco, estaba totalmente escrita. La figura sonrió y cerró el libro.

Volvió a la puerta de luz y al pasarla esta desapareció como si nunca hubiera estado ahí.

Mientras, en el bosque donde Riku había aterrizado, este chocó varias ramas pero afortunadamente no se golpeo contra ningún tronco... Un golpe así, en el estado que se encontraba, habría sido fatal. No obstante, el golpe recibido sumado a las heridas que ya tenía no hicieron sino empeorar el estado de Riku, que en este momento se encontraba inconsciente, con una mano en sus costillas y una mueca de dolor dibujada en su cara.