Hacía mucho que no subía ningún Shikatema a , y no, como ya lo dije en todos los demás fics que subí el día de hoy, no me olvide ni de Sunagakure no sato ni de The Sleeping Sun, solo que la facultad me mantuvo muy alejada de aquí y estuve publicando más que nada historias originales y drabbles en mi LJ.

Ahora si, ojala que lo disfruten.

DISCLAMER: Shikamaru y Temari le pertenecen al tiránico Masashi Kishimoto a quien estoy próxima de matar, (se aceptan donaciones para pagar el viaje)

Paseando por su cuerpo

El sabor de su piel era pecado, pero le encantaba. No podía negarse el placer de saborear esa dorada piel cuando la tenía tan cerca. El sol había sido más que generoso a la hora de brindarle su color, haciéndolo perfectamente parejo, casi podía sentir el sabor del astro celestial mezclado con al arena del desierto. Siguió saboreando aquel cuello, apoyando solamente sus labios, no le hacía falta hacer nada más para sentirla.

Los dorados mechones caían salvajemente sobre sus ojos, se veían mucho más lindos cuando estaban sueltos, las coletas donde ella los solía aprisionar no le hacían justicia realmente.

Perezosamente paseó su mano por el contorno del rostro femenino de la kunoichi que permanecía completamente muda y solo de vez en cuando temblaba un poco. Disfrutaba tenerla así, solo para él, callada y tranquila, aunque esta no era la Temari aguerrida, ni la respetable embajadora de Sunagakure o la protectora hermana mayor del Kazekage.

Dentro de esa habitación, no existía nada más, solo lo que la lumbre alcanzaba a iluminar o lo que rodeaba la cama. Ni siquiera el tiempo interrumpía allí, así que no se apresuraría en su placentera tarea.

Ni un bufido impaciente lo apresuró, siguió paseándose por el cuerpo de ella a su tiempo, a su propio ritmo, aunque comenzó a sentir la impaciencia en los movimientos de ella bajo su cuerpo. Sin embargo, no parecía afectar en nada, eso era algo bastante extraño, más de lo que ya era que ella aceptase ser tratada así, tan calmada y sumisa, algo completamente fuera de sí.

Sintió como se erguía el pecho al tomar aire, iba a bufar otra vez. No era que le molestara, pero no pudo evitar aprovechar la oportunidad para apoderarse de sus carnosos labios. Su aliento era aún más Apetitoso, sabía a frutas dulces y jugosas.

Sus manos eran delicadas, a diferencia de lo que uno esperaba de quien carga un arma tan pesada como lo era aquel abanico. Las sentía recorriendo su espalda mucho más apuradas de lo que las suyas recorrieran las de ella.

– Shikamaru.

La voz no coincidía con el momento, ya sea por la entonación o la claridad con la que había pronunciado cada letra. Se apartó un poco viendo sus ojos azul verdosos, eran preciosos a esta luz.

— Nara.

Otra vez, tal vez estaba imaginándoselo, ya que ni siquiera había movido los labios.

De pronto sin saber como, sintió un enorme peso sobre su abdomen que lo dejo sin respiración.

Abrió los ojos, molesto y entre gruñidos, la luz solar lo cegó unos pocos momentos, solo hasta que una figura se interpuso en su camino, haciéndole sombra.

—Nara Shikamaru, te recuerdo que tienes que cumplir tu misión, te guste o no— esa era la voz de Temari, de eso no cabía duda — mueve tu perezoso trasero de ahí Señor lágrimas, que hay papeles que atender.

La konoichi se quedo mirándolo mientras se levantaba. Realmente prefería a la Temari de sus sueños, pero aún así seguía preguntándose si su piel sabría mejor que en estos.

Se sacudió las prendas de Chuunin antes de seguirla hacia la oficina del Hokage. Talvez, si usara alguna buena estrategia lo lograría saber. Bien, tenía toda una semana antes de que esta misión terminara para pensar como lograr su cometido, nada que un genio no pudiera hacer.

—Tsk mendokusē…


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Calixpto~